Tragicomedia mexicana 3

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ISBN: 968-406-305-9

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0o 1992. J056 Agustrn 1992, José Agustín o 1992, 1992, Editorial Editoria l Planeta Mexicana, S,A. S.A. de C.V. C,V. Grupo Editorial Planeta de d~ México Avenida Insurgentes Sur Su r núm. 1162 Col. Del Valle Deleg. Dcleg. Benito Juárez. Juárcz. 03100 Mtxico. México, D.F.

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DURECHOS RESERVADOS DERECHOS

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DiselTo de cubierla: Gcrardo Islas Dise/To Illlslraci6n de porlada: pOrlada: Murales del Restaurante Rcstaurunlc Prendes, Prendes , de J/wNraciólI ciudad de México (foto: (foto : Víctor Berna) Berna!) la ciudnd lIuslrac;olles ¡I/teriores: i"teriores: Arch Archivo J1usfraciofles ivo Editorial Planeta y Archivo General de la Nación Nación F% grafia del OIdor: Gulor: Luz María Mcjía FOIografia

TITULO: TRAGICOMEDIA MEXICANA II

DERECHOS RESERVADOS

Dirección editorial: ediloria/: Homero Gayosso Gnyosso A. y Jaime AJjure Aljure B. 8.

COLECC'ON: ESPEJO DE MEXICO

COLECCJON: ESPEJO DE MEXICO COLECCION:

Dirección editorial: Homero Gayosso A. y Jaime AJjure B.

José Agustín Editoria l Planeta Mexicana, S .A. de C,V.

Col. Del Valle

Grupo Editorial Planeta d~ México Avenida Insurgentes Su r núm. 1162

Dcleg. Benito Juárcz. 03100 México, D.F.

TITULO: TRAGICOMEDIA MEXICANA II 11 TITULO:

Dise/To de cubierla: Gcrardo Islas JlwNraciólI de porlada: Murales del Restaurante Prendes, de la ciudnd de México (foto: Víctor Berna) J1usfraciofles ¡I/teriores: Arch ivo Editorial Planeta y Archivo General de la Nación FOIografia del OIdor: Luz María Mcjía

o 1992, o 1992,

ISBN: 968-406-305-9

Primera edición: octubre de 1992

Impreso en México - PrinLcd in Mexico

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cub ierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléct rico, qurmico , mecánico , óptico, de g rabación o de

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Primera edición: edición: octubre de 1992

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la cubierta, cub ierta, puede ser reproducida reproducida,, almacenada o

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transmitida en manera alguna ni por ninglín eléctrico, eléct rico, químico qurmico,, mecánico. mecánico, óptico, de grabación g rabación o de

fotocopia, sin permiso previo del editor.

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6. La casa de la risa (1970-1976)

El puto limón

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(1970-197

A fines de 1970 José Revueltas se hallaba una vez más en la cárcel México se incubaban profundos cambios en la conciencia colectiva, p esto era algo que apenas se ·advertía. En la superficie todo parecía norm a pesar de la dura prueba de 1968 se hallaban intactos el presidenciali todopoderoso, el partido de estado, las grandes corporaciones oficial privadas, y los mecanismos de control. Sin embargo, en mucha gente e tía la impresión vaga de haber despertado de un sueño para enfrentar realidad que antes se había soslayado; las grietas del sistema se perci por doquier para quienes no se negaban a verlas y las huellas negat del desauollismo, o "milagro mexicano", eran ya perceptibles: allí es el deterioro del sistema, la deyastación de la naturaleza, el desperdici recursos, la corrupción, la sobrepoblación, la injustísima distribuc de la riqueza, la dependencia del exterior y el paternalismo antidem9c co, o "dictablanda", como también se le decía. Capas minoritarias, p muy significativas, de la sociedad exigían una verdadera democracia, y todas partes una efervescente voluntad de expresión pugnaba por abr paso. Como el régimen no atendió a fondo nada de esto, los acontecimie políticos y contraculturales de 1968 generaron efectos silenciosos se prolongaron durante muchos años. Hasta cierto punto, el nuevo presidente tenía una relativa concienci todo esto, y se propuso acelerar cambios y reformas que reactivaran procesos de crecimiento. Sin embargo, la manera como enfrentó estas nue necesidades del país a la larga resultó funesta para él y para todos. Para la toma de posesión de Luis Echeverría se eligió el Auditorio cional de la ciudad de México, yaunque éste fue revitalizado con mu dinero significativamente quedó igual de frío y desangelado que antes ceremonia pretendía simbolizar una' suerte de "ruptura y continuida así es que fueron invitados cuatro viejos indios, que representaban reorientación del sistema", pero también estuvieron allí María Félix, "a viada con fastuoso abrigo de leopardo", Henry Ford y la usual carg

A fines de 1970 José Revueltas se hallaba una vez más en la cárcel y en México se incubaban profundos cambios en la conciencia colectiva, pero esto era algo que apenas se ·advertía. En la superficie todo parecía normal; a pesar de la dura prueba de 1968 se hallaban intactos el presidencialismo todopoderoso, el partido de estado, las grandes corporaciones oficiales y privadas, y los mecanismos de control. Sin embargo, en mucha gente exisexis­ tía la impresión vaga de haber despertado de un sueño para enfrentar' enfrentar·una realidad que antes se había soslayado; las grietas del sistema se percibían por doquier para quienes no se negaban a verlas y las huellas negativas del desauollismo, desarrollismo, o "milagro mexicano", eran ya perceptibles: allí estaba el deterioro del sistema, la devastación deyastación de la naturaleza, naturaleza,. el desperdicio de recursos, la corrupción, la sobrepoblación, la injustísima distribución de la riqueza, la dependencia del exterior y el paternalismo antidem9crátiantidemc;>cráti­ co, o "dictablanda", como también se le decía. Capas minoritarias, pero muy significativas, de la sociedad exigían una verdadera democracia, y por todas partes panes una efervescente voluntad de expresión pugnaba por abrirse paso. Como el régimen no atendió a fondo nada de esto, los acontecimientos políticos y contraculturales de 1968 generaron efectos silenciosos que se prolongaron durante muchos años. Hasta cierto punto, el nuevo presidente tenía una relativa conciencia de todo esto, y se propuso acelerar cambios y reformas que reactivaran los procesos de crecimiento. Sin embargo, la manera como enfrentó estas nuevas necesidades del país a la larga resultó funesta para él y para todos. Para la toma de posesión de Luis Echeverría se eligió el Auditorio NaNa­ cional de la ciudad de México, yaunque y-aunque éste fue revitalizado con mucho dinero significativamente quedó igual de frío y desangelado que antes. La ceremonia pretendía simbolizar una' una · suerte de "ruptura y continuidad", así es que fueron invitados cuatro viejos indios, que representaban "la reorientación del sistema", pero también estuvieron allí María "ataMaria Félix, "ata­ viada con fastuoso abrigo de leopardo", Henry Ford yy la usual cargada 7


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de funcionarios, invitados, periodistas y colados. En su mensaje, el flam te mandatario dejó clara su voluntad de distanciarse de la administra anterior y reiteró los temas de su campaña: acercamiento a los jóvenes, logo, "apertura", crítica ·y autocrítica; además, reconoció la in distribución de la riqueza y expuso la necesidad de cambios, mu cambios. El para entonces ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, que presencia que ocurría, posiblemente no daba crédito, y le seguía costando mu trabajo digerir la metamorfosis de su sucesor, quien de ser un hombre so, reservado y servil, se había convertido en un locuaz líder de los jóve Más tarde, se dijo que Díaz Ordaz, todas las mañanas, antes de rasur se plantaba ante el espejo y se propinaba sonoras bofetadas, insultos y diciones "por baber elegido a Echeverría". Además de esta enérgica a crítica, durante su aislamiento posterior Díaz Ordaz tuvo que lidiar los fantasmas de Tlatelolco. "El 68 lo había lastimado", escribió López Portillo, "se daba cuenta de todas las tensiones, preocupacion dolores contemporáneos e históricos que traía a cuestas." Como una respuesta al 68, Echeverría presentó un gabinete de "g joven", que a Daniel Cosío Villegas, editorialista de lujo de Excelsio pareció "de inexpertos", y más técnico que político. Por supuesto, el sidente se había apresurado a llevar a su gente a los altos puestos par ner el máximo poder posible desde un principio. De esa manera, M Moya Palencia pasó de las oficinas de la censura cinematográfica a l cretaría de Gobernación, Hugo Cervantes del Río ocupó la también e tégica Secretaría de la Presidencia; Emilio Rabasa encabezó Relaci Exteriores, Víctor Bravo Ahuja se instaló en Educación Pública; el sentido del jefe, Augusto Gómez Villanueva, natura]mente se encargó Departamento Agrario, y José Campillo Sainz dio la maro meta m de la inicitiva privada a la Secretaría de Industria y Comercio. Pero verdaderamente jóvenes del equipo del presidente eran Fausto Zapata, José Bremer, Francisco Javier Alejo, Carlos Biebrich, Ignacio Ovalle y firio Muñoz Ledo. Todos ellos ocuparon puestos de gran importancia, que no llegaron a encabezar, en ese momento, secretarías de estado Por otra parte, el ex suspirante a la presidencia Alfonso Martínez mínguez pasó al Departamento del Distrito Federal, y para hacer claro entre los cambios no se avecinaba una verdadera democratización de tema a la cabeza del Partido Revolucionario Institucional (PRI, o "R como le decía ya el caricaturista Rius) quedó el amigo del presiden notorio cacique Manuel Sánchez Vite, quien no sólo se deshizo en ad ciones inverosímiles a Echeverría, sino que en la oficina de Acción Ele ral del partido oficial colocó a Luis del Toro Calero, conocido com Padre de la Alquimia Electoral. Como se ha visto, una de las metas iniciales del presidente consist neutralizar hasta donde fuese posible las grandes heridas del 68, de allí de inmediato ordenara la liberación de los primeros presos políticos de

flamande funcionarios, invitados, periodistas y colados. En su mensaje, el flaman­ te mandatario dejó clara su voluntad de distanciarse de la administración diáanterior y reiteró los temas de su campaña: acercamiento a los jóvenes, diá­ crítica ·y autocrítica; además, reconoció la injusta logo, "apertura", crítica"y distribución de la riqueza y expuso la necesidad de cambios, muchos cambios. El para entonces ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, que presenciaba lo que ocurría, posiblemente no daba crédito, y le seguía costando mucho tietrabajo digerir la metamorfosis de su sucesor, quien de ser un hombre tie­ so, reservado y servil, se había convertido en un locuaz líder de los jóvenes. Más tarde, se dijo que Díaz Ordaz, todas las mañanas, antes de rasurarse malse plantaba ante el espejo y se propinaba sonoras bofetadas, insultos y mal­ baber elegido a Echeverría". Además de esta enérgica auto­ autodiciones "por haber crítica, durante su aislamiento posterior Díaz Ordaz tuvo que lidiar con los fantasmas de Tlatelolco. "El 68 lo había lastimado", escribió José López Portillo, "se daba cuenta de todas las tensiones, preocupaciones y dolores contemporáneos e históricos que traía a cuestas." gabinete de "gente Como una respuesta al 68, Echeverría presentó un gabínete joven", que a Daniel Cosío Villegas, editorialista de lujo de Excelsior, le prepareció "de inexpertos", y más técnico que político. Por supuesto, el pre­ sidente se había babía apresurado a llevar a su gente a los altos puestos para te­ tener el máximo poder posible desde un principío. principio. De esa manera, Mario SeMoya Palencia pasó de las oficinas de la censura cinematográfica a la Se­ cretaría de Gobernación, Hugo Cervantes del Río ocupó la también estra­ estraSecretaría de la Presidencia; Emilio Rabasa encabezó Relaciones tégica Secretaria Exteriores, Víctor Bravo Ahuja se instaló en Educación Pública; el con­ connatura]mente se encargó del sentido del jefe, Augusto Gómez Villanueva, naturalmente maro meta mortal Departamento Agrario, y José Campillo Sainz dio la marometa de la inicitiva privada a la Secretaría de Industria y Comercio. Pero los verdaderamente jóvenes del equipo del presidente eran Fausto Zapata, Juan PorJosé Bremer, Francisco Javier Alejo, Carlos Biebrich, Ignacio Ovalle y Por­ aunfirio Muñoz Ledo. Todos ellos ocuparon puestos de gran importancia, aun­ que no llegaron a encabezar, en ese momento, secretarías de estado. DoPor otra parte, el ex suspirante a la presidencia Alfonso Martínez 00­ mínguez pasó al Departamento del Distrito Federal, y para hacer bacer claro que entre los cambios no se avecinaba una verdadera democratización del sis­ sistema a la cabeza del Partido Revolucionario Institucional (PRI, oO "RIP", como le decía ya el caricaturista Rius) quedó el amigo del presidente y notorio cacique Manuel Sánchez Sáncbez Vite, quien no sólo se deshizo en adula­ adulaciones inverosímiles a Echeverría, sino que en la oficina de Acción Electo­ Electoral del partido oficial colocó a Luis del Toro Calero, conocido como el Padre de la Alquimia Electoral. Como se ha visto, una de las metas iniciales del presidente consistía en neutralizar hasta donde fuese posible las grandes heridas del 68, de allí que de inmediato ordenara la liberación de los primeros presos políticos de 1968

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bana, a su vez, trabajaba ya a gran presión y abundaban los secuestros y las "expropiaciones" de bancos, así es que el acoso del ejército en Gue­ Guerrero se intensificó y Genaro Vázquez dejó la sierra. Para entonces la prensa lo denostaba con saña. Durante un tiempo vivió es.condido Cuerna vaes_condido en Cuernava­ ca, pero finalmente decidió reemprender la lucha y quiso regresar a GueGue­ rrero a través de Michoacán. Pero tuvo pésima suerte; su automóvil se estrelló contra un puente, Genaro se fracturó el cráneo y fue rematado de un culatazo, cuenta Carlos Montemayor, por un cabo de la tropa que lle­ llegó después al sitio del accidente. Pero la guerrilla de Genaro Vázquez sólo era el primer capítulo de la fecontinuación de las luchas del 68 a través de otros medios. Para esas fe­ Cal:>añas se hacia hacía notar con sus chas el también maestro guerrerense Lucio Cabañas asaltos a cuarteles y guarniciones militares. 19uaJffiente, Igua!Iiiente, cada vez más se oía hablar de la Liga 23 de Septiembre, que surgió para conmemorar que el maestro Arturo Gámiz García, estuGarcia, a la cabeza de un pequeño grupo de estu­ diantes díantes y maestros, había tratado de asaltar el cuartel de Ciudad Madera, Chihuahua, el 23 de septiembre de 1967, tal como Fidel Castro trató de tomar el cuartel Moneada de Santiago de Cuba en 1953. En los años setenseten­ ta, comandada por los hermanos David y Carlos Jiménez Sarmiento, la Liga ocuparía un gran espacio en los medios de difusión. En la década de los setenta surgieron numerosos microgrupos más que se proponían hacer la revolución en México a través de la guerrilla urbaurba­ na, como el Frente Urbano Zapatista (FUZ), el Movimiento de Acción ReRe­ volucionaria (MAR), las Fuerzas Revolucionarias Armadas (FRAP), el Comité Estudiantil Revolucionario (CER), el Comando Armado del PuePue­ blo (CAP), las Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución (FANR), la Unión del Pueblo Carlos Lamarca, la Liga Armada Comunista (LAC) y muchos más. Algunos de ellos apenas tenian tenían 7 u 8 miembros, entre los que no falfal­ fre­ taba, como dice Elena Poniatowska, "un oreja de Gobernación". Con frecuencia enviaban a su militantes a China o Corea a recibir adiestramiento maoísta, frecuentemente sectaria, del mary era común una interpretación maoista, mar­ xismo. Casi todos se hallaban compuestos por jóvenes urbanos de clase cam­ media que de buena fe estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para cambiar las condiciones de explotación y represión que se acentuaban en el país, y numerosos militantes fueron muertos, torturados y encarcelados, o simplemente "desaparecidos"; sin embargo, muchos también cayeron en formas muy rígidas de sectarismo y dogmatismo, nunca lograron exponer sus ideas con claridad, tendían a formas de "violencia revolucionaria" muy dicercanas al fascismo y no faltaron los que se acostumbraron a obtener di­ nero fácil a través de las "expropiaciones', por lo que se despeñaron en formas no menos graves de corrupción. Entre las acciones más destacadas Hirschde la primera parte del sexenio se contaron los secuestros de Julio Hirsch­ feld Almada, a cargo del FUZ, donde militaba Paquita Calvo; de Terrence George Leonhardy, cónsul de Estados Unidos en Guadalajara; y de José Echeverria, que fue­ Guadalupe Zuno, suegro del mismísimo presidente Echeverría, fue-

bana, a su vez, trabajaba ya a gran presión y abundaban los secues y las "expropiaciones" de bancos , así es que el acoso del ejército en G rrero se intensificó y Genaro Vázquez dejó la sierra. Para entonces la pre lo denostaba con saña. Durante un tiempo vivió es.condido en Cuerna ca, pero finalmente decidió reemprender la lucha y quiso regresar a G rrero a través de Michoacán . Pero tuvo pésima suerte; su automóvi estrelló contra un puente, Genaro se fracturó el cráneo y fue rematado un culatazo, cuenta Carlos Montemayor, por un cabo de la tropa que gó después al sitio del accidente. Pero la guerrilla de Genaro Vázquez sólo era el primer capítulo d continuación de las luchas del 68 a través de otros medios. Para esas chas el también maestro guerrerense Lucio Cal:>añas se hacía notar con asaltos a cuarteles y guarniciones militares. 19uaJffiente, cada vez más se hablar de la Liga 23 de Septiembre, que surgió para conmemorar qu maestro Arturo Gámiz García, a la cabeza de un pequeño grupo de e díantes y maestros, había tratado de asaltar el cuartel de Ciudad Mad Chihuahua, el 23 de septiembre de 1967, tal como Fidel Castro trató tomar el cuartel Moncada de Santiago de Cuba en 1953. En los años se ta, comandada por los hermanos David y Carlos Jiménez Sarmiento Liga ocuparía un gran espacio en los medios de difusión. En la década de los setenta surgieron numerosos microgrupos más se proponían hacer la revolución en México a través de la guerrilla ur na, como el Frente Urbano Zapatista (FUZ), el Movimiento de Acción volucionaria (MAR), las Fuerzas Revolucionarias Armadas (FRAP) Comité Estudiantil Revolucionario (CER), el Comando Armado del P blo (CAP) , las Fuerzas Armadas de la Nueva Revolución (FANR), la Un del Pueblo Carlos Lamarca, la Liga Armada Comunista (LAC) y muc más. Algunos de ellos apenas tenían 7 u 8 miembros, entre los que no taba, como dice Elena Poniatowska, "un oreja de Gobernación". Con cuencia enviaban a su militantes a China o Corea a recibir adiestramie y era común una interpretación maoista, frecuentemente sectaria, del m xismo. Casi todos se hallaban compuestos por jóvenes urbanos de c media que de buena fe estaban dispuestos a sacrificar sus vidas para ca biar las condiciones de explotación y represión que se acentuaban en el p y numerosos militantes fueron muertos, torturados y encarcelados simplemente " desaparecidos"; sin embargo, muchos también cayeron formas muy rigidas de sectarismo y dogmatismo, nunca lograron expo sus ideas con claridad, tendían a formas de "violencia revolucionaria" m cercanas al fascismo y no faltaron los que se acostumbraron a obtener nero fácil a través de las "expropiaciones', por lo que se despeñaron formas no menos graves de corrupción. Entre las acciones más destaca de la primera parte del sexenio se contaron los secuestros de Julio Hirs feld Almada, a cargo del FUZ, donde militaba Paquita Calvo; de Terre George Leonhardy, cónsul de Estados Unidos en Guadalajara; y de J Guadalupe Zuno, suegro del mismísimo presidente Echeverría, que f

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71 todos habían salido ya de la cárcel), y que Echeverría er campaña en contra de los que él llamaba los Emisarios no era un grupo de rock sino nada menos que el ex preDíaz Ordaz y los viejos políticos que desde un principio zongaban en voz baja pues habían sido desplazados por nócratas. En un principio pareció que de esta manera Echeubrayaba sus ideas de renovación, pero, después del 10 ver que en realidad los Emisarios del Pasado (como más de Septiembre) podían ser muy útiles como chivos expias políticas represivas. retórica en contra de la vieja guardía, y también como el 68, Echeverría ocupaba una buena parte de sus torrenpregonar su afamada "apertura democrática", que, como ombramientos en el PRI, ni remotamente implicaba la verización que exigía una parte de la sociedad, sino un relanto de la libertad de expresión, así como abrir el abanico y las puertas del gobierno a los opositores que quisieran anto, muchos jóvenes, llamados "los aperturos", aprotunidad y procedieron a exprimir briosamente las ubres

otros optaron por radicalizarse. La derrota de Tlatelolco ue la mejor vía para revolucionar el país consistía en la ravés de las guerrillas en las montañas, como había prouevara, o a través de la guerrilla urbana, que incluía sebancarios bautizados como "expropiaciones". Desde la Genaro Vázquez Rojas ya se hallaba en la sierra guerrebre de 1966 había sido arrestado en la ciudad de México, su grupo, la Asociación Cívica Guerrerense (ACG), formó logró rescatarlo . Genaro se fue a la sierra inmediatamengrupo como Asociación Cívica Nacional Revolucionaria mités de lucha clandestina. No obstante, la ACNR tardó fondo con los campesinos guerrerenses y hasta diciembre n forma sus actividades con el secuestro del millonario Padilla, por quien obtuvo millón y medio .de pesos . Casi el 20 de noviembre de 1971, la ACNR secuestró a Jaime ector de la Universidad Autónoma de Guerrero, por quien ión de 9 presos políticos (entre los que se encontraba Mairector de la aguerrida revista Por Que), más 2 millones El dínero se pagó a través del obispo de Cuernavaca Sergio un avión militar llevó a los presos a La Habana y Castren libertad a principios de diciembre. Sin embargo, con ito apretó aún más las tuercas de la lucha antiguerrillera. uerrilla de Genaro Vázquez Rojas en realidad fue efímeó unos meses, en los que obtuvo publicidad y difusión de . Entre fines de 1971 y principios de 1972 la guerrilla ur-

(para junio de 1971 todos habían salido ya de la cárcel), y que Echeverría se dedicara a hacer campaña en contra de los que él llamaba los Emisarios del Pasado, que no era un grupo de rock sino nada menos que el ex prepre­ sidente Gustavo Díaz Ordaz y los viejos políticos que desde un principio murmuraban y rezongaban en voz baja pues habían sido desplazados por los incipientes tecnócratas. En un principio pareció que de esta manera Eche­ Echeverría tan sólo subrayaba sus ideas de renovación, pero, después del 10 de junio se pudo ver que en realidad los Emisarios del Pasado (como más tarde la Liga 23 de Septiembre) podían podian ser muy útiles como chivos expiaexpia­ torios de jugadas políticas represivas. guardia, y también como Además de la retórica en contra de la vieja guardía, otro efecto más del 68, Echeverría ocupaba una buena parte de sus torren­ torrentes declarativos en pregonar su afamada "apertura democrática", que, como ver­ dejaron ver los nombramientos en el PRI, ni remotamente implicaba la verdadera democratización que exigía una parte de la sociedad, sino un relarela­ tivo ensanchamiento de la libertad de expresión, así como abrir el abanico de la cooptación y las puertas del gobierno a los opositores que quisieran integrarse. Por tanto, muchos jóvenes, llamados "los aperturos", aproapro­ vecharon la oportunidad y procedieron a exprimir briosamente las ubres del estado. Pero muchos otros optaron por radicalizarse. La derrota de Tlatelolco les hizo pensar que la mejor vía para revolucionar el país consistía en la lucha armada a través de las guerrillas en las montañas, como había pro­ prose­ puesto el Che Guevara, o a través de la guerrilla urbana, que incluía secuestros y asaltos bancarios bautizados como "expropiaciones". Desde la década anterior Genaro Vázquez Rojas ya se hallaba en la sierra guerre­ guerrerense; en noviembre de 1966 había sido arrestado en la ciudad de México, yen abril de 1968 su grupo, la Asociación Cívica Guerrerense (ACG), formó inmediatamen­ un comando que logró rescatarlo. Genaro se fue a la sierra inmediatamente te, rebautizó a su grupo como Asociación Cívica Nacional Revolucionaria (;CNR) (ACNR) y creó comités de lucha clandestina. No obstante, la ACNR tardó en relacionarse a fondo con los campesinos guerrerenses y hasta diciembre de 1970 inició en forma sus actividades con el secuestro del millonario Donaciano Luna Padilla, por quien obtuvo millón y medio .de pesos. Casi un año después, el 20 de noviembre de 1971, la ACNR secuestró a Jaime Castrejón Díez, rector de la Universidad Autónoma de Guerrero, por quien Ma­ se pidió la liberación de 9 presos políticos (entre los que se encontraba Mario Menéndez, director de la aguerrida revista Por Qué), Que), más 2 millones y medio de pesos. El dínero dinero se pagó a través del obispo de Cuernavaca Sergio CastreMéndez Arceo, un avión militar llevó a los presos a La Habana y Castre­ jón fue puesto en libertad a principios de diciembre. Sin embargo, con todo esto el ejército apretó aún más las tuercas de la lucha antiguerrillera. El auge de la guerrilla de Genaro Vázquez Rojas en realidad fue efímeefíme­ ro, pues sólo duró unos meses, en los que obtuvo publicidad y dífusión difusión de sus comunicados. Entre fines de 1971 y principios de 1972 la guerrilla urur­

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nta Genaro VázQuez Rojas, maestro guerrerense, se fue a la sierra e inició l gobierno.

ron llevados a cabo de 1973 por las FRAP. El furor guerrillero de los setenta por desgracia trajo ~onsigo el aum to de la beligerancia y la barbarie del " aparato de control" con sus temas de espionaje, infiltración, brutalidades, torturas, asesinatos desapariciones. A los métodos tradicionales (injurias, golpizas, inmers en pozos de agua o excusados, descargas eléctricas en las áreas genita o en la cabeza con la picana o shock baton, agua mineral en las fosas na les, amenazas de asesinato de seres queridos, violaciones, encierros p longados e insalubres, ingestión de excremento, simulacros de ejecuc y otras formas de tortura sicológica) después se añadió el acopio de rec sos que Estados Unidos ponía en práctica en Chile, donde Salvador All de procuraba, legalmente, instaurar un socialismo democrático y de ros humano. Las principales fuerzas represivas de esa época eran la Dirección Fe ral de Seguridad, la Policía Judicial Federal, la Dirección de Investigac para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), la Policía Militar y la P cía Judicial de los distintos estados de la federación. Después, "insp dos" también por la experiencia chilena y entrenados por las fuerzas hoc de Estados Unidos, surgirían los grupos paramilitares antiguerril como la Temible Brigada Blanca. Entre los miembros de estas corporacio que más "se distinguieron" en las atrocidades de la lucha antiguerril se contaron Miguel Nazar Haro, Salomón Tanús, Jorge Obregón Li Francisco Sahagún Baca y muchos agentes policiacos más. Para el nuevo gobierno, no obstante, los problemas inmediatos más b se hallaban en la economía. Era claro que el desarrollo estabilizador había dado de sí y que ya sólo serviría como punching bag de los eco mistas oficiales. Aunque el crecimiento económico había cerrado con fue en la década de los sesenta (el promedio fue de 6.9 por ciento del produ interno bruto, O PIB), en el principio del sexenio las "presiones infla narias" obligaron a que en diciembre aumentara el precio del azúcar que generó alzas en otros productos. Además, el nuevo gobierno arrancó con la cautela habitual de los p cipios de sexenio, ya lo largo de 1971 contrajo la inversión pública. P contener el aumento de las exportaciones que desequilibraban la bala de pagos, Hacienda se propuso bajar la tasa de crecimiento hasta el 5 ciento, pero se les fue la mano y ésta cayó hasta el 3.4 a fin de año. Ta bién se decidió disminuir la circulación del dinero y por tanto se frenó impresión de billetes. Como, por otra parte, el sector privado procedió con cautela redobla ante un gobierno cuyos signos les parecían pocos claros, también red sus inversiones y abrió un compás de espera, así que el primer año gobierno se convirtió en el de la "atonía" o "estancamiento productiv como los especialistas decidieron llamarle orwellianamente. Sin embargo, rante el primer año de gobierno todo eso parecía coyuntural, transitorio, p

ron llevados a cabo de 1973 por las FRAP. El furor guerrillero de los setenta por desgracia trajo !;.onsigo ~onsigo el aumen­ aumento de la beligerancia y la barbarie del "aparato " aparato de control" con sus sis­ sistemas de espionaje, infiltración, brutalidades, brutalidades, torturas, asesinatos y desapariciones. A los métodos tradicionales (injurias, golpizas, inmersión en pozos de agua o excusados, descargas eléctricas en las áreas genitales o en la cabeza con la picana o shock balan, baton, agua mineral en las fosas nasa­ nasales, amenazas de asesinato de seres queridos, violaciones, encierros pro­ prolongados e insalubres, ingestión de excremento, excremento, simulacros de ejecución y otras formas de tortura sicológica) después se añadió el acopio de recur­ recurAllensos que Estados Unidos ponía en práctica en Chile, donde Salvador Allen­ de procuraba, legalmente, instaurar un socialismo democrático y de rostro humano. FedeLas principales fuerzas represivas de esa época eran la Dirección Fede­ ral de Seguridad, la Policía Judicial Federal, la Dirección de Investigación para la Prevención de la Delincuencia (DIPD), la Policía Militar y la Poli­ Policía Judicial de los distintos estados de la federación federación.. Después Después,, "inspira­ "inspirados" también por la experiencia chilena y entrenados por las fuerzas ad hoc de Estados Unidos, surgirían los grupos paramilitares antiguerrillas, como la Temible Brigada Blanca. Entre los miembros de estas corporaciones que más "se distinguieron" en las atrocidades de la lucha antiguerrillera se contaron Miguel Nazar Haro, Salomón Tanús, Jorge Obregón Lima, Francisco Sahagún Baca y muchos agentes policiacos más. Para el nuevo gobierno, gobierno , no obstante, los problemas inmediatos más bien se hallaban en la economía. Era claro que el desarrollo estabilizador ya había dado de sí y que ya sólo serviría como punching bag de los econo­ econooficiales . Aunque el crecimiento económico había cerrado con fuerza mistas oficiales. en la década de los sesenta (el promedio fue de 6.9 por ciento del producto PIS), en el el principio del sexenio las "presiones inflacio­ inflaciointerno bruto, o PIB), narias" obligaron a que en diciembre aumentara el precio del azúcar, lo que generó alzas en otros productos. prin­ Además, el nuevo gobierno arrancó con la cautela habitual de los principios de sexenio, ya lo largo de 1971 contrajo la inversión pública. Para contener el aumento de las exportaciones que desequilibraban la balanza de pagos, Hacienda se propuso bajar la tasa de crecimiento hasta el 5 por Tam­ ciento, pero se les fue la mano y ésta cayó hasta el 3.4 a fin de año. También se decidió disminuir la circulación del dinero y por tanto se frenó la impresión de billetes. orra parte, el sector privado procedió con cautela redoblada, Como, por otra ante un gobierno cuyos signos les parecían pocos claros, también redujo sus inversiones y abrió un compás de espera, así que el primer año de gobierno se convirtió en el de la "atonía" o "estancamiento productivo", du­ como los especialistas decidieron llamarle orwellianamente. Sin embargo, durante el primer año de gobierno todo eso parecía coyuntural, transitorio, pues

Desde los años sesenta Genaro VázQuez Rojas, Rojas . maestro guerrerense, guerrerense. se fue a la sierra e inició ra el gobierno. una guerrilla cont contra

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setenta los agentes policiacos adquirieron notoriedad a causa de sus bru-

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de los opositores al régimen. Aqur aparece el guarura Mike Goodness. per-

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se tenia confianza en que las cuestiones económicas se resolvieran p simple hecho de que así había ocurrido en los tres sexenios anterior Luis Echeverría Álvarez, significativamente, fue el primer mandatar México que jamás pasó por un puesto de elección popular, y su car más bien se desarrolló en los laberintos burocráticos. Era un experto "control", después de doce años muy intensos como subsecretario cretario de Gobernación. Conocía muy bien las entrañas del sistema dispuso a utilizar al máximo el sacrosanto poder presidencial. A fin de c tas, como lo demostró amplíamente, no le interesaba conciliar ni eq brar los intereses políticos de la familia revolucionaria; desde un princ hizo lo que quiso, con la autoridad que le daba, a falta de mejor legit ción, la fortaleza física que le permitía trabajar "jornadas de catorce ras sin ir al baño" . Desde un principio, Echeverría enarboló como modelo a Lázaro Cá nas. Por tanto, para mitigar la nostalgia de los tiempos en que estuvi de moda la ropa, las artesanías indígenas y todo "lo mexicano", disp que en las comidas y celebraciones presidenciales en vez de vino y lic "extranjerízantes" se sirvieran aguas de chía, de horchata o de jama y en Los Pinos se colocaron muebles mexicanos y equipales para lo vitados. La esposa del presidente, María Esther Zuno, aparecía en fiestas ataviada con trajes de tehuana, en la más pura tradición de los a treinta, sólo que en 1971 la gente no recordó a Frída Kahlo sino a las m ras·de los restoranes Sanborns, que solían vestir trajes autóctonos y qu partir de ese momento, se les conoció como "las esthercitas". Por cie a la "primera dama" le gustaba que le dijeran, al estilo revoluciona "la compañera Esther", y ella, a su vez, llamaba a su esposo y presid por el apellido, "Echeverría'. Doña Esther no tenía intenciones, como antecesoras, de pasar como Abnegada Madrecita Mexicana; ella tam venía en plan de lucha y dispuesta a llamar la atención. El presidente, por su parte, para que viesen que sus simpatías se ha ban con el pueblo campesino, a la menor provocación se ponía guay ras, las cuales, como era de esperarse, rápidamente se impusieron entre funcionarios, ya que éstos, con tal de complacer al gran jefe, no hab dudado en ponerse pañales, como quizá los usaba el Señor. Esto er considerarse porque Echeverría quería hacerlo todo, pero ya, y el tiem no le alcanzaba, así es que casi no dormía, no comía ni iba al baño. " mea!", exclamaban, admirados, sus subalternos, e incluso varios trata de imítarlo en semejante violencia al cuerpo. José López Portillo re que. él mísmo en una ocasión contuvo la necesidad de orinar por má diez horas, a pesar de que "se le salían las lagrimítas". Echeverría nunca paraba de hablar y de emítir estentóreas carcaja Le gustaba tener mucho públíco y con frecuencia citaba, desde tempr en la mañana, a equipos numerosos de funcionarios de varias depen cias, y los "acuerdos colectivos" duraban hasta la madrugada. Esas se nes de trabajo eran tan caóticas y excesivas que López Portillo una

se tenia confianza en que las cuestiones económicas se resolvieran por el qU,e así había ocurrido en los tres sexenios anteriores. simple hecho de que Luis Echeverría Álvarez, Alvarez, significativamente, fue el primer mandatario de México que jamás pasó por un puesto de elección popular, y su carrera más bien se desarrolló en los laberintos burocráticos. Era un experto del "control", después de doce años muy intensos como subsecretario y sese­ cretario de Gobernación. Conocía muy bien las entrañas del sistema y se dispuso a utilizar al máximo el sacrosanto poder presidencial. A fin de cuencuen­ equilitas, como lo demostró amplíamente, ampliamente, no le interesaba conciliar ni equili­ brar los intereses políticos de la familia revolucionaria; desde un principio legitimahizo lo que quiso, con la autoridad que le daba, a falta de mejor legitima­ ción, la fortaleza física que le permitía trabajar "jornadas de catorce hoho­ baño".. ras sin ir al baño" Desde un principio, Echeverría enarboló como modelo a Lázaro Cárde­ Cárdenas. Por tanto, para mitigar la nostalgia de los tiempos en que estuvieron de moda la ropa, las artesanías indígenas y todo "lo mexicano", dispuso que en las comidas y celebraciones presidenciales en vez de vino y licores "extranjerizantes" se sirvieran aguas de chía, de horchata o de jamaica, y en Los Pinos se colocaron muebles mexicanos y equipales para los in­ invitados. vitados . La esposa del presidente, María Esther Zuno, aparecía en las fiestas ataviada con trajes de tehuana, en la más pura tradición de los años treinta, sólo que en 1971 la gente no recordó a Frida Kahlo sino a las mese­ meseras ·de los restoranes Sanborns, que solían vestir trajes autóctonos y que, a ras·de partir de ese momento, se les conoció como "las esthercitas". Por cierto, "primera dama" le gustaba que le dijeran, al estilo revolucionario, a la "prímera "la compañera Esther", y ella, a su vez, llamaba a su esposo y presidente por el apellido, "Echeverría'. Doña Esther no tenía tenia intenciones, como sus antecesoras, de pasar como Abnegada Madrecita Mexicana; ella también venía venia en plan de lucha y dispuesta a llamar la atención. El presidente, por su parte, para que viesen que sus simpatías se halla­ hallaguayabe­ ban con el pueblo campesino, a la menor provocación se ponía guayaberas, las cuales, como era de esperarse, rápidamente se impusieron entre los habrian funcionarios, ya que éstos, con tal de complacer al gran jefe, no habrían dudado en ponerse pañales, como quízá quizá los usaba el Señor. Esto era de considerarse porque Echeverría quería hacerlo todo, pero ya, y el tiempo no le alcanzaba, así es que casi no dormia, dormía, no comia ni iba al baño. "¡No "i No mea!", exclamaban, admirados, sus subalternos, e incluso varios trataron de imitarlo en semejante violencia al cuerpo. José López Portillo reveló que. él mismo en una ocasión contuvo la necesidad de orinar por más de diez horas, a pesar de que "se le salían las lagrimitas". Echeverría nunca paraba de hablar y de emitir estentóreas carcajadas. Le gustaba tener mucho público públíco y con frecuencia citaba, desde temprano en la mañana, a equipos numerosos de funcionarios de varias dependen­ dependencias, y los "acuerdos colectivos" duraban hasta la madrugada. Esas sesiosesio­ nes de trabajo eran tan caóticas y excesivas que López Portillo una vez

A partir de los años setenta los agentes policiacos adquirieron notoriedad a causa de sus brubru­ talidades, talidades, en contra de los opositores al régimen. Aqur aparece el guarura Mike Goodness. perper­ sonaje creado por El Fisgón.

