lunes, 6 de mayo de 2024

Robert Musil: la curvatura del cielo

 

DGD: Postales, 2024.

 

r e t r a t o s   (e n)   (c o n)   p o s t a l e s

Robert Musil: la curvatura del cielo


[Los textos más conocidos de Robert Musil (Klagenfurt, noviembre 6 de 1880-Ginebra, abril 15 de 1942) son sus novelas Las tribulaciones del estudiante Törless (1906) y El hombre sin atributos (1930-1943). En ambas, como señala la crítica, Musil revela la gran crisis espiritual de su época, y sobre todo manifiesta su inaudita capacidad de observación, profundización y metaforización del comportamiento humano; pero acaso el texto en el que lleva estos elementos a un nivel de exigencia aún mayor sea no una novela sino un libreto teatral, el de Los exaltados (Die Schwärmer), en el que trabajó desde 1911 hasta que se publicó en 1921 (la obra fue puesta en México de manera memorable por Juan José Gurrola en 1975). A mitad de este periodo de lenta escritura, Musil viajó a Praga y visitó a Franz Kafka, un escritor que, junto con Rainer Maria Rilke, era de altísima importancia para el escritor austríaco (bien puede hablarse aquí de un triángulo de poetas eminentes). En Los exaltados, siete personajes absolutamente inclasificables se hallan encerrados en el escenario durante los tres actos de un tour de force en el que se ventilan aspectos del alma no por medio de los lugares comunes que maneja el teatro “psicológico” de cualquier época, sino a través de excepciones que los personajes intuyen fugazmente en el esquivo instante del milagro escénico. De esta obra maestra he aquí una pequeña selección de aforismos. (DGD)]

 

Cada persona llega al mundo con facultades para afrontar las experiencias más inauditas. Las leyes no lo atan. Pero después la vida siempre le da a elegir entre dos alternativas, y siempre queda la misma sensación: hay una alternativa que no está incluida, falta siempre la tercera alternativa, la que no ha sido descubierta. Y se hace todo lo que se quiere, y nunca se hizo lo que se quiso. Al final se pierde el talento.

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Nada había que aceptáramos sin reservas: ningún sentimiento, ninguna ley, ninguna magnitud. Todo estaba de nuevo emparentado con todo, y dentro de esas relaciones todo podía transformarse.

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En toda mi vida no he conocido nada más vergonzoso que el éxito.

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Una pasión, sin importar cómo sea, crece hasta alcanzar las dimensiones de la persona de la cual se nutre.

 

 

Todo lo que me rodeaba, nubes, personas, planes, estaba rodeado de nuevo por ti, del modo en que el latido del corazón de un niño se escucha debajo del de la madre.

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El éxtasis se desvanece. Pero lo que será, es lo que hagamos con ello. La verdadera capacidad humana de acogimiento radica apenas ahí. Todo lo demás no es otra cosa que una exageración empequeñecedora.

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Los ojos son manos que uno no se lava en toda la vida; así conservan la sucia costumbre de tocarlo todo.

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¡Yo no deseo experiencias insólitas! Las experiencias humanas cotidianas son las más profundas, si se las libera de la costumbre.

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No es ninguna prueba de fortaleza el no ser débil nunca.

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Una cierta intuición de poder ser otro. Un sentimiento sin dirección, sin simpatías ni aversiones entre las protuberancias y las costumbres del mundo. Una nostalgia, pero sin lugar a dónde regresar. ¡Eso hace que todo sea posible!

 

 

Cuando éramos jóvenes sabíamos que todo cuanto ocurre en realidad es completamente intrascendente comparado con lo que pudo haber ocurrido. Que todo el progreso de la humanidad radica en lo que no ocurre.

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Lo que falta a esas ideas es un poco de humildad ante el hecho de saber que en última instancia todas las ideas están equivocadas, y que por eso deben ser creídas.