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rrra. de guayabera. y su esposa Marra Ester Zuno, de meserita de Sanborns.

mejor se puso a jugar futbolito con un zapato de Bernardo Aguirre, q para evadir la abrumadora realidad de los acuerdos colectivos se qui el calzado y practicaba posturas de yoga. López Portillo, que para entonces era subsecretario de Patrimonio, t bién reportó que una vez su jefe Horacio Flores de la Peña llegó fur después de una reunión sobre el cultivo del limón que, como ya era tumbre, duró eternidades. "Ahí estuvimos horas y horas, jode y jode el puto limón", se quejaba el secretario de Patrimonio. Por esa razón da vez que sonaba el teléfono de "la red', Flores de la Peña y López P tillo se miraban, resignados, y decían: "Atú vamos otra vez con el puto lim A Echeverría le gustaba disponer de la gente a su arbitrio, y a men llamaba colaboradores a altas horas de la madrugada; esos pobres jin de la patria llegaban a Los Pinos con la piyama bajo el traje y con chin ñas en los ojos. Si no, el presidente invitaba gente pero nomás no la d ba ir para no perder ese público cautivo. El historiador Daniel Cosío Vill a su vez contó que, después de una invitación a comer en Los Pinos, E verría insistió en que se quedara a ver una película de promoción of que ni siquiera estaba terminada, y después tuvo que soportar varios ac dos con todo tipo de burócratas que no cesaban de entrar y salir. Cosío ViIlegas escribió que la política de diálogo del presidente en real fue un inmenso monólogo, y diagnosticó que Echeverría padecía ex de locuacidad, que se creía predestinado y que su ansia de trascende lo hacía volcar sus mensajes no sólo a la nación, sino al mundo y a la toria. Para colmo, agregó Cosío Villegas, el tono del mandatario er predicador o, en el mejor de los casos, de maestro rural, siempre rico antologables errores de gramática o, de plano, de congruencia. Quería dar bien con todos, espeCialmente con los jóvenes, pero rapidito; "so la marcha", decía, "caminando seguiremos poniendo las ideas a cabal Ante los grupos que reunía proclamaba sus grandes planes: un ren miento económico, agrario, obrero, cívico y cultural; crearía parq industriales, daría el poder a los obreros y todas las facilidades a los jó nes; además, apoyaría a la provincia y al campo con políticas de desc tralización, estímulos fiscales y crediticios, para que los campesinos pudie formar sus propios fideicomisos y explotar su propia riqueza.

Luis Echeverría fue el primer presidente mexicano que se acercó a los i lectuales, pues, antes de él, sólo Miguel Alemán había mostrado apre hacia los artistas. Echeverría, sin embargo, comprendió que en el nu contexto post68 la alta inteligencia del arte, el pensamiento y la invest ción vestiría muy bien a su gobierno, y la cultivó. Uno de los primeros éxitos del presidente en este terreno fue la conq ta fácil de Carlos Fuentes, quien no sólo se adhirió al nuevo mandat sino que incluso hizo un gran proselitismo a su favor al compás del le "Echeverría o el fascismo". El escritor organizó una reunión entre Ec

El presidente Echeverrfa, de guayabera, y su esposa Marra Ester Zuno, de meserita de Sanborns.

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mejor se puso a jugar futbolito con un zapato de Bernardo Aguirre, quien para evadir la abrumadora realidad de los acuerdos colectivos se quitaba el calzado y practicaba posturas de yoga. López Portillo, que para entonces era subsecretario de Patrimonio, tam­ bién reportó que una vez su jefe Horacio Flores de la Peña llegó furioso después de una reunión sobre el cultivo del limón que, como ya era cos­ tumbre, duró eternidades. "Ahi estuvimos horas y horas, jode y jode con el puto limón", se quejaba el secretario de Patrimonio. Por esa razón, ca­ da vez que sonaba el teléfono de "la red', Flores de la Peña y López Por­ tillo se miraban, resignados, y decían: "Ahi vamos otra vez con el puto limón." A Echeverría le gustaba disponer de la gente a su arbitrio, y a menudo llamaba colaboradores a altas horas de la madrugada; esos pobres jinetes de la patria llegaban a Los Pinos con la piyama bajo el traje y con chingui­ ñas en los ojos. Si no, el presidente invitaba gente pero nomás no la deja­ ba ir para no perder ese público cautivo. El historiador Daniel Cosío Villegas a su vez contó que, después de una invitación a comer en Los Pinos, Eche­ verTÍa insistió en que se quedara a ver una pelicula de promoción oficial que ni siquiera estaba terminada, y después tuvo que soportar varios acuer­ dos con todo tipo de burócratas que no cesaban de entrar y salir. Cosío ViIlegas escribió que la política de diálogo del presidente en realidad fue un inmenso monólogo, y diagnosticó que EcheverrÍa padecía exceso de locuacidad, que se creía predestinado y que su ansia de trascendencia lo hacía volcar sus mensajes no sólo a la nación, sino al mundo y a la His­ toria. Para colmo, agregó Cosío Villegas, el tono del mandatario era de predicador o, en el mejor de los casos, de maestro rural, siempre rico en antologables errores de gramática o, de plano, de congruencia. Quería que­ dar bien con todos, espec"ialmente con los jóvenes, pero rapidito; "sobre la marcha", decía, "camínando seguiremos poniendo las ideas a caballo". Ante los grupos que reunía proclamaba sus grandes planes: un renaci­ miento económico, agrario, obrero, cívico y cultural; crearía parques industriales, daría el poder a los obreros y todas las facilidades a los jóve­ nes; además, apoyaría a la provincia y al campo con políticas de descen­ tralización, estimulos fiscales y crediticios, para que los campesinos pudieran formar sus propios fideicomisos y explotar su propia riqueza.

Luis Echeverría fue el primer presidente mexicano que se acercó a los inte­ lectuales, pues, antes de él, sólo Miguel Alemán había mostrado aprecio hacia los artistas. Echeverría, sin embargo, comprendió que en el nuevo contexto post68 la alta inteligencia del arte, el pensamiento y la investiga­ ción vestiría muy bien a su gobierno, y la cultivó. Uno de los primeros éxitos dei presidente en este terreno fue la conquis­ ta fácil de Carlos Fuentes, quien no sólo se adhirió al nuevo mandatario sino que incluso hjzo un gran proselitismo a su favor al compás del lema "Echeverría o el fascismo". El escritor organizó una reunión entre Eche­ 17


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"¡Echeverria o el fascismo!", proclamó el novelista Carlos Fuentes . la primera o espectacular conquista Que llevó a cabo el presidente Echeverría en su cortejo a artistas e intelectuales.

verría y Lo Más Destacado de la Intelectualidad de Nueva York, y, com premio, obtuvo el puesto de embajador de México en París; éste era u de los sueños de los viejos intelectuales latinoamericanos, y ponía a Fuen a la par de Pablo Neruda, Alejo Carpentier o Miguel Ángel Asturias Muchos se apuntaron con Echeverria, como José Luis Cuevas y Fernan Benítez, al igual que la China Mendoza, y Ricardo Garibay aprovechó u audiencia, en la que el presidente lo salvó de apuros monetarios (con grueso fajo de billetes que sin más sacó de un cajón de su escritorio mie tras, de lo más cool, le decía" ¿con esto te alcanza?"), y le pidió oportunidad de "estar a su lado y poder ser testigo de los actos de gobie no", lo cual complació mucho al presidente. Garibay, en efecto, obtu derecho de picaporte a la oficina presidencial hasta que, a fines de sexen hizo una crítica que no le gustó a Echeverría, quien congeló la relació A su vez, Ricardo Martínez fue el pintor preferido del presidente. Por otra parte, la gente de Excelsior, con Cosía Villegas como cent delantero, recibió regalos e invitaciones a las ordalías de agua de horcha y de jamaica. Los editorialistas de Excelsior le tomaron la palabra a Ech verría y se dedicaron a ejercer la libertad de expresión . Dirigidos por Ju Scherer García, Gastón García Cantú, Samuel 1. del Villar, Froylán Lóp Narváez, Antonío Delhumeau, Carlos Monsiváis, Jorge Ibargüengoitia, V cente Leñero, Ricardo Garibay, Luis Medina, entre otros, conformar el equipo de editorialistas, y junto a un cuerpo de reporteros de prime línea convirtieron al Excelsior en el principal periódico del país y en bue medida revitalizaron el periodismo mexicano, que se hallaba en densos pa tanos de manipulación, corrupción y falta de imaginación. Se dio un esp cio diario a la cultura, lo cual era insólito en la prensa, salvo en el ca de El Día, y se dignificó en buena medida la sección de sociales. Por s puesto, la actitud crítica de Excelsior más tarde le acarreó problemas c el gobierno y con la iniciativa privada, que en más de una ocasión lo som tió a boicots para doblegarlo. Pero a principios del sexenio nada de e ocurría aún y el periódico era un éxito. Por supuesto, el brío principal venía de parte del historiador Daniel Cas Villegas, quien muy pronto le tomó la medida a Echeverría y a su adm nistración, y se divirtió enormemente criticándolos con artículos elega tes, inteligentes e irónicos. Entre muchas otras cosas, escribió que en ciudadanía nadie creía que hubiera un verdadero diálogo, y ni siquiera monólogo, sino muchos, pues a los del presidente había de añadir los sus colaboradores . Esto irritó a Echeverría y se encargó de hacerlo sab a través de sus dudosos medios, por lo que Cosía Villegas juzgó necesar anunciar que renunciaba a seguir escribiendo. El secretario de Educaci Bravo Ahuja entonces fue a visitar al historiador y le comunicó que su e posa, de modo vehemente, le había pedido que convenciese a don Dan de que no suspendiera sus artículos. La esposa de Bravo Ahuja a fin cuentas resultó ser el presidente mismo, quien de plano se bajó de su nu y acabó por tomar el teléfono para decirle al historiador: "Siga escribiendo

verría y Lo Más Destacado de la Intelectualidad de Nueva York, y, como premio, obtuvo el puesto de embajador de México en París; éste era uno de los sueños de los viejos intelectuales latinoamericanos, y ponía a Fuentes a la par de Pablo Neruda, Alejo Carpentier o Miguel Ángel Asturias. Muchos se apuntaron con Echeverria, como José Luis Cuevas y Fernando Benítez, al igual que la China Mendoza, y Ricardo Garibay aprovechó una audiencia, en la que el presidente lo salvó de apuros monetarios (con un grueso fajo de billetes que sin más sacó de un cajón de su escritorio mien­ tras, de lo más coo/, le decía" ¿con esto te alcanza?"), y le pidió la oportunidad de "estar a su lado y poder ser testigo de los actos de gobier­ no", lo cual complació mucho al presidente. Garibay, en efecto, obtuvo derecho de picaporte a la oficina presidencial hasta que, a fines de sexenio, hizo una crítica que no le gustó a Echeverría, quien congeló la relación. A su vez, Ricardo Martínez fue el pintor preferido del presidente. Por otra parte, la gente de Exce/sior, con Cosío Villegas como centro delantero, recibió regalos e invitaciones a las ordalías de agua de horchata y de jamaica. Los editorialistas de Exce/sior le tomaron la palabra a Eche­ verría y se dedicaron a ejercer la libertad de expresión. Dirigidos por Julio Scherer García, Gastón García Cantú, Samuel 1. del Villar, Froylán López Narváez, Antonío Delhumeau, Carlos Monsiváis, Jorge Ibargüengoitia, Vi­ cente Leñero, Ricardo Garibay, Luis Medina, entre otros, conformaron el equipo de editorialistas, y junto a un cuerpo de reporteros de primera línea convirtieron al Exce/sior en el principal periódico del país y en buena medida revitalizaron el periodismo mexicano, que se hallaba en densos pan­ tanos de manipulación, corrupción y falta de imaginación. Se dio un espa­ cio diario a la cultura, lo cual era insólito en la prensa, salvo en el caso de E/ Dra, y se dignificó en buena medida la sección de sociales. Por su­ puesto, la actitud crítica de Exce/sior más tarde le acarreó problemas con el gobierno y con la iniciativa privada, que en más de una ocasión lo some­ tió a boicots para doblegarlo. Pero a principios del sexenio nada de eso ocurría aún y el periódico era un éxito. Por supuesto, el brío principal venía de parte del historiador Daniel Cosío Villegas, quien muy pronto le tomó la medida a Echeverría y a su admi­ nistración, y se divirtió enormemente criticándolos con artículos elegan­ tes, inteligentes e irónicos. Entre muchas otras cosas, escribió que en la ciudadanía nadie creía que hubiera un verdadero diálogo, y ni siquiera un monólogo, sino muchos, pues a los del presidente había de añadir los de sus colaboradores. Esto irritó a Echeverría y se encargó de hacerlo saber a través de sus dudosos medios, por lo que Cosío VilIegas juzgó necesario anunciar que renunciaba a seguir escribiendo. El secretario de Educación Bravo Ahuja entonces fue a visitar al historiador y le comunicó que su es­ posa, de modo vehemente, le había pedido que convenciese a don Daniel de que no suspendiera sus artículos. La esposa de Bravo Ahuja a fin de cuentas resultó ser el presidente mismo, quien de plano se bajó de su nube y acabó por tomar el teléfono para decirle al historiador: "Siga escribiendo."

Ricardo Martínez fue el pintor consentido del presidente. Aquí aparece con sus amigos Echeverria y López PortIllo.

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e, Cosío Villegas no sólo lo hizo sino que la Editorial Joaquín licó El sistema político mexicano, una radiografía muy útil las entrañas de la vida política 'nacional y en la que por pricaron a balcón los modos de operación del presidencialismo or lo general sólo se conocían en las muy altas cúpulas; en reció la celebérrima definición: en México se vive "una mouta, sexenal y hereditaria en línea transversal". Cosía denunció la corrupción, la demagogia, la esquizofrenia (el gobierno el pueblo por otro) y calificó al sistema mexicano como "una democrática". gas invitó a la compañera María Esther y a Echeverría a coyen una de esas visitas asistieron también varios estudianegio de México, quienes "dialogaron" con el presidente, o ente lo escucharon perorar. "Mírelo", comentó la compañetá encantado," Allí mismo Echeverría autorizó fondos para de La historia de la Revolución Mexicana, que con el tiema serie de 23 volúmenes, algunos de ellos excelentes. a su vez correspondió invitando a los Cosío a comer en Los como la actitud crítica del historiador no cesaba a pesar de , el presidente echó a andar fuertes ataques (o "golpes") en ra él e incluso promovió un libelo titulado Danny, el sobrino Más tarde Cosío Villegas llevó a comer con el presidente ya es sino a pesos-pesados del medio intelectual, como Octavio Urquidi y Julio Scherer. Por último, Cosío publicó la cpntieneris de El sistema político mexicano, titulado El estilo perrnar. Este libro se concentraba en la personalidad de Luis quien Cosía observó con penetración regocijante. El presiguantó esta última estocada, enfureció al máximo y se susnvitaciones a comer. Todo esto contribuyó al estado de ánimo EcheverrÍa a derribar el Excelsior de Scherer en 1976. Excelsior expandió sus actividades y financió la revista Pluor Octavio Paz, la cual mereció que Tito Monterroso dijese ueba de que el espíritu pesaba más que la materia". Plural imo hizo honor a su nombre y pronto conformó una mafia or Gabriel Zaíd, Enrique Krauze, Alejandro Rossi, José Ulalume González de León, Juli~ta Campos, Salvador n García Ponce y unos cuantos más que lograron colarse a ista como pocos y tan hermético como los misterios de Eleusis. bién publicó una nueva ftevista de Revistas, dirigida por o, que pronto se ganó un bien merecido prestigio entre los sados por las cuestiones políticas y sociales.

que el presidente Echeverría hacía de Lázaro Cárdenas lo mar "la segunda etapa de la reforma agraria". En teoría se

El gran historiador Daniel Cosfa Villegas visto por Aogelio Naranjo.

Por su parte, Cosío ViIlegas no sólo lo hizo sino que la Editorial J oaquin Mortiz le publicó El sistema político mexicano, una radiografía muy útil para conocer las entrañas de la vida política 'nacional y en la que por pri­ mera vez se sacaron a balcón los modos de operación del presidencialismo priista, que por lo general sólo se conocían en las muy altas cúpulas; en este libro apareció la celebérrima definición: en México se vive "una mo­ narquía absoluta, sexenal y hereditaria en línea transversal", Cosío denunció el tapadismo, la corrupción, la demagogia, la esquizofrenia (el gobierno por un lado y el pueblo por otro) y calificó al sistema mexicano como "una Disneylandia democrática", Cosío Villegas invitó a la compañera María Esther y a Echeverria a co­ mer a su casa, yen una de esas visitas asistieron también varios estudian­ tes de El Colegio de México, quienes "dialogaron" con el presidente, o sea, estoicamente lo escucharon perorar. "Mírelo", comentó la compañe­ ra Esther, "está encantado," Allí mismo Echeverria autorizó fondos para la elaboración de La historia de la Revolución Mexicana, que con el tiem­ po resultó una serie de 23 volúmenes, algunos de ellos excelentes. Echeverría a su vez correspondió invitando a los Cosío a comer en Los Pinos, pero, como la actitud crítica del historiador no cesaba a pesar de estas comidas, el presidente echó a andar fuertes ataques (o "golpes") en la prensa contra él e incluso promovió un libelo titulado Danny, el sobrino del Tío Sam. Más tarde Cosío Villegas llevó a comer con el presidente ya no a estudiantes sino a pesos-pesados del medio intelectual, como Octavio Paz, Víctor Urquidi y Julio Scherer, Por último, Cosío publicó la cjlnti­ nuación sui generis de El sistema político mexicano, titulado El estilo per­ sonal de gobernar. Este libro se concentraba en la personalidad de Luis Echeverría, a quien Cosio observó con penetración regocijante. El presi­ dente ya no aguantó esta última estocada, enfureció al máximo y se sus­ pendieron las invitaciones a comer. Todo esto contribuyó al estado de ánimo que llevó a Echeverría a derribar el Excelsior de Scherer en 1976. Pero antes, Excelsior expandió sus actividades y financió la revista Plu­ ral, dirigida por Octavio Paz, la cual mereció que Tito Monterroso dijese que "era la prueba de que el espiritu pesaba más que la materia". Plural en lo más mínimo hizo honor a su nombre y pronto conformó una mafia compuesta por Gabriel Zaid, Enrique Krauze, Alejandro Rossi, José de la Colina, Ulalume González de León, Juli.eta Campos, Salvador Elizondo, Juan García Ponce y unos cuantos más que lograron colarse a este grupo, elitista como pocos y tan hermético como los misterios de Eleusis. Excelsior también publicó una nueva ,Revista de Revistas, dirigida por Vicente Leñero, que pronto se ganó un bien merecido prestigio entre los lectores interesados por las cuestiones políticas y sociales. La emulación que el presidente Echeverría hacía de Lázaro Cárdenas lo llevó a proclamar "la segunda etapa de la reforma agraria", En teoría se

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El gran historiador Daniel

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Villeg8s visto por RogeliQ Naranjo.

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o de usar guayaberas, sino de combatir la idea, aceptada por ue el ejido era un fracaso. Se planeaba aumentar la pro!1uc· dos, colectivizándolos, y "sembrar todo lo sembrable", pues raría el sueño de todos los gobiernos mexicanos: autoabasteductos agrícolas para detener la catarata de importaciones braban inexorablemente la balanza de pagos. Sin embargo, uerzos iniciales, que permitieron impulsar en cierta medida maíz y frijol, Echeverría no pudo romper, porque nunca lo io, las ya rigidísimas estructuras del campo, donde una miatifundistas disfrazados de pequeños propietarios disponía tierras, de sistemas de riego, y se llevaba las grandes gananlos ejidatarios y los obreros agrícolas se empobrecían a tal ababan emigrando a Estados Unidos o a las grandes ciudas alturas, el daño estaba tan avanzado que al parecer ya nagir los sexenios de baja inversión, burocratismo, corrupción de inmensas regiones y rubros. De hecho, el desarrollísmo do los precios de garantía de los productos agrícolas, y las esas transnacionales desquiciaron la producción. los fideicomisos en el campo llegaron como la idea salvadotía en crear grandes centros "agrario-turísticos" que beneficampesinos porque aportarían nuevas fuentes de trabajo , pero esto no se decía, sólo en calidad de peones de la conspués como sirvientes, jardineros, meseros, empleados de baja plano como subempleados: vendedores de seudoartesanías, rescos y cheves). A fines del sexenio anterior ya se habían 0 hectáreas de playa en Bahía de Banderas, Nayarit, ya pars huestes de Augusto Gómez Villanueva, comandadas por Camarena, desplazaron a la gente del gobernador Gómez Reeron a dilapidar y jinetear enormes cantidades de dinero. A a de Banderas fue un fracaso escandaloso y Díaz Camarena árcel durante el gobierno de López Portillo. e, los complejos turísticos a costa de ejidatarios atrajeron os inversionistas y del gobierno, especialmente por el éxito fideicomiso de Cancún; este paraíso turístico resultó tan elila gente muy rica pudo disfrutarlo. En Cancún se vio con con estos proyectos los ejidatarios finalmente sólo eran eXy de cerca veían una serie de lujos demenciales e inalcanzas que todo se encarecía aterradoramente y los rasgos de eformaban; muchas veces las raíces mismas se perdían poresinos acababan emigrando, lo cual agudizaba la sobrepociudades. Por cierto, todo el tiempo se rumoró que Echeverría de Cancún", su negocito particular al estilo del acapulcazo emán a fines de los años cuarenta. si en el campo las cosas no salían como él esperaba, pronto Echeverría pudo demostrar cuán ducho era en la política

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Luis Echeverrfa habló de llevar a cabo "la segunda etapa de la reforma agraria". pero . minar el sexenio. los campesinos se hallaban peor Que antes.

trataba no sólo de usar guayaberas, sino de combatir la idea, aceptada por muchos, de que el ejido era un fracaso. Se planeaba aumentar la pro~uc· ción de los ejidos, colectivizándolos, y "sembrar todo lo sembrable", pues sólo así se lograría el sueño de todos los gobiernos mexicanos: autoabaste· cernos de productos agrícolas para detener la catarata de importacíones que desequilibraban inexorablemente la balanza de pagos. Sin embargo, pese a los esfuerzos iniciales, que permitieron impulsar en cierta medida el cultivo de maíz y frijol, Echeverría no pudo romper, porque nunca lo intentó en serio, las ya rigidísimas estructuras del campo, donde una mi­ noría de neolatifundistas disfrazados de pequeños propietaríos disponía de las mejores tierras, de sistemas de riego, y se llevaba las grandes ganan­ cias, mientras los ejidatarios y los obreros agrícolas se empobrecían a tal punto que acababan emigrando a Estados Unidos o a las grandes ciuda­ des. Para estas alturas, el daño estaba tan avanzado que al parecer ya na· da podía corregir los sexenios de baja inversión, burocratismo, corrupción y el abandono de inmensas regiones y rubros. De hecho, el desarrollismo habia congelado los precios de garantía de los productos agrícolas, y las grandes empresas transnacíonales desquiciaron la producción. Por tanto, los fideicomisos en el campo llegaron como la idea salvado· ra; ésta consistía en crear grandes centros "agrario-turísticos" que benefi­ ciarían a los campesinos porque aportarían nuevas fuentes de trabajo (naturalmente, pero esto no se decía, sólo en calidad de peones de la cons­ trucción, y después como sirvientes, jardineros, meseros, empleados de baja categoría o de plano como subempleados: vendedores de seudoartesanías, de nieves, refrescos y cheves). A fines del sexenio anterior ya se habían expropiado 70 hectáreas de playa en Bahía de Banderas, Nayarit, y a par­ tir de 1971 las huestes de Augusto Gómez Villanueva, comandadas por Alfredo Díaz Camarena, desplazaron a la gente del gobernador Gómez Re­ yes y procedieron a dilapidar y jinetear enormes cantidades de dinero. A la larga, Bahía de Banderas fue un fracaso escandaloso y Díaz Camarena acabó en la cárcel durante el gobierno de López Portillo. No obstante, los complejos turístícos a costa de ejidatarios atrajeron el interés de los inversionistas y del gobierno, especialmente por el éxito que sí tuvo el fideicomiso de Cancún; este paraíso turístico resultó tan eli­ tista que sólo la gente muy rica pudo disfrutarlo. En Cancún se vio con claridad que con estos proyectos los ejídatarios finalmente sólo eran ex­ plotados; muy de cerca veían una serie de lujos demenciales e inalcanza­ bles, mientras que todo se encarecía aterradoramente y los rasgos de identidad se deformaban; muchas veces las raíces mismas se perdían por­ que los campesinos acababan emigrando, lo cual agudizaba la sobrepo­ blación de las ciudades. Por cierto, todo el tiempo se rumoró que Echeverría "era el dueño de Cancún", su negocito particular al estilo del acapulcazo de Miguel Alemán a fines de los años cuarenta. Sin embargo, si en el campo las cosas no sallan como él esperaba, pronto el presidente Echeverría pudo demostrar cuán ducho era en la política

Luis Echeverría habló de llevar a cabo "la segunda etapa de la reforma agraria". pero. al ter­ minar el sexenio. los campesinos se hallaban peor Que antes.

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con la carambola de varias bandas que significaron los sucenio de 1971. En Monterrey, el gobernador Eduardo Elizonesto a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) una ue conformaba el Consejo Universitario con 3 represenmaestros y 3 de los estudiantes, pero también con 8 de los sión, lO de los obreros, 4 de las ligas de comunidades agraonato pro UANL, 1 del comercio, 1 más de la industria, otro ores y 4 de los profesionistas organizados. El dócil congreso a de esperarse, aprobó esta nueva e insensata ley en todas es que los estudiantes se pusieron furiosos y durante mayo escenario de las manifestaciones y paros. Ante esto, el heverría envió al secretario de Educación Víctor Bravo trucciones de que se derogara la ley, lo cual ocurrió el 5 de ernador Elizondo, no le quedó más remedio que renunciar. , las protestas estudiantiles de Monterrey ya habían generado en otras partes, especialmente en la ciudad de México, donntes normalistas anunciaron una manifestación de apoyo a os de Monterrey para el día 10 de junio, jueves de Corpus. sos de 1968 aún se hallaban muy vivos, muchos jóvenes cadieron asistir. stación no fue autorizada por las autoridades . Además, el Defensa Nacional, Hermenegildo Cuenca Díaz, dispuso que alina se pusiera bajo las órdenes del ejército. De cualquier nifestación salió a las cinco de la tarde del Casco de Santo ección a la Escuela Nacional de Maestros. En el camino, , entre las porras y eslogans de rigor, pidieron la liberación olíticos del 68 y criticaron los planes de "reforma educatino. Las fuerzas policiacas ordenaron que la marcha se diue no se había autorizado, pero los estudiantes siguieron rden aunque en medio de una gran tensión, sin hacer caso ntes policiacos que llegaron a custodiar a los manifestantes . o, en la avenida México-Tacuba de varios autobuses surgiel jóvenes fornidos, de pelo muy corto y tenis blancos, con dos y armas de fuego, que arremetieron salvajemente contra ante la indiferencia de la policía y de los granaderos que on en lo más mínimo incluso cuando los disparos se iniciavenes caían muertos o heridos. Los estudiantes trataron de n los palos de las pancartas, con piedras y como pudieron, clara desventaja ante un contingente feroz, bien preparado cedieron a replegarse, pero descubrieron entonces que los enos y los tanques antimotines del ejército les cerraban toda manera los agresores pudieron darse gusto masacrando essiguiéndolos por todo San Cosme hasta la avenida Hidalgo. es el Zócalo se hallaba lleno de tanques, las fuerzas públicas n distintas partes y de súbito allí estaba de nuevo la atmósfe-

El grupo paramilitar los Halcones entra en acción ellO de junio de 1971.

los tanques antimotines del ejército hicieron Su aparición ellO de junio pero ignoraron la pre· sencia de los Halcones.

El grupo paramilitar los Halcones entra en acción ellO de junio de 1971.

los tanques antimotines del ejército hicieron su aparición ellO de junio pero ignoraron la sencia de los Halcones.

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"Los Halcones no existen porque yo no los veo", declaró Fidel VelázQuez.

a la mexicana con la carambola de varias bandas que significaron los suce­ sos del 10 de junio de 1971. En Monterrey, el gobernador Eduardo Elizon­ do había impuesto a la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) una ley orgánica que conformaba el Consejo Universitario con 3 represen­ tantes de los maestros y 3 de los estudiantes, pero también con 8 de los medios de difusión, 10 de los obreros, 4 de las ligas de comunidades agra­ rias, 1 del patronato pro UANL, 1 del comercio, 1 más de la industria, otro de los legisladores y 4 de los profesionistas organizados. El dócil congreso local, como era de esperarse, aprobó esta nueva e insensata ley en todas sus partes, así es que los estudiantes se pusieron furiosos y durante ¡;'ayo Monterrey fue escenario de las manifestaciones y paros. Ante esto, el presidente Echeverria envió al secretario de Educación Víctor Bravo Ahuja con instrucciones de que se derogara la ley, lo cual ocurrió el 5 de junio. Al gobernador Elizondo, no le quedó más remedio que renunciar. Sin embargo, las protestas estudiantiles de Monterrey ya habian generado repercusiones en otras partes, especialmente en la ciudad de México, don­ de los estudiantes normalistas anunciaron una manifestación de apoyo a sus compañeros de Monterrey para el día 10 de junio, jueves de Corpus. Como los sucesos de 1968 aún se hallaban muy vivos, muchos jóvenes ca­ pitalinos decidieron asistir. Esta manifestación no fue autorizada por las autoridades. Además, el secretario de la Defensa Nacional, Hermenegildo Cuenca Diaz, dispuso que la policía capitalina se pusiera bajo las órdenes del ejército. De cualquier manera, la manifestación salió a las cinco de la tarde del Casco de Santo Tomás con dirección a la Escuela Nacional de Maestros. En el camino, los muchachos, entre las porras y eslogans de rigor, pidieron la liberación de los presos políticos del 68 y criticaron los planes de "reforma educati­ va" del gobierno. Las fuerzas policiacas ordenaron que la marcha se di­ solviese, ya que no se había autorizado, pero los estudiantes siguieron adelante, en orden aunque en medio de una gran tensión, sin hacer caso a los contingentes policiacos que llegaron a custodiar a los manifestantes: Sin embargo, en la avenida México-Tacuba de varios autobuses surgie­ ron más de mil jóvenes fornidos, de pelo muy corto y tenis blancos, con macanas, kendos y armas de fuego, que arremetieron salvajemente contra los estudiantes ante la indiferencia de la policía y de los granaderos que no intervinieron en lo más minimo incluso cuando los disparos se inicia­ ban y varios jóvenes caían muertos o heridos. Los estudiantes trataron de defenderse con los palos de las pancartas, con piedras y como pudieron, hasta que, en clara desventaja ante un contingente feroz, bien preparado y armado, procedieron a replegarse, pero descubrieron entonces que los gases lacrimógenos y los tanques antimotines del ejército les cerraban toda salida. De esa manera los agresores pudieron darse gusto masacrando es­ tudiantes y persiguiéndolos por todo San Cosme hasta la avenida Hidalgo. Para entonces el Zócalo se hallaba lleno de tanques, las fuerzas públicas eran visibles en distintas partes y de súbito allí estaba de nuevo la atmósfe-

"Los Halcones no existen porque yo no los veo", declaró Fidel Velázquez.


de la matanza de Tlatelolco. Cuando los disturbios cesaron y es, halcones, policías y ejército se retiraron, oficialmente se reexistencia de 9 muertos, numerosos heridos y arrestados. e, el presidente Echeverria se mostró ultrajado; aseguró que ver con nada de eso y dio a entender que "otras fuerzas" (los l pasado, o sea: Díaz Ordaz y su gente) se habían confabulado bilizar al gobierno y debilitar la autoridad presidencial. "Si n indignados", reiteró, "yo lo estoy más." En una entrevista ma noche concedió a Jacobo Zabludovsky y su noticiario 24 esidente agregó que había ordenado una investigación a fonquien caiga", y condenó los actos "vandálicos, bárbaros, de ". Zabludovsky también entrevistó a Octavio Paz y a Carlos enes dieron su apoyo a Echeverría. uiente, la prensa había identificado a los jóvenes fornidos y omo "los halcones", un grupo paramilitar del mismo gobierdo por el coronel Manuel Díaz Escobar, a quien se atribuía el famoso Batallón Olimpia que inició la matanza de Tlateloldistas informaron que los halcones seformaron para custodiar nes del metro y que entrenaban en San Juan de Aragón. es y periodistas se lanzaron a buscar a los halcones, pero ésesaparecido mágicamente, y ninguna dependencia oficial rer ligada a ellos. Diaz Escobar dijo que el grupo había dejado sde "el primero de diciembre de 1970". En el metro explicaefecto, un tiempo los halcones se habían ocupado de la vigi"ya no". Por su parte, Fidel Velázquez, líder de la CTM y creación de grupos de choque, dio otra de sus célebres muesmo al salir con que "los halcones no existen porque yo no los mbio, años después, el general Félix Galván, secretario de ante la administración de López Portillo, le reveló a Julio ía que Manuel Díaz Escobar "formó, entrenó, jefaturó a los ue fueron creados "para combatir a la Liga 23 de Septiemarde el presidente Echeverría envió a Diaz Escobar a Chile do militar, y éste, claro, sólo causó problemas al gobierno de último, Díaz EscQbar fue ascendido a general. Por cierto, los cesivos nunca dejaron de utilizar veladamente a los temibles militares de jóvenes pelicortos, y sólo hasta las elecciones de eron volviendo a ser muy visibles pues para entonces se trataarlos con ominosos fines intimidatorios. a investigación ("caiga quien caiga") que encargó el presidengresó, y pronto se vio que no llegaría a nada. En cambio, el • Echeverría indirectamente sugirió quiénes eran los responsaucesos del lO de junio al pedir la renuncia de Rogelio Flores de la policía de la ciudad de México (cuya "disciplina" sería spués con la gubernatura de Nayarit) y del regente dé la capiMartínez Domínguez, que hasta ese momento llevaba una im-

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ra ominosa de la matanza de Tlatelolco. Cuando los disturbios cesaron y manifestantes, halcones, policías y ejército se retiraron, oficialmente se re­ conoció la existencia de 9 muertos, numerosos heridos y arrestados. Esa noche, el presidente Echeverría se mostró ultrajado; aseguró que no tenía que ver con nada de eso y dio a entender que "otras fuerzas" (los emisarios del pasado, o sea: Díaz Ordaz y su gente) se habían confabulado para desestabilizar al gobierno y debilitar la autoridad presidencial. "Si ustedes están indignados", reiteró, "yo lo estoy más." En una entrevista que esa misma noche conceclió a Jacobo Zabludovsky y su noticiario 24 horas, el presidente agregó que había ordenado una investigación a fon­ do, "caiga quien caiga", y condenó los actos "vandálicos, bárbaros, de esos grupos". Zabludovsky también entrevistó a Octavio Paz y a Carlos Fuentes, quienes dieron su apoyo a Echeverría. Al día siguiente, la prensa había identificado a los jóvenes fornidos y pelicortos como "los halcones", un grupo paramilitar del mismo gobier­ no organizado por el coronel Manuel Díaz Escobar, a quien se atribuía la creación del famoso Batallón Olimpia que inició la matanza de Tlatelol­ co. Los periodistas informaron que los halcones se formaron para custodiar las instalaciones del metro y que entrenaban en San Juan de Aragón. Autoridades y periodistas se lanzaron a buscar a los halcones, pero és­ tos habían desaparecido mágicamente, y ninguna dependencia oficial re­ conocía estar ligada a ellos. Diaz Escobar dijo que el grupo había dejado de existir desde "el primero de diciembre de 1970". En el metro explica­ ron que, en efecto, un tiempo los halcones se habían ocupado de la vigi­ lancia, pero "ya no". Por su parte, Fidel Velázquez, líder de la CTM y experto en la creación de grupos de choque, dio otra de sus célebres mues­ tras de cinismo al salir con que "los halcones no existen porque yo no los veo". En cambio, años después, el general Félix Galván, secretario de Defensa durante la administración de López Portillo, le reveló a Julio Scherer García que Manuel Díaz Escobar" formó, entrenó, jefaturó a los halcones", que fueron creados "para combatir a la Liga 23 de Septiem­ bre". Más tarde el presidente Ech'everría envió a Diaz Escobar a Chile como agregado militar, y éste, claro, sólo causó problemas al gobierno de Allende. Por último, Díaz Esco.bar fue ascendido a general. Por cierto, los gobiernos sucesivos nunca dejaron de utilizar veladamente a los temibles grupos paramilitares de jóvenes pelicortos, y sólo hasta las elecciones de 1988 éstos fueron volviendo a ser muy visibles pues para entonces se trata­ ba de ostentarlos con ominosos fines intimidatorios. La famosa investigación ("caiga quien caiga") que encargó el presiden­ te jamás progresó, y pronto se vio que no llegaría a nada. En cambio, el 15 de junio Echeverría indirectamente sugirió quiénes eran los responsa­ bles de los sucesos del 10 de junio al pedir la renuncia de Rogelio Flores Curiel, jefe de la policía de la ciudad de México (cuya "disciplina" sería premiada después con la gubernatura de Nayarit) y del regente dé la capi­ tal, Alfonso Martínez Domínguez, que hasta ese momento llevaba una im-

El presidente Echeverría indirectamente inculpó a Alfonso Martínez Domrnguez,1',gente de la capital, de los sucesos del 10 de junio, ya Que IOAestituy6 y lo envió a la banca. De esa manera se deshizo de un presidenciable muy incómodo.


arrera política por lo que de nuevo se hallaba en las listas de ciables". Domínguez, furioso, se fue a la banca hasta su rescate en el nio y tuvo que aguantar el estigma de que la gente le dijera sin embargo, años después no se quedó con las ganas de reque le habia cancelado sus ambiciones presidenciales; en una estratégicamente concedió a Heberto Castillo para la reviscual por supuesto desmintió, dijo que Echeverría virtualmente Los Pinos todo el 10 de junio con el pretexto de discutir el iento de agua de la ciudad de México, aseguró que él mismo ría dar órdenes telefónicas de que la represión fuese dura y maran o enterraran los cadáveres. Según él, sólo se enteró ontecimientos hasta que salió de Los Pinos. e, Luis Echeverría dijo después a Luis Suárez que "estaba lítica de diálogo y apertura a los jóvenes y lo ocurrido parecía la represión". Y agregó: "Supe que entre los organizadores nos muchachos, t.1cabezados por Rafael Fernández T., que ron el PST . " Reveló también que en 1971 se hallaba "en mentes circunstancias" y que por tanto consideró necesario "jumodo u otro", lo cual expHca que a fin de cuentas solamente sponsabilídad de no haber llevado la investigación a las últincias (lo cual era obvio, ya que, de hacerlo, ésta habría tertihasta él). Por su parte, José López Portillo dijo que "el día égimen expresó, otra vez con violencia, ahora equívoca, que martifestaciones como las del 68". so, a través de los sucesos del 10 de jurtio, Echeverría logró cima a un gobernador que él no había impuesto y que no ; también eliminó a un presidenciable muy incómodo, yadea protesta estudiantil con la bandera disuasiva de otro Tlateprobable, incluso, que a través de los "muchachQ5 que después ST", y que por supuesto él manejaba, haya alentado la mara martipularla en todas direcciones. El presidente, en efecpero en ese momento ganó de todas todas. Con el 10 de lidó como presidente y los estudiantes ya no volvieron a mo1986; apenas pudieron desahogarse pírricamente con la peheverría recibió en 1975 en Ciudad Universitaria.

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presionante carrera política por lo que de nuevo se hallaba en las listas de los "presidenciables". Martínez Domínguez, furioso, se fue a la banca hasta su rescate en el siguiente sexenio y tuvo que aguantar el estigma de que la gente le dijera "Halconso"; sin embargo, años después no se quedó con las ganas de re­ virar el golpe que le había cancelado sus ambiciones presidenciales; en una entrevista que estratégicamente concedió a Heberto Castillo para la revis­ ta Proceso, la cual por supuesto desmintió, dijo que Echeverria virtualmente lo encerró en Los Pinos todo el 10 de junio con el pretexto de discutir el aprovisionamiento de agua de la ciudad de México, aseguró que él mismo vio a Echeverría dar órdenes telefónicas de que la represión fuese dura y de que se quemaran o enterraran los cadáveres. Según él, sólo se enteró bien de los acontecimientos hasta que salió de Los Pinos. Por su parte, Luis Echeverría dijo después a Luis Suárez que "estaba en juego la política de diálogo y apertura a los jóvenes y lo ocurrido parecía un reinicio de la represión". Y agregó: "Supe que entre los organizadores se hallaban unos muchachos, tacabezados por Rafael Fernández T., que después fundaron el PST." Reveló también que en 1971 se hallaba "en me­ dio de influyentes circunstancias" y que por tanto consideró necesario "ju­ gársela de un modo u otro", lo cual explica que a fin de cuentas solamente aceptara la responsabilidad de no haber llevado la investigación a las últi­ mas consecuencias (lo cual era obvio, ya que, de hacerlo, ésta habría teni­ do que llegar hasta él). Por su parte, José López Portillo dijo que "el día de Corpus el régimen expresó, otra vez con violencia, ahora equívoca, que no permitiría manifestaciones como las del 68". En todo caso, a través de los sucesos del 10 de junio, Echeverría logró quitarse de encima a un gobernador que él no había impuesto y que no le simpatizaba; también eliminó a un presidenciable muy incómodo, yade­ más frenó toda protesta estudiantil con la bandera disuasiva de otro Tlate­ lolco. Es muy probable, incluso, que a través de los "muchach~ que después fundaron el PST", y que por supuesto él manejaba, haya alentado la ma­ nifestación para manipularla en todas direcciones. El presidente, en efec­ to, se la jugó, pero en ese momento ganó de todas todas. Con el ID ce junio se consolidó como presidente y los estudiantes ya no volvieron a mo­ vilizarse hasta 1986; apenas pudieron desahogarse pírricamente con la pe­ drada que Echeverría recibió en 1975 en Ciudad Universitaria.

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Por otra parte, el 10 de junio se convirtió en un "pequeño 2 de octu­ bre" en cuanto fue mitificado enérgicamente por los jóvenes mexicanos que, aunque no compartían las tesis de la guerrilla urbana o rural, se orien­ taban hacia las ideas de izquierda. Un efecto cultural de todo esto fue el auge que a principios de los años setenta empezó a tener la llamada "can­ ción de protesta" . Muchos jóvenes habían sido estimulados por el boom de literatura y el ascenso al poder de Allende, y volvieron los ojos hacia

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a. Así se aficionaron a la música de Violeta Parra, Víctor o Cabral, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Intillimani es, compositores o grupos de corte neo folclórico con su abunmbos, quenas y otros tipos de flauta. empezaron a esparcirse las "peñas", pequeños cafés'o bares n Óscar Chávez, Margarita Bauche, Julio Solórzano, Gabino argie Bermejo, el Negro Ojeda y Guadalupe Trigo. Ni más los Folkloristas, con René Villanueva y Gerardo Tamez, fues pioneros de esta corriente, en la que también tuvo imporol Juan Manuel Serrat con sus versiones musicales de poemas achado. Las peñas folclóricas fueron un fenómeno de clase y su profundidad como medio de protesta no fue mucha, arse a oír temas sociales o latinoamericanistas muchos senbían hecho su tarea revolucionaria. En J.\n principio pareció n de protesta chocaría fuertemente con el rock, pues en la posiciones no podían ser más opuestas: en esta esquina, atinoamericana; en esta otra, la infiltnición-imperialista-ycultural. Incluso, el 'escritor y rocanrolero. Sin embargo, en e trataba de formas profundamente expresivas que no tenían ar antagónicas. Así había ocurrido a principios de los sesenta idos, cuando \a corriente integracionista de Joan Báez y Pete iempo se fusionó con el rock a través de Bob Dylan. Y algo rrió aquí: folclor, canto nuevo, salsa, rock y jazz estrechay darían pie a las innumerables fusiones de los años ochenta. a contracultura, por su parte, habían encontrado un medio rimer nivel ,con la revista Piedra Rodante, dirigida por el puués terapeuta junguiano Manuel Aceves, que bien pronto se blicación matriz. estadunidense y se hizo mexicanisima, con colaboradores que incluía a Parménides García Sal daña (ya do sus libros El rey criollo y En la ruta de la onda), el sacerMarroquín (autor de La contracultura como protesta), Ósuan Tovar, Luis González Reimann, Jesús Luis Benitez (autor "De tocho un pocho") y Raúl Prieto como eminencia gris ito Nipongo pasó a Doctor Keniké con su columna "Choy arponazos"). como fue conocida, fue pionera en México del auge del for, de la apertura sexual y del empleo de las "malas palabras" vio, bien empleadas, podían ser ¡muy buenas!), además de bo provocaciones publicitarias muy divertidas, como su célee Chanchomona, la primera "minifábrica de pitos", cuyo Presta pa la orquesta", o el irreverentísimo anuncio de la efigie de Emiliano Zapata proclamaba "Esto dice el gran o: ¡moda y libertad!". Fuera de estas discutibles desmitificadra se adelantó a su "tiempo mexicano" y, como era de esbjeto de una fuerte campafta en contra a cargo de Jacobo

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Zabludovsky (vía 24 horas), Roberto Blanco Moheno, y, por supuesto, de la Secretaría de Gobernación, que acosó a la revista hasta que logró que ya no apareciera a fines de 1971. . Pero antes, La Piedra reportó las aventuras siquedélicas del siquiatra Salvador Roquet, quien hacía terapias de grupo a base de alucinógenos (LSD, hongos psylocibe, peyote, ololiuqui) con proyecciones de películas (que iban de Cuando los hijos se van a cintas pornográficas) y rock a todo volumen; como tambiérr era de esperarse, Roquet terminó en la cárcel a principios de los setenta. Piedra Rodanre también alcanzó a cubrir con todos sus aspectos el festival "de rock y ruedas", que en septiembre de 1971 tuvo lugar en Avándaro ante el escándalo ' nacional. El festival de Avándaro fue organizado por Eduardo López Negrete, Luis de Llano y otros jóvenes de mucho dinero que lograron autorización de Hank González, gobernador del Estado de México, para llevarlo a cabo como un día y una noche de grupos de rock que culminaría con una sesión de ¡carreras automovilísticas! Los grandes grupos de rock, como Javier Bátiz y Love Army, se negaron a participar desde un principio porque los organizadores ofrecían solamente la ridícu­ la cantidad de tres mil pesos de honorarios. Los primeros en llegar a Avándaro fuerQn los rocanroleros que sí acep­ taron participar y que de entrada protestaron por las pésimas condiciones de (rabajo y el t~ato prepotente de los jóvenes ejecutivos del rock, que a quejas y peticiones delicadamente respondían "si no te gusta, lárgate" o "te vas mucho a la fregada"; los organizadores creían que en realidad ha­ cían un inmenso favor a los grupos al permitirles tocar, ya que la noticia del festival había relampagueado entre los chavos y se esperaba una asis­ tencia enorme, además de que las sesiones se transmitirían por radio, se grabaría en audio para producir. 'un disco y en video para la televisión, y se filmarian para el cine (Jorge Fons, Jaime Humberto Hermosillo y el su­ perochero Alfredo Gurrola a la cabeza de sendos equipos cinematográficos). La gente llegó en proporciones inimaginables; eran jóvenes de todas clases sociales, especialmente de la capital, congregados por la misma necesidad dionisiaca,listos para el inmenso recreo que sería el festival. Al caer la tar­ de ya habia más de lOO mil asistentes. Poco después, un par de grupos echa­ ron la paloma para calentar al público, y al caer la noche el festival se inició "formalmente" con los, Dug Dugs de Armando Nava, tensos aún por las discusiones con los jóvenes patrones. Los Dugs descubrieron, por fortu­ na, que la gente respondía y habia muchas ganas de pasarlo bien. Para esas alturas casi todos los asistentes habían consumido fuertes cantidades de distintas drogas: alucinógenas (mariguana, LSD, hongos, pe­ yote, silocibina, mescalina), estimulantes (alcohol, cocaína y anfetaminas) y depresivas, como los barbitúricos, aunque algunos también inhalaron solventes (cemento, tiner), pero, a fin de cuentas, la mariguana y el alco­ hol fueron las drogas más consumidas, seguidas por las anfetaminas. Con todo, los muchachos lograron hermanarse, y en general se puede afirmar

Zabludovsky (vía 24 horas), Roberto Blanco Moheno, y, por supuesto la Secretaría de Gobernación, que acosó a la revista hasta que logró ya no apareciera a fines de 1971. . Pero antes, La Piedra reportó las aventuras siquedélicas del siquia Salvador Roquet, quien hacia terapias de grupo a base de alucinóge (LSD, hongos psylocibe, peyote, ololiuqui) con proyecciones de pelicu (que iban de Cuando los hijos se van a cintas pornográficas) y rock a to volumen; como también era de esperarse, Roquet terminó en la cárc principios de los setenta. Piedra Rodante también alcanzó a cubrir con todos sus aspectos el fest "de rock y ruedas", que en septiembre de 1971 tuvo lugar en Avánd ante el escándalo -nacional. El festival de Avándaro fue organizado Eduardo López Negrete, Luis de Llano y otros jóvenes de mucho din que lograron autorización de Hank González, gobernador del Estado México, para llevarlo a cabo como un día y una noche de grupos de r que culminaría con una sesión de ¡carreras automovilísticas! Los gran grupos de rock, como Javier Bátiz y Love Army, se negaron a partic desde un principio porque los organizadores ofrecían solamente la rid la cantidad de tres mil pesos de honorarios. Los primeros en llegar a Avándaro fuerqn los rocanroleros que sí ac taron participar y que de entrada protestaron por las pésimas condicio de t'rabajo y el t~ato prepotente de los jóvenes ejecutivos del rock, qu quejas y peticiones delicadamente respondían "si no te gusta, lárgate "te vas mucho a la fregada"; los organizadores creían que en realidad cían un inmenso favor a los grupos al permitirles tocar, ya que la not del festival había relampagueado entre los chavos y se esperaba una a tencia enorme, además de que las sesiones se transmitirían por radio g'rabaría en audio para producir. 'un disco y en video para la televisió se filmarían para el cine (Jorge Fons, Jaime Humberto Hermosillo y el perochero Alfredo Gurrola a la cabeza de sendos equipos cinematográfic La gente llegó en proporciones inimaginables; eran jóvenes de todas cl sociales, especialmente de la capital, congregados por la misma necesi dionisiaca, listos para el inmenso recreo que sería el festival. Al caer la de ya había más de 100 mil asistentes. Poco después, un par de grupos ec ron la paloma para c'alentar al público, y al caer la noche el festival se in "formalmente"con los Dug Dugs de Armando Nava, tensos aún por discusiones con los jóv~nes patrones. Los Dugs descubrieron, por fo na, que la gente respondía y había muchas ganas de pasarlo bien. Para esas alturas casi todos los asistentes habían consumido fue cantidades de distintas drogas: alucinógenas (mariguana, LSD, hongos, yate, silocibina, mescalina), estimulantes (alcohol, cocaína y anfetamin y depresivas, como los barbitúricos, aunque algunos también inhala solventes (cemento, tíner), pero, a fin de cuentas, la mariguana y el a hol fueron las drogas más consumidas, seguidas por las anfetaminas. todo, los muchachos lograron hermanarse, y en general se puede afir

Latinoamérica. Así se aficionaron a la música de Violeta Parra, Víctor Jara, Facundo Cabral, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, Intillimani y otros cantantes, compositores o grupos de corte neo folclórico con su abun­ dancia de bombos, quenas y otros tipos de flauta. En México empezaron a esparcirse las "peñas", pequeños cafés'o bares donde cantaban Óscar Chávez, Margarita Bauche, Julio Solórzano, Gabino Palomares, Margie Bermejo, el Negro Ojeda y Guadalupe Trigo. Ni más está decir que los Folkloristas, con René Villanueva y Gerardo Tamez, fue­ ron los grandes pioneros de esta corriente, en la que también tuvo impor­ tancia el español Juan Manuel Serrat con sus versiones musicales de poemas de Antonio Machado. Las peñas folclóricas fueron un fenómeno de clase media urbana y su profundidad como medio de protesta no fue mucha, pues con sentarse a oír temas sociales o latinoamericanistas muchos sen­ tían que ya habían hecho su tarea revolucionaria. En lJ.n principio pareció que la canción de protesta chocaría fuertemente con el rock, pues en la apariencia las posiciones no podían ser más opuestas: en esta esquina, la identidad latinoamericana; en esta otra, la infiltnlción-imperialista-y­ colonialismo-cultural. Incluso, el 'escritor y rocanrolero. Sin embargo, en ambos casos se trataba de formas profundamente expresivas que no tenian por qué resultar antagónicas. Así había ocurrido a principios de los sesenta en Estados Unidos, cuando la corriente integracionista de Joan Báez y Pete Seeger con el tiempo se fusionó con el rock a través de Bob Dylan. Y algo semejante ocurrió aquí: folclor, canto nuevo, salsa, rock y jazz estrecha­ rían sus lazos y darían pie a las innumerables fusiones de los años ochenta. El rock y la contracultura, por su parte, habían encontrado un medio expresivo de primer nivel ,con la revista Piedra Rodante, dirigida por el pu­ blicista y después terapeuta junguiano Manuel Aceves, que bien pronto se alejó de la publicación matriz. estadunidense y se hizo mexicanísima, con una planta de colaboradores que incluía a Parménides García Saldaña (ya había publicado sus libros El rey criollo y En la ruta de la onda), el sacer­ dote Enrique Marroquín (autor de La contracultura como protesta), Ós­ car Sarquiz, Juan Tovar, Luis González Reimann, Jesús Luis Benitez (autor de la columna "De tocho un pocho") y Raúl Prieto como eminencia gris (quien de Nikito Nipongo pasó a Doctor Keniké con su columna "Cho­ chos, bachas y arponazos"). La Piedra, como fue conocida, fue pionera en México del auge del for­ mato tabloide, de la apertura sexual y del empleo de las "malas palabras" (que, como se vio, bien empleadas, podían ser ¡muy buenas!), además de que llevó a cabo provocaciones publicitarias muy divertidas, como su céle­ bre anuncio de Chanchomona, la primera "minifábrica de pitos", cuyo eslogan era "Presta pa la orquesta", o el irreverentísimo anuncio de ropa que con la efigie de Emiliano Zapata proclamaba "Esto dice el gran jefe guerrillero: ¡moda y libertad!". Fuera de estas discutibles desmitifica­ ciones, La Piedra se adelantó a su "tiempo mexicano" y, como era de es­ perarse, fue objeto de una fuerte campaila ~n contra a cargo de Jacobo

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al, como debía de ser, representó una fiesta dionisiaca notafensiva, si se toma en cuenta la ingestión de tanta droga y la de la conciencia individual que ocurre en toda congregación

d, todo habría estado muy bien de no haber sido por la pésición y el flagrante autoritarismo que se tradujo en numerosos allas de los instrumentos, de amplificadores, de los micrófobocinas. Esto se unió al hecho de que se planeó muy mal el el público: los que no podían ver bien, que eran muchos, ems de adelante y acabaron derribando las cercas que protegían claro, las incomodidades menudearon. Además, una bola de or asaltó las torres de alta tensión, a pesar de la obvia pelio bajó de allí por más insistencias, primero, y amenazas, desse bajan de las torres", gritaba frenético un animador, "vamos l festival." Ante esto, los que sí veían bien se pusieron furioe que iban a parar todo si estaba tan padre. Empezaron los mentadas de madre, y una lata salió volando hacia el escenaó la cabeza al requinto del grupo White Ink. go, los grupos, con fallas y todo, pudieron tocarle a_un público a un formidable espectáculo en sí mismo. El Epílogo y la Dirte precedieron a los Tequila, que prendió fuerte al personal. ove, por consenso general, fue de lo mejor del festival. Pero quipo arreciaron con El Ritual y un cortocircuito trajo la oscuando tocaban los Yaqui. Fuera del relajo inevitable, y,de pasados se caían en las infectas zanjas que hacían de "sanitaval siguió con luces de emergencia y con toda la gente en la intoxicación. de la mañana el espectáculo lo dio una jovencita que, en una se quitó la ropa al bailar, "¡mira, hijo, una encuerada!", diy los reflectores la encontraron. "¡ Déjenla, déjenla!", se oía "¿Andabas pacheca cuando te encueraste en Avándaro?" , después, Piedra Rodante. "No sabes, maestro. Unos chavos pasaron el huato de pastas. A mí no me gustan esas madres, o había otra cosa me las empujé con media botella de Presie puse hasta el gorro bien rápido. Luego me dijeron que unos n rolando pitos, y de volada les pedimos. Me puse hasta la sima, tú sabes, bien cruzada. Creo que me puse a bailar cuantocar El Epílogo. No me dejé ni pantaleta ni nada, todita me , luego luego me llovieron los toques, hasta me aventaron un rple haze. Pero no le llegué. También estaba allí el apoderado Martínez y traía un garrafón de tequila chanchísimo, y me lo do, así es que me puse todavía más loca." a madrugada y así continuó hasta el amanecer, cuando tocaA las ocho, para terminar, porque todo el equipo de sonido media hora después, Three Souls in my Mind logró el mila-

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La afamada encuerada de Avándaro. Foto de Gabriela Iturbide.

que el festival, como debía de ser, representó una fiesta dionisiaca nota­ blemente inofensiva, si se toma en cuenta la ingestión de tanta droga y la disminución de la conciencia individual que ocurre en toda congregación de masas. En realidad, todo habría estado muy bien de no haber sido por la pési­ ma organización y el flagrante autoritarismo que se tradujo en numerosos problemas: fallas de los instrumentos, de amplificadores, de los micrófo­ nos y de las bocinas. Esto se unió al hecho de que se planeó muy mal el espacio para el público: los que no podían ver bien, que eran muchos, em­ pujaban a los de adelante y acabaron derribando las cercas que protegían el escenario; claro, las incomodidades menudearon. Además, una bola de locos tomo por asaltó las torres de alta tensión, a pesar de la obvia peli­ grosidad, y no bajó de allí por más insistencias, primero, y amenazas, des­ pués. "Si no se bajan de las torres", gritaba frenético un animador, "vamos a suspender el festival." Ante esto, los que sí veían bien se pusieron furio­ sos: cómo de que iban a parar todo si estaba tan padre. Empezaron los chiflidos, las mentadas de madre, y una lata salió volando bacia el escena­ rio y le abrió la cabeza al requinto del grupo White Ink. Sin embargo, los grupos, con fallas y todo, pudieron tocarle a_un público que constituía un formidable espectáculo en sí mismo. El Epílogo y la Di­ visión del Norte precedieron a los Tequila, que prendió fuerte al personal. Peace and Love, por consenso general, fue de lo mejor del festival. Pero las fallas de equipo arreciaron con El Ritual y un cortocircuito trajo la os­ curidad total cuando tocaban los Yaqui. Fuera del relajo inevitable, y,de que algunos pasados se caían en las infectas zanjas que hacían de "sanita­ rios", el festival siguió con luces de emergencia y con toda la gente en la cúspide de la intoxicación. A las dos de la mañana el espectáculo lo dio una jovencita que, en una plataforma, se quitó la ropa al bailar, "i mira, hijo, una encuerada!", di­ jeron todos, y los reflectores la encontraron. "i Déjenla, déjenla!", se oía por doquier. "¿Andabas pacheca cuando te encueraste en Avándaro?" , le preguntó, después, Piedra Rodante. "No sabes, maestro. Unos chavo s primero me pasaron el huato de pastas. A mí no me gustan esas madres, pero como no había otra cosa me las empujé con media botella de Presi­ dente. Uy, me puse hasta el gorro bien rápido. Luego me dijeron que unos tiras andaban rolando pitos, y de volada les pedimos. Me puse hasta la madre, loquísima, tú sabes, bien cruzada. Creo que me puse a bailar cuan­ do se puso a tocar El Epílogo. No me dejé ni pantaleta ni nada, todita me desnudé. Uta, luego luego me llovieron los toques, hasta me aventaron un aceite, un purple haze. Pero no le llegué. También estaba allí el apoderado de Manolo Martínez y traía un garrafón de tequila chanchísimo, y me lo estaba pasando, así es que me puse todavía más loca." Llovió en la madrugada y así continuó hasta el amanecer, cuando toca­ ba El Amor. A las ocho, para terminar, porque todo el equipo de sonido se derrumbó media hora después, Three Souls in my Mind logró el mila-

La afamada encuerada de Avandaro. Foto de Gabriela Iturbide.


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mexicano, además de que dio expresión a los jóvenes marginados de las ciudades; éstos, a su vez, dejaron de ser "chavos de la onda" para conver­ tirse en "chavos banda" a fin de la década. La contracultura se manifestó también en el surgimiento de comunas, tanto ell el campo como las ciudades, que buscaban vías alternativas de desarrollo al margen del sistema. Este fenómeno trajo consigo una fuerte concienci¡¡ ecológica que, por esas fechas, casi no existía en el México de principios de los setenta: También, a causa del deterioro de los grandes cultas, éspecialmente el católico, empezaron a proliferar las tendencias a canalizar. la religiosidad natural a través de la meditación, el yoga y las doc­ trinas orientales, como el zen budismo (Ejo Takata abrió su legendaria escuela de zen por esas fechas). El Fondo de Cultura Económica, por su parte, inició l'a publicación de los libros de Carlos Castaneda, que revalo­ raban esencialmente el conocimiento magico-ritual de los indios en un con­ texto contemporáneo, y también la edición subsecuente de los grandes clásicos académicos sobre los alucinógenos y las culturas indígenas, como los de R. Gordon Wasson, Richard Evans Schultes y Peter T. Furst. Las formas esotéricas, especialmente la astrologia y la cartomancia, empeza­ ron a popularizarse entre capas de la clase media, lo que preparó el camino para la difusión de vehículos oraculares antiquísimos como el 1 ching, que había sido tan apreciado por los jipis. Por desgracia, todo esto propicIó también la difusión entre la clase me­ dia de movimientos manipuladores y mercantilistas, como la dianética, o el auge de las sectas fanáticas como los Testigos de Jehová o los mormo­ nes en los medios rurales, que en verdad disolvían las señas de identidad nacional (los Testigos de Jehová, por ejemplo, prohibían a sus fieles can­ tar el himno nacional o rendir culto a la bandera). El Instituto Lingüistico de Verano (ll..V), dedicado a traducir La biblia en lenguas indígenas, a su vez empezó a ser denunciado por antropólogos y sociólogos como desesta­ bilizador de las formas de vida ancestrales de las etnias. Por otra parte, la literatura contracultural fue denominada, "de la on~ en el libro de 1970 Onda y escritura en México, de Margo Glantz. El término era erróneo ya que esta narrativa no era una representación de la onda, sino un fenómeno literario y contracultural que abarcaba niveles mucho más complejos. Sin embargo, el término, reductivista y folclori­ zante, sirvió para que el Establishment cultural en México emprendiese una vigorosa campaña, claramente neolitista, para desalentar esta forma lite­ raria entre los jóvenes, que a través de ella habían recibido un fuerte estimulo para expresarse artísticamente. Esto contribuyó a la democratización de la cultura que por esas fechas empezaba a ser perceptible en nuestro país. De cualquier manera, durante el periodo 1970-1976 la literatura contracul­ tural dio obras interesantes, como En la ruta de la onda y El rey criollo, de Parménides García Saldaña; Lapsus, de Héctor Manjarrez; Las jiras, de Federico Arana, que obtuvo el premio Villaurrutia tan sólo para que, como dijo Salvador Elizondo, miembro del jurado, "existiese una cons­

mexicano, además de que dio expresión a los jóvenes marginados d ciudades; éstos, a su vez, dejaron de ser "chavos de la onda" para con tirse en "chavos banda" a fin de la década. La contra cultura se manifestó también en el surgÍ miento de comu tanto ep el campo como las ciudades, que buscaban vías alternativa desarrollo al margen del sistema. Este fenómeno trajo consigo una fu concienci~ ecológica que, por esas fechas, casi no existía en el Mé de principios de los setenta: También, a causa del deterioro de los gran cultos, especialmente el católico, empezaron a proliferar las tendenci canalizar,la religiosidad natural a través de la meditación, el yoga y las trinas orientales, como el zen budismo (Ejo Takata abrió su legend escuela de zen por esas fechas). El Fondo de Cultura Económica, po parte, inició I'a publicación de los libros de Carlos Castaneda, que rev raban esencialmente el conocimiento magico-ritual de los indios en un texto contemporáneo, y también la edición subsecuente de los gran clásicos académicos sobre los alucinógenos y las culturas indígenas, c los de R. Gordon Wasson, Richard Evans Schultes y Peter T. Furst. formas esotéricas, especialmente la astrología y la cartomancia, emp ron a popularizarse entre capas de la clase media, lo que preparó el cam para la difusión de vehículos oraculares antiquísimos como el! ching, había sido tan apreciado por los jipis. Por desgracia, todo esto propicIó también la difusión entre la clase dia de movimientos manipuladores y mercantilistas, como la dianétic el auge de las sectas fanáticas como los Testigos de Jehová o los mor nes en los medios rurales, que en verdad disolvían las señas de ident nacional (los Testigos de Jehová, por ejemplo, prohibían a sus fieles tar el himno nacional o rendir culto a la bandera). El Instituto Lingüis de Verano (IL.V), dedicado a traducir La biblia en lenguas indigenas, vez empezó a ser denunciado por antropólogos y sociólogos como dese bilizador de las formas de vida ancestrales de las etnias. Por otra parte, la literatura contracultural fue denominada, "d o~' en el libro de 1970 Onda y escritura en México, de Margo Gla El término era erróneo ya que esta narrativa no era una representació la onda, sino un fenómeno literario y contracultural que abarcaba niv mucho más complejos. Sin embargo, el término, reductivista y folcl zante, sirvió para que el Establishment cultural en México emprendiese vigorosa campaña, claramente neolitista, para desalentar esta forma raria entre los jóvenes, que a través de ella habían recibido un fu estímulo para expresarse artísticamente. Esto contribuyó a la democratiza de la cultura que por esas fechas empezaba a ser perceptible en nuestro p De cualquier manera, durante el periodo 1970-1976 la literatura contra tural dio obras interesantes, como En la ruta de la onda y El rey criollo Parménides García Saldaña; Lapsus, de Héctor Manjarrez; Las jir de Federico Arana, que obtuvo el premio Villaurrutia tan sólo para q como dijo Salvador Elizondo, miembro del jurado, "existiese una CO

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r y reencender a la muchedumbre, más de 200 mil asistentes. lluvia, las fallas Y la organización, todos los viajes aterrizaron cabó de lo más contento. Muchos de los jóvenes recorrieron lómetros a pie cantando, por todo el camino, "mari-mari-mariguaaaa-na". uiente la prensa al unisono condenó al Festival ·de Avándaro andalizados. Se dijo que fue "una colosal orgía" y "uno ae omentos del colonialismo mental del tercer mundo". '~muer­ ó El Heraldo de México, "224 casos de intoxicados, quemaados, fracturados y heridos; casas, autos y tiendas asaltadas; la de árboles, sembradíos y lineas telefónicas es el saldo del festilidad los muertos fallecieron lejos de alli, sin la más mínima el festival, y no hubo robos, ni asaltos, ni pleitos, ni devastade la basura que dejaron los participantes. En cambio, días as fiestas patrias del 15 de septiembre, según cifras oficiales, rtos, 665 heridos y 275 arrestados, cuando en Avándaro, con presionante consumo de droga, de la natación al desnudo y moral, no hubo muertos, heridos o arrestados, y alli estuvieiempo el ejército y la policía judicial federal. Sin embargo, muchachos se enorgullecían de su civilidad, Avándaro uruó su contra. Funcionarios, empresarios, comerciantes, profeociaciones civiles y medios de difusión, además de las izquierlectuales, condenaron a los chavos que compartieron la noche

tió el festival para medir la fuerza de la contracu1tura en nuestro ltados no gustaron a nadie, y el sistema se cerró más que nunedir que prosperaran los movimientos contraculturales. Los pitecas se recrudecieron y la crujía F de la cárcel de Lecumbee miles de jóvenes, de rock y de signos de la paz. Todo esto on el derrumbe, a base de represión, de los mitos de convernueva década el panorama cambiaría y los nuevos signos de esultarían mucho más escalofriantes, no por culpa de la con· no de los sistemas cerrados y viciados que la generaban. fue satanizada a tal punto que los jóvenes de clase media e ella y al final sólo los muchachos más pobres y marginados con la afición al rock mexicano, que debió recluirse en los llaos fonquis", siniestros galerones en zonas paupérrimas, sin normas de sanidad, donde los muchachos se hacinaban y oían . Estos hoyos eran administrados por negociantes que exploximo a los músicos y a los chavos que asistlan, los cuales ya atracados y humillados previamente por los agentes policiacos altaban. yos, con el tiempo, las máximas estrellas fueron Alejandro Lora Souls in my Mind, que a 10 largo de la época dejó de compos y creó las condiciones para que surgíera un verdadero rock

gro de revivir y reencender a la muchedumbre, más de 200 mil asistentes. A pesar de la lluvia, las fallas Y la organización, todos los viajes aterrizaron y el público acabó de lo más contento. Muchos de los jóvenes recorrieron más de 70 kilómetros a pie cantando, por todo el camino, "mari-mari­ guana, mari-mariguaaaa-na". Al día siguiente la prensa al unísono condenó al Festival·de- Avándaro en tonos escandalizados. Se dijo que fue "una colosal orgía" y "uno ae los grandes momentos del colonialismo mental del tercer·mundo" . ''4 muer­ tos", publicó El Heraldo de México, "224 casos de intoxicados, quema, dos, atropellados, fracturados y heridos; casas, autos y tiendas asaltadas; la destrucción de árboles, sembradíos y líneas telefónicas es el saldo del festi­ va!." En realidad los muertos fallecieron lejos de allí, sin la más mínima relación con el festival, y no hubo robos, ni asaltos, ni pleitos, ni devasta­ ción más allá de la basura que dejaron los participantes. En cambio, días después, en las fiestas patrias del 15 de septiembre, según cifras oficiales, hubo 21 muertos, 665 heridos y 275 arrestados, cuando en Avándaro, con todo y el impresionante consumo de droga, de la natación al desnudo y la liberalidad moral, no hubo muertos, heridos o arrestados, y allí estuvie­ ron todo el tiempo el ejército y la policía judicial federal. Sin embargo, mientras los muchachos se enorgullecían de su civilidad, Avándaro uruó a México en su contra. Funcionarios, empresarios, comerciantes, profe­ sionistas, asociaciones civiles y medios de difusión, además de las izquier­ das y los intelectuales, condenaron a los chavos que compartieron la noche de su vida. . Si se permitió el festival para medir la fuerza de la contracultura en nuestro país, los resultados no gustaron a nadie, y el sistema se cerró más que nun­ ca para inipedir que prosperaran los movimientos contraculturales. Los arrestos de jipitecas se recrudecieron y la crujía F de la cárcel de Lecumbe­ rri se llenó de miles de jóvenes, de rock y de signos de la paz. Todo esto era inútil. Con el derrumbe, a base de represión, de los mitos de conver­ gencia, en la nueva década el panorama cambiaria y los nuevos signos de los tiempos resultarían mucho más escalofriantes, no por culpa de la con· tracultura sino de los sistemas cerrados y viciados que la generaban. La onda fue satanizada a tal punto que los jóvenes de clase media desertaron de ella y a! final sólo los muchachos más pobres y marginados continuaron con la afición a! rock mexicano, que debió recluirse en los lla­ mados "hoyos fonquis", siniestros galerones en zonas paupérrimas, sin las mínimas normas de sanidad, donde los muchachos se hacinaban y oían a los grupos. Estos hoyos eran administrados por negociantes que explo­ taban al máximo a los músicos y a los chavos que asistían, los cuales ya habían sido atracados y humillados previamente por los agentes policiacos que nunca faltaban. En los hoyos, con el tiempo, las máximas estrellas fueron Alejandro Lora y sus Three Souls in my Mind, que a 10 largo de la época dejó de compo­ ner en inglés y creó las condiciones para que surgiera un verdadero rock

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fa Saldafia publicó El rey criollo y En /6 rut6 de 16 ond6 a principios de los setenta.

tancia de que alguna vez hubo algo llamado 'literatura de la onda';" y Se estó haciendo tarde (Final en laguna), de José Agustin. En el territorio de la contracultura también se debe incluir el fenómeno del cine en súper 8 milimetro~, que entusiasmó a los jóvenes pOr sus bajos costos y porque no caía en las redes de la censura. Por ese motivo a través del súper 8 tuvimos un México distinto, auténtico, con los problemas rea­ les, además de que representaba un verdadero movimiento artístico alta­ mente expresivo_ La aparición del súper 8 se dio en 1968 cuando Óscar Menéndez filmó escenas del movimiento estudiantil. A partir de entonces, y especialmente en la primera parte de los setenta, surgieron varios grupos que crearon sus espacios en todo el país (Zacatecas, Durango, Guadalaja­ ra y Monterrey, especialmente) y sus propios concursos (el Luis Bui'luel, el de la ANDA, hasta uno de cine erótico). Los principales superocheros fueron Gabriel Retes, Paco Ignacio Taibo n, Sergio García. Héctor Aba­ die, Alfredo Gurrola, Rafael Montero y Óscar Menéndez.

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, Parménides Garefa Salda~a publicó El rey criollo y En ItI ruttl de /tI ondtl a principios de los setenta.

tancia de que alguna vez hubo algo llamado 'literatura de la onda';" está haciendo tarde (Final én laguna), de José Agustín. En el territorio de la contracultura también se debe íncIuir el fenóm del cíne en súper 8 milímetro~, que entusiasmó a los jóvenes por sus b costos y porque no caía en las redes de la censura. Por ese motivo a tra del súper 8 tuvimos un México distínto, auténtico, con los problemas les, además de que representaba un verdadero movimiento artlstico a mente expresivo. La aparición del súper 8 se dio en 1968 cuando Ó Menéndez filmó escenas del movimiento estudiantil. A partir de enton y especialmente en la primera parte de los setenta, surgieron varios gru que crearon sus espacios en todo el país (Zacatecas, Durango, Guadal ra y Monterrey, especialmente) y sus propios concursos (el Luis Buñ el de la ANDA, hasta uno de cíne erótico). Los principales superoche fueron Gabriel Retes, Paco Ignacio Taibo n, Sergio García. Héctor A die, Alfredo Gurrola, Rafael Montero y Óscar Menéndez.