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¿Qué es lo que hemos alcanzado? Reflexionar en el cuarto de estudio, al igual que el simio con la piedra en una mano piensa en la mejor manera de quebrar una nuez.

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Y por primera vez te percatas de que hay algo en ti que asciende y desciende como las mareas, sin que tú lo sepas.

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Uno solo es un necio, ¡dos, son una nueva humanidad!

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Es el tipo de razón que en la actualidad domina al mundo. Las fuerzas entre rostros de personas, entre las golondrinas en el otoño, las fuerzas indemostrables.

 

 

Sufro de miedo porque, contra mi voluntad, los miembros de mi cuerpo y los gestos de mi rostro comiencen a imitar a los de usted, como plantas que crecen inmersas en una corriente de agua.

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Usted sabe que con el intelecto no se puede entender nada.

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Cuando se hace algo, ese algo significa una cosa totalmente distinta hacia el interior que hacia el exterior.

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Tantas cosas en el mundo suceden. Como si en la habitación hubiera muchos relojes en marcha y cada uno señalara un tiempo distinto.

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¿Por qué cayó justamente ahora esa hoja que acaba de pasar por la ventana? No crea usted que alguien pueda saberlo. En todo, a dos, a tres pasos de distancia hay respuesta; más allá, neblina.

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Estar solo significa no saber hacia dónde.

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Cada humillación exterior como una elevación interior.

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Las mentiras están más próximas a las almas. Son quizás más sinceras [que las verdades].

 

 

Todo lo que nos ocurre es incomprensible, y sólo cuando nosotros mismos hacemos algo nos encontramos protegidos, justo en el centro de lo incomprensible.

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Uno nunca está más consigo mismo que cuando se extravía.

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La única prueba en favor y en contra de una persona, es si en su cercanía uno se eleva o se hunde.

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¡La supremacía del espíritu sobre los arrendatarios del mundo!

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¡Es muy posible cantar primorosamente por dentro y por fuera ser mudo!

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Hay personas que son sinceras detrás de las mentiras e insinceras ante la verdad.

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Eres hermosa como la curvatura del cielo, que ha permanecido igual desde hace milenios.

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No se debe tener tanto sentimiento; o cuando mucho sólo para lo grandioso y lo sublime, en donde no ocasiona tanto daño...

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En realidad, en las decisiones importantes de la vida uno siempre está ausente.

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Lo desconocido, que parece rodearnos, crece, sin embargo, a ratos, de manera evidente, sólo con determinadas personas. En apariencia existen personas en las que hay algo suelto que en todas las demás está sujeto.

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Ahora pienso así, pero quizá después piense de manera distinta. Sólo quiero ir por delante de mí.

 


 

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[Una versión muy cuidadosa de las obras de teatro escritas por Musil, Les Exaltés, Vincent et l’amie des personnalités, Prélude au mélodrame Le zodiaque, se halla en la traducción del alemán al francés de Philippe Jaccottet (Seuil, 1985). También excelente es la edición crítica alemana de Kristina Werndl: Robert Musils ‘Die Schwärmer’ - Kritisches und Theoretisches (Grin Verlag, 2006). De esta obra hay versiones al español: Los alucinados (Barral Editores, 1970; traducción de Pablo Grosschmid) y Los exaltados (Sexto Piso, 2007; traducción de Gonzalo Vélez). Otras traducciones españolas de textos de Musil: Los extravíos del colegial Törless (Círculo de Lectores, 1989), Las tribulaciones del estudiante Törless (Seix Barral, 2014), Sobre la estupidez (Abada, 2007), El hombre sin atributos (Seix Barral, 2007; Austral, 2010), Uniones (Seix Barral, 1995), Ensayos y conferencias (A. Machado Libros, 1992), Diarios (Nuevas Ediciones de Bolsillo, 2004), Tres mujeres (Seix Barral, 1992), Prosa temprana y obras póstumas publicadas en vida (Sexto Piso, 2007).]

 

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