En un principio, Luis Echeverría anunció que "viajaria poco", pero a fines de 1970, antes de cumplir un mes de gobierno, no pudo resisti necesidad de que el mundo lo conociera y voló a Nueva York a partic en la asamblea general de las Naciones Unidas, y allí abogó por el ingr de China en la ONU. Esto, que en sí no era una gran audacia a esas a ras, fue significativo porque dejó ver que México no se alinearía ente mente con Estados Unidos, como antes, sino que proc~dería a robuste su independencia en las relacÍones internacionales, y que se identific con los intereses del tercer mundo . En México la iniciativa privada, para nada quería sentirse "tercermundista" , no vio esto con agrado, y d pués procedió a desvirtuar esta política con el argumento de que el pr dente buscaba la secretaria general de la ONU o el premio Nobel de Paz, lo cual, por otra, parte, era plausible, así es que la campaña prospe El viaje de Echeverría fue seguido por el establecimientoo de relacio con la República Popular China; ésta, como cortesía, nos envió dos o panda, que aquí fueron exprimidos al máximo por Televisa para darse " toque tierno". A su vez, Echeverría correspondió son el envío de va perros ixcuincli, ajolotes y otras mexicaneces, entre las que se incluí embajador Eugenio Anguiano Roich, de 33 años, quien, para demost cuán joven era, de entrada declaró: "Yo no me azoto." Además, Echeverría preparaba ya uno de sus proyectos más import tes, con el que esperaba dar el gran salto al superestrellato internacion la elaboración, presentación y promoción de la Carta de los Derecho Deberes Económicos de los Estados que desde 1971 había encargadoj P firio Muñoz Ledo, entonces subsecretario de la Presidencia, quien coo nó los trabajos de Ricardo Valero, Víctor Alfonso Maldonado, Hora Flores de la Peña, Jesús Puente Leyva, Francisco Javier Alejo, Jorge C tañeda y Alfonso García Robles. La Carta era un documento importa

En un principio, Luis Echeverría anunció que "viajaria poco", pero ya a fmes de 1970, antes de cumplir un mes de gobierno, no pudo resistir la necesidad de que el mundo lo conociera y voló a Nueva York a participar en la asamblea general de las Naciones Unidas, y allí abogó por el ingreso de Clúna en lá ONU. Esto, que en sí no era una gran audacia a esas altu· ras, fue significativo porque dejó ver que México no se alinearía entera­ mente con Estados Unidos, como antes, sino que procedería a robustecer su independencia en las relacÍones internacionales, y que se identificaría con los intereses del tercer mundo. En México la iniciativa prívada, que para nada quería sentirse "tercermundista", no vio esto con agrado, y des­ pués procedió a desvirtuar esta política con el argumento de que el presi­ dente buscaba la secretaría general de la ONU o el premio Nobel de la Paz, lo cual, por otra, parte, era plausible, así es que la campai'la prosperó. El viaje de Echeverría fue seguido por el establecimientoo de relaciones con la República Popular Clúna; ésta, como cortesía, nos envió dos osos panda, que aquí fueron exprimidos al máximo por Televisa para darse "un toque tierno". A su vez, Echeverría correspondió 'lon el envio de varios perros ixcuincli, ajolotes y otras mexicaneces, entre las que se incluía al embajador Eugenio Anguiano Roich, de 33 ai'los, quien, para demostliar cuán joven era, de entrada declaró: "Yo no me azoto." Además, Echeverría preparaba ya uno de sus proyectos más importan­ tes, con el que esperaba dar el gran salto al superestrellato internacional: la elaboración, presentación y promoción de la Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados que desde 1971 había encargadol Por­ firio Mui'loz Ledo, entonces subsecretario de la Presidencia, quien coordi­ nó los trabajos de Ricardo Valero, Víctor Alfonso Maldonado, Horacio Flores de la Pei'la, Jesús Puente Leyva, Francisco Javier Alejo, Jorge Cas­ tai'leda y Alfonso García Robles. La Carta era un documento importante 37


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que procuraba equilibrar las terribles desigualdades entre los países r y los pobres. Por desgracia, estaba condenada al fracaso, ylas grandes tencias la ignoraron desde un principio, pues acatarla habría signific renunciar a la explotación de los países subdesarrollados. Es muy pro ble, por otra parte, que Echeverría fuese consciente de todo esto, y más bien pensara en utilizar el documento para su promoción persona el escenario internacional y para obtener fuerza como gran protagon de los países del tercer mundo. En 1972, Echeverría intempestivamente decidió aprovecbar el foro la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desar (UNCTAD), que se celebraría en Santiago de Chile, para presentar el a su baraja, la Carta de los Derechos y Deberes, además de que podría ac tuar sus rasgos cardenistas al saludar solidariamente al gobierno social de Salvador Allende. "Aquí se está gestando un aspecto de la liberación Latinoamérica", dijo al llegar a Santiago con una impresionante corte incluía a varios brillantes cineastas jóvenes que asistirían a una mue cinematográfica. Todos trataron muy bien a los mexicanos, la Carta t mucho éxito en la reunión de la UNCTAD, y Echeverría se entusiasmo la atmósfera revolucionaria que se respiraba en Chile y que posibleme le recordó sus años de juventud cardenista; por tanto, invitó efusivame a Allende para que visitara México, y se regresó de lo más satisfech A fmes de 1972 Allende vino a México, sin saber que don Luis lo some ría a uno de los insensatos programas de trabajo que él acostumbraba a los modos del sistema mexicano que dejaron exbausto al buen mártir c leno. Según Cosío Villegas, más que anfitrión Echeverría parecía direc de relaciones públicas y agente publicitario de Salvador Allende. Prim lo sometió a una muestra espectacular de la capaCidad de acarreo pri al recibirlo Con multitudes tumultuosas. Después lo hizo participar en tos oficiales, ceremonias civiles, banquetes, excursiones e infinidad de trevistas con los medios de difusión. Allende, además, viajó por todo país y en Guadalajara pronunció uno de sus mejores discursos, el cual querer hizo que su tono afable, sereno, mesurado, contrastara con el us modo "agitatorio" y con las retóricas tiesas de los políticos mexicanos. P cierto, este tono con el tiempo fue estratégicamente adoptado por los p sidentes De la Madrid y Salinas de Gortari para proyectar una natural humana que ni remotamente se podía comparar con la del presidente chile Después, Allende rememoró uno de los días de su jira: "Saludé a ci mil personas; estreché sus manos, recibí abrazos pequeños golpes en espalda. Muy gratos cuando son dos, cuando son veinte, cuando son c cuenta, pero increíblemente pesados cuando son más de quinientos ... D pués nos metimos en un mercado, y luego de reconocer que entre presidente Echeverría y yo hay alguna diferencia de años, pues el pr dente Echeverría camina a sesenta kilómetros por hora, y yo, como un vi Ford, iba a cuarenta, le tuve que decir: 'Tomemos algo para refrescarn Pero el problema no era refrescarnos, sino descansar." De allí se subie

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que procuraba equilibrar las terribles desigualdades entre los países ricos y los pobres. Por desgracia, estaba condenada al fracaso, ylas grandes po­ tencias la ignoraron desde un principio, pues acatarla habría significado renunciar a la explotación de los países subdesarrollados. Es muy proba­ ble, por otra parte, que Echeverna fuese consciente de todo esto, y que más bien pensara en utilizar el documento para su promoción personal en el escenario internacional y para obtener fuerza como gran protagonista de los países del tercer mundo. En 1972, Echeverría intempestivamente decidió aprovechar el foro de la III Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Comercio y Desarollo (UNCTAD), que se celebraría en Santiago de Chile, para presentar el as de su baraja, la Carta de los Derechos y Deberes, además de que podría acen­ tuar sus rasgos cardenistas al saludar solidariamente al gobierno socialista de Salvador Allende. "Aquí se está gestando un aspecto de la liberación de Latinoamérica", dijo al llegar a Santiago con una impresionante corte que incluía a varios brillantes cineastas jóvenes que asistirían a una muestra cinematográfica. Todos trataron muy bien a los mexicanos, la Carta tuvo mucho éxito en la reunión de la UNCTAD, y Echeverna se entusiasmo con la atmósfera revolucionaria que se respiraba en Chile y que posiblemente le recordó sus años de juventud cardenista; por tanto, invitó efusivamente a Allende para que visitara México, y se regresó de lo más satisfecho . A fmes de 1972 Allende vino a México, sin saber que don Luis lo somete­ ria a uno de los insensatos programas de trabajo que él acostumbraba, y a los modos del sistema mexicano que dejaron exhausto al buen mártir chi­ leno. Según Cosío Villegas, más que anfitrión Echeverría parecía director de relaciones públicas y agente publicitario de Salvador Allende. Primero lo sometió a una muestra espectacular de la capacidad de acarreo priísta al recibirlo con multitudes tumultuosas. Después lo hizo participar en ac­ tos oficiales, ceremonias civiles, banquetes, excursiones e infinidad de en­ trevistas con los medios de difusión. Allende, además, viajó por todo el país y en Guadalajara pronunció uno de sus mejores discursos, el cual sin querer hizo que su tono afable, sereno, mesurado, contrastara con el usual modo "agitatorio" y con las retóricas tiesas de los políticos mexicanos. Por cierto, este tono con el tiempo fue estratégicamente adoptado por los pre­ sidentes De la Madrid y Salinas de Gortari para proyectar una naturaleza humana que ni remotamente se podía comparar con la del presidente chileno. Después, Allende rememoró uno de los días de su jira: "Saludé a cinco mil personas; estreché sus manos, recibí abrazos pequeños golpes en la espalda. Muy gratos cuando son dos, cuando son veinte, cuando son cin­ cuenta, pero increlblemente pesados cuando son más de quinientos... Des­ pués nos metimos en un mercado, y luego de reconocer que entre el presidente Echeverría y yo hay alguna diferencia de años, pues el presi­ dente Echeverría camina a sesenta kilómetros por hora, y yo, como un viejo Ford, iba a cuarenta, le tuve que decir: 'Tomemos algo para refrescarnos.' Pero el problema no era refrescarnos, sino descansar." De allí se su bieron

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a un vagón del metro que, para no variar, iba llenísimo, "no se podía res­ pirar", se dolió Allende. "Cuando creí que todo había terminado, el pre­ sidente Echeverría me dijo: 'Ahí están.' '¿Quiénes?' Eran siete hombres de la televisión, que me acribillaron a preguntas." Con la visita de Allende, Echeverría terminó de ubicarse en una aterro­ rizante posición izquierdista, que si bien enfatizaba la independencia mexi­ cana en las relaciones internacionales, puso en guardia a Estados Unidos,. e indignó a las derechas del país, que manifestaron su molestia en todos los tonos, y de esa manera ampliaron el abismo que se iba creando entre el presidente y las fuerzas vivas. No obstante, Echeverría apoyó hasta donde pudo al gobierno socialista de Allende. Le facilitó petróleo y créditos, lo cual indignó aún más a la derecha, y cuando tuvo lugar el golpe de estado de Pinochet y Allende fue asesinado en el Palacio de la Moneda, dio instrucciones al embajador Gonzalo Martínez Corbalá para que abriera las puertas de la representa­ ción mexicana a los· allendistas y envió un avión para rescatar a Hortensia Bussi, la viuda de Allende, y a otras personalidades de la izquierda chile­ na. Por último, para rematar su emulación de Cárdenas, rompió relacio­ nes con la dictadura militar chilena. También como Cárdenas, Echeverría admitió y protegió a numerosos exiliados chilenos (y después de todo el cono sur), lo que fue criticadísimo por la derecha mexicana que fariseica­ mente se rasgaba las vestiduras porque "los extranjeros despojaban el pan y las oportunidades a los nacionales." A partir de ese momento", Echeverría más que nunca se sintió el nuevo Cárdenas. Por cierto, Julio Scherer García reporta que en una ocasión le preguntó: "¿En verdad es muy inteligente el general Cárdenas, señor li­ cenciado?, 'Es muy pendejo', me dijo. 'Pero muy culto, ¿no?" "Por su­ puesto que no, y deje de indagar. Cárdenas pertenece a una categoría privilegiada. Late la política en la yema de sus dedos, allí la siente y en­ tiende, ¿comprende usted? Hay especies animales que conocen la dirección del viento, lo llevan en el lomo como una segunda piel. Así es Cárdenas." y así creía ser él también, por eso dicen que la historia se repite como farsa. Echeverría podía ser todo lo tercermundista que se quisiera, pero, a la hora de la real politik, tampoco quería desafiar excesivamente al "primer mundo" y dio todas las facilidades, incluyendo la libre importación de "ar­ tículos gancho", a la creciente industria maquiladora de la frontera norte, que para entonces ocupaba a 53 mil trabajadores y pagaba salarios por 1,300 millones de pesos. Esta cifra, sin embargo, era ridícula ante lo que las empresas habrían tenido que desembolsar en sus países de origen, don­ de los salarios eran, con justicia, más elevados; por supuesto, las maqui­ ladoras progresaban porque la mano de obra en México les resultaba extraordinariamente barata y lucrativa. Para entonces en nuestro país se extendía la idea, que llegó a su culminación en el tratado de libre comer­ cio (TLC) de Carlos Salinas de Gortari, de que el acceso a la economia internacional sólo nos era posible como abastecedores de mano de obra

Luis Echeverria siempre pretendió ser un nuevo Lázaro Cárdenas. quien aparece aqur con Mickey Alemán: los extremos se tocan.


mente barata, a expensas de la explotación de los trabajadores, portadores de materias primas a precios también risibles, que empre han querido los grandes países industriales. Todo esto dependencia, justo cuando el nuevo gobierno presumía de ente" . dad, en esencia el gobierno de Echeverría continuó la tradición r a la iniciativa privada, pero, como López Mateos, quiso dar gresista a su gobierno, y aunque su izquierdismo era más bien uscó satisfacer algunas necesidades populares que no hicieran sacrosantos intereses privados; con este fin logró que patros y gobierno formaran una Comisión Tripartita, y ésta, a pesar mnes sesiones, tal como ocurrió cuando Ávila Camacho intentó nte en los años cuarenta, no logró que los empresarios hicieran sustanciales, aunque sí obtuvo la creación del Fondo Naciovienda de los Trabajadores (Infonavit) y el Fondo de Fomento para el Consumo de los Trabajadores (Fonacot), que servirían rcionar viviendas y facilidades de obtención de bienes de coneros y empleados de gobierno, aunque también se convirtieron de corrupción y en trampolines políticos; asimismo se llevaron ecciones a la casi inoperante ley del reparto de utilidades, y se a nueva ley del Seguro Social. o, el presidente incluso se le adelantó a la CTM y sugirió la sehoras para los obreros, pero esto ni remotamente prosperó pues es entre el gobierno y la iniciativa privada ya se habían agriado Los empresarios consideraron "cargas excesivas e injustificaticiones de gobjern(), empezaron a acusar al presidente de ser a irredimíble y de simpatizar peligrosamente con los comunisnto, procedieron a presionar para que se sintiese su fuerza.eto, el sector privado inició la consabida fuga de capitales, la n de la economía, la contracción de inversiones y todo el tiemzas en los precios de bienes y servicios, cuando no las aplicó ente. Por su parte, ante la caída del salario real, más el aumenación a 5.4 por ciento y del déficit público al 31.7 por ciento, dejó atrás la política de atonía y elevó el gasto público al 24.6

mbió ante este aumento acelerado de la inversión. El dinero reafuerza y, con él, el consumo privado y las ganancias del capiue el fuerte gasto y los pocos ingresos hicieron que el déficit disparara aún más, ante lo cual, como siempre, el gobierno, llevar a cabo una reforma fiscal profunda, para no tocar de las grandes empresas, recurrió al crédito extranjero, como n lo cual la deuda pública aumentó a más de mil millones de 26 por ciento). Naturalmente, el Fondo Monetario Internaciol Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y tuciones crediticias internacionales afilaron su inconmensura-

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ble capacidad de usura, y el pago de intereses y "servicios" aumentó ¡en 32.6 por ciento! Para acabarla de amolar, el gobierno convirtió en deuda pública el ahorro interno que la iniciativa privada no utilizaba, lo cual sig­ nificó ganancias magníficas y sin ningún riesgo para los banqueros por el solo hecho de ser intermediarios. Así, la iniciativa privada también gana­ ba sin invertir. Ante una inflación que tendia a crecer, agravada por los aires "izquier­ distas" del presidente, los obreros en 1972 iniciaron moviJizaciones y huelgas que se incrementaron notablemente en 1973 y 1974. Por lo general, se lu­ chaba por mejores condiciones económicas, pero también, cada vez más, por democratizar el aparato corrupto, vertical y muchas veces gangsteril del sindicalismo oficial, que, encabezado por el viejo Fidel Velázquez, ca­ da vez más poderoso y lleno de manas, sólo tendía a empeorar. Fidel Velázquez, para entonces, libraba varias batallas a la vez; sabía que el presidente Echeverría no simpatizaba con él, y que, si se descuida­ ba, su archienemigo Rafael Galván podia quedar a la cabeza del movimiento obrero. Fidel ya se había reelegido cinco veces, sin contar los primeros cuatro anos que dirigió la CTM en los anos cuarenta, y los otros cuatro en que estuvo aliado de su viejo amigo, el lobo Fernando Arnilpa. Tenía más de 70 anos de edad y muchas voces pedían su retiro para que la gran central se renovara, además de que él era el paradigma del gran charro y represen­ taba mejor que nadie las prácticas gangsteriles y antidemocráticas del sin­ dicalismo oficial. "El que se mueve, no sale en la foto", era una de sus afamadas frases. Ante todo esto, Fidel se defendía atacando. Si le decían que si no se can­ saba y si no era hora ya de que se retirase, respondía: "Yo no me canso, no me aburro. ¡Me encanta el borlote!" Y, alerta a todas las turbulencias a su derredor, respondía engallado: "En la CTM yen el movimiento obre­ ro se encontrará siempre un ejército dispuesto a la lucha abierta, constitu­ cional o no, en el terreno que el enemigo nos llame, porque nosotros ya somos mayores de edad." El gobierno sabía que las bravatas de Fidel siempre eran controlables, por más que fuese experto en organizar grupos de choque, pero, de cual­ quier manera, el secretario de Trabajo, Rafael Hernández Ochoa, se vio obligado a recordarle que "los mexicanos tenemos leyes a las cuales ajustarnos. " Para mostrar que de cualquier manera había comido gallo, Fidel Veláz­ quez le declaró la guerra a Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernavaca, quien a fmes de 1971 había pedido luchar por un sindicalismo auténtico, y solidaridad con los conflictos obreros que en ese momento tenían lugar en Morelos y que abarcaban a Dina-Renault, Nissan, IACSA, Artemex, Tex· tiles Morelos, Rivetex y Mosaícos Bizantinos. Velázquez ordenó que el IX congreso de la CTM se hiciera en Cuernavaca el domingo 9 de octtJbre de 1972, y que sus huestes fuesen en plan de lucha. Temeroso de una provo­ cación seria, Méndez Arceo suspendió los servicios religiosos en toda la

ble capacidad de usura, y el pago de intereses y "servicios" aumentó 32.6 por ciento! Para acabarla de amolar, el gobierno convirtió en de~ pública el ahorro interno que la iniciativa privada no utilizaba, lo cual nificó ganancias magníficas y sin ningún riesgo para los banqueros po solo hecho de ser intermediarios. Así, la iniciativa privada también ga ba sin invertir. Ante una inflación que tendia a crecer, agravada por los aires "izqui distas" del presidente, los obreros en 1972 iniciaron moviIizaciones y huel que se incrementaron notablemente en 1973 y 1974. Por lo general, se chaba por mejores condiciones económicas, pero también, cada vez m por democratizar el aparato corrupto, vertical y muchas veces gangst del sindic~lismo oficial, que, encabezado por el viejo Fidel Velázquez, da vez mas poderoso y lleno de mañas, sólo tendía a empeorar. Fidel Velázquez, para entonces, libraba varias batallas a la vez; sa que el preSidente Echeverría no simpatizaba con él, y que, si se descui ba, su archienemigo Rafael Galván podía quedar a la cabeza del movimie obrero. Fidel ya se había reelegido cinco veces, sin contar los primeros cua años que dirigió la CTM en los años cuarenta, y los otros cuatro en q estuvo al lado de su viejo amigo, el lobo Fernando AmiIpa. Tenia más 70 años de edad y muchas voces pedían su retiro para que la gran cen se renovara, además de que él era el paradigma del gran charro y repres taba mejor que nadie las prácticas gangsteriles y antidemocráticas del s dicalismo oficial. "El que se mueve, no sale en la foto", era una de afamadas frases. Ante todo esto, Fidel se defendia atacando. Si le decían que si no se c saba y si no era hora ya de que se retirase, respondia: "Yo no me can no me aburro. ¡Me encanta el borIote!" Y, alerta a todas las turbulenc a su derredor, respondía engallado: "En la CTM y en el movimiento ob ro. se encontrará siempre un ejército dispuesto a la lucha abierta ' consti clOnal o no, en el terreno que el enemigo nos llame, porque nosotros somos mayores de edad." El gobierno sabía que las bravatas de Fidel siempre eran controlabl por más que fuese experto en organizar grupos de choque, pero, de cu quier manera, el secretario de Trabajo, Rafael Hernández Ochoa vio obligado a recordarle que "los mexicanos tenemos leyes a las cu~ ajustarnos. " Para mostrar que de cualquier manera había comido gallo, Fidel Vel quez le declaró la guerra a Sergio Méndez Arceo, obispo de Cuernava qui.en ll: fmes de 1971 había pedido luchar por un sindicalismo auténtlco sohdandad con los conflictos obreros que en ese momento tenian lugar Morelos y que abarcaban a Dina-Renault, Nissan, IACSA, Artemex, T tiles Morelos, Rivetex y Mosaícos Bizantinos. Velázquez ordenó que el congreso de la CTM se hiciera en Cuernavaca el domingo 9 de octllbre 1972, y que sus huestes fuesen en plan de lucha. Temeroso de una prov cación seria, Méndez Arceo suspendió los servicios religiosos en toda

vergonzosamente barata, a expensas de la explotación de los trabajadores, o como exportadores de materias primas a precios también risibles, que es lo que siempre han querido los grandes países industriales. Todo esto ahondó la dependencia, justo cuando el nuevo gobierno presumía de "independiente" . . En realidad, en esencia el gobierno de Echeverría continuó la tradición de favorecer a la iniciativa privada, pero, como López Mateos, quiso dar un aíre progresista a su gobierno, y aunque su izquierdismo era más bien retórico, buscó satisfacer algunas necesidades populares que no hicieran peligrar los sacrosantos intereses privados; con este fin logró que patro­ nes, obreros y gobierno formaran una Comisión Tripartita, y ésta, a pesar de sus solemnes sesiones, tal como ocurrió cuando Avila Camacho intentó algo semejante en los anos cuarenta, no logró que los empresarios hicieran concesiones sustanciales, aunque sí obtuvo la creación del Fondo Nacio­ nal de la Vivienda de los Trabajadores (lnfonavit) y el Fondo de Fomento y Garantía para el Consumo de los Trabajadores (Fonacot), que servirian para proporcionar viviendas y facilidades de obtención de bienes de con­ sumo a obreros y empleados de gobierno, aunque también se convirtieron en abismos de corrupción y en trampolines políticos; asimismo se llevaron a cabo correcciones a la casi inoperante ley del reparto de utilidades, y se elaboró una nueva ley del Seguro Social. Ya picado, el presidente incluso se le adelantó a la CTM y sugirió la se­ mana de 40 horas para los obreros, pero esto ni remotamente prosperó pues las relaciones entre el gobierno y la iniciativa privada ya se habían agriado en exceso. Los empresarios consideraron "cargas excesivas e injustifica­ das" las peticiones de gobJerno, empezaron a acusar al presidente de ser un populista irredimible y de simpatizar peligrosamente con los comunis­ tas. Por tanto, procedieron a presionar para que se sintiese su fuerza.­ En concreto, el sector privado inició la consabida fuga de capitales, la dolarización de la economía, la contracción de inversiones y todo el tiem­ po exigió alzas en los precios de bienes y servicios, cuando no las aplicó soslayadamente. Por su parte, ante la caída del salario real, más el aumen­ to de la inflación a 5.4 por ciento y del déficit público al 31.7 por ciento, el gobierno dejó atrás la política de atonía y elevó el gasto público al 24.6 por ciento. Todo cambió ante este aumento acelerado de la inversión. El dinero rea­ pareció con fuerza y, con él, el consumo privado y las ganancias del capi­ tal. Claro que el fuerte gasto y los pocos ingresos hicieron que el déficit público se disparara aún más, ante lo cual, como siempre, el gobierno, incapaz de llevar a cabo una reforma fiscal profunda, para no tocar los intereses de las grandes empresas, recurrió al crédito extranjero, como siempre, con lo cual la deuda pública aumentó a más de mil millones de dólares (el 26 por ciento). Naturalmente, el Fondo Monetario Internacio­ nal (FMI), el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF) y demás instituciones crediticias internacionales afilaron su inconmensura­

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fael Galván, líder de la Tendencia Democrática de los electricistas.

ciudad, incluyendo su céleore homilía de la catedral. Fidel, por su par dijo que la reunión multitudinaria de cetemistas en Cuernavaca se ha para protestar en contra de las actividades del clero político encabeza por Méndez Arceo, que pretendía desquiciar al movimiento obrero y a instituciones del país para alterar el orden establecido y la paz públi "¡Sube, Fidel, sube! " , gritaban sus seguidores, enardecidos, y el vi lobo agregó que "bastaría una huelga general para paralizar al país y cer valer sus derechos". La posibilidad de que Luis Echeverria qUlsiese deshacerse de Fi Velázquez era real. En un principio el presidente hizo críticas en con de la gran burocracia obrera y también parecía alentar solapadament Rafael Galván, lfder del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la R pública Mexicana (STERM), quien desde principios de los sesenta soste una lucha frontal contra Fidel Velázquez, pues la CTM controlabla el S dicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos (SNESC) encabeza por Francisco Pérez Ríos. Tanto el SNESC y el STERM se disputaban la tularidad el contrato colectivo de trabajo con la Comisión Federal de El tricidad . En 1970 Fidel Velázquez dio un golpe muy importante al log que el STERM de Galván fuera expulsado del Congreso del Trabajo. En 1971 la Junta de Conciliación y Arbitraje decidió en favor del SNE yen contra del STERM. A partir de ese momento Rafael Galván se alió c el Movimiento Sindícal Ferrocarrilero (MSF), creado por Demetrio Va jo a su salida de la cárcel, y con el nombre de Insurgencia Obrera los d grupos llevaron a cabo impresionantes marchas en la ciudad de México rante 1972. Ante esto, el gobierno promovió un pacto de unidad entre dos grupos en pugna y así surgió el Sindicato Único de Trabajadores El tricistas de la República Mexicana (SUTERM), con Pérez Ríos y Galvá la cabeza. Sin embargo, la unión a la larga favoreció a la CTM, q con la complicidad de las autoridades pudo maniobrar a gusto para deb tar a Galván. Al poco tiempo Pérez Ríos murió y en su lugar quedó L nardo Rodríguez Alcaine, pero fueron Arsenio Farell, director de Comisión Federal de Electricidad, y Fidel Velázquez, quienes se encar ron de orquestar un congreso ilegal del SUTERM que determinó la exp sión de Galván en 1975. Galván creó entonces la Tendencia Democrática, y en abril de 1975 em su Declaración de Guadalajara en la que rompió lanzas con el gobier anunció sus luchas contra el charrismo sindical y reinició las grandes m vilizaciones, pues la Tendenciá Democrática obtuvo un gran apoyo por pa de los electricistas de todo el país y de muchas fuerzas opositoras que p entonces se habían creado, como la Unidad Obrera Independíente (U y el Frente Auténtico del Trabajo (FAT). El gobierno decidió aplastar tonces a los electricistas opositores, y en 1976 Echeverría de plano orde al ejército que interviniera ante la inminencia de una gran huelga elec cista en todo el territorio nacional. Éste. fue el inicio del fin de Galvá su Tendencia Democrática.

ciudad, incluyendo su céleore homilía de la catedral. Fidel, por su parte, dijo que la reunión multitudinaria de cetemistas en Cuernavaca se hacía para protestar en contra de las actividades del clero político encabezado por Méndez Arceo, que pretendía desquiciar al movimiento obrero y a las instituciones del país para alterar el orden establecido y la paz pública. " ¡Sube, Fidel, sube!" , gritaban sus seguidores, enardecidos, y el viejo lobo agregó que "bastaría una huelga general para paralizar al país y ha­ cer valer sus derechos" . La posibilidad de que Luis Echeverria qUIsiese deshacerse de Fidel Velázquez era real. En un principio el presidente hizo críticas en contra de la gran burocracia obrera y también parecía alentar solapadamente a Rafael Galván, lIder del Sindicato de Trabajadores Electricistas de la Re­ pública Mexicana (STERM), quien desde principios de los sesenta sostenía una lucha frontal contra Fidel Velázquez, pues la CTM controlabla el Sin­ dicato Nacional de Electricistas, Similares y Conexos (SNESC) encabezado por Francisco Pérez Ríos. Tanto el SNESC y el STERM se disputaban la ti­ tularidad el contrato colectivo de trabajo con la Comisión Federal de Elec­ tricidad. En 1970 Fidel Velázquez dio un golpe muy importante al lograr que el STERM de Galván fuera expulsado del Congreso del Trabajo. En 1971 la Junta de Conciliación y Arbitraje decidió en favor del SNESC yen contra del STERM. A partir de ese momento Rafael Galván se alió con el Movimiento Sindícal Ferrocarrilero (MSF), creado por Demetrio Vallejo a su salida de la cárcel, y con el nombre de Insurgencia Obrera los dos grupos llevaron a cabo impresionantes marchas en la ciudad de México du­ rante 1972. Ante esto, el gobierno promovió un pacto de unidad entre los dos grupos en pugna y así surgió el Sindicato Único de Trabajadores Elec­ tricistas de la República Mexicana (SUTERM), con Pérez Ríos y Galván a la cabeza. Sin embargo, la unión a la larga favoreció a la CTM, que con la complicidad de las autoridades pudo maniobrar a gusto para debili­ tar a Galván. Al poco tiempo Pérez Ríos murió y en su lugar quedó Leo­ nardo Rodríguez Alcaine, pero fueron Arsenio Farell, director de la Comisión Federal de Electricidad, y Fidel Velázquez, quienes se encarga­ ron de orquestar un congreso ilegal del SUTERM que determinó la expul­ sión de Galván en 1975. Galván creó entonces la Tendencia Democrática, y en abril de 1975 emitió su Declaración de Guadalajara en la que rompió lanzas con el gobierno, anunció sus luchas contra el charrismo sindícal y reinició las grandes mo­ vilizaciones, pues la Tendencia Democrática obtuvo un gran apoyo por parte de los electricistas de todo el pais y de muchas fuerzas opositoras que para entonces se habían creado, como la Unidad Obrera Independíente (UOI) y el Frente Auténtico del Trabajo (FAT). El gobierno decidíó aplastar en­ tonces a los electricistas opositores, y en 1976 Echeverría de plano ordenó al ejército que interviniera ante la inminencia de una gran huelga electri­ cista en todo el territorio nacional. Éste. fue el inicio del fm de Galván y su Tendencia Democrática.

Rafael Galván. líder de la Tendencia Democrática de los electricistas.

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bas. el Ifder de los telefonistas Fran cisco Hernández Juárez resultó perfectale .

Las luchas de los electricistas por democratizar los sindicatos tuvieron amplias repercusiones, pues generaron otros movimientos laborales independientes a mediados del sexenio de Luis Echeverría. El control obrero fue tan terrible a partir de las grandes luchas de ferrocarrileros y maestros de fmes de los años cincuenta, que en la siguiente década surgió una conciencia cada vez mayor de los sistemas bárbaros del charrismo y de la corrupción sindical. Ante el ejemplo de las luchas de Rafael Galván, apareció pronto una oposición obrera que se extendió bien pronto, como escribió Manuel Camacho Solís, "a las más diversas ramas industriales, comerciales, a los pequefios y grandes sindicatos, a ramas avanzadas de la producción, así como a sectores tradicionales de la industria". Asl aparecieron los sindicatos universitarios, que después se volvieron verdaderos dolores de cabeza para el régimen, y hubo movimientos importantes entre los trabajadores nucleares. los telefonistas y los maestros_ En estos dos últimos casos más bien se trató de cambios para que todo quedara igual. En un principio, el de los telefonistas parecía un movimiento auténtico, pues el joven Francisco Hemández Juárez se lanzó contra SaJ ustio Salgado, líder charro del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) y logró una adhesión formidable que le permitió organizar un paro que se extendió a 40 ciudades. Echeverría no quiso acabar con Hemández Juárez, y que no interviniera fue clave para que se pudiesen llevar a cabo elecciones en el sindicato; de esa manera el joven líder, con todo y su barba, quedó en la secretaria general. Sin embargo, poco a poco fue acercándose a Fidel Velázquez y acabó despefiándose en un proceso irreversible de charrificación. En cambio, el presidente Echeverría sí se encargó de dar una "ayudadi. ta" a un grupo de maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que lidereaba Carlos Jonguitud Barrios. Las relaciones entre el cacique Manuel Sánchez Vite y el presidente, que en un tiempo habían sido amistosas, se fueron descomponiendo, y en 1972 Echeverría lo sacó de la presidencia del PRI y en su lugar quedó Jesús Reyes HeroJes; no contento con eso, decidió desmantelarle el control del SNTE, que Sánchez Vite manejaba a través de Carlos Olmos, y dio la luz v.erde para que Jonguitud Barrios enviara un grupo, armado con metralletas, el cual tomó el SNTE y desconoció al comité ejecutivo. El secretario general Carlos Olmos, casualmente, acababa de presentar demandas de alza salarial. Dos años después, Jonguitud formó la Vanguardia Revolucionaria y se dejó "elegir" como "líder moral" de los maestros, que poco a poco se converti· rían en el sindicato peor pagado del país. El desprestigio que acumuló el charro Jonguitud fue tal que en 1989 el presidente Salinas de Gortari se encargó de sacarlo de circulación para legitimarse con un supuesto proyecto de democratización de la vida sindical. Claro que Salinas tuvo mucho cuidado de poner a un comité ejecutivo igualmente manipulable y antidemocrático en lugar del de J onguitud. Por su parte, Joaquin Hemández Galicia, la Quina, "líder moral" de

A pesar de las barbas. el líder de los telefonistas Francisco Hernández Juárez resuh:6 perfecta· mente domesticable .

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Las luchas de los electricistas por democratizar los sindicatos tuvieron amplias repercusiones, pues generaron otros movimientos laborales inde­ pendientes a mediados del sexenio de Luis Echeverría_ El control obrero fue tan terrible a partir de las grandes luchas de ferrocarrileros y maestros de fmes de los años cincuenta, que en la siguiente década surgió una con­ ciencia cada vez mayor de los sistemas bárbaros del charrismo y de la corrupción sindical. Ante el ejemplo de las luchas de Rafael Galván, apa­ reció pronto una oposición obrera que se extendió bien pronto, como escribió Manuel Camacho Solis, "a las más diversas ramas industriales, comerciales, a los pequefios y grandes sindicatos, a ramas avanzadas de la producción, así como a sectores tradicionales de la industria". As! apa­ recieron los sindicatos universitarios, que después se volvieron verdaderos dolores de cabeza para el régimen, y hubo movimientos importantes entre los trabajadores nucleares. los telefonistas y los maestros. En estos dos últimos casos más bien se trató de cambios para que todo quedara igual. En un principio, el de los telefonistas parecía un movimien­ to auténtico, pues el joven Francisco Hernández Juárez se lanzó contra Sa­ lustio Salgado, lider charro del Sindicato de Telefonistas de la República Mexicana (STRM) y logró una adhesión formidable que le permitió orga­ nizar un paro que se extendió a 40 ciudades_ Echeverría no quiso acabar con Hemández Juárez, y que no interviniera fue clave para Que se pudiesen llevar a cabo elecciones en el sindicato; de esa manera el joven líder, con todo y su barba, quedó en la secretaría general. Sin embargo, poco a poco fue acercándose a Fidel Velázquez y acabó despeñándose en un proceso irreversible de charrificación. En cambio, el presidente Echeverría sí se encargó de dar una "ayudadi. ta" a un grupo de maestros del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) que lidereaba Carlos Jonguitud Barrios. Las relaciones entre el cacique Manuel Sánchez Vite y el presidente, que en UD tiempo habían sido amistosas, se fueron descomponiendo, y en 1972 Echeverría lo sacó de la presidencia del PRI y en su lugar quedó Jesús Reyes HeroJes: no contento con eso, decidió desmantelarle el control del SNTE, que Sán­ chez Vite manejaba a través de Carlos Olmos, y dio la luz verde para que Jonguitud Barrios enviara un grupo, armado con metralletas, el cual to­ mó el SNTE y desconoció al comité ejecutivo. El secretario general Carlos Olmos, casualmente, acababa de presentar demandas de alza salarial. Dos años después, Jonguitud formó la Vanguardia Revolucionaria y se dejó "elegir" como "líder moral" de los maestros, que poco a poco se converti­ rían en el sindicato peor pagado del país. El desprestigio que acumuló el charro Jonguitud fue tal que en 1989 el presidente Salinas de Gortari se encargó de sacarlo de circulación para legitimarse con un supuesto pro­ yecto de democratización de la vida sindical. Claro que Salinas tuvo mu­ cho cuidado de poner a un comité ejecutivo igualmente manipulable y antidemocrático en lugar del de Jonguitud. Por su parte, Joaquín Hemández Galicia, la Quina, "líder moral" de 49

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Jonguitud Barrios y JoaQufn Hernández Galicia, lideres morales.

los petroleros, había encontrado la gallina de los huevos de oro. Desde sus headquarters en Ciudad Madero y a través del secretario general Salvador Barragán Camacho, la Quina se había enriquecido demencialmente, primero con la lucrativa venta de plazas, que en 1974 se cotizaban en 50 mil pesos. Después obtuvo autorización para hacer todo tipo de negocios con Petróleos Mexicanos, lo que le permitió crear cooperativas de consumo y una cadena de empresas sindicales. Por si fuera poco, la Quina logró, just for the sake of it, el 2 por ciento de todas las inversion~s que hiciera Pemex, lo que le representó ingresos alucinantes. Por ejemplo, en 1971 se construyo la Refinería de Tula, un inmenso complejo industrial; además de participar ventajosamente en el contratismo, la Quina obtuvo 560 millones de pesos (446,400 dólares) sólo por el2 por ciento de los 28 mil millones que costó la obra. Por esos días de 1972 también había problemas en las universidades. En Puebla, el gobernador Rafael Moreno Valle enfermó y fue reemplazado por Gonzalo Bautista O'Farrill, conspicuo miembro de la 'Oligarquía local. Desde que llegó, el n.uevo gobernador le declaró una guerra sorda a la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), dirigida por intelectuales miembros del Partido Comunista Mexicano (PCM), entonces ilegal, pero que empezaba a cobrar mucha mayor presencia en México a raíz del 68 y de los procesos de desestalinización y democratización que se dieron en los partidos comunistas de varias partes del mundo. Los conflictos entre el . gobierno-alta burguesía y la UAP, que ya habían ocurrido en 1961, vinieron a ser el primer capítulo de una serie de querellas que se dieron en distintos estados de la república entre los gobiernos locales y las universidades controladas poi izquierdistas. En Puebla los problemas se agudizaron a raíz de un aumento de tarifas de los transportes urbanos, lo que generó protestas estudiantiles y manifestaciones que salían de El Carolino, el edificio central de la universidad ubicado en el centro de la capital poblana. El gobernador Bautista O'Farrill respondió con la represión abierta, y muchas balaceras tuvieron lugar. Las cosas empeoraron cuando Alejandro Jodorowsky filmó escenas "pánicas" de su película El topo en la basilica de Puebla. La iniciativa privada conside· ró esto como una profanación y organizó una misa "de desagravio" contra la "perversidad judia", pues, decían, Jodorowsky era "judío, comunista, masónico y homosexual"; el gobernador, por su parte, argumentaba que sus opositores de la UAP era "un grupo de drogadictos, homosexuales, chantajistas"; y la iniciativa privada distribuyó volantes como éste que Carlos Monsiváis reprodujo después: "Madre de familia, si quieres que tus hijas sean unas prostitutas, mándalas al Carolino. Hermano de familia, 'si quieres ver a tus hermanos y hermanas presas de las drogas, má~alos al Carolino. Madre de familia: si quieres que tus hijos sigan la provechosa carrera del homosexualismo, mándalos al Carolino." Los problemas se agudizaron en julio, cuando fue asesinado Joel Arriaga, maestro universitario, ex líder estudiantil y ex preso politico del 68.

Carlos Jonguitud Barrios y Joaqurn Herntmdez Galicia. lideres morales.

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los petroleros, había encontrado la gallina de los huevos de oro. Desde sus headquarters en Ciudad Madero y a través del secretario general Salvador Barragán Camacho, la Quina se había enriquecido demencialmente, pri­ mero con la lucrativa venta de plazas, que en 1974 se cotizaban en 50 mil pesos. Después obtuvo autorización para hacer todo tipo de negocios con Petróleos Mexicanos, lo que le permitió crear cooperativas de consumo y una cadena de empresas sindicales. Por si fuera poco, la Quina logró,just lor the sake 01 it, el 2 por ciento de todas las inversion~s que hiciera Pe­ mex, lo que le representó ingresos alucinantes. Por ejemplo, en 1971 se construyo la Refinería de Tula, un inmenso complejo industrial; además de participar ventajosamente en el contratismo, la Quina obtuvo 560 mi­ llones de pesos (446,400 dólares) sólo por el2 por ciento de los 28 mil millo­ nes que costó la obra. Por esos dias de 1972 también había problemas en las universidades. En Puebla, el gobernador Rafael Moreno Valle enfermó y fue reemplazado por Gonzalo Bautista O'Farrill, conspicuo miembro de la -oligarquía lo­ cal. Desde que llegó, el nuevo gobernador le declaró una guerra sorda a la Universidad Autónoma de Puebla (UAP), dirigida por intelectuales miem­ bros del Partido Comunista Mexicano (PCM), entonces ilegal, pero que empezaba a cobrar mucha mayor presencia en México a raiz del 68 y de los procesos de desestalinización y democratización que se dieron en los partidos comunistas de varias partes del mundo. Los conflictos entre el . gobierno-alta burguesía y la UAP, que ya habían ocurrido en 1961, vinie­ ron a ser el primer capítulo de una serie de querellas que se dieron en dis­ tintos estados de la república entre los gobiernos locales y las universidades controladas poi izquierdistas. En Puebla los problemas se agudizaron a raiz de un aumento de tarifas de los transportes urbanos, lo que generó protestas estudiantiles y mani­ festaciones que salían de El Carolino, el edificio central de la universidad ubicado en el centro de la capital poblana. El gobernador Bautista O'Farrill respondió con la represión abierta, y muchas balaceras tuvieron lugar. Las cosas empeoraron cuando Alejandro Jodorowsky fIlmó escenas "pánicas" de su película El topo en la basílica de Puebla. La iniciativa privada conside­ ró esto como una profanación y organizó una misa "de desagravio" contra la "perversidad judia", pues, decían, Jodorowsky era "judío, comunista, masónico y homosexual"; el gobernador, por su parte, argumentaba que sus opositores de la UAP era "un grupo de drogadictos, homosexuales, chantajistas"; y la iniciativa privada distribuyó volantes como éste que Car­ los Monsiváis reprodujo después: "Madre de familia, si quieres que tus hijas sean unas prostitutas, mándalas al Carolino. Hermano de familia, .si quieres ver a tus hermanos y hermanas presas de las drogas, má~alos al Carolino. Madre de familia: si quieres que tus hijos sigan la provechosa carrera del homosexualismo, mándalos al Carolino." Los problemas se agudizaron en julio, cuando fue asesinado Joel Arria­ ga, maestro universitario, ex lider estudiantil y ex preso politico del 68. 51

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s responsabilizaron al gobernador de este crimen, y Bautista ondió entonces con la muerte del también maestro Enrique movilizaciones estudiantiles arreciaron, al igual que la camgarquía en contra de los comunistas. El primero de mayo ugar una fuerte balacera que dejó el saldo de varios muermanifestaciones que se sucedieron, el presidente Echeverría ces retirar a Bautista O'Farrill de la gubernatura por la parición de poderes. La derecha poblana amaba a su goberque organizó un paro del comercio y la industria, pero de era Bautista se fue y en su lugar quedó Guillermo Jirnénez mbargo, Echeverría ya había visto a un sector empresarial xacerbado, en plena acción opositora, lo que vendría a ser la guerra que la iniciativa privada declararía al presidente mitad del sexenio. l rector de la Universidad Nacional Autónoma de México o González Casanova, autor de La democracia en México y ntes más lúcidas del país, se vio envuelto en conflictos que ar. Es muy probable que Echeverría no simpatizara con él, que al presidente no le gustó nada que, poco antes, el rector ubiera protestado enérgica y públicamente por las reacciornadores de Nuevo León y de Puebla ante sus universidades. o, un día González Casanova constató pasmado cómo un oestudiantes se aduefiaba de la torre de rectoría de la UNAM. iguel Castro Bustos, un fósil universitario de pésima repuntor ex jipiteca MarIO Falcón, no tenian tras de sí grandes n 1968 sino que eran relativamente pocos, pero muy seguros dada la evidente protección que disfrutaban. Por supuesto, r 'por "muy revolucionarios" y pedían, en serio, que se les a facultad de Derecho l1lediante la revalidación de unas asigbadas en la Escuela Nacional de Maestros" y cursando unas ias que ellos mismos habían escogido. El rector consideró das eran demenciales y supuso que la policía sacaría a los s se trataba de un delito de orden común. Sin embargo las hicieron las locas con el pretexto de que no querían violar universitaria. Mientras, Falcón se entretenia pintando deplodel Che Guevara en rectoría y Castro Bustos se divertía d·e. ález Casanova envió a una pequefia comisión con el presia intervención de la fuerza pública. Echeverría dijo que sí, n que le presentaran la petición por escrito, a lo cual el pues estaban muy abiertas las heridas que dejó la invasión 1968 y él no quería verse como el responsable de una nueva policía en el campus universitario. Por tanto, los porros se quisieron, y González Casanova fue criticado por "débil". que, unos cuantos afios después, y aunque la ocasión en eramente distinta, el rector Guillermo Soberón pidiese, y ob-

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Pablo González Casanova. rector de la UNAM y autor de LB democracio en México.

Los estudiantes responsabilizaron al gobernador de este crimen, y Bautista O'Farrill respondió entonces con la muerte del también maestro Enrique Cabrera. Las movilizaciones estudiantiles arreciaron, al igual que la cam­ paña de la oligarquía en contra de los comunistas. El primero de mayo de 1973 tuvo lugar una fuerte balacera que dejó el saldo de varios muer­ tos. Ante las manifestaciones que se sucedieron, el presidente Echeverría decidió entonces retirar a Bautista O'Farrill de la gubernatura por la vía de la desaparición de poderes. La derecha poblana amaba a su gober­ nador, así es que organizó un paro del comercio y la industria, pero de cualquier manera Bautista se fue y en su lugar quedó Guillermo Jiménez Morales. Sin embargo, Echeverría ya había visto a un sector empresarial intolerante y exacerbado, en plena acción opositora, lo que vendría a ser un anticipo de la guerra que la iniciativa privada declararía al presidente en la segunda mitad del sexenio. En tanto, el rector de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Pablo González Casanova, autor de La democracia en México y una de las mentes más lúcidas del país, se vio envuelto en conflictos que no pudo sortear. Es muy probable que Echeverría no simpatizara con él, pero es cierto que al presidente no le gustó nada que, poco antes, el rector de la UNAM hubiera protestado enérgica y públicamente por las reaccio· nes de los gobernadores de Nuevo León y de Puebla ante sus universidades. En todo caso, un día González Casanova constató pasmado cómo un grupo de seudoestudiantes se adueñaba de la torre de rectoría de la UNAM . Los líderes, Miguel Castro Bustos, un fósil universitario de pésima repu· tación, y el pintor ex jipiteca MarIO Falcón, no tenían tras de sí grandes masas como en 1968 sino que eran relativamente pocos, pero muy seguros de sí mismos dada la evidente protección que disfrutaban. Por supuesto, se hacían pasar ·por "muy revolucionarios" y pedían, en serio, que se les inscribiese en la facultad de Derecho mediante la revalidación de unas asig­ naturas "aprobadas en la Escuela Nacional de Maestros" y cursando unas cuantas materias que ellos mismos habían escogido. El rector consideró que las demandas eran demenciales y supuso que la policía sacaría a los invasores, pues se trataba de un delito de orden común. Sin embargo las autoridades se hicieron las locas con el pretexto de que no querían violar la autonomia universitaria. Mientras, Falcón se entretenía pintando deplo­ rables murales del Che Guevara en rectoría y Castro Bustos se divertía de lo lindo. González Casanova envió a una pequeña comisión con el presi­ dente y pidió la intervención de la fuerza pública. Echeverría dijo que sí, pero insistió en que le presentaran la petición por escrito, a lo cual el rector se negó, pues estaban muy abiertas las heridas que dejó la invasión del ejército en 1968 y él no quería verse como el responsable de una nueva entrada de la policía en el campus universitario. Por tanto, los porros se fueron cuando quisieron, y González Casanova fue criticado por "débil". Eso permitió que, unos cuantos años después, y aunque la ocasión en verdad era enteramente distinta, el rector Guillermo Soberón pidiese, y ob-

Pablo González Casanova. rector de la UNAM y autor de LB demOCf8ci8 en M~xjco .


rada de las fuerzas públicas en la UNAM. ro de la "reforma educativa de Luis Echeverría" se propugran medida, desmantelar de diversas maneras el brote de diantiles como la de 1968. Con este fm todas las escuelas alieron del centro de la ciudad de México y se esparcieron s. También surgieron las extensiones universitarias de AcaY se crearon los Colegios de Bachilleres y los Colegios de manidades (CCH). s, surgidos durante la rectoría de González Casanova, eran para los miles de jóvenes rechazados de las escuelas prepaas y se proponian formar profesionales "críticos y comprol país mediante un moderno sistema de educación". Sin CCH se volvieron un problema para el gobierno, pues estutros, bajo el influjo del 68, tendían a la conciencia política. preocupó porque ellO de junio de 1971, a escasos cuatro ación, el contingente de ceceacheros fue uno de los más nuusiastas de la manifestación. ejores maneras de encarar este problema, el estilo personal rría introdujo la alta violencia en los planteles. Los CastÍ-o es y demás porros disfrazados o no de "revolucionarios" ún en esos dias. La violencia era terrible en muchas escuelas muy especialmente en los CCH, donde jóvenes con armas de aban a los estudiantes y las balaceras menudeaban. Muchos stentes, "o madrinas", de los agentes policiacos, yJ!ttDS..J:@Il y contentos de recibir dinero, armas y luz verde para echar curo del mundo. La infiltración de porros pagados y armaada por funcionarios escolares o por nóminas gubernamentos confidenciales, por autorización presupuestal, están sus propias partidas y su propio y también confidencial sisobaciones", escribió, impasible, José López Portillo), con ráfico de drogas, violaciones, degradación y terror. Todo os CCH se hundieran en problemas e inercia educativa y poconcepción original. A fines de los aílos setenta, los estuudad de México, como se quería, se habían despolitizado n a movilizarse hasta 1986. los empleados y profesores de las universidades sí se politise formó el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la AM), dirigido por Evaristo Pérez Arriola (conocido también ), Nicolas Olivos Cuéllar y Eliezer Morales, quienes crearon del Sindicatos de Trabajadores Universitarios (FSTU). Los UNAM chocarOn con el rector Pablo González Casanova. En principio no parecía haber excesivos problemas, pues, aunque agraciaba en lo más minimo el surgimiento de un sindicato l rector era un hombre democrático y no lo objetaba. Sin egociaciones se empantanaron y se enconaron por cuestio-

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tuviera, la entrada de las fuerzas públicas en la UNAM. El lado oscuro de la "reforma educativa de Luis Echeverría" se propu­ so, y logró en gran medida, desmantelar de diversas maneras el brote de rebeliones estudiantiles como la de 1968. Con este fm todas las escuelas preparatorias salieron del centro de la ciudad de México y se esparcieron por todas partes. También surgieron las extensiones universitarias de Aca­ t1án y Aragón. Y se crearon los Colegios de Bachilleres y los Colegios de Ciencias y Humanidades (CCH). Estos últimos, surgidos durante la rectoría de González Casanova, eran una alternativa para los miles de jóvenes rechazados de las escuelas prepá­ ratorias públicas y se proponian formar profesionales "críticos y compro­ metidos con el país mediante un moderno sistema de educación". Sin embargo, los CCH se volvieron un problema para el gobierno, pues estu­ diantes y maestros, bajo el influjo del 68, tendían a la conciencia polítíca. El gobíerno se preocupó porque el lO de junio de 1971, a escasos cuatro meses de su creación, el contingente de ceceacheros fue uno de los más nu­ merosos y entusiastas de la manifestación. A falta de mejores maneras de encarar este problema, el estilo perso~aJ de Luis Echeverría introdujo la alta violencia en los planteles. Los Castro Bustos, Falcones y demás porros disfrazados o no de "revolucionarios" eran cosa común en esos días. La violencia era terrible en muchas escuelas públicas, pero muy especialmente en los CCH, donde jóvenes con armas de fuego aterrorizaban a los estudiantes y las balaceras menudeaban. Muchos de ellos eran asistentes, "o madrinas" , de los agentes policiacos, y...mr~an muchachos muy contentos de recibir dinero, armas y luz verde para echar el relajo más oscuro del mundo. La infiltración de porros pagados y arma­ dos era solventada por funcionarios escolares o por nóminas gubernamcm­ tales ("los gastos confidenciales, por autorización presupuestal, están protegidos por sus propias partidas y su propio y también confidencial sis­ tema de comprobaciones", escribió, impasible, José López Portillo), con su secuela de tráfico de drogas, violaciones, degradación y terror. Todo esto hizo que los CCH se hundieran en problemas e inercia educativa y po­ co quedó de su concepción original. A fines de los años setenta, los estu­ diantes de la ciudad de México, como se quería, se habían despolitizado y sólo volverían a movilizarse hasta 1986. En cambio, los empleados y profesores de las universidades sí se politi­ zaron. En 1972 se formó el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM), dirigido por Evaristo Pérez Arriola (conocido también como Charriola), Nicolas Olivos Cuéllar y Eliezer Morales, quienes crearon la Federación del Sindicatos de Trabajadores Universitarios (FSTU). Los líderes del STEUNAM chocarOn con el rector Pablo González Casanova. En realidad, en un principio no parecía haber excesivos problemas, pues, aunque al sistema no le agracjaba en lo más mínimo el surgimiento de un sindicato universitario, el rector era un hombre democrátíco y no lo objetaba. Sin embargo, las negociaciones se empantanaron y se enconaron por cuestio­

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nes menores, como la cláusula de exclusión que pedia el sindicato, y a la larga González Casanova optó por renunciar. En enero de 1973 el STEUNAM fue reconocido oficialmente (afios después, en 1977, se convirtió en STUNAM), y así se inició la expansión de los sindicatos universitarios en varios centros educativos. El para entonces ilegal Partido Comunista Mexicano (PCM), que carecía de influencia real entre los campesinos y la clase obrera, su medio idóneo, y que a partir de los años sesenta se pobló por jóvenes e intelectuales de clase media, en la década siguiente logró hacerse fuerte en varias universidades estatales, especialmente en las de Puebla, Sin aloa, Guerrero y Oaxaca; éstas trataron de convertirse en "universidades populares" y politizar a jóvenes, campesinos y obreros pobres, 10 cual trajo consigo la furia de las oligarquías y sus gobiernos locales más los consiguientes, graves, conflictos sociales. Las universidades populares sin duda tuvieron aciertos, pues acogían muchos buenos planes culturales, pero también es verdad que las claras finalidades políticas enturbiaban notablemente la función educativa. Después de los problemas de Puebla tuvieron lugar los de Sinaloa, donde se vivía la pesadilla del grupo seudoestudiantir "los enfermos" que hacía honor a su nombre y que, como era la costumbre de la época, también se hacía pasar por "ultraízquierdista". Por cierto, por esas fechas en Sinaloa se vivía también la aparición de los jóvenes conocidos como los cholos, un fenómeno contracultural que, como los pachucos, venía de los chicanos de Estados Unidos, y el auge del narcotráfico. Durante la segunda mitad del sexenio de Luis Echeverría tuvo lugar el arresto de Alberto Sicilia Falcón, carismático cubano dedicado a la compraventa de cocaína y mariguana, el primer narcotraficante de peso pesado que se volviera legenderario, como Arturo Durazo y Rafael Caro Quintero aílos después. La vida en las escuelas públicas fue muy agitada durante el echeverrismu...Desde un principio, el presidente habló de una reforma educativa, y culminó sus discursos en la Ley Federal de Educación de 1973. La tal reforma, como dice Olac Fuentes Molinar, "no fue en ningún momento un proyecto coherente, ni en la teoría ni en la práctica, sino más bien un conjunto de medidas que obedecían a diferentes propósitos y que no se desviaron en lo esencial de las líneas seguidas en las décadas anteriores". Por una parte, el presupuesto educativo aumentó en 14 veces y eso permitió ¡abrir nuevas escuelas, lo cual urgia. Sin embargo, la educación prosiguió su carácter vertical, paternalista y en el fondo elitista, y los maestros, especialmente en las primarias y secundarias, padecieron como antes la corrupción sindical desaforada. Las escuelas privadas, por su parte, aumentaron y siguieron siendo conSentidas por el gobierno. También se inició la tendencia a enfatizar los lados técnicos de la educación y se crearon 857 escuelas técnicas secundarias e institutos tecnológicos en todo el país, para los jóvenes de escasos recursos se conformaran con aspirar a trabajos mal ¡pagados en el gobierno o la iniciativa privada. Lo más relevante, y conflictivo, de la "reforma educativa" fue la elaboración del libro de texto gra-

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nes menores, como la cláusula de exclusión que pedia el sindicato, y a la larga González Casanova optó por renunciar. En enero de 1973 el STEUNAM fue reconocido oficialmente (años des­ pués, en 1977, se convirtió en STUNAM), y así se inició la expansión de los sindicatos universitarios en varios centros educativos. El para entonces ilegal Partido Comunista Mexicano (PCM), que carecía de influencia real entre los campesinos y la clase obrera, su medio idóneo, y que a partir de los anos sesenta se pobló por jóvenes e intelectuales de clase media, en la dé­ cada siguiente logró hacerse fuerte en varias universidades estatales, espe­ cialmente en las de Puebla, Sinaloa, Guerrero y Oaxaca; éstas trataron de convertirse en "universídades populares" y politizar a jóvenes, campe­ sinos y obreros pobres, lo cual trajo consigo la furia de las oligarquías y sus gobiernos locales más los consiguientes, graves, conflictos sociales. Las universidades populares sin duda tuvieron aciertos, pues acogían muchos buenos planes culturales, pero también es verdad que las claras finalida­ des políticas enturbiaban notablemente la función educativa. Después de los problemas de Puebla tuvieron lugar los de Sinaloa, donde se vivía la pesadilla del grupo seudoestudiantir "los enfermos" que hacía honor a su nombre y que, como era la costumbre de la época, también se hacía pasar por "ultraizquierdista". Por cierto, por esas fechas en Si­ naloa se vivía también la aparición de los jóvenes conocidos como los cho­ los, un fenómeno contracultural que, como los pachucos, venía de los chícanos de Estados Unidos, y el auge del narcotráfico. Durante la segun­ da mitad del sexenio de Luis Echeverría tuvo lugar el arresto de Alberto Sicilia Falcón, carismátíco cubano dedícado a la compraventa de cocaína y mariguana, el primer narcotraficante de peso pesado que se volviera le­ genderario, como Arturo Durazo y Rafael Caro Quintero años después. La vida en las escuelas públicas fue muy agitada durante el echeverris­ mo..-Desde un principio, el presidente habló de una reforma educativa, y culminó sus discursos en la Ley Federal de Educación de 1973. La tal re­ forma, como dice Olac Fuentes Molinar, "no fue en ningún momento un proyecto coherente, ni en la teoría ni en la práctica, sino más bien un con­ junto de medidas que obedecían a diferentes propósitos y que no se des­ viaron en lo esencial de las líneas seguidas en las décadas anteriores". Por una parte, el presupuesto educativo aumentó en 14 veces y eso permitió ¡¡brir nuevas escuelas, lo cual urgia. Sin embargo, la educación prosiguió su carácter vertical, paternalista y en el fondo elitista, y los maestros, es­ pecialmente en las primarias y secundarias, padecieron como antes la corrupción sindical desaforada. Las escuelas privadas, por su parte, aumen­ taron y siguieron siendo conSentidas por el gobierno. También se inició la tendencia a enfatizar los lados técnicos de la educación y se crearon 857 escuelas técnicas secundarias e institutos tecnológicos en todo el país, para los jóvenes de escasos recursos se conformaran con aspirar a trabajos mal pagados en el gobierno o la iniciativa privada. Lo más relevante, y conflic­ tivo, de la "reforma educativa" fue la elaboración del libro de texto gra­

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tuito con la participación de grupos mterdisciplinarios que trataron de elaborar un texto no sólo al dia, sino de avanzada. Cuando apareció, éste fue objeto de fuertes ataques, más virulentos aún que en época de López Mateos. Como se ha dicho, Echeverría "logró la incorporación de la élite uni­ versitaria a la administración pública", para lo cual apoyó al Colegírr de México, al cual, en el siguiente sexenio, le brotó también su sindicato. No hay duda de que, al menos en teoría, el presidente se preocupó por el desarrollo de la ciencia y la tecnología, siempre postergado en nuestro país. '5e buscaba una "autodeterminación cientifico-tecnológica". Desde diciembre de 1970 el presidente creó el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) para "planear, fomentar y coordinar las actividades científicas y tecnológicas"; se buscó también la obtención de recursos para progra­ mas, investigaciones y proyectos, y la dotación de becas para estudios de posgrado. Este nuevo organismo, dirigido por Edmundo Flores, recibió un apoyo definitivo por parte del presidente, pues la dependenci¡:, para entonces dramática, en las patentes e innovaciones que se daban en el campo tecnológico permitía a las grandes transnacionales ganancias cuantiosas, además de que le daba una creciente influencia política en el país. La im­ portación de tecnologías, sin considerar los costos económicos, ecológícos y culturales, siempre había sido protegida e incluso subvencionada por el estado, además de que las empresas después la amortizaban mediante el cómodo y usual expediente de aumentar el precio de los productos. Además del Conacyt, Echeverría propuso una ley sobre el Regístro de Transferencia de Tecnología y el UsO y Explotación de Patentes y Marcas, y en 1973 otra ley para Promover la Inversión Mexicana y Regular la In­ versión Extranjera, que levantaron ruidosas protestas de la Asociación Nacional de Banqueros y de las empresas transnacionales. Esta ley en sí no iba muy lejos, pero Echeverría la consideró Toda una Mexicanización. Por último, en 1973 también se elaboró un Plan Nacional de Ciencia y Tecnología para garantizar la anhelada autodeterminación, la cual, por su­ puesto, nunca se logró, pero, como dice Enrique Leiff, sirvió como "ex­ tensión de la apertura democrática" al generar un amplio debate sobre el tema entre la comunidad científica, lo cual para muchos ya era algo , aunque se tratara de mucho 'ruido y poquísimas nueces .

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Hacia 1972, el presidente Echeverría ya había eliminado al jefe del De­ partamento del Distrito Federal y al de la policía capitalina, a dos gober­ nadores y, ya picado. también removió a Manuel Sánchez Vite. presi­ dente del PRI. Para sustituirlo sacó un as de la manga y mandó llamar al máximo intelectual del régimen, Jesús Reyes Heroles, quien, para sorpre­ sa de todos, desde un principio no se anduvo por las ramas y decidió po_ ner en práctica las ideas de crítica que tanto pregonaba Echeverría. En junio de 1972 sorprendió a toda la banda revolucionaria al aludir a las conduc­

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La revolución cultural

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Mientras Luis Echeverría avanzaba exitosamente en su proceso de descomponer el país, la cultura, por su propio vuelo, se desarrollaba de una forma notable. Ya que la cerrazón del sistema hacía que las principales aspiraciones políticas del 68 no se cumplieran, la sociedad mexicana, poco a poco, fue mostrando una voluntad de expresión nunca vista. En el teatroJlor ejemplo, Emilio Carballido se preocupaba por recopilar los materiales de..Ieaii.aj.aven de Méxü;p, antología exitosísima que incluyó a nuevos

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provino en su mayor parte de estratos de la clase media de las ciudades. En el campo, como siempre, los votos fueron para el PRI. No obstante, Cosío Villegas consideró que el PRI no perdia el poder, pero sí terreno, y que el gobierno debería preocuparse seriamente por "este deterioro de su prestigio y efectividad". Don Daniel también conjeturó que, al parecer, sólo un desprendimiento del PRI podría dar lugar a un nuevo partido fuerte e independiente, lo cual, como se sabe, llegó a ocurrir en 1988. Por últi­ mo, la abstención, del 34 por ciento, resultó escandalosa, y el mismo Co­ sío Villegas reflexionó que el abstencionismo no sólo era un fenómeno general sino deliberadamente provocado, pues sin duda sólo favorecía al régimen. De cualquier manera, el periodista y pescador de perlas Nikito Nipongo, alias Raúl Prieto, se lanzó entusiasmado a la formación del PAM, el Partido Abstencionista Mexicano, pues ése sí que ganaba siempre. Pero la población no parecía muy interesada en cuestiones electorales; más bien se apasionaba aún por un fenómeno enteramente nuevo que había aparecido a fines de 1972: los siniestros "rumores desestabilizado­ res", que sin duda eran un corolario de la pugna creciente entre los ricos y Echeverría, y de las modernas tácticas importadas de Chile. En ese mo­ mento el rumor fue el del "sextrangulador" . La clase media de la ciudad de México de pronto sólo hablaba de un misterioso sicótico que violaba y estrangulaba (o al revés, vaya uno a saber) a mujeres en los almacenes comerciales, primero del norte y luego del sur de la ciudad. El rumor cre­ ció y creció, generando la paranoia de la clase media. Otro rumor, clara­ mente importado del cacerolismo chileno, fue el de la escasez. Corría la V07- de que se acababan los alimentos y de que urgía adquirir, cuanto an­ tes, todo lo que se encontrara en las tiendas. No faltaron las compras de pánico, pues el sistema de los rumores, uno de los recursos más detesta­ bles de las guerras sucias, funcionaba notablemente bien en México; la gente, clase media en especial, los acataba sin discusión y los transmitía con el placer morboso del chisme caliente y con el dudoso prestigio de "estar en­ terada". Carlos Monsiváis más tarde explicó que un grupo de mujeres, li­ gado a los grupos católicos ultraderechistas, iniciaba la operación mediante una "cuota mínima de llamadas telefónicas" que difundía el rumor como relámpago

provino en su mayor parte de estratos de la clase media de las ciudades. En el campo, como siempre, los votos fueron para el PRl. No obstante Cosío Villegas consideró que el PÚ no perdia el poder, pero sí terreno, ; que el gobierno debería preocuparse seriamente por "este deterioro de su prestigio y efectividad" . Don Daniel también conjeturó que, al parecer, sólo un desprendimiento del PRI podría dar lugar a un nuevo partido fuerte e independiente, lo cual, como se sabe, llegó a ocurrir en 1988. Por último , la abstención, del 34 por ciento, resultó escandalosa, y el mismo Cosío Villegas reflexionó que el abstencionismo no sólo era un fenómeno general sino deliberadamente provocado, pues sin duda sólo favorecía al régimen. De cualquier manera, el periodista y pescador de perlas Nikito Nipongo, alias Raúl Prieto, se lanzó entusiasmado a la formación del PAM, el Partido Abstencionista Mexicano, pues ése sí que ganaba siempre. Pero la población no parecía muy interesada en cuestiones electorales; más bien se apasionaba aún por un fenómeno enteramente nuevo que había aparecido a fines de 1972: los siniestros "rumores desestabilizadores", que sin duda eran un corolario de la pugna creciente entre los ricos y Echeverría, y de las modernas tácticas importadas de Chile. En ese momento el rumor fue el del "sextrangulador". La clase media de la ciudad de México de pronto sólo hablaba de un misterioso sicótico que violaba y estrangulaba (o al revés, vaya uno a saber) a mujeres en los almacenes comerciales, primero del norte y luego del sur de la ciudad. El rumor creció y creció, generando la paranoia de la clase media. Otro rumor, claramente importado del cacerolismo chileno, fue el de la escasez. Corría la vo,!- de que se acababan los alimentos y de que urgía adquirir, cuanto antes, todo lo que se encontrara en las tiendas. No faltaron las compras de pánico, pues el sistema de los rumores, uno de los recursos más detestables de las guerras sucias, funcionaba notablemente bien en México; la gente, clase media en especial, los acataba sin discusión y los transmitía con el placer morboso del chisme caliente y con el dudoso prestigio de "estar enterada" . Carlos Monsiváis más tarde explicó que un grupo de mujeres, ligado a los grupos católicos ultraderechistas, iniciaba la operación mediante una "cuota minima de llamadas telefónicas" que difundía el rumor como relámpago

tas del presidente: "No debemos asustar inútilmente por aesplantes verba­ les, por radicalismos de palabra, por pirotecnia ideológica", dijo. "No sembrar esperanzas falsas ni producir miedos innecesarios. Los deslices ver­ bales cuestan muy caros. Se cobra lo dicho y lo no hecho, cuando, revolu­ cionariamente, lo importante, más que decir, es haéer"." Si estas declaraciones sorprendieron a los prüstas, éstos se quedaron pas­ mados cuando Reyes Heroles tampoco titubeó en dar su punto de vista sobre la campaña contra los emisarios del pasado: "Sí, la vieja política fue mala, pero supo coordinar intereses antitéticos, pudo superar condi­ ciones en apariencia insuperables, salvaguardó varias veces la supervivencia nacional, nos permitió avanzar y gracias a ella hoy puede haber una nueva política." Echeverría no 6UpO qué decir ni qué hacer ante esta franca trans­ gresión de las reglas no escritas del sistema, las cuales estipulaban que el presidente era intocable; una vez que saliese se podía atacarlo y criti­ carlo, pero nunca cuando se hallaba en funciones. Echeverría aguantó el desplante, pero empezó a incubar resentimientos contra el nuevo pre-­ sidente del PRI. Nadie sabía para entonces que apenas se trataba del pri­ mer capítulo de una pugna que daría mucho que hablar. En ese 1972, con vistas a las elecciones de diputados del año siguiente, Echeverría modificó (una vez más) la ley electoral, con el fm de aumentar el minimo de habitantes de los distritos electorales en un país cuya pobla­ ción crecía en una proporción desmedida. También se redujo a 21 años la edad mínima para ser diputado, y a 30 para las senadurías. Y se dismi­ nuyó, del 2.5 a 1.5 por ciento, el porcentaje de votación necesario para que los partidos políticos conservaran el registro y alcanzaran diputacio­ nes plurinominales, que, además, aumentaron a 25. En buena medida esto se hacía para salvar a los partidos para.estatales Auténticos de la Revolu­ ción Mexicana (PARM) y Popular Socialista (PPS) que, se pensaba, difícil­ mente alcanzarían el 2.5 por ciento de la votación y corrían el riesgo de perder el registro. También se permitió a la oposición el acceso a los medios de difusión (al menos en teoría, pues en la práctica esto se abrió y se cerró según convenía al régimen), se le otorgó franquicia postal y telegráfica, y voz y voto en comités locales, distritales y en casillas electorales. Por supuesto, de más está decir que,. como siempre, el gobierno conservó el control total de los mecanismos electorales para las consabidas necesida­ des de alquimia de las votaciones. Con el camino allanado, las elecciones de 1973 resultaron más bien abu­ rridas pues la aplanadora priísta, según las volátiles cifras oficiales, se llevó el 70 por ciento de los votos. Sin embargo, esa vez hubo efectos nota­ bles: la decisión de disminuir al 1.5 por ciento el mínimo de votación para conservar el registro permitió que el PARM pasara de panzazo con el 1.82 por ciento de los votos (y un diputado de mayoría). La ilusión de un juego democrático en el país se alimentó mejor con el fabuloso 3.61 que obtuvo el PPs, que le permitió tener varios diputados de partido. Por su parte, el PAN recogió más votos que nunca y el 14.60 de la votación que obtuvo

La revolución cultural

Mientras Luis Echeverría avanzaba exitosamente en su proceso de descom­ poner el país, la cultura, por su propio vuelo, se desarrollaba de una for­ ma notable. Ya que la cerrazón del sistema hacía que las principales aspiraciones políticas del 68 no se cumplieran, la sociedad mexicana, poco a poco, fue mostrando una voluntad de expresión nunca vista. En el tea­ tro,~r ejemplo, Emilio Carballido se preocupaba por recopilar los mate­ riales de.Ieaii.ojoven de México, antología exitosísima que incluyó a nuevos

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de publicar excelente nadel teatro mexicano. Foto

Los talleres de dramaturgos de Hugo Argüelles ron la Nueva Dramaturgia Mexicana.

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Emilio Carballido, además de publicar excelente na­ rrativa, continuó a la cabeza del teatro mexicano. Foto de Carole Patterson.

autores como Oscar Villegas, Pilar Campesino, Oscar Liera, Jesús Gonzá· lez Dávila, Wilebaldo López, o Alejandro Licona; al igual que Hugo Ar­ güelles, Carballido también coordinaba talleres de escritores de teatro, de los que,. en..el siguiente sexenio. salió IaJla¡nada Nueva Dramaturgia Me· xicana. Vicente.Lenero. por su parte, sucumbió ante elhechizo .lkl teat(.o desde que, a fines de 10s..§etentaJ Ignacio Rete.s le montó Pueblo rechazado, so­ bre el padre Lemercier y sus Monjes Sicoanalizados; el éxito de esta obra alentó la perseverancia de Leñero, quien se reveló como un autor mayor durante el sexenio de Echeverría. Los albañiles, El juicio y Los hijos de Sánchez, todas dirigidas por Ignacio Retes, ~vieron mucho éxito, pero tamo bién tuvieron .que. enfrentarse a la censura, pues, micmtras ¡;-cheverría peroraba de libertad de expresión, .en la práctica las oficinas de "s1;!)Jervi­ sión", eufemismo con que se disfrazaba a la censura, seguían tan cerradas como antes Ysólo se fueron abrIendo ante las]üchas de gente como Leñe­ w y Retes, que no se resignaban a esas formas inquisitoriales. Otras obras fuertemente censuradas en ese periodo fueron Octubre terminó hace mu­ cho tiempo, de Pilar Campesino; y Círculo vicioso, de José Agustín. Alejandro J odorowsky, por su parte, cosechó grandes éxitos con su comic "esotérico" Fábulas pánicas, que aparecía en el suplemento cultu­ ral de El Heraldo de México; también tuvo mucho éxito con su adaptación libérrima de El juego que todos jugamos, y pronto regresó al cine con El topo. Esta película entusiasmó en Nueva York al ex beatle John Lennon, quien patrocinó La montaña sagrada. Con este film Alexandro cerró su etapa mexicana, que ciertamente fue muy estimulante, y, ya como celebri­ dad internacional, se concentró en la producción de Dunas, la gran novela de Frank Herbert, que a la larga no pudo filmar. En realidad, durante los setenta el teatro se expandió en todos sentidos. En la ciudad de México, la clase media le agarró gusto a los refritos de éxitos de Broadway que Manolo Fábregas escenificaba en el teatro de su propio nombre. El teatro culto era puesto por los grupos universitarios, en los que el director Juan José Gurrola era maestro absoluto; por Bellas Arte.s, con su máxima estrella el director Julio Castillo; o por la Compañía Nacional de Teatro, que operaba en el teatro Jiménez Rueda. Los actores mas destacados eran Ofelia Guilmain, Carlos Ancira, Sergio Bustamante, Juan Carlos Ruiz, Aarón Hernán, Carlos Bracho, Lilia Aragón, Héctor Ortega, Sergio Jiménez, Eduardo López Rojas, Octavio Galindo, Sergio Ramos, José Alonso, Susana Alexander ,' Marta Aura y Luis Torner, entre muchos otros. Por cierto, Fanny Cano murió durante el sexenio de Luis Echeverría. También.se empezó a dar un teatro vilmente comercial, populachero, que explotó el nudismo incipiente y la comicidad alburesca, y que al poco rato llenó fas carteleras con títulos de doble sentido. Este horror de teatro, por cierto, asaltó al cine con gran éxito comercial durante el sexenio de José López Portillo.

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autores como Oscar Villegas, Pilar Campesino, Oscar Liera, Jesús Gonzá· lez Dávila, Wilebaldo López, o Alejandro Licona; al igual que Hugo Argüelles, Carballido también coordinaba talleres de escritores de teatro, de los que, en.el siguiente sexenio, salió laJlama@ Nu_e~amaturgia Me· xicana. Vicente..Leftero., por su parte, sucumbió ante el hechizo .Qdteat(9 desde que, a fines d~ los setent~ I~nacio Rete¡¡le montó-Pueblo rechazado, sobre el padre Lemercier y sus Monjes Sicoanalizados; el éxito de esta obra alentó la perseverancia de Leñero, quien se reveló como un autor mayor durante el sexenio de Echeverría. Los albafliles, El juicio y Los hijos de Sánchez, todas dirigidas por Ignacio Retes, ~vieron mucho éxito, pero también tuvier..on ..que enfr~ntarse a la censura, pues, mientras E"cbeverría peroraba de libertad de expresión. en la práctica las oficinas de "sl!Pervisión", eufemismo corrque se disfrazaba a la censura, seguian tan cerradas como antes y.sólose-fueron abnendo amelas ruchas de gente como Leñere y Retes, que no se resignaban a esas formas inquisitoriales. Otras obras fuertemente censuradas en ese periodo fueron Octubre terminó hace mucho tiempo, de Pilar Campesino; y Círculo vicioso, de José Agustín. Alejandro J odorowsky, por su parte, cosechó grandes éxitos con su comic "esotérico" Fábulas pánicas, que aparecía en el suplemento cultu· ral de El Heraldo de México; también tuvo mucho éxito con su adaptación libérrima de El juego que todos jugamos, y pronto regresó al cine con El topo. Esta película entusiasmó en Nueva York al ex beatle John Lennon, quien patrocinó La montafla sagrada. Con este film Alexandro cerró su etapa mexicana, que ciertamente fue muy estimulante, y, ya como celebridad internacional, se concentró en la producción de Dunas, la gran novela de Frank Herbert, que a la larga no pudo filmar. En realidad, durante los setenta el teatro se expandió en todos sentidos. En la ciudad de México, la clase media le agarró gusto a los refritos de éxitos de Broadway que Manolo Fábregas escenificaba en el teatro de su propio nombre. El teatro culto era puesto por los grupos universitarios, en los que el director Juan José Gurrola era maestro absoluto; 'por Bellas Art!l$, con su máxima estrella el director Julio Castillo; o por la Compaftía NacionaL de Teatro. que operaba en el teatro Jiménez Rueda. Los actores mas destacados eran Ofelia Guilmain, Carlos Ancira, Sergio Bustamante, Juan Carlos Ruiz, Aarón Hernán, Carlos Bracho, Lilia Aragón, Héctor Ortega, Sergio Jiménez, Eduardo López Rojas, Octavio Galindo, Sergio Ramos, José Alonso, Susana Alexander : Marta Aura y Luis Torner, entre muchos otros. Por cierto, Fanny Cano murió durante el sexenio de Luis Echeverría. Tam ·én.se empezó a dar un teatro vilmente comercial. populachero, que explotó el nudismo incipiente y la comicidad alburesca, y. que al poco rato llenó las carteleras con títulos de doble sentido. Este borror de teatro, por cierto, asaltó al cine con gran éxito comercial durante el sexenio de José López Portillo.

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El novelista Vicente Leñero pasó al teatro con gran éxito desde fines de los sesenta. Foto de Carole Patterson.

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Julio Castillo fue la revelaci贸n en la direcci贸n la 茅poca.

La ex del ex Irma Serrano, la TIgresa.

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Cerca de estos engendros hay que ubicar a dos fenómenos teatrales que Carlos Monsiváis cronicó estupendamente: uno de ellos fue protagoniza­ do ~n 1973 por Irma Serrano quien logró un estreno rumbosísimo de (o! all plays) Naná. "¡Puta Irma!" ,le gritaba el público. "¡Pl!ta tu maJjre!", respondía la Tigresa, imperturbable, hasta que logró un silencio reverente cuando se descubrió el pecho, y pasmo primordial durante sus escenas "Jes­ bicas" que nunca se habían visto tan explícitamente en el teatro mexicano. Para concluir, Irma Serrano "toda, toda se desnudó", como la encuerada de Avándaro. Dos años después, el escándalo corrió a cargo de Isela Vega, quien la hacía en grande por aquello de que jalan más dos tetas que dos carretas; las de Isela eran bien concretas, y ella decidió lucirlas en los escenarios a . través de una versión ad hoc de Juegos de amor, melodrama de Wilberto Cantón. En las representaciones, por lo general Isela sostenía ágiles inter­ cambios de leperadas con el público, pero el clímax tuvo lugar en TuxtIa Gutiérrez. donde el respetable estaba bravísimo, "a nível masturbatorio", amontonado junto al templete. "Que llego y .que empieza la invasión de Mongo", relató Isela, "y que suben y siguen subiendo los hijos de la chin· gada. De repente llegó el derrumbadero, la feria del costalazo, cuerpo contra cuerpo y chingue a su madre el que se voltee. A los músicos los sacaron del escenario, les hicieron mierda los instrumentos. ¡Rájale! Yo me quise ir a un rincón, pero era inútil, y de pronto me vine a encontrar ya entre las sillas. Me seguía una bola y yo me caía y me levantaba y me destrozaban toda la ropa, como que les daba más ánimo el sonido de cada jalón. ¡Uta madre! Sólo el Chato y el Burgueño me defendían: '¡Déjenla, cabrones, sáquense!', decían, pero todos se abrían las braguetas y se me lanzaban en posición de flimes, y en el camino se iban quitando unos a otros. Eso sí fue un intento de violación colectiva. Ni a la MaIinche, me cae. El Chato dice, yo de plano no me acuerdo, que uno me besaba las chichis, furioso, con un hijo-de-la·chingada-look muy grueso. Yo ya estaba completamen­ te desnuda, excepto las botas. Hasta entonces llegaron los granaderos, y yo salí mentando madres. 'Pinches cabrones, así serán buenos.' Nunca la he visto tan fea." Por cierto, Carlos Monsiváis consideró que esta anéc­ dota permitía ver hasta qué punto, en 1975, las "malas palabras" ya se habían extendido irreversiblemente en México. Años después ya ni siquie­ ra los políticos las evitaban en sus declarackmes a la prensa. El cine, por su parte, fue apoyado a fondo por el presidente Echeverría; su hermano Rodolfo habla trabajáao en muchas películas como Rodolfo Landa y después fue secretario general de la Asociación Nacional de Acto­ res (ANDA); Rodolfo Echeverría era un auténtico hombre de cine y nadie vio como nepotismo' su nombramiento de director del Banco Cinemato­ gráfico y cabeza virtual de toda la industria. Por si fuera poco, durante el viaje a Chile para presentar la Carta de Derechos y Deberes de los Esta­ dos, Echeverría fue muy felicitado porque llevó Reed. México insurgente, una versión muy libre de la célebre obra de J ohn Reed que dirigió el joven

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Paul Leduc y que tuvo mucho éxito. Sin embargo, en Chile ignoraban que esa película había sido seleccionada a último minuto. Dada la dureza de la censura en el cine, y de la tradicional estrechez mental de los producto­ res privados, Leduc filmó su película en 16 milímetros, con un presupues­ to mínimo; por supuesto, cuando la tuvo lísta, las autoridades del cine se negaron a distribuirla comercialmente porque no se ajustaba la historia oficial de la revolución. Leduc no se desanimó y exhibió Reed a críticos e intelectuales, quienes la consideraron obra mayor e iniciaron una cam­ paña, en la medida de sus posibilidades, para que el sistema industrial re­ considerara. En eso estaban cuando Echeverría decidió ir a Chile, para lo cual le caía muy bien llevar obras artísticas de alta calídad y contenido social. Reed tuvo un éxito notable en Santiago y el presidente obtuvo mu­ chas felicitaciones por el amplio criterio que mostraba al "promover obras de claro corte antioficial". Encantado, Echeverría sej:>fonunció entonces a favor del arte "de con­ tenido social" y, como ya no había muralistas, decidió apoyarse en los ci­ neastas. "Un cine que miente es un cine que embrutec~', declamó, y ya en Méxi<;g ordenó que la industria cinematográfica produjeSlUlelículas que "reflejaranJa realidad". _ - Los productores privados "desconfiaron" del presidente, y sin más con­ trajeron la producción de sus bodrios usuales, lo que equivalió a una vir­ tual huelga patronal. Los Echeverria crearon entonces nuevos organismos estatales, como las productoras Conacine y Conacite, además de distribui­ doras y empresas promocionales , y lograron que algunos empresarios de otras ramas aceptaran perder dinero en el cine a cambio de ventajas en sus áreas de origen (y del glamour que implicaba rodearse de rutilantes estrellas y estrellítas como Silvia Pinal, Claudia Islas, Isela Vega, Julissa, Angélica María, July Furlong, Macaria, Alma Muriel, Silvia Pasquel'y otras). De esa manera, en el cine se inició lo que después se extendería a todo lo demás: la industria estatal se amplió y robusteció mientras las em­ presas privadas refunfuñaban, contraían inversiones y atacaban al gobier­ no. El cine oficiall\egó a producir numerosas películas al año, muchas de ellas sumamente malas, o pretenciosas, pero también es cierto que se dio cabida a jóvenes directores talentosos que dierOIlnuevos aires al cine me­ xicano, como Leduc, JorgeFons{"La sorpresa", "Caridad", Los albañi­ les), Arturo Ripstein (El castillo de la pureza, El lugar sin límites), Felipe Cazals (Canoa, El apando), Jaime Humberto Hermosillo (La verdadera vocaci6n de Magdalena), Salomón Láiter (Las puertas del paraíso), Juan Manuel Torres (La otra virginidad), Gabriel Retes (Chin Chin el teporo­ cho), Alfonso Arau (El águila descalza) o el chileno importado Miguel Littin (Actas de Marusia). Ya hacia fines de sexenio, después de que en un par de ocasiones el presidente dedicara ácidos y humillantes regaños a Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, porque no se hacía suficiente "cine social", y de que Rodolfo Echeverría iniciara su romance y sus cómodos negocios

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Silvia Pinal.

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aniela Rosen, hermana del director Arturo Ripstein, el preomo venganza a los productores que por auténtica conviccrear cooperativas para que "los trabajadores fuesen los 'ios de la industria cinematográfica"; sin embargo, esto nuny duró bien poco, pues en el siguiente sexenio eLcine estatal u vuelo popular (que, por primera vez en la historia, había actores prietos y aindiados) y de hecho acabaría desmante-

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con la actriz Daniela Rosen, hermana del director Arturo Ripstein, el pre­ sidente, más como venganza a los productores que por auténtica convic­ ción, trató de crear cooperativas para que "los trabajadores fuesen los verdaderos dueños de la industria cinematográfica" ; sin embargo, esto nun­ ca le salió bien y duró bien poco, pues en el siguiente sexenio eLcine estatal perdería todo su vuelo popular (que, por primera vez en la historia, había dado trabajo a actores prietos y aindiados) y de hecho acabaría desmante­ lándose. En la televisión, mientras en la Universidad Nacional 1I0rab=p!>r la carencia de un canal propio, el 11, del Instituto Politécnico Nacional (rPN) seguía sin potencia suficiente para que pudiera verse. El canal 13 de Fran­ cisco AgUÍTre nunca pudo despegar y al poco rato fue comprado por el gobierno, pues Ech,everría comprendió la necesidad de contar con un ca­ nal estatal que en una medida mínima contrarrestara la influencia devas­ tadora de la televisión comercial. Desde sus c1austrofóbicos esturuos de la ctntrica calle de Mina, el canal 13, ya Corporación Mexicana de Radio y Televisión, por desgracia no logró encontrar una identidad propia, y al poco rato acabó copiando los modos de la televisión privada (que, como se sa­ be, a su vez copiaba los de la televisión estadunidense). Por otra parte, el canal 8 del grupo Monterrey (en este caso Televisión Indepenruente de México), durante un tiempo trató ·de penetrar en el medio y llevó a cabo algunos experimentos interesantes, como la serie Comunicación, de Mi­ guel Sabido, pero en 1973 el grupo Monterrey de plano preferió retirarse del área televisiva y TIM se fusionó con Telesistema Mexicano (los canales 2, 4 y 5) de los Azcárraga O'FarrilcAIemán, con lo que nació el nuevo imperio monopólico, superprotegido, siempre impune, siempre devasta­ doramente desnacionalizador, ultraconservador, manipulador y paterna­ lista, Televisa, esto es: Televisión Vía Satélite, pues la transmisión a través de microondas se volvió obsoleta con la llegada de los satélites de comuni­ cación. Televisa se embuchacó también el camil 8, que, a partir de enton­ ces, se convirtió en un espacio anodíno para proyectar viejas series gringas y películas antediluvianas. . En la programación, además del impresionante peso político que ad­ quirió Jacobo Zabludovsky con su progama 24 horas, el caso más no­ table lo constituyó el éxito aparatoso y la institucionalización ulterior del programa en vivo, marotónico y de variedades, Siempre en domin­ go, que Raúl Velasco, para no variar, copió de un progFarIla similar argentino (a su vez, el noticiario de Zabludovsky calcaba inrnisericor­ demente los modelos de Estados Unidos). En un principio Velasco había intentado un periodismo televisivo ligado a la cultura; se encargó de re­ portear las reseñas cinematográficas, y luego, en el canal 8, hizo Mediano­ che, con la presencia de personalidades del arte, la intelectualidad y los espectáculos. Sin embargo, ya con Siempre en domingo, Velasco llevó al malinchismo a cimas insospechadas y promovió espectáculos cada vez más enajenantes. Además del éxito masivo de Zabludovsky y de Velasco (una

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mancuerda claramente complementaria), en lo~etenta.se-vio el auge de programas, siempre calcados de la televisión gringa, en los que se degrada­ ba al público, como_Sube, Pe/ayo, sube (que los cetemistas transformaron en "sube, Fidel, sube"). Los cónticos de moda fueron los Polivoces, imi­ tadores, y también la parejacornpuesta-porCechuga y Sarrnas, qüeirata­ ron de dar un anéntico aire pOlítico a sus intervenciones. El Loco Valdés ya iba en declive, pero Chespirito y compañía, con E/ chavo de/8, adqui­ rió una popularidad tremenda que pronto llegó a Sudamérica, pues si el cine nacional había perdido su gran influencia en los países latinoamerica­ n~ ésta fue readquirida porla televisión a través de las series cómicas y ~as inefables telenovelas, que en México cada vez ocupaban más y más boras de programación, aunque sólo hasta el sexenio siguiente pasaron a los horarios pico de la noche y conquistaron al público adulto, masculi­ no (no fa1taban, para entonces, adustos editorialistas que las comentaban). El equipo compuesto por Ernesto Alonso y Raúl Araiza se embarcaron en el proyecto de dignificar el género a través de las "telenovelas históri­ cas", que eran verdaderas superproducciones y que en cierta forma comparo tían los aires de auge cultural que se iban dando por todas partes. Por primera vez en México, en los setenta se pudo bablar de una tel,vi­ sión..cultural. Dy¡ante.el sexenio de-Luis Echeverría realmente.fue algo 10­ cipient~, pues h!ei'a deJos pmg¡:amas_del.canal-8, cuando éste aún pertenecía al gr.upo MOnterrey, y de los del canal 11, que nadie veía, lo más impor­ tante fue la aparición en el ya estatal canal 13 del escritor Juan José Arreola, quien salía en el noticiario de la noche y hablaba y hablaDa sobre los tópicos más diversos. Arreola-; histrión nato además de ebanista literario, en sus comienzos fue un aire fresco en la televisión, pues llegaba con los atuen­ dos más insospechados y con frecuencia verdaderamente se inspiraba y de­ jaba caer gotas de sabiduría y cultura que dejaban muy atrás los viejos programas monologa1es como el de "un solo hombre" de Humberto G. Tamayo. La aparición de Arreola en las pantallas chicas sería significa­ tiva en cuanto anticipó la impresionante e insólita presencia de escritores que se vio en la televisión mexicana a fines de los setenta y durante los ochenta. Dura_nt,,- el echeverrismo se inició también el Festival Cervantino de Guanai.uato.-que..PJogramaba excelente mú~. Teatro y otras forinas arffsticas. El Cervantino t~mucho ' eXito yse convirtió en una gran tradición cultural. En la pintura, además del gran reconoéirniento internacional de Rufino Tamayo y, elLlIlenOJ escala, de José Luis Cuev¡¡.s, el gran 'acontecintiento fue el pintor FrancisCO't01edo, fjl:licil tañIbiense daba a conocer con fuer­ za en el extranjero gracias a su estratégico manejo de elementos indígenas, cargado de p==ias.de anima1es y atmósferas eróticas, en un marco de refinado jigurativismo. En México, los pintores prestigiosos seguían sien­ do Xavier Guerrero, Juan O'Gorman, José Chávez Morado, Alfredo Za1­ ce, Oiga Costa, Jorge González Camarena y Gustavo Montoya, que

El ebanista literario Juan José Arreola fue el primero de los escritores mexicanos que conquistó la televisión. Por esas fechas publicó Palíndroma.

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a vieja guardia; y, en la "nueva", Gunther Gerzso, Luis ciano Béjar, Ricardo Martínez, Benito Messeguer, Fanny rnández Delgadillo, Francisco Icaza, los hermanos Pedro el, Vicente Rojo, Vlady, Francisco Corzas, Matías Goelguérez, Alberto Gironella, Pedro Friedeberg, Roger von o Aceves Navarro, Lilia Carrillo, Leonora Carrington, ReFelipe Ehrenberg; las jóvenes promesas en ese momento Coen, Alberto Donís, Javier Esqueda, Rodolfo Nieto y grán...snJ.22-4 falleciñ-Da'lid Alfaro Siqueiros, y su sepelio des personalidades, como Héctor J. Cámpora, presidente visita en México, por supuesto Luis Echeverría y parte de s Rufino Tamayo, que a partir de ese momento sin duda eza de la pintura nacional. nta fueron ricos en actividades literarias: por una parte sured de talleres literarios que se extendieron en todo el país o, pUe& en.1od.o Méxic s gestaba una extraordinaria neesión. En 1970, en Zacatecas, el muy joven poeta lose de o formó el taller José Revueltas._que propició el ~sarrollo Y-SigoÜicativos> como Alberto Huerta, David Ojeda~ran­ Gabriel Contreras y Jesús Díaz de León; éstos, sin residir México, crearon -publicacion§..im..portanfes (como la lea Dosfilos, surgida en 1974), ganaron premios nacionales s y fueron piezas clave en la descentralización cultural que momento arrancó con fuerza en México. otinado Oscar Oliva, entonces director de Literatura del elista Miguel Donoso Pareja, tuvieron.el buen tino de adanciade este fenómeno, comprendieron que otras ciudades ar¡u¡lgo semejante y formaron muchos talleres más en toy numerosos en la ciudad de México. Esto condujo a la mios de poesía, narrativa y ensayo mediante la conjunción rsos gobiernos de los e§tados; con el tiempo, se prestigiatorgados por Aguascalientes (poesía), San Luis Potosí (cuenensayo). A..través de los talleres una insólita efervescencia nifestarse en a creación literaria, y no fue extraño que maraninstitutos culturales, privados, con énfasis en el a,oáreación de literatura. Las oportunidades de publicación como el acceso a las revistas y suplementos literarios, que, caracterizaban por su cerrazón. Ya era normal que la gente era a conocer. También surgieron, por primera-vez en la Arrnando Ramírez a la cabeza, escritores de los barrios muy ales, que llamaron mucho la atención. realidad, eran manifestaciones de una revolución cultural. hismo (en realidad un elitismo inconsciente, ferviente, casi belicoso) se empezó a desvanecer, pues los nuevos autores mera vez, que contaban con una tradición literaria que los En los años setenta el maestro

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movimiento pictórico mexicano. Foto de Rogelio Cuéllar.

Además de su talento como pintor, la fama de Vicente .Rojo como disei"lador de publicaciones era legenda­ 'ria. Foto de lourdes Almeida.

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José Chavez Morado segura en plena actividad.

Además de su talento como ointar, la fama de Vicente Aojo como disenador de publicaciones era lagenda~ia. Foto de Lourdes Almeida.

pertenecían a la vieja guardia; y, en la "nueva", Gunther Gerzso, Luis Nishizawa, Feliciano Béjar, Ricardo Martínez, Benito Messeguer, Fanny Rabel, José Hernández Delgadillo, Franciséo !caza, los hermanos Pedro y Rafael Coronel, Vicente Rojo, V1ady, Francisco Corzas, Matías Goe­ ritz, Manuel Felguérez, Alberto Gironella, Pedro Friedeberg, Roger von Gunten, Gilberto Aceves Navarro, Lilia Carrillo, Leonora Carríngton, Re­ medios Varo y Felipe Ehrenberg; las jóvenes promesas en ese momento eran Arnaldo Coen, Alberto Donis, Javier Esqueda, Rodolfo Nieto y Armando Villagrán..-EnJll.4 falleció-David Alfaro Siqueiros, y su sepelio congregó a grandes personalidades, como Héctor J. Cámpora, presidente de Argentina de visita en México, por supuesto Luis Echeverría y parte de su gabinete, más Rufino Tamayo, que a partir de ese momento sin duda quedó a la cabeza de la pintura nacional. Los años setenta fueron ricos en actividades literarias: por una parte sur­ gió una vasta red de talleres literarios que se extendieron en todo el país como relámpago, pues en.1ocioJv1éxico se Aestaba una extraordinaria ne­ ~dad de expresión. En 1970, en Zacatecas, el muy joven poeta José de Jesús Sampedro formó el taller Jo~evueltas, que propició el Ql:sarrollo de escritores muy-slgóificativos, como Alberto Huerta, David Ojeda, Fran­ cisco Amparán, Gabriel Contreras y Jesús Díaz de León; éstos, sin residir en la ciudad de México, CTearoa publicaciones importanfes (como la le­ gendaria revista Dosfilos, surgida en 1974), ganaron premios nacionales e internacionales y fueron piezas clave en la descentralización cultural que a partir de ese momento arrancó con fuerza en México. - El poeta amotinado Osear Oliva, entonces director de Literatura del INBA, y el novellst.a Miguel Donoso Pareja, tuvieron el buen tino de ad­ vertir la importancia de este fenómeno, comprendieron que otras ciudades estaban listas. para algo semejante y formaron muchos talleres más en to­ da la república y numerosos en la ciudad de México. Esto condujo a la creación de premios de poesía, narrativa y ensayo mediante la conj unción del INBA y diversos gobiernos de los estados; con el tiempo, se prestigia­ ron mucho los otorgados por Aguascalientes (poesía), San Luis Potosí (cuen­ to) y Durango (ensayo). A.1I:avés de los talleres una insólita efervescencia comenzó a manifestarse en la_creación literaria, y no fue extraño que también se furmaraninstitutosculturales, privados, con énfasis en el a¡¡á­ lisis, crítica y creación de literatura. Las oportunidades de publicación aumentaron, así como el acceso a las revistas y suplementos literarios, que, antes del 68, se caracterizaban por su cerrazón. Ya era normal que la gente muy joven se diera a conocer. También surgieron, por primera-vez en la historia, y conAnnando Ramírez a la cabeza, escritores de los barrios muy pobres, marginales, que llamaron mucho la atención. Todo esto, en realidad, eran manifestaciones de una revolución cultural. E.u::iejo malinchismo (en realidad un elitismo inconsciente, ferviente, casi religioso y muy belicoso) se empezó a desvanecer, pues los nuevos autores sentían, por primera vez, que contaban con una tradición literaria que los

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os escritores leían con entusiasmo a los clásicos literarios de , y trataban de estar al día, pero muchos también apreciaes nacionales, y comprendían que era ridículo establecer comes cada contexto cultural tenía sus propios valores y méritos gnificara cerrarse, ní a lo de afuera ní a lo de adentro. la profusión, era cierto que se producían muchas obras sin cuantitativo no estaba reñido con lo cualitativo y por suetenta aparecieron muchos autores más que estimables. Adede que mucha gente escribiese sensibilizaba, humanizaba y a capas importantes de la sociedad; y era lo de menos que no se fuera a dedicar finalmente a la literatura, pues ésta, s, siempre había tenido una selectividad natural que dejaba ndible. te, el Establishment, pDLnaturaleza elitista, se alarmó ante cia cultural. Muchos creían que tanto escritor en México era ues "bajaba el nível de calidad". Por esa razón se abrieron los jóvenes, pero se fomentó un gusto por lo oblicuo, indí"culto", y se desalentó la narrativa contracultural (satani"novela de la onda"), ademas erel uso de formas coloquiales ico y riguroso que fuese) y las temáticas que implicasen cualcon la realidad, especialmente del mundo juvenil; de esa ó un proceso muy gradual de desaliento, y desprestigio cona narrativa en general, en favor del ensayo y la poesíá. A henta, mientras la crítica del extranjero celebI<lba la a narrntivamexicana, en México la crítica del Estab~h­ aba o de plano se decía que "er<Lj>ésima". n a esto, el suplemento La Cultu~Clc-en.-MéxiCO-{,cuya direcFernando Benítez a José Eñiilio Pacheco y luego a Carlgs los setenta cambio de línea, redujo el interés por la creación ialmente la nacional, y enfatizó el ensayo, la poesía, la cróa en todas sus formas. En 1975, este suplemento hizo una la cultura en México; en ella, jóvenes intelectuales como r Camín, José Joaquín Blanco y Enrique Krauze coincidienciar" la existencia de un "analfabetismo" basado en "la lismo y de la sexualidad desinhibida", así Gom&-de una balgarización de la cultura; Evodío Escalante a su vez planteó electual se hallaba escindida y que el estado propiciaba la hettos" y prerrogativas; para las masas, concluía, la cultura estupidización vía la televisión. Por su parte, Carlos MonsiSe está en plena disolución de un magno proyecto de vida mado en el México independiente: el arte y la cultura son ndición de que éstos sean unos cuantos. A la minoría siempre. " , el poeta Octavio Paz, director de laTevmü-J'lural,.además ue el nombre de su publicación no era más que un whishful ronto.se volvió una fortaleza inexpugnable, publicó el ensayo

respaldaba. Los escritores leían con entusiasmo a los clásicos literarios de

todo el mundo, y trataban de estar al día, pero muchos también aprecia­

ban a los autores nacionales, y comprendían que era ridículo establecer com­

paraciones, pues cada contexto cultural tenía sus propios valores y méritos

sin que eso significara cerrarse, ní a lo de afuera ní a lo de adentro.

En cuanto a la profusión, era cierto que se producían muchas obras sin

valor, pero lo cuantitativo no estaba reñido con lo cualitativo y por su­

puesto en los setenta aparecieron muchos autores más que estimables. Ade­

más, el hecho de que mucha gente escribiese sensibilizaba, humanizaba y

desmasificaba a capas importantes de la sociedad; y era lo de menos que

la mayor parte no se fuera a dedicar finalmente a la literatura, pues ésta,

a fin de cuentas, siempre había tenido una selectividad natural que dejaba

fuera lo prescindible.

Naturalmente, el Establishment, pnr..natmaleza elitista, se alarmó ante

esta efervescencia cultural. Muchos creían que tanto escritor en México era

algo dañino,pues " bajaba el nível de calidad". Por esa razón se abrieron

los espacios a los jóvenes, pero se fomentó un gusto por lo oblicuo, indí­

recto, oscuro y "culto", y se desalentó la narrativa contracultural (satani­

zándola como "novela de la onda"), ademasoel uso de formas coloquiales

(por muy artístico y riguroso que fuese) y las temáticas que implicasen cual­

quier relación con la realidad, especialmente del mundo juvenil; de esa

manera se inició un proceso muy gradual de desaliento, y desprestigio con­

siguiente, de la narrativa en general, en favor del ensayo y la poesíá. A

fines de los ochenta, mientras la crítica del extranjero celeb.I<lba la lente salud de la narr~tivame¡dcana, en México la crítica del Estab~h­

ment la ignoraba o de plano se decía que "era.pésima".

.... Con relación a esto, el suplemento La Cultu~acen-MéxiCO-{,cuya direc­ ción pasó de Fernando Benítez a José Eñiilio Pacheco y luego a Carl9s

Monsiváis) en los setenta cambio de línea, redujo el interés por la creación

literaria, especialmente la nacional, y enfatizó el ensayo, la poesía, la cró­

nica y la crítica en todas sus formas. En 1975, este suplemento hizo una

encuesta sobre la cultura en México; en ella, jóvenes intelectuales como

Héctor Agúilar Camín, José Joaquín Blanco y Enrique Krauze coincidie­

ron en "denunciar" la existencia de un "analfabetismo" basado en "la

moda del socialismo y de la sexualidad desinhibida", así (30ffi9-cte una ba­

nalización y vulgarización de la cultura; Evodío Escalante a su vez planteó

que la vida intelectual se hallaba escindida y que el estado propiciaba la

dívisión en "ghettos" y prerrogativas; para las masas, concluía, la cultura

consistía en la estupidización vía la televisión . Por su parte, Carlos Monsi­

váis escribió: "Se está en plena disolución de un magno proyecto de vida intelectual afirmado en el México independiente: el arte y la cultura son

para todos, a condición de que éstos sean unos cuantos. A la minoría siempre."

Por su parte, el poeta Octavio Paz, director de laTevmü-Plltral,.además

de demostrar que el nombre de su publicación no era más que un whishful

thinking pues pronto.se volvió una fortaleza inexpugnable, publicó el ensayo

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El poeta José de Jesús Sampedro, fundador del taller literario José Revueltas y la revista D05filos, fue muy importante en la descentralización cultural del país.

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El poeta José de Jesús Sampedro, fundador del taller literario José Revueltas y la revista D05­ filos, fue muy importante en la descentralización cultural del país.

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el poder", en el que planteaba claramente que el sistema polí"estaba en quiebra"; el presidencialismo, decía Paz, se pareura de la antigua Roma, y el PRI, a su vez, era como los afloles, pues, además de no ser individual, el reclutamiento era l PRI es una gigantesca burocracia, una maquinaria de conación de las masas", planteaba Paz, quien también criticó la tura democrática" y propuso: "La solución consiste en el namovimiento independiente que agrupe a todos los oprimidos México en un programa mínimo común." Más tarde, Paz vimiento distaba en aparecer y entonces se adhirió las ideas gas de que la única posibilidad de romper el monolítismo stía en que el PRJ volviera a escindirse. Para entonces, Paz ba una importantísima voz crítica, pero ya desde entonces se hacia posiciones conservadoras. Posiblemente, el punto econversión" de Octavio Paz tuvo lugar desde 1971, cuanberto Padilla fue arrestado en Cuba por "actividades conarias", lo cual mostró la crudeza de la censura y el control telectualidad en la isla. En México, como en toda Latinoescándalo dividió a los artistas e intelectuales: unos (Julio o'Benedettl;-Gabriel García Márquez) apoyaron críticament-e ano; otros (paz, Mario Vargas Llosa), se opusieron y esto dhesión entusiasta que en los se:sentaJos escdtore~ por lo ofrecido a la Cuba socialista. de los setenta y ochenta sin duda tuvieron a Octayjo Paz gonista central, y es cierto que muy pocos han tenido conrables para su expresión. Aunque era parte del sistema, y el Establishment cultural, en un principio Paz procuró disobierno y su tesis de que el intelectual debía mantenerse.inel "príncipe" se hizo célebre. En las dos décadas publicó como Topoemas, Renga, Pasado en claro, Vuelta, Kostas, ba del nueve, Carta de creencias, Arbol adentro, El juego osdata, Los signos en rotación, El signo y el garabato, Apaa, Los hijos del limo, El mono gramático, Xavier Villaurruen su obra, El ogro filantrópico, In/mediaciones, Sor Juana o Las trampas de laje, Tiempo nublado, Pequeña crónica s y varios más. eriodo presidencial de Luis Echeverría se publicaron numeimportancia; en .I10esía: Poesía en movimiento, antología , José Emilio Pacheco, Homero Aridjis y José Carlos Beceara viViryVlJfver a casa de Alejandro Aura;..-bí dama de sa Cross; No consta en actas, de Juan Bafluelos; Estado car Oliva; Quemar las naves, de Homero Aridjis; El circue Elva Macias; Poemas, de Raúl Garduño; Un (ejemplo) de José de Jesús Sampedro; Nocturna palabra y Eternidad llas Nandino; Adrede, de Gerardo Deniz, y La zorra enjerEl poeta Octavio Paz fue

protagonista central en

ochenta; pocos han

los años setenta y

tenido contextos tan

favorables para su expresión.

"El escritor y el poder", en el que planteaba claramente que el sistema poli­ tico mexicano "estaba en quiebra"; el presidencialismo, decía Paz, se pare­ cía a la dictadura de la antigua Roma, y el PRI, a su vez, era como los misioneros espaíioles, pues, además de no ser individual, el reclutamiento era jerárquico. "El PRI es una gigantesca burocracia, una maquinaria de con­ trol y manipulación de las masas", planteaba Paz, quien también criticó la supuesta "apertura democrática" y propuso: "La solución consiste en el na­ cimiento de un movimiento independiente que agrupe a todos los oprimidos y disidentes de México en un programa mínimo común." Más tarde, paz vio que ese movimiento distaba en aparecer y entonces se adhirió las ideas de Cosío Villegas de que la única posibilidad de romper el monolitismo existente consistía en que el PRI volviera a escindirse. Para entonces, Paz aún representaba una importantísima voz crítica, pero ya desde entonces iba inclinándose hacia posiciones conservadoras. Posiblemente, el punto inicial de la "reconversión" de Octavio Paz tuvo lugar desde 1971, cuan­ do el p<;>eta Heberto Padilla fue arrestado en Cuba por "actividades con­ trarrevolucionarias", lo cual mostró la crudeza de la censura y el control del arte y la intelectualídad en la isla. En México, como en toda Latino­ américa, este ' escándalo dividió a los artlstase- intelectuales: unos (Julio Cortázar, Mario'Benedet:tl;-Ciabiiel GarcIa Márquez) apoyaron críticamente al régimen cubano; otros (Paz, Mario Vargas Llosa), se opusieron y esto acabó con la adhesión entusiasta que en lQLs.esenta..loLescritores por lo general habían ofrecido a la CUba socialísta. Las décadas de los setenta y ochenta sin duda tuvieron a OctaYjo Paz como uh protagonista central, y es cierto que muy pocos han tenido con­ textos tan favorables para su expresión. Aunque era parte del sistema, y clara cabeza del Establishment cultural, en un principio Paz procuró dis­ tanciarse del gobierno y su tesis de que el intelectual debía mantenerse.in­ dependiente del "príncipe" se hizo célebre. En las dos décadas publicó muchos libros, como Topoemas, Renga, Pasado en claro, Vuelta, Kostas, Poemas, Prueba del nueve, Carta de creencias, Árbol adentro, El juego de cada día, Posdata, Los signos en rotaci6n, El signo y el garabato, Apa­ riencia desnuda, Los hijos del limo, El mono gramático, Xavier Villaurru­ tia en persona y en su obra, El ogro jilantr6pico, In/mediaciones, Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de laje, Tiempo nublado, Pequeña cr6nica de grandes días y varios más. Durante el periodo presidencial de Luis Echeverría se publicaron nume­ rosos libros de importancia; e.!1l'0esía: Poesía en-movimiento, antología de Oct'avio Paz, José Emilio Pacheco, Homero Aridjis y José Carlos Bece­ rra; Alianza para viVir y J17JIver a casa,JIe.Alejandro A~ dama de la torre, de Elsa Cross; 'No consta en actas, de Juan Baíiuelos; Estado de sitio, de Óscar Oliva; Quemar las naves, de Homero Aridjis; El círcu­ lo del sueño, de Elva Macias; Poemas, de Raúl Garduño; Un (ejemplo) de gato pinto, de José de Jesús Sampedro; Nocturna palabra y Eternidad del polvo, de Elías Nandino; Adrede, de Gerardo Deniz, y La zorra enjer-

1:1 poeta Octavio Paz fue protagonista central en

los años setenta y ochenta; pocos han

tenido contextos tan favorables para su expresión.

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José Emilio Pachecho' .dirigió un tiempo ei suplemento México en 18 CUltUf8 y publiCÓ El principio del placer. de earole Patterson.

José Emilio PachechO'

.dirigió un tiempo ei suplemento México en /8 Cultur8 y publiCÓ El principio del pl8cer. de Carole Patterson:


Jorge Ibargüengoitia ganó el premio de novela México con ESC8S ruin8sque \ieS.

Elena Paniatowska publicó L8 noche de Tl8te/oleo; su libro clásico sobre el mo­ vimiento estudiantil de 1968.

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TlBte/oleO", su libro clásico sobre el movimiento estudiantil de 1968.

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o Lizalde. La noche..Jie..IJaJ.elJ:úco, obra magistral de Elena Poniavolvió un libro clásico sobre el movimiento estudianul tle al de los sueños, última gran obra de José Revueltas; La de noche, de Ricardo Garibay, que ganó un importante~ cia; Los días y los años, de Luis González de Alba; El gravador Elizondo; El principio del placer, de José Emilio Pao de una flauta, de Sergio Pitol; Movimiento perpetuo, de rroso; Chin ..chin el teporocho, de Armando Ramírez; La acio de Hierro, de Gustavo Sainz; El tamaño del infierno, ela; Estas ruinas que ves, de Jorge Ibargüengoitia; El intan temido, de Luis Carrión; Los murmullos, de Jorge nasfatales, de Jorge Arturo Ojeda; Segundo sueño, de SerPuerta del cielo, de Ignacio Solares, y Terra nostra, de Carlos< btuvo el premio Rómulo Gallegos, otorgado en Venezuela publicado en idioma español cada cinco años (por cierto, um era tan voluminoso que Carlos Monsiváis bromeaba: dieron una beca para escribirlo, a mi me deberían dar otra

mportantes del periodo fueron El sistema político mexicarsonal de gobernar y La sucesión presidencial, de Daniel Mi testimonio, memorias de un comunista mexicano, de a; Memorias de un hombre de izquierda, de Víctor Manuel Obras, de Lázaro Cárdenas; La ideología de la revolución rmación de un nuevo régimen, de Arnaldo Córdova; Tieme Carlos Fuentes; El desafío de la clase media, de Franámara; La realidad económica mexicana. Retrovisión y Leopoldo Solís; El progreso improductivo, de Gabriel Zaíd; ura en México, de Margo Glantz. el medio literario se conmocionó con la muerte de Rosaembajadora de México en Israel, entonces gobernado por a gran escritora chiapaneca falleció, se dijo, a causa de.JPl ico mientras se bañaba; sin embargo, desde ese momento nsistieron en que la autora de Balún Canán había sido asesiblemente por los servicios secretos israelíes. que sacudió al medio artístico, y que mereció la primera or tuvo "Jugar a fines de sexenio cuando Gabriel García Márivir en México después de residir varios años en Barcelona rto, escribió con el cineasta Paul Leduc un guión frustrado novela de Malcolm Lowry Bajo el" volcán). Una noche, Gabo asistió a una exposición en la ciudad de México. Era do llegó y se sorprendió gratamente al encontrar a su viejo argas Llosa, quien era entrevistado por María Idalia. Garrió los brazos en par para estrechar -al superestrella peruaimaginó que éste, en vez de abrazarlo, lo recibiera con un

ma, de Eduardo Lizalde. De narrativa: La noch~ de Vate/ako, obra magistral de Elena Ponia­ 1owska, que-se volvió un libro clásico sobre el movimiento estudlanul<le 1968; El material de los sueños, última gran obra de José Revueltas; La casa que arde de noche, de Ricardo Garibay, que ganó un importante premio en Francia; Los días y los años, de Luis González de Alba; El gra­ fógrafo, de Salvador Elizondo; El principio del placer:.,.ge José Emilio Pa­ checo; El tañido de una flauta, de Sergio Pitol; Movimiento perpetuo, de Augusto Monterroso; Chin-chin el teporocho, de Armando Ramírez; La princesa del Palacio de Hierro, de Gustavo Sainz; El tamaño del infierno, de Arturo Azuela; Estas ruinas que ves, de Jorge Ibargüengoitia; El in­ fierno de todos tan temido, de Luis Carrión; Los murmullos, de Jorge Portilla; Personas fatales, de Jorge Arturo Ojeda; Segundo sueño, de Ser­ gio Fernández; Puerta del cielo, de Ignacio Solares, y Terra nostra, de Carlos. Fuentes, que obtuvo el premio Rómulo Gallegos, otorgado en Venezuela al mejor libro publicado en idioma español cada cinco años (por cierto, este opus magnum era tan voluminoso que Carlos Monsiváis bromeaba: "Si a Fuentes le dieron una béca para escribirlo, a mi me deberían dar otra para leerlo"). Otros libros importantes del periodo fueron El sistema político mexica­ no, El estilo personal de gobernar y La sucesión presidencial, de Daniel Cosío ViIlegas; Mi testimonio, memorias de un comunista mexicano, de Valentín Campa; Memorias de un hombre de izquierda, de Víctor Manuel ViIlaseñor; las Obras, de Lázaro Cárdenas; La ideología de la revolución mexicana. Laformación de un nuevo régimen, de Arnaldo Córdova; Tiem­ po mexicano, de Carlos Fuentes; El desafío de la clase media, de Fran­ cisco López Cámara; La realidad económica mexicana. Retrovisión y perspectivas, de Leopoldo Solís; El progreso improductivo, de Gabriel Zaíd; y Onda y escritura .en México, de Margo Glantz. En esos años, el medio literario se conmocionó con la muerte de Rosa­ rio Castellanos, embajadora de México en Israel, entonces gobernado por Golda Meier. La gran escritora chiapaneca falleció, se dijo, a causa de.JVl accidente eléctrico mientras se bañaba; sin embargo, desde ese momento muchas voces insistieron en que la autora de Balún Canán había sido ase­ sinada, muy posiblemente por los servicios secretos israelies. Otro suceso que sacudió al medio artístico, y que mereció la primera plana de Exce/sior tuvo lugar a fines de sexenio cuandó Gabriel Garda Már­ quez regresó a vivir en México después de residir varios años en Barcelona (donde, por cierto, escribió con el cineasta PauI Leduc un guión frustrado sobre la mitica novela de Malcolm Lowry Bajo ei" volcán). Una noche, el celebérrimo Gabo asistió a una exposición en la ciudad de México. Era temprano cuando llegó y se sorprendió gratamente al encontrar a su viejo amigo Mario Vargas Llosa, quien era entrevistado por María Idalia. Gar­ cía Márquez abrió los brazos en par para estrechar·al superestrella perua­ no, pero nunca imaginó que éste, en vez de abrazarlo, lo recibiera con un

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n la barbilla que lo envió al suelo; allí se encontraba éste, esprogramado, cuando Vargas Llosa le dijo: "Eso es por lo a Patricia en Barcelona", antes de seguir la entrevista como ra pasado. García Márquez fue llevado a la calle por Elena y, sentado en la banqueta, el futuro premio Nobel trató de e habia ocurrido. comer.cial, las fotQ!lovelas se habíaJ} consolidado por complesurgieron nuevas revistas de-tendencia erótica..softcore como ustavo Sainz, y Eros, de James R. Fortson, que, como Piesufrió el acoso de la censura. Fortson también editó Dos: él milia Ampudia, dueña de la vieja revista Hoy, sacó Caballero, obtuvo los materiales de su modelo total la estadunidense l campo de la historieta, Rius entró en conflicto con los vode Los Supermachos, y como éstos cínica e impunemente título, los per~onajes y la trama central, que despolitizaron aricaturista puso a la venta Los Agachados y demostró dónalento y la valentía crítica. ~or cierto, Rius siguió con sus orieta didáctica (Cuba para principiantes, Marx para princianto éxito habían tenido, aunque en los setenta inició su vinaturismo (La panza es primero) . Los grandes éxitos e el Kalimán y El Payo, además de las cláSicas Lafaf11iflq Burrón sas y amor. En la caricatura política el gran surgimiento fue njo, lúcido izquierdista con capacidades magistrales para el bién llamó la atención la revista La Garrapata, de donde saldos moneros como Magú. opular carecía ~.grandes mitos de antaño, pc:¡:g Armando eguía fuerte con sus canciones románticas, Marc o Antoendaba su plesUglO, y Jose José habia a~o ll\Uy.iuerte. ñtan~ra ¿fe Carlos Colorado no bajaba de popularidad, y de Rigo Toyar. La vedette de moda era la acapulqueña Lyn des éarreño, "pionera del nudismo" , tuvo un tórridorromanor y cineasta Juan Manuel Torres, y por tanto intentó el salto cine "serio". L'!.música ranchera teni¡¡ como cabeza a Tony US populares espectáculos ecuestres en Tos que partlclpalJan esposa Flor Silvestre; tras él se hallaban, muy fuertes,..Vkeny Manuel López Ochoa, pero ya hahíasurgido también el n Gabriel. Comelío Reyna gustaba mucho en el norte y enmigraban a Estados Unidos y se convertían en crucanos. imperio del norte, eran todo un acontecimiento_ La década también los vio surgir como un importante movimiento conen los setenta se ramificó, se fortaleció )'..Se convirtió en lejo fenómeno cultural que abarcaba luchas"política,~¡¡.ma­ iterarias, teatrales, plásticas, cinematográficas e in.vestigaaños setenta en México no se entendía bien la iruportancia o chicano, y evidentemente hacían falta contactos y comu-

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La vedette de moda era Lyn May.

Además de producir películas. Tony AguiJar era muy popular como can·

tante de ranchero. La vedette de moda era Lyn May.

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Ad emas de producir películas. Tony

AguiJar era muy popular como ca ntante de ran chero .

sólido golpe en la barbilla que lo envió al suelo; allí se encontraba éste, adolorido y desprogramado, cuando Vargas Llosa le dijo: "Eso es por lo que le hiciste a Patricia en Barcelona", antes de seguir la entrevista como si nada hubiera pasado. García Márquez fue llevado a la calle por Elena Poniatowska y, sentado en la banqueta, el futuro premio Nobel trató de .asimilar lo que había ocurrido. ec>r...ellado comer.cial, las fotonovelas se habían co,molidada por comple­ tGr-y-también surgierc;m nuevas revistas de..tendenciaerótica <oitcore como Eclipse, de Gustavo Saínz, y Eros, de James R. Fortson, que, como Pie­ dra Rodante, sufrió el acoso de la censura. Fortson también editó Dos: él y ella, y la familia Ampudia, dueña de la vieja revista Hoy, sacó Caballero, que después obtuvo los materiales de su modelo total la estadunidense Playboy. En el campo de la historieta, Rius entró en conllicto con los vo­ . races editores de Los Supermachos, y como éstos cínica e impunemente 'le robaron el título, los personajes y la trama central, que despolitizaron en el acto, el caricaturista puso a la venta Los Agachados y demostró dón­ de estaba el talento y la valentía crítica. ~or cierto. Rius sigJ!ió con sus libros de historieta didáctica (Cuba para principiantes, Marx para princi­ piantes) que tanto éxito habían tenido, aunque en los setenta inició su vi­ raje hacia el naturismo (La panza es primero). Los grandes éxitos elLel terreno eran Kalimán y El Payo, además de las cláSicas LafamilifI Buuón y Lágrimas~rjsasy amor. En la caricatura política el gran surgimiento fue Rogelio Naranjo, lúcido izquierdista con capacidades magistrales para el dibujo. Y también llamó la atención la revista La Garrapata, de donde sal­ drían espléndidos maneras como Magú. La música popular carecía de los grandces mitos de antaño., pc:¡g Armando MañZafleTo seguía fuerte con sus canciones romántic,íls, Marco Anto­ nio MuñiZ refrendaba sn pleSugm, y JoseJosé había despegado lIlU)kiuerte. La Sonora SañtaJl~ra óe Carlos Colorado no bajaba de popularidad, y se iniciaba la de Rij¡o Tovar. La vedette de moda era la acapulqueña Lyn May, y Mercedes éarreño, "pionera del nudismo", tuvo un tórridorroman­ ce con el escritor y cineasta Juan Manuel Torres, y por tanto intentó el salto cualitativo al cine "serio". La música ranchera tenia como cabeza a Tony -A:gunar, ~on-sus populares espectáculos ecuestres en los que partIc¡paoan sus hijos y su esposa Flor Silvestre; tras él se halIaban, muy fuertes.-Vicen­ te Femández y Man~López Ochoa, pero ya había-surgido también el fenómeno jtlanGabriel. Camelia Reyna gustaba mucho en el norte yen­ tre los que emigraban a Estados Unidos y se convertían en chicanos. Éstos, en el imperio del norte, eran todo un acontecimiento. La década de los sesenta también los vio surgir como un importante movimiento con­ testatario que en los setenta se Iamificó, se fortaleció y....se convirtió en todo un compl~jo fenómeno cultural que abarcaba luch_as.1'0litica~y_ ma­ nifestaciones literarias, teatrales, plásticas, cinematográficas e iñvestiga­ tivas. En los años setenta en México no se entendía bien la importancia del movimiento chicana, y evidentemente hacían falta contactos y comu-


déPrimer.a~ficación.

Si los.ch.ican~ adquirían muy poco a pocD-.cierto..rango en las preocu­ paciones del país~ loündios continuaban en.d.i!JLa\ll!.QnQ, la discrimina­ ción. la manipulacióILY la explotación, y si acaso eran útiles ocasionalmente como tapete demagógico. Por allí seJ:ncaminaba,..por.ejemp1o, la creación del COflseje-Nacional.de-los~ueblos Iniligenas, así.camolos Consejos Su­ pt:.emos de las .etnias~que+ como seííaló Guillermo Bonfil Batalla, apenas eran "membretes útiles sólo para la manipulación política a lamexkana". En efecto, estos consejos permitieron forjar la ilusión de que existía "una representación de los grupos étnicos" en los organismos priístas. Las prin­ cipales demandas indígenas eran: recuper-aciúrí, am¡5lili"etón-y-'CóíltttJí de sus recursos, la tierra con sus bosqúes. agua y subsuelo; créditos y adiestra­ miento para trataunaterias primas; equidad, ces.e_de la discrimin~jón, del caciquismo, la represión y la manipulación; eliminación de intermediarios y agiotistas; dotación y prestación de servicios públicos; derecho a las len­ guas y propias y enseñanza bilingüe; defensa de la identidad-emica y de sus manifestaciones culturales: También se buscaban conquistas políticas: reconocimiento de los sistemas internos para elegir autoridades y repre­ sentación étnica en los cuerpos legislativos. Por supuesto, estas demandas distaron de concederse, y más bien, al igual que en el caso de la ciencia y la tecnología, los especialistas como Bonfil Batalla se daban de santos porque al menos ya se podian plantear.

esidente Echeverria se entrevistó en varias ocasiones con lísar Chávez y Reies Tijerina, y esto fue sólo el inicio de una unda de lo que implicaba, en todos los aspectos, la presennos para México y Estados Unidos. Más adelante, en círcu.anísticQS lª-cuestión chicana fue con.'lirtiéndose en un tema !.lifil;ación. nos adquirían muy poco a. poco cierto rango en las preocuís.los.indios comilluaban en el aband.ono. la discriminalación.y la explotación, y si acaso eran.útiles ocasionalmente magógico. Por allí s~ncaminaba,..poLe.jemplo.,..!a crea.ión cional-de-1os-Ptreblos Indígenas, .asi.comolos Consejos Suetnias~ que._co.mo señaló Guillermo Bonfil Batal~apenas es útiles sólo para la manipulación política a la ml;,l(klllla". s consejos permitieron forjar la ilusión de que existía "una de los grupos étnicos" en los organismos priístas. Las prindas indígenas eran: recupeEacióIí, amplilrciÓIry coHttOí de tierra-con sus bosques, agua y subsuelo; créditos y adiestratar materias primas; equidad, cese de la discrimina jón, del represión y la manipulación; elímínación de intermediarios tación y prestación de servicios públicos; derecho a las leny enseñanza bilingüe; defensa de la identidad etnica y de ones culturales. También se buscaban conquistas políticas: de los sistemas internos para elegir autoridades y reprea en los cuerpos legjslativos. Por supuesto, estas demandas ncederse, y más bien, al igual que en el caso de la ciencia , los especialistas como Bonfil Batalla se daban de santos os ya se podían plantear.

o al final del sexenio"

l en el régimen mexicano, desde un principio se empezó a uiénes podrian ser los sucesores del presidente Echeverría e concluyese su mandato. Una vez que Halconso Martínez eliminado del mapa, los comentaristas especulaban que el Gobernación, Mario Moya Palencia, y el de la Presidenvantes del Río, eran los suspirantes más fuertes. Por sun se mencionaba a otros rniIDstros, pero nadie sabía que, en everría había abierto la puerta grande del poder al verdadeiejo amigo José López Portillo, que entonces fungja como Patrimonio. Primero lo llevó a encabezar la Comisión Fededad (CFE), el primer cargo ejecutivo que López Portillo n su vida; éste no tenia las más rniIDmas nociones del área, bitual en el régimen. Fuera de colocar a su hermana Marmina, López Portillo no hizo nada en la CFE, ni siquiera

nicación. El presidente Echeverria se entrevistó en varias ocasiones con li­ deres como César Chávez y Reies Tijerina, y esto fue sólo el inicio de una conciencia profunda de lo que implicaba, en todos los aspectos, la presen­ cia de los chicanos para México y Estados Unidos. Más adelante, en círcu­ los académjcos..y artísticos Iª cuestión chicana fue convirtiéndose en un tema

Guillermo Bonfil Batalla. autor de México profundo. Foto de Javier Hinojosa.

"Se volvió loco al final del sexenio" Como era usual en el régimen mexicano, desde un principio se empezó a especular en quiénes podrían ser los sucesores del presidente Echeverría una vez que éste concluyese su mandato. Una vez que Halconso Martínez Dominguez fue eliminado del mapa, los comentaristas especulaban que el secretario de Gobernación, Mario Moya Palencia, y el de la Presiden­ cia, Hugo Cervantes del Río, eran los suspirantes más fuertes. Por su­ puesto, también se mencionaba a otros ministros, pero nadie sabía que, en 1973, Luis Echeverría había abierto la puerta grande del poder al verdade­ ro tapado, su viejo amigo José López PortilIo, que entonces fungia como subsecretario de Patrimonio. Primero lo llevó a encabezar la Comisión Fede­ ral de Electricidad (CFE) , el primer cargo ejecutivo que López Portillo desempeñaba en su vida; éste no tenia las más mínimas nociones del área, pero eso era habitual en el régimen. Fuera de colocar a su hermana Mar­ garita en la nómina, López Portillo no hizo nada en la CFE, ni siquiera

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Guillermo Sonfir Batalla. autor de México profundo. Foto de Javier Hinojosa.

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emediar la intensa pugna Pérez Ríos-Rafael Galván, pues ato no sólo saltó al gabinete, como secretario de Hacienda, ás resultó " presidenciable" por el alto mérito de ser cuate Nadie creía que pudiera llegar a la grande, pero de cualya estaba en el juego y no tardó en recibir las tradicionales debajo de la mesa" que se daban los suspirantes para estorente. de Hacienda, López Portillo reconoció que, en la eFE, "caencia directa, y mis conocimientos sobre las cuestiones de , crédito, moneda, operaciones bancarias, manejos de déros , era indirectos y a veces marginales". A lo mucho, Lózaba de un flaco prestigio en materias de programación y lo cual lo ubicaba como un incipiente tecnócrata con prerista, escritor, pintor y atleta. Como era de esperarse, su como secretario de Hacienda fue comentado y cuestionaquien especulara que si Echeverría lo colocaba en el gabinemás elemental carrera pública sólo podía ser, por más pareciera, para convertirlo en presidente de la república. En el fin de acallar críticas, Echeverría declaró, en tono retanzas públicas se manejan en Los Pinos." López Portillo se mostraba serio, solemne, vigilante, aduo tieso, exactamente como Luis Echeverría se había comDíaz Ordaz. Por tanto, obedeció al instante la primera sidencial: se compró una guayabera, se la puso además, y po" . Ya después procuró mostrar su estilo: la abundancia tecnocráticos para disfrazar realidades dolorosas. Por ejemnas "adecuaciones fiscales" que en realidad consistían en os de la gasolina, sus derivados, más los bienes y servicios

stuvo de acuerdo, pero antes decidió "ponerlo a prueba"; ntó a "comparecer ante el congreso" . Estas comparecenn como "la pasarela", y eran un invento de don Luis para dinámica democrática, para dar algo que hacer al controlaegislativo, y también para divertirse al poner en aprietos a es, especialmente si aspiraban "a la grande". Así pues, Echeordenó una campaña de ataques, a través de editorialistas PRI, en contra del amigo que fue testigo de su boda, pero, oportuno , dio la "línea" definitiva, y el flamante secretaencontró en el congreso el apoyo que necesitaba para vender dea de que con aumentos a los precios se lograría parar la emás, contener los rumores de una inminente devaluación

la política económica del gobierno para esas alturas conene mvefSlón pú6lica, la -eual-permitió-üll~ aumento de sala-por supuesto), gue inició y sostuvo obras y que dilapidó gran-

contribuyó a remediar la intensa pugna Pérez Ríos-Rafael Galván, pues al poquísimo rato no sólo saltó al gabinete, como secretario de Hacienda, sino que además resultó "presidenciable" por el alto mérito de ser cuate del presidente. Nadie creía que pudiera llegar a la grande, pero de cual­ quier manera ya estaba en el juego y no tardó en recibir las tradicionales "patadas por debajo de la mesa" que se daban los suspirantes para estor­ barse mutuamente. Ya secretario de Hacienda, López Portillo reconoció que, en la eFE, "ca­ recía de experiencia directa, y mis conocimientos sobre las cuestiones de financiamiento, crédito, moneda, operaciones bancarias, manejos de dé­ ficits y sobregiros, era indirectos y a veces marginales". A lo mucho, Ló­ pez Portillo gozaba de un flaco prestigio en materias de programación y planificación, lo cual lo ubicaba como un incipiente tecnócrata con pre­ tensiones de jurista, escritor, pintor y atleta. Como era de esperarse, su nombramiento como secretario de Hacienda fue comentado y cuestiona­ do, y no faltó quien especulara que si Echeverría lo colocaba en el gabine­ te sin tener la más elemental carrera pública sólo podía ser, por más irracional que pareciera, para convertirlo en presidente de la república. En todo caso, con el fin de acallar críticas, Echeverría declaró, en tono reta­ dor: "Las finanzas públicas se manejan en Los Pinos." Ante el jefe, López Portillo se mostraba serio, solemne, vigilante, adu­ lador y un poco tieso, exactamente como Luis Echeverría se había com­ portado ante Díaz Ordaz. Por tanto, obedeció al instante la primera instrucción presidencial: se compró una guayabera, se la puso además, y se fue "al campo". Ya después procuró mostrar su estilo: la abundancia de eufemismos tecnocráticos para disfrazar realidades dolorosas. Por ejem­ plo, propuso unas "adecuaciones fiscales" que en realidad consistían en subir los precios de la gasolina, sus derivados, más los bienes y servicios públicos, Echeverría estuvo de acuerdo, pero antes decidió "ponerlo a prueba"; esto es, lo aventó a "comparecer ante el congreso". Estas comparecen­ cias se conocían como "la pasarela", y eran un invento de don Luis para simular cierta dinámica democrática, para dar algo que hacer al controla­ disimo poder legislativo, y también para divertirse al poner en aprietos a sus colaboradores, especialmente si aspiraban "a la grande". Así pues, Eche­ verria primero ordenó una campaña de ataques, a través de editorialistas y diputados del PRI, en contra del amigo que fue testigo de su boda, pero, en el momento oportuno, dio la "línea" definitiva, y el flamante secreta­ rio de Hacienda encontró en el congreso el apoyo que necesitaba para vender la orwelliana idea de que con aumentos a los precios se lograría parar la inflación y, además, contener los rumores de una inminente devaluación del peso. En realidad, la política económica del gobierno para esas alturas con­ sistía 'en-umrfuene mvefSlón pú6lica, la -eual-permitió-lfIl' auItlento de sala­ rios (moaerado,-por supuesto), gue inicj6.y sostuvo obras y que dilapidó gran­ 84

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sidente había emprendido un viaje a Estados Unidos y a ente, las visitas, a todo lujo y a cargo del erario le fascirría, quien se veía como una Figura Decisiva en el Contexl; además, con el pretexto de "romper la dependencia de s", en 1973 se despachó el viaje "tricontinental", con desInglaterra, Francia, Bélgica, la URSS y China. Este viaje

En el sepelio de Eugenio Garza Sada. el presidente Echeverría pudo ver hasta Qué punto la ¡ni·

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dativa privada estaba en su contra.

des cantidades vía la corrupción, pues ya se sabe que losbuenos-polítiees no 'lmeren que les regalen nada, sino "que los pongan donde hay" . Para entonces estaba claro que se debía sustituir el esquema del desarro­ llo estabilizador, pero el gobierno de Luis Echeverría nunca se decidió a reorientar el sistema de financiamiento, lo cual implicaba tocar los gran­ des privilegios de los grandes banqueros, la protección desmesurada de las grandes empresas, y llevar a cabo una profunda reforma fiscal. Esto no se hizo, y el resultado fue, como dijo Carlos Tello, un "desarrollo estabili­ zador vergonzante" que, como siempre, dependía en gran medida de los préstamos del extranjero, aunque los intereses y "el servieit)!.Lfueffln Gada vez. más altos,y-de la impresión desatinada de billetes. Es más, para no andarse con cuentos, Echeverría decidió que esta última se hiciera en Mé­ xico y ya no en la American Note Company, como se leía en los antiguos billetes. Por cierto, el de un peso era gris y color de rosa, y se le conocía también como "un varo", "un morlaco" o "un chucho"; el de 10 pesos era "un diego"; el de 50, un "ojo de gringa", porque era azul; el de lOO, un "cuerito de rana"; el de 500, "un quiñón"; y los de mil, "milanesas" o "milagros"; la denominación más alta era de 10 mil, y esos billetes se veían 'poco, pues aún faltaba mucho para que "todos fuéramos millonarios" y pudiésemos hablar, tan quitados de la pena, de millones (o "melones" y "medios melones"). Circulaban mucho, pues se usabaa, lus llione<1as: quin­ tos, dieces, veintes, pesetas y tostones . r ~n el á"umento-de dinero, vía los préstamos, y las alzas a la gasolina y lo servicios y bienes públicos, los precios de los productoi se dispara­ ron La inflación de 1973 fue de 12.1 por ciento y se debió, explicó Pablo González Casanova, al crónico estancamiento del campo, la contracción \ del ,sector privado, el acaparamiento de básicos y la especulación; además, a lá "libertad" de la iniciativa privada de "hacer los precios"; es decir, de fijtrlOS a su conveniencia; por último, la inflación se debió al aumento de circulante, los aumentos a los energéticos y claro, a la inflación mun­ dial que había caído en países ricos y pobres. Por cierto, el abultado gasto P~liCO también provenía del ensanchamiento, después llamado "obesi­ da ", del estado, que inventaba fideicomisos y compraba todo tipo de em­ pr sas que el sector privado, debido a su contracción de inversiones, dejaba ca r o que se negaba a crear a pesar de que se requerían. De esta forma, p co a poco el gobierno de Echeverría, como el de su sucesor, se fue caV acterizando por el exceso de empresas paraestatales. En 1972 el presidente había emprendido un viaje a Estados Unidos y a Japón. Obviamente, las visitas, a todo lujo y a cargo del erario le fasci­ naron a Echeverría, quien se veía como una Figura Decisiva en el Contex­ to Internacional; además, con el pretexto de "romper la dependencia de Estados Unidos", en 1973 se despachó el viaje "tricontinental", con des­ tino a Canadá, Inglaterra, Francia, Bélgica, la URSS y China. Este viaje

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En el sepelio de Eugenio Garza Sada, el presidente Echeverría pudo ver hasta Qué punto la ini­ ciativa privada estaba en su contra.


érrimo, pues el presidente llenó aviones con un séquito de cionarios e invitados de todo tipo, además de conjuntos enhis y pulcras indias que echaban tortillas y preparaban moalsitas y todo tipo de suculencias, a fin de que los jefes de aíses en cuestión pudiesen probar la auténtica cocina mexicasultanesca de Echeverría por supuesto dio pie a comentarios dos los países visitados ("ah, los corruptos mexicanos") y ntensas en el interior del país, pues la iniciativa privada (que zaba por sus limitaciones en los gastos personales) vio muy e nuevorriquista del presidente. los excesos del viaje tricontinental no hicieron ninguna mella quien, en 1974, llevó a cabo una extensa jira por Sudamérintina y Brasil, principalmente. El plato fuerte de este viaje \jet de redilas", pues el presidente decidió que la alta inteal tuviera un "encuentro" con la intelectualidad argentina. an José Bremer, secretario particular de Echeverría, y de írez, director en funciones del Fondo de Cultura Económicientíficos, investigadores, poetas y narradores, subieron Aeroméxico y enfilaron rumbo a Buenos Aires. un viaje tan largo fue mitigado por generosísimas raciones ssy (xo para·los coilsentidos), whisky Chivas Regal o botereau, Drambuie y otros licores para los moderad"os y las ·daato la inteligencia nacional iba de lo más contenta cantando mno de los antropólogos ("Nuestro rey Cuauhtémoc / estato / le valia madre / todo aquel tormento"), hasta que fio se arrastró, al llegar a Buenos Aires. Todos fueron arreados on, donde se iniciaron los pleitos porque el embajador Celmetió la imperdonable torpeza de reservar habitaciones does invitados tenían que hospedarse en parejas. "¡No puede dos en un cuarto como en congreso barato!" Para commodidad de oír los efluvios alcohólicos, los ruidos gástricos tulencias de algún room mate, hubo cuentas abiertas para r con que los intes pidieron para sus chocolatitos y circularon calentaban billetes de cien dólares". El escritor José Agustín, naco y prángana, peló los ojos al ver que le pasaban 200 cos, porque aún era joven e inexperto". o se lanzó a la Afamada Vida Nocturna Bonarense, a beber ntrarle a los bifes de los grandes restoranes, donde podían pedigrí o su hígado lo permitían, con Arsenio Farell, Jesús Francisco Javier Alejo y otros jerarcas del sistema. Finalar el sesudo encuentro con los intelectuales argentinos en ón -que parecía páramo a la Emily Bronte (Juan Rulfo, por ba muy a gusto), donde los mexicanos ocupaban unas meinos, otras. Ernesto Sábato se reventó un discurso, el intente Echeverría otro, y no dejaron de circular los alcoholes

para que los intelectuales pudiesen tener los debidos vasos comunicantes. En el regreso a la patria, las botellas volvieron a circular de asiento en asiento hasta que el jet de redilas· semejaba la cantina La Nochebuena a las horas pico. A la altura de Venezuela una tormenta despiadada sacudió al avioncito como si fuera poema de Nicolás Guillén yeso desvaneció la embriaguez colectiva. El piloto, por lo demás, era excelente, pronto remontó el peligro, y se permitió una pequeña broma: "Por problemas de índole técnica", aVIsó, "no va a ser posible la escala en Panamá." "¡Nooo!", protestaron los intes, y procedieron a dar palmadas de ritmo enérgico al exigir: "¡Fa-yu-cá!, ¡fa-yu-cá!, ¡fa-yu-cá!" Ante el clamor, el comandan­ te de la nave aterrizó en Panamá y -eljJersonal intelectual corrió a las tiendas con los dólares calientes que habían sobrado del shopping bonarense; de vuelta en el avión, la mayoría cargaba cajas voluminosas que la hacían su­ dar, achaparrarse al sostenerlas, y sufrir al tratar de meterlas "debajo de los asientos". Finalmente, en México, se llegó al hangar presidencial, que por supuesto estaba exento de molestas y corruptas revisiones aduanales, y todo mundo partió a casita con sus preciadas adquisiciones electrónicas. Después del jet de redilas, el presidente Echeverria seguramente consideró que había viajado poco y, por tanto, entre 1975 y 1976, visitó Guyana, Senegal, Argel, Irán, la India, Sri Lanka, Tanzania, Arabia Saudita, Kuwait, Egipto, Israel, Jordania y Cuba. Mucha gente se quejó de la desmesura de estos viajes, de los cuales no salió nada en concreto y todo quedó casi siempre en condición de meras probabilidades. Por cierto, Cosío Villegas consignó los produ~tos que el presidente estaba listo a exportar: algo­ dón, azúcar, cereales, semillas diversas, henequén, hilos, hilaza, prendas de vestir, calzado; productos químicos, farmaceúticos, eléctricos, electró­ nicos, metálicos; maquinaria de toda clase, equipos para transporte, mi­ nerales y abonos químicos.

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para que los intelectuales pudiesen tener los debidos vasos com unicantes. En el regreso a la patria, las botellas volvieron a circular de asiento en asiento hasta que el jet de redilas ·semejaba la cantina La Nochebuena a las horas pico. A la altura de Venezuela una tormenta despiadada sacudió al avioncito como si fuera poema de Nicolás Guillén y eso desvaneció la embriaguez colectiva. El piloto, por lo demás, era excelente, pronto remontó el peligro, y se permitió una pequeña broma: "Por problemas de índole técnica", avisó, "no va a ser posible la escala en Panamá." "¡Nooo!", protestaron los intes, y procedieron a dar palmadas de ritmo enérgico al exigir: "¡Fa-yu-cá!, ¡fa-yu-cá!, ¡fa-yu-cá!" Ante el clamor, el comandante de la nave aterrizó en Panamá y·eT}ersonal intelectual corrió a las tiendas con los dólares calientes que habían sobrado del shopping bonarense; de vuelta en el avión, la mayoría cargaba cajas voluminosas que la hacían sudar, achaparrarse al sostenerlas, y sufrir al tratar de meterlas "debajo de los asientos". Finalmente, en México, se llegó al hangar presidencial, que por supuesto estaba exento de molestas y corruptas revisiones aduanales, y todo mundo partió a casita con sus preciadas adquisiciones electrónicas. Después del jet de redilas, el presidente Echeverría seguramente consideró que había viajado poco y, por tanto, entre 1975 y 1976, visitó Guyana, Senegal, Argel, Irán, la India, Sri Lanka, Tanzania, Arabia Saudita, Kuwaít, Egipto, Israel, Jordania y Cuba. Mucha gente se quejó de la desmesura de estos viajes, de los cuales no salió nada en concreto y todo quedó casi siempre en condición de meras probabilidades. Por cierto, Cosío Villegas consignó los prodm:tos que el presidente estaba listo a exportar: algodón, azúcar, cereales, semillas diversas, henequén, hilos, hilaza, prendas de vestir, calzado; productos químicos, farmaceúticos, eléctricos, electrónicos, metálicos; maquinaria de toda clase, equipos para transporte, minerales y abonos químicos.

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En septiembre de 1973, un comando de la Liga 23 de Septiembre intentó secuestrar al magnate Eugenio Garza Sada, capo del grupo Monterrey. Los guardaespaldas repelieron el asalto y en la balacera murió el acaudalado industrial. Los secuestradores fueron atrapados y el presidente Echeverría asistió al sepelio de Garza Sada en Monterrey, y allí pudo constatar hasta qué punto se hallaban enconados los ánimos de los ricos mexicanos en contra del gobierno. Echeverría tuvo que soportar un ambiente adverso y un discurso pronunciado por Ricardo Margáin Zozaya, representante del grupo Monterrey, inusitadamente duro y virulento ("se ha propiciado desde el poder el ataque deliberado al sector privado, sin otra finalidad aparente que fomentar la división y el odío entre las clases sociales. Se.cuestros, atentados dinamiteros, asaltos bancarios, universidades convertidas en tierra de nadie, destrucción y muerte, eso es lo que tenemos que sufrir en carne propia"), que, además, fue transmitido varias veces en todo el país por Televisa con un gran despliegue, pues por primera vez en su historia el cua-

se volvió celebérrimo, pues el presidente llenó aviones con un séquito de numerosos funcionarios e invitados de todo tipo, además de conjuntos en­ teros de mariachis y pulcras indias que echaban tortillas y preparaban mo­ les, pipianes, salsitas y todo tipo de suculencias, a nn de que los jefes de estado de los paises en cuestión pudiesen probar la auténtica cocina mexica­ na. La comitiva sultanesca de Echeverria por supuesto dio pie a comentarios burlones en todos los países visitados ("ah, los corruptos mexicanos") y a críticas muy intensas en el interior del país, pues la iniciativa privada (que no se caracterizaba por sus limitaciones en los gastos personales) vio muy mal el derroche nuevorriquista del presidente. Las críticas a los excesos del viaje tricontinental no hicieron ninguna mella en Echeverría, quien, en 1974, llevó a cabo una extensa jira por Sudaméri­ ca: Perú, Argentina y Brasil, principalmente. El plato fuerte de este viaje fue el llamado '\jet de redilas", pues el presidente decidió que la alta inte­ ligencia nacional tuviera un "encuentro" con la intelectualidad argentina. A través de Juan José Bremer, secretario particular de Echeverría, y de Guillermo Ramírez, director en funciones del Fondo de Cultura Económi­ ca, más de cien científicos, investigadores, poetas y narradores, subieron en un DC-S de Aeroméxico y enfilaron rumbo a Buenos Aires. El tedio de un viaje tan largo fue mitigado por generosísimas raciones de coñac Hennessy (xo para los consentidos), whis1cy Chivas Regal o bote­ llucas de Cointreau, Drambuie y otros licoreS para los moderados y las da­ mas. Al poco rato la inteligencia nacional iba de lo más contenta cantando el afamado himno de los antropólogos ("Nuestro rey Cuauhtémoc I esta­ ba muy contento I le valía madre I todo aquel tormento"), hasta que fi­ nalmente bajó, o se arrastró, al llegar a Buenos Aires. Todos fueron arreados al hotel Sheraton, donde se iniciaron los pleitos porque el embajador Cel­ so Delgado cometió la imperdonable torpeza de reservar habitaciones do­ bles y los ilustres invitados tenían que hospedarse en parejas. "¡No puede ser!, se oía, "¡ dos en un cuarto como en congreso barato!" Para com­ pensar la incomodidad de oír los efluvios alcohólicos, los ruidos gástricos y las doctas flatulencias de algún room mate, hubo cuentas abiertas para todos, sin contar con que los intes pidieron para sus chocolatitos y circularon los sobres "que calentaban billetes de cien dólares". El escritor José Agustín, afamado como naco y prángana, peló los ojos al ver que le pasaban 200 dolarucos, "pocos, porque aún era joven e inexperto". Todo mundo se lanzó a la Afamada Vida Nocturna Bonarense, a beber buen vino y a entrarle a los bifes de los grandes restoranes, donde podían alternar, si su pedigrí o su hígado lo permitían, con Arsenio Farell, Jesús Reyes Heroles, Francisco Javier Alejo y otros jerarcas del sistema. Final­ mente tuvo lugar el sesudo encuentro con los intelectuales argentinos en un inmenso salón que parecía páramo a la Emily Bronte (Juan Rulfo, por supuesto, andaba muy a gusto), donde los mexicanos ocupaban unas me­ sas y los argentinos, otras. Ernesto Sábato se reventó un discurso, el inte­ lectual presidente Echeverría otro, y no dejaron de circular los alcoholes

En septiembre de 1973, un comando de la Liga 23 de Septiembre intentó secuestrar al magnate Eugenio Garza Sada, capo del grupo Monterrey. Los guardaespaldas repelieron el asalto y en la balacera murió el acaudalado industrial. Los secuestradores fueron atrapados y el presidente Echeverria asistió al sepelio de Garza Sada en Monterrey, y allí pudo constatar has­ ta qué punto se hallaban enconados los ánimos de los ricos mexicanos en contra del gobierno. Echeverría tuvo que soportar un ambiente adverso y un discurso pronunciado por Ricardo Margáin Zozaya, representante del grupo Monterrey, inusitadamente duro y virulento ("se ha propiciado desde el poder el ataque deliberado al sector privado, sin otra finalidad aparente que fomentar la división y el odio entre las clases sociales. Se.l;uestros, aten­ tados dinamiteros, asaltos bancarios, universidades convertidas en tierra de nadie, destrucción y muerte, eso es lo que tenemos que sufrir en carne propia"), que, además, fue transmitido varias veces en todo el país por Televisa con un gran despliegue, pues por primera vez en su historia el cua­

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e la televisión también se hallaba en contra del gobierno y r. Echeverría prefirió guardar silencio ante esos ataques dios, y regresó a la capital a fraguar jugadas de revancha. La sector privado y el presidente para entonces ya era franca, uraba lo peor. o nunca cesó durante la administración de Echeverría y sóuó en el sexenio siguiente. Además de los secuestros de José Guadalupe Zuno y del cónsul Leonhardy de Guadalauralmente, causó un escándalo en el país vecino), en 1974 o lo intentaban secuestrar, Hugo Margáin, hijo del ex secienda, y, ya en 1976, la Liga 23 de Septiembre, quizá con intuición premonitoria de los males que se avecinaban, inr a Margarita López Poriillo, hermana del entonces presiEn esa acción murió David Jiménez Sarmiento; el líder de eptiembre se hallaba a punto de lanzar una bomba cuando avesó la cabeza. El coche de Margarita López Portillo, por ibió 20 impactos de bala, y el suceso impactó al país. Sin os Jiménez Sarmiento, a su vez hermano del líder de la Liclaró que "el gobierno mismo los había pagado y patrocido caso el mismo José López Portillo decía que los actos sospechosos de "mano negra", y que representaban un "toos". Siempre se especuló, por otra parte, que muchas de cciones de la Liga 23 de Septiembre en realidad estaban orel fin de justificar acciones represivas (o de "mano negra"), encia mexicana", que para entonces también se entretenía pos paramilitares como los que existían en muchos países las, compuestos por comandos antiguerrilleros entrenados en s y con permiso para matar, torturar y sembrar el caos. Los tas sin duda existían, pero en la segunda mitad del sexenio ba más revuelto que nunca. ñas, en tanto, se hallaba bien activo en la sierra de Guerrede los Pobres era acosado por los federales, quienes asegux profesor guerrerense estaba ligado a los narcotraficantes a inocentes campesinos a través de su Brigada de Ajusticialtima ciertamente existía, y se encargó de asesinar a muchos olicías con fama de sanguinarios, pero era claro que Cabayo de los campesinos y que por eso pudo eludir durante años o del ejército, que, al igual que los judiciales, era odiado de la Costa Grande. No sólo eso, en sus mejores momentos gunas poblaciones ejidales de la sierra y se convirtió en una a, indudablemente sostenido por los campesinos guerrerendesde el centro se le ofreció amnistía total y un salvoconprefirió seguir luchando. En varias ocasiones se dijo que pero esto sólo hizo que su leyenda creciese, y que los izquierral simpatizaran con él aunque no aprobasen sus métodos.

simonopolio de la televisión también se hallaba en contra del gobierno y en plan retador. Echeverría prefirió guardar silencio ante esos ataques di­ rectos e insólitos, y regresó a la capital a fraguar jugadas de revancha. La guerra entre el sector privado y el presidente para entonces ya era franca, abierta, y auguraba lo peor. El terrorismo nunca cesó durante la administración de Echeverría y só­ lo se amortiguó en el sexenio siguiente. Además de los secuestros de Hirschfeld, de José Guadalupe Zuno y del cónsul Leonhardy de Guadala­ jara (que, naturalmente, causó un escándalo en el país vecino), en 1974 falleció, cuando lo intentaban secuestrar, Hugo Margáin, hijo del ex se­ cretario de Hacienda, y, ya en 1976, la Liga 23 de Septiembre, quizá con una patriótica intuición premonitoria de los males que se avecinaban, in­ tentó secuestrar a Margarita López Padilla, hermana del entonces presi­ dente electo. En esa acción murió David Jiménez Sarmiento; el líder de la Liga 23 de Septiembre se hallaba a punto de lanzar una bomba cuando una bala le atravesó la cabeza. El coche de Margarita López Portillo, por otra parte, recibió 20 impactos de bala, y el suceso impactó al país. Sin embargo, Carlos Jiménez Sarmiento, a su vez hermano del líder de la Li­ ga, después declaró que "el gobierno mismo los había pagado y patroci­ nado". En todo caso el mismo José López Portillo decía que los actos terroristas eran sospechosos de "mano negra", y que representaban un "to­ dos contra todos". Siempre se especuló, por otra parte, que muchas de las supuestas acciones de la Liga 23 de Septiembre en realidad estaban or­ questadas, con el fin de justificar acciones represivas (o de "mano negra"), por la "inteligencia mexicana", que para entonces también se entretenía formando grupos paramilitares como los que existían en muchos países la­ tinoamericanos, compuestos por comandos antiguerrilleros entrenados en Estados Unidos y con permiso para matar, torturar y sembrar el caos . Los grupos terroristas sin duda existían, pero en la segunda mitad del sexenio el río se hallaba más revuelto que nunca. Lucio Cabañas, en tanto, se hallaba bien activo en la sierra de Guerre­ ro. Su Ejército de los Pobres era acosado por los federales, quienes asegu­ raban que el ex profesor guerrerense estaba ligado a los narcotraficantes y que asesinaba inocentes campesinos a través de su Brigada de Ajusticia­ miento. Esta última ciertamente existía, y se encargó de asesinar a muchos delatores y a policías con fama de sanguinarios, pero era claro que Caba­ ñas recibía apoyo de los campesinos y que por eso pudo eludir durante años el tenaz asedio del ejército, que, al igual que los judiciales, era odiado por el pueblo de la Costa Grande. No sólo eso, en sus mejores momentos logró tomar algunas poblaciones ejidales de la sierra y se convirtió en una fuerza auténtica, indudablemente sostenido por los campesinos guerreren­ ses. Por tanto, desde el centro se le ofreció amnistía total y un salvocon­ ducto, pero él prefirió seguir luchando. En varias ocasiones se dijo que había muerto, pero esto sólo hizo que su leyenda creciese, y que los izquier­ distas en general simpatizaran con él aunque no aprobasen sus métodos.

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or su parte, poco a poco fue militarizando la costa grande Sitiaba y ocupaba pueblos enteros, encerraba a la totalidad y desaparecía a muchos de ellos. Las torturas fueron cosa frecuencia a los soldados les daba por asesinar sospechosos tapiés en el vientre. Con el pretexto de impedir que los camisionaran a la guerrilla, se impusieron racionamientos draagudizaron el hambre eterna de la zona. La tropa inventó minaciones para los desaparecidos, como "los marineros" ados), "los aviadores" (los tiraban desde lo alto de los helilos mineros" (eran enterrados vivos). Al final, llegó a haber l soldados, que fueron comandados sucesivamente por los no Chagoya, Salvador Rangel Medina y Eliseo Jiménez Ruiz. se complicaron cuando apareció en escena Rubén Figueransporte, vocal del Rio Balsas, y gran amigo del presidente uien, se decía, suspendió las obras del metro durante su manorecer los intereses de Figueroa en el transporte capitalino. su parte, al estilo del viejo Gonzalo N. Santos, presumía de y bien puestos", y por eso se dice que desde 1972 declaabañas no es ningún guerrillero, y yo lo reto a que me secuesneros podrían pagar un buen rescate por mí." Además de al guerrillero, Figueroa se entretenía haciéndole la vida difídor Israel Nogueda, pero como éste "no era pieza" y el caciista tenía grandes ambiciones, su dinero y la amistad con permitieron obtener la candidatura al gobierno de Guerrero

ar esta nominación, Figueroa dijo entonces que estaba disvistarse con Cabañas, y, si éste accedía, le propondría que as y que con su Partido de los Pobres participase en el juego o de Guerrero (otras fuentes sostienen que Figueroa alardeó encargaría de llevarlo de una oreja a la convención del PRI aría candidato"). Ante esto, después de pensarlo mucho, Lua' entrevista, sólo que el 4 de junio de 1974 no sólo se presene pasada secuestró a Figueroa y lo paseó por toda la sierra caudalado cacique acabó como el más flaco de la caballada. comandado por el general Elíseo Jiménez Ruiz, se vio oblitodo por delante para rescatar al amigo del presidente. El ible, requirió grandes contingentes de soldados, recursos ilignificó miseria y pesares sin límites para los campesinos de de guerrerense, pues Jiménez Ruiz dejó caer su mano pesaellos para evitar que auxilíasen a la guerrilla; otros pueblos s, se les racionaron los víveres, y los arrestos y asesinatos a cotidiana. Lucio Cabañas anduvo huyendo durante junio, , pero las estrecheces y dificultades fueron demasiadas y el re, tras un fuerte tiroteo, el ejército logró el rescate del canrnador. A partir de ese momento la persecución del Ejército

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El cacique del transporte y gobernador de Guerrero Ruben FigueroB fue secuestrado por Lucio Cabañas.

El ejército, por su parte, poco a poco fue militarizando la costa grande guerrerense. Sitiaba y ocupaba pueblos enteros, encerraba a la totalidad de habitantes y desaparecía a muchos de ellos. Las torturas fueron cosa común, y con frecuencia a los soldados les daba por asesinar sospechosos mediante puntapiés en el vientre. Con el pretexto de impedir que los cam­ pesinos aprovisionaran a la guerrilla, se impusieron racionamientos dra­ conianos que agudizaron el hambre eterna de la zona. La tropa inventó curiosas denominaciones para los desaparecidos, como "los marineros" (morían abogados), "los aviadores" (los tiraban desde lo alto de los beli­ cópteros), o "los mineros" (eran enterrados vivos). Al final, llegó a haber más de 20 mil soldados, que fueron comandados sucesivamente por los generales Solano Chagoya, Salvador Rangel Medina y Eliseo Jiménez Ruiz. Las cosas se complicaroll cuando apareció en escena Rubén Figue­ roa, zar del transporte, vocal del Río Balsas, y gran amigo del presidente Echeverría, quien, se decía, suspendió las obras del metro durante su man­ dato para favorecer los intereses de Figueroa en el transporte capitalino. Figueroa, por su parte, al estilo del viejo Gonzalo N. Santos, presumía de "tenerlos muy bien puestos", y por eso se dice que desde 1972 decla­ ró: "Lucio Cabañas no es ningún guerrillero, y yo lo reto a que me secues­ tre; los camioneros podrían pagar un buen rescate por mi." Además de echarle brava al guerrillero, Figueroa se entretenia haciéndole la vida difí­ cil al gobernador Israel Nogueda, pero como éste "no era pieza" y el caci­ que transportista tenía grandes ambiciones, su dinero y la amistad con Echeverría le permitieron obtener la candidatura al gobierno de Guerrero en 1974. Para festejar esta nominación, Figueroa dijo entonces que estaba dis­ puesto a entrevistarse con Cabañas, y, si éste accedía, le propondría que dejara las armas y que con su Partido de los Pobres participase en el juego legal del estado de Guerrero (otras fuentes sostienen que Figueroa alardeó de que "él se encargaría de llevarlo de una oreja a la convención del PRI que lo nombraría candidato"). Ante esto, después de pensarlo mucho, Lu­ cio accedió a la·entrevista, sólo que el4 de junio de 1974 no sólo se presen­ tó sino que de pasada secuestró a Figueroa y lo paseó por toda la sierra hasta que el acaudalado cacique acabó como el más flaco de la caballada. El ejército, comandado por el general Eliseo Jiménez Ruiz, se vio obli­ gado a echar todo por delante para rescatar al amigo del presidente. El asedio fue temible, requirió grandes contingentes de soldados, recursos ili­ mitados, y significó miseria y pesares sin límites para los campesinos de la Costa Grande guerrerense, pues Jiménez Ruiz dejó caer su mano pesa­ dísima sobre ellos para evitar que auxiliasen a la guerrilla; otros pueblos fueron sitiados, se les racionaron los víveres, y los arrestos y asesinatos resultaron cosa cotidiana. Lucio Cabañas anduvo huyendo durante junio, julio y agosto, pero las estrecheces y dificultades fueron demasiadas y el 8 de septiembre, tras un fuerte tiroteo, el ejército logró el rescate del can­ didato a gobernador. A partir de ese momento la persecución del Ejército

El cacique del transporte y gobernador de Guerrero Ruben Figueroa fue secuestrado por Lucio Cabañas.

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e intensificó al máximo, y a fin de año, en el Ocotal, Lucio n diez de los suyos. Para fines prácticos, con esto se terla rural en México, y la urbana de hecho desapareció en popués de algunas acciones más, como el intento de secuestro López Portillo. cito, Lucio Cabañas "se había ligado para cometer sus actos grupos más negativos de la región, como caciques, agiotises y traficantes de drogas, a los que brindaba protección". de Lucio, el ejército continuó la ofensiva antiguerrillera para ualquier rastro de oposición armada. Esto significó un nuelos pueblos guerrerenses. Numerosos campesinos fueron s" y existen muchos reportes de que los soldados los encosaciaban sacos de calidra, que destrozaba los pulmones e im; después los enterraban en las barrancas o, con mucha mayor tiraban desde helicópteros en el mar. ña, con las desapariciones que implicaba, fue muy intensa cesó del todo hasta que terminó el sexenio de Luis Echeveico no se ha dado información satisfactoria de más de 300 arecidas desde 1968, la mayoría campesinos, después de ser fuerzas de seguridad", planteó un informe de Amnistía Inla época. Rubén Figueroa, ya gobernador, alardeó de que o había desaparecidos: todos estaban muertos. de los desaparecidos cobró relevancia nacional e internade 1975. En ese año, el joven Jesús Piedra Ibarra fue arresrrey, torturado y enviado a la ciudad de México. Hasta allí esús era miembro de la Liga 23 de Septiembre, y fue perseolicía a partir del asesinato de Garza Sada. Cuando se en, Rosario Ibarra de Piedra, madre del joven, fue a buscarlo es creía que su hijo era torturado en el Campo Militar Núcual, decían, albergaba distintas clases de detenidos; estao se les interrogaba e incomunicaba; en otro piso se hallaban mente se consideraba desaparecidos, pero no para el ejérci, estaban los que eran apilados en celdas subterráneas arde humo). Doña Rosario no encontró asu hijo allí, procedió entarse ante funcionarios, y después, en numerosas ocasiotarse ante el presidente Echeverría, quien cortésmente la enno de sus subalternos. Pero ninguno de ellos le informaba estaba vivo o no. "Es usted la mujer más tenaz que conozue decir el director de la temible Dirección Federal de Segudo Gutiérrez Barrios. Rosario Ibarra de Piedra se fue ravés de la búsqueda de su hijo, y con el tiempo formó parComité pro Defensa de Presos, Perseguidos, Bxiliados y Políticos (CDPPEDP). En base a la perseverancia y la límha, doña Rosario adquirió una innegable autoridad moral en fuerza política de importancia desde que el trotsquista chadora social. '

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Rosario lb arra de Piedra buscó tenazmente a su hijo y en el proceso se forjó una formidable lu-

de los Pobres se intensificó al máximo, y a fin de año, en el Ocotal, Lucio fue abatido con diez de los suyos. Para fines prácticos, con esto se ter­ minó la guerrilla rural en México, y la urbana de hecho desapareció en po­ co tiempo después de algunas acciones más, como el intento de secuestro de Margarita López Portillo. Según el ejército, Lucio Cabañas "se había ligado para cometer sus actos delictivos a los grupos más negativos de la región, como caciques, agiotis­ tas, talabosques y traficantes de drogas, a los que brindaba protección". Tras la muerte de Lucio, el ejército continuó la ofensiva antiguerrillera para desmantelar cualquier rastro de oposición armada. Esto significó un nue­ vo castigo a los pueblos guerrerenses. Numerosos campesinos fueron "desaparecidos" y existen muchos reportes de que los soldados los encos­ talaban y les vaciaban sacos de calidra, que destrozaba los pulmones e im­ pedía los gritos; después los enterraban en las barrancas o, con mucha mayor frecuencia, los tiraban desde helicópteros en el mar. Esta campaña, con las desapariciones que implicaba, fue muy intensa en 1975, y no cesó del todo hasta que terminó el sexenio de Luis Ecbeve­ rría. "En México no se ha dado información satisfactoria de más de 300 personas desaparecidas desde 1968, la mayoría campesinos, después de ser detenidas por fuerzas de seguridad", planteó un informe de Amnistía In­ ternacional de la época. Rubén Figueroa, ya gobernador, alardeó de que en Guerrero no había desaparecidos: todos estaban muertos. La cuestión de los desaparecidos cobró relevancia nacional e interna­ cional a partir de 1975. En ese año, el joven Jesús Piedra Ibarra fue arres­ tado en Monterrey, torturado y enviado a la ciudad de México. Hasta allí se supo de él. Jesús era miembro de la Liga 23 de Septiembre, y fue perse­ guido por la policía a partir del asesinato de Garza Sada. Cuando se en­ teró del arresto, Rosario Ibarra de Piedra, madre del joven, fue a buscarlo a la capital, pues creía que su hijo era torturado en el Campo Militar Nú­ mero Uno (el cual, decían, albergaba distintas clases de detenidos; esta­ ban los que sólo se les interrogaba e incomunicaba; en otro piso se ballaban los que oficialmente se consideraba desaparecidos, pero no para el ejérci­ to; por último, estaban los que eran apilados en celdas subterráneas ar­ dientes y llenas de bumo). Dofta Rosario no encontró asu hijo allí, procedió entonces a presentarse ante funcionarios, y después, en numerosas ocasio­ nes, logró plantarse ante el presidente Echeverría, quien cortésmente la en­ viaba con alguno de sus subalternos. Pero ninguno de ellos le informaba si Jesús Piedra estaba vivo o no. "Es usted la mujer más tenaz que conoz­ co", le tuvo que decir el director de la temible Dirección Federal de Segu­ ridad, Fernando Gutiérrez Barrios. Rosario Ibarra de Piedra se fue politizando a través de la búsqueda de su hijo, y con el tiempo formó par­ te esencial del Comité pro Defensa de Presos, Perseguidos, Eltiliados y Desaparecidos Políticos (CDPPEDP). En base a la perseverancia y la lím­ pieza de su lucha, dofta Rosario adquirió una innegable autoridad moral y se convirtió en fuerza política de importancia desde que el trotsquista

Rosario ¡barra de Piedra buscó tenazmente a su hijo y en el proceso se forjó una formidable lu· chadora social. '

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lucionario de los Trabajadores (PRT) la postuló a la presidenblica en 1982 y, muy significativamente, en 1988. a Rubén Figueroa, este célebre cacique presumió de que "se o muy macho" durante su secuestro. "Quien me secuestró ado mental, sediento de publicidad sensacionalista, envenetes jóvenes", declaró una vez liberado, "comprobé que está antes de drogas. En la sierra encontré a un individuo de cruelun sujeto falaz y cobarde que ha hecho de la simulación, la calumnia su única arma; con graves perturbaciones físicas, cológicas", sic. "Mis compañeros y yo fuimos objeto de cruelmoral, de malos tratos y humillaciones, y sólo nos daban a y mendrugos." erado, Figueroa se integró a su campaña, que de cualquier arrancado (y podía seguirse) sin él. De entrada, escogió a a para mostrar su poder, y se movió con su amigo el presique en enero de 1975 la Procuraduría del Distrito Federal e aprehensión en contra del gobernador, al que sólo le faltapara concluir su periodo y ser uno de los poquísimos manuerrero que lograban gobernar los seis años enteros. Nogueda la prensa de la orden de aprehensión en su contra, y pasmaPinos, donde pasó varias horas de antesala sin que Echeveera. Un día despJés, el congreso votaba, una vez mas, la de poderes en el Estado de Guerrero. Nogueda cayó del unca se le aplicó la orden de aprehensión. Y, ya en abril de Figueroa tomó posesión de una entidad empobrecida y totalizada; después se convertiría en uno de los personajes más olclor político nacional.

Sonora también se avivaban los problemas. El gobernador ndo Biebrich había llamado la atención cuando, siendo dipucomendación de Echeverría, desde la tribuna apoyó la inistavo Díaz Ordaz para que los jóvenes pudieran votar a los ad. Ya presidente, Echeverría lo nombró subsecretario de Goomo se ve, era uno de los jóvenes consentidos del mandatano sorprendió, aunque muchos se escandalizaron, cuando ispuso, en 1973, que se modificase la constitución de Sonora rotegido pudiera ser gobernador a los 33 aftas de edad. No problema, faltaba más, así es que el joven Biebrich tomó poerria le tenía tanto aprecio que en dos años 10 visitó oficialocasiones, porque, entre otras cosas, el flamante gobernador actos públicos tal como le gustaban al jefe: larguísimos, imon filas y filas de oradores, y "muchas decisiones sobre

o, con el tiempo Biebrich fue perdiendo el aprecio presiden-

Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) la postuló a la presiden­ cia de la república en 1982 y, muy significativamente, en 1988. En cuanto a Rubén Figueroa, este célebre cacique presumió de que "se había portado muy macho" durante su secuestro. "Quien me secuestró es un extraviado mental, sediento de publicidad sensacionalista, envene­ nador de mentes jóvenes", declaró una vez liberado, "comprobé que está ligado a traficantes de drogas. En la sierra encontré a un individuo de cruel­ dad inaudita, un sujeto falaz y cobarde que ha hecho de la simulación, la mentira y la calumnia su única arma; con graves perturbaciones físicas, psíquicas y psicológicas", sic. "Mis compañeros y yo fuimos objeto de cruel­ dad física y moral, de malos tratos y humillaciones, y sólo nos daban a comer sobras y mendrugos." Una vez liberado, Figueroa se integró a su campaña, que de cualquier manera había arrancado (y podía seguirse) sin él. De entrada, escogió a Israel Nogueda para mostrar su poder, y se movió con su amigo el presi­ dente a fin de que en enero de 1975 la Procuraduría del Distrito Federal girara orden de aprehensión en contra del gobernador, al que sólo le falta­ ban dos meses para concluir su periodo y ser uno de los poquísimos man­ datarios de Guerrero que lograban gobernar los seis años enteros. Nogueda se enteró por la prensa de la orden de aprehensión en su contra, y pasma­ do voló a Los Pinos, donde pasó varias horas de antesala sin que Echeve­ rría lo recibiera. Un día desp.Jés, el congreso votaba, una vez mas, la desaparición de poderes en el Estado de Guerrero. Nogueda cayó del poder, pero nunca se le aplicó la orden de aprehensión. Y, ya en abril de 1975, Rubén Figueroa tomó posesión de una entidad empobrecida y total­ mente militarizada; después se convertiría en uno de los personajes más célebres del folclor político nacional. El joven gobernador de Sonora Carlos Armando Biebrich fue de los consentidos del presidente pero despuéS se despeñó en el infortunio.

En tanto, en Sonora también se avivaban los problemas. El gobernador Carlos Armando Biebrich había llamado la atención cuando, siendo dipu­ tado, y por recomendación de Echeverría, desde la tribuna apoyó la ini­ ciativa de Gustavo Díaz Ordaz para que los jóvenes pudieran votar a los 18 años de edad. Ya presidente, Echeverría lo nombró subsecretario de Go­ bernación. Como se ve, era uno de los jóvenes consentidos del mandata­ rio, así es que no sorprendió, aunque muchos se escandalizaron, cuando éste sin más dispuso, en 1973, que se modificase la constitución de Sonora para que su protegido pudiera ser gobernador a los 33 aftos de edad. No hubo ningún problema, faltaba más, así es que el joven Biebrich tomó po­ sesión. Echeverría le tenía tanto aprecio que en dos años lo visitó oficial­ mente en siete ocasiones, porque, entre otras cosas, el flamante gobernador organizaba los actos públicos tal como le gustaban al jefe: larguísimos, im­ provisados, con filas y mas de oradores, y "muchas decisiones sobre la marcha". Sin embargo, con el tiempo Biebrich fue perdiendo el aprecio presiden-

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El joven gobernador de Sonora Carlos Armando Biebrich fue de los consentidos del presidente pero después se despeñO en el infortunio.


e que estableció estupendas relaciones con el empresariado cultores, y porque se peleó con Augusto Gómez Villanueva, del presidente en cuestiones agrarias. Luis Suárez incluso cheverría empezó a disgustarse con su favorito porque éste s y bien cortados trajes cuando el presidente andaba, claro, Prosperaron, por tanto, las inevitables invasiones de .tierra, 1974, Biebrich acusó al Departamento de Asuntos Agrarios mez Villanueva) de "centralismo y burocratismo", y prosión que "resolviera los conflictos del Valle del Yaqui" (o se las invasiones). Echeverría aceptó en un principio, pero o se inició el derrumbe del joven gobernador, pues el presicuentas se inclinó por Gómez Villanueva. predios de San Isidro (Valle del Yaqui) y San Ignacio lUuayvadidos. Biebrich no se anduvo con rodeos y por su cuenta cito que desalojara a los invasores, con el resultado de que balacera murieron 7 campesinos. En todo el país hubo protesalidad de la represión. Para entonces, como era obvio, el a no quería" a Biebrich, y por ende prosperaron movilizaataques contra el gobernador. Moya Palencia, secretario n, pronto se comunicó con su antiguo subordinado y sin más uncia. Biebrich no daba crédito. Trató de hablar con el presie nunca contestó el teléfono y el joven gobernador no tuvo que presentar su renuncia. e sustituido por Alejandro Carrillo Marcor, quien llevaba de atacar inmiseri~ordemente a su antecesor, ya que éste fue samente por el sector privado local. No sorprendió, por tanto, e 1976 se le acusara de robo, peculado, abuso de autoridad nto del deber legal. Como en el caso de Nogueda, Biebrich árcel, pero su suerte acabó de agudizar las antipatías de los o latifundistas y de los empresarios sonorenses contra Echelíder de ellos surgió Carlos Sparrow Sada, de la Cámara de Ciudad Obregón, quien desde un principio adoptó una políamiento. El belicoso presidente de la república a su vez pron venganza: una gran afectación en el Valle del Yaqui que u obra agraria", y que por supuesto no fue nada cardenista, pues sólo representó una fuente de conflictos inútiles: los o perdieron sus neolatifundios, los campesinos no mejorao se fortaleció ni la economia agraria mejoró, sino que se camiento más atroz, además de que el país entero vivió modadera inestabilidad peligrosísima a fin de sexenio. De todo resultado concreto fue burócratico y político: la Secretaría Agraria reempJaz6 al viejo Departamento Agrario, y Gómez do figurar entre los aspirantes a la presidencia, para terror a privada y en especial de los agricultores del norte. e que Echeverría y Gómez Villanueva toleraron, propiciaron El gobierno toleró, alentó. propició o de plano organizó muchas invasiones de tierras.

cial, a· causa de que estableció estupendas relaciones con el empresariado y los ricos agricultores, y porque se peleó con Augusto Gómez Villanueva, brazo armado del presidente en cuestiones agrarias. Luis Suárez incluso planteó que Echeverría empezó a disgustarse con su favorito porque éste lucía flamantes y bien cortados trajes cuando el presidente andaba, claro, de guayabera. Prosperaron, por tanto, las inevitables invasiones de .tierra, por lo que, en 1974, Biebrich acusó al Departamento de Asuntos Agrarios (es decir: a Gómez Villanueva) de "centralismo y burocratismo", y pro­ puso una comisión que "resolviera los conflictos del Valle del Yaqui" (o sea: que frenase las invasiones). Echeverría aceptó en un principio, pero en ese momento se inició el derrumbe del joven gobernador, pues el presi­ dente a Cm de cuentas se inclinó por Gómez Villanueva. En 1975 los predios de San Isidro (Valle del Yaqui) y San Ignacio (Uuay­ mas) fueron invadidos. Biebrich no se anduvo con rodeos y por su cuenta ordenó al ejército que desalojara a los invasores, con el resultado de que en una tupida balacera murieron 7 campesinos. En todo el país hubo protes­ tas por la brutalidad de la represión. Para entonces, como era obvio, el presidente "ya no quería" a Biebrich, y por ende prosperaron moviliza­ ciones y duros ataques contra el gobernador. Moya Palencia, secretario de Gobernación, pronto se comunicó con su antiguo subordinado y sin más le pidió la renuncia. Biebrich no daba crédito. Trató de hablar con el presi­ dente, pero éste nunca contestó el teléfono y el joven gobernador no tuvo más remedio que presentar su renuncia. Biebrich fue sustituido por Alejandro Carrillo Marcor, quien llevaba instrucciones de atacar inmiseri~ordemente a su antecesor, ya que éste fue apoyado ruidosamente por el sector privado local. No sorprendió, por tanto, que en enero de 1976 se le acusara de robo, peculado, abuso de autoridad e incumplimiento del deber legal. Como en el caso de Nogueda, Biebrich no llegó a la cárcel, pero su suerte acabó de agudizar las antipatías de los agricultores neo latifundistas y de los empresarios sonorenses contra Eche­ verría. Como lider de ellos surgió Carlos Sparrow Sada, de la Cámara de Comercio de Ciudad Obregón, quien desde un principio adoptó una poli­ tica de enfrentamiento. El belicoso presidente de la república a su vez pro­ cedió a la gran venganza: una gran afectación en el Valle del Yaqui que "culminaria su obra agraria", y que por supuesto no fue nada cardenista, sino caótica, pues sólo representó una fuente de conflictos inútiles: los agricultores no perdieron sus neolatifundios, los campesinos no mejora­ ron, el ejido no se fortaleció ni la economía agraria mejoró, sino que se enfiló al estancamiento más atroz, además de que el país entero vivió mo­ mentos de verdadera inestabilidad peligrosísirna a fin de sexenio. De todo esto, el único resultado concreto fue bur6cratico y político: la Secretaría de la Reforma Agraria reemplazó al viejo Departamento Agrario, y Gómez Villanueva pudo figurar entre los aspirantes a la presidencia, para terror de la iniciativa privada y en especial de los agricultores del norte. Es indudable que Echeverría y Gómez Vtllanueva toleraron, propiciaron 98

El gobierno toleró, alentó, propició o de plano organizó muchas invasiones de tierras.

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muy bien, ya que en las escuelas con frecuencia se aplicaban diversas va­ cunas, todas necesarias, además de que un tema predominante del momento, proveniente de Estados Unidos, era el de la sobrepoblación, que llegaba a13.5 anual en México. Muchas madres de familia cayeron en la histeria, ésta infectó a otras más y pronto iban en masa a sacar a sus rujas de las escuelas porque alguien les había dicho: "Hoy los van a vacunar." La atmósfera contraria al gobierno, fomentada activamente por las de­ rechas y propiciada por la inteligencia (en este caso más maquiavélica que nunca) estadunidense, se agudizaba conforme avanzaba el sexenio. En 1974, un grupo muy aguerrido del gran capital se reunió clandestinamente en Chi­ pinque, Nuevo León; el tema era coordinar e intensificar la guerra sucia contra el presidente Echeverría y perfeccionar una campaña sistemática de propaganda reaccionaria. La noticia de esta reunión en Crupinque se fil­ tró y escandalizó al medio político, pero el presidente no hizo nada. Era claro para entonces que ya empezaba a flaquear su ardor supuestamente revolucionario ante las incesantes presiones de quienes detentaban el po­ der económico y que podían poner de cabeza la economia. Por ejemplo, los rumores de una devaluación inminente no cesaron desde 1973 y con ello las compras crecientes de dólares para aceitarla. En 1974 el producto interno bruto (PIB) bajó a 5.9 por ciento y la caída ya no se detendría a partir de entonces hasta los años de "abundancia" de 1978 y 1979; se supo, además, que los índices de "crecimiento" de 1972 (7.3 por ciento) y de 1973 (7.6) fueron artificiales, ya que habían sido ge­ nerados por el aumento del gasto público y el endeudamiento (en tres años la deuda externa había crecido en un 61.6 por ciento). Ya casi no se conse­ guían créditos, y cuando los había los intereses eran más altos por lo que el gobierno tuvo que restringuir fuertemente el gasto público. Viejos problemas revivieron entonces: hubo acaparamiento de frijol, tri­ go, arroz y otros básicos; la especulación de nuevo no tenía frenos y los precios subieron hasta que en 1974 la inflación llegó al 24 por ciento. Esto se tradujo en malestar obrero y el Consejo del Trabajo tuvo que emplazar a huelga para simular que hacía algo al respecto, ya que muchos sindica­ tos, independientes o no, protestaban ruidosamente y las manifestaciones ocupaban las calles cada vez con más frecuencia. Eso permitió que la ini­ ciativa privada, cobijaba bajo el "espíritu de Chipinque", se quejara de la agitación; Echeverria habia convertido a México en "cabeza de playa del comunismo internacional", decían, y trataban de vender la idea de que las derechas venían a ser los paladines que se oponían al complot comunis­ ta. El clima internacional les favorecía: Estados Unidos se hallaba detrás de las numerosas dictaduras latinoamericanas, Chile habia permitido la puesta en práctica de numerosos medios nuevos de desestabilización, y la crisis económica internacional de los años setenta hacía que los paises ricos se endurecieran y procurasen que los países pobres pagaran todo. Por si fuera poco, corrió la voz de que el presidente Echeverria "era pendejo". Y llovieron los chistes: era tan pendejo que si su esposa ocu­

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muy bien, ya que en las escuelas con frecuencia se aplícaban díversas vacunas, todas necesarias, además de que un tema predominante del momento, proveniente de Estados Unidos, era el de la sobrepoblación, que llegaba al 3.5 anual en México. Muchas madres de familia cayeron en la histeria, ésta infectó a otras más y pronto iban en masa a sacar a sus hijos de las escuelas porque alguien les había dicho: "Hoy los van a vacunar." La atmósfera contraria al gobierno, fomentada activamente por las derechas y propiciada por la inteligencia (en este caso más maquiavélica que nunca) estadunidense, se agudizaba conforme avanzaba el sexenio. En 1974, un grupo muy aguerrido del gran capital se reunió clandestinamente en Chipinque, Nuevo León; el tema era coordinar e intensificar la guerra sucia contra el presidente Echeverría y perfeccionar una campaña sistemática de propaganda reaccionaria. La noticia de esta reunión en Chipinque se filtrÓ Y escandalizó al medio politico, pero el presidente no hizo nada. Era claro para entonces que ya empezaba a flaquear su ardor supuestamente revolucionario ante las incesantes presiones de quienes detentaban el poder económico y que podían poner de cabeza la economía. Por ejemplo, los rumores de una devaluación inminente no cesaron desde 1973 y con ello las compras crecientes de dólares para aceitarla. En 1974 el productO' interno bruta (PIB) bajó a 5.9 por ciento y la caída ya no se detendría a partir de entonces hasta los años de "abundancia" de 1978 y 1979; se supo, además, que los índices de "crecimiento" de 1972 (7.3 por ciento) y de 1973 (7.6) fueron artificiales, ya que habían sido generados por el aumento del gasto público y el endeudamiento (en tres años la deuda externa había crecido en un 61.6 por ciento). Ya casi no se conseguían créditos, y cuando los había los intereses eran más altos por lo que el gobierno tuvo que restringuir fuertemente el gasto público. Viejos problemas revivieron entonces: hubo acaparamiento de frijol, trigo, arroz y otros básicos; la especulación de nuevo no tenía frenos y los precios subieron hasta que en 1974 la inflación llegó al 24 por ciento. Esto se tradujo en malestar obrero y el Consejo del Trabajo tuvo que emplazar a huelga para simular que hacía algo al respecto, ya que muchos sindicatos, independientes o no, protestaban ruidosamente y las manifestaciones ocupaban las calles cada vez con más frecuencia. Eso permitió que la iniciativa privada, cobijaba bajo el "espíritu de Chipinque", se quejara de la agitación; Echeverria habia convertido a México en "cabeza de playa del comunismo internacional" , decían, y trataban de vender la idea de que las derechas venían a ser los paladines que se oponian al complot comunista. El clima internacional les favorecía: Estados Unidos se hallaba detrás de las numerosas dictaduras latinoamericanas, Chile había permitido la puesta en práctica de numerosos medios nuevos de desestabilización, y la crisis económica internacional de los años setenta hacía que los países ricos se endurecieran y procurasen que los países pobres pagaran todo. Por si fuera poco, corrió la voz de que el presidente Echeverría "era pendejo" . Y llovieron los chistes: era tan pendejo que si su esposa ocu-

Todo esto contribuyó a avivat los ruPersensibles y fariseicos ánimos de los grandes empresarios que, a pesar de que ganaron el dinero que quisieron du­ rante el sexenio de Echeverría, se tomaron cada vez más agresivos, pues ha­ bían descubierto que el presidente hacía mucho ruido, pero a la larga resultaba perfectamente manejable. Ya habían aprovechado las derechas muy bien la retórica izquierdista del presidente para fortalecerse y ampliar sus medios de presión. Por ejemplo, en 1973 había ~uido la escalada de rumores y se es­ parció la idea de que la gasolina se acababa . Este rumor tenia sus bases pues desde unos años antes nuestro país importaba crudos; además, la gasolina se estaba convirtiendo en un problema internacional que motivó, un año des­ pués, el famoso embargo petrolero que la Organización de Países Exporta­ dores de Petróleo (OPEP) hizo al "primer mundo". A raíz del rumor, en las gasolinerías se vieron colas desde la madrugada. El gobierno saltó a explicar que había suficiente gasolina, pero esto sólo precipitó el pequeño pánico que se creó y que se extinguió después de que una vez más se había probado cuán bien "respondía" el pueblo mexicano a los rumores. En 1974 el rumor en turno fue mucho más elaborado: se decía que el gobierno aplicaba vacunas esterilizadoras en las escuelas públicas con el pretexto de que eran contra la tifoidea; las vacunas, se añadía, no sólo esterilizaban sino que también producían inflamaciones y parálisis par­ cial en los niños, y destrucción de la matriz en las niñas. Esa vez el destina­ tario del rumor no era la clase media sino la popular, en la que prendió

orquestaron todo tipo de invasiones a través de "líderes" como Serrano y varios más, que eran todo lo contrario de Jacinto Lódirigió las invasiones agrarias a fines de los años cincuentas y en la cárcel. Los neoinvasores, por su parte, terminaban en la Diputados o con premios semejantes. En el estado de Sinaloa, más lejos, solamente entre 1975 y 1976, cuando el narcotráfico ne y espectacularmente, hubo más de 20 invasiones, además de expropiación del latifundio Montelargo, de la familia Elías "política de las invasiones" sólo sirvió para crear vendettas poa aumentar la confusión, pues muchas veces los mismos latitravés de guardias blancas, "invadían" terrenos ejidales o de es indígenas. No era fácil, por tanto, deducir cuándo era auténvimiento de inconformidad campesino (que lós había, ya que o la pobreza y marginación seguían sin resolverse) y cuándo e un movimiento preprogramado, como la invasión de Paseos a del periódico Excelsior en 1976. Por eso, a la larga, nadie, mpesino mucho menos, recordó a Echeverría como el Lázaro ue pretendía ser. Por su parte, Jesús Reyes Heroles ante esto o lo que pensaba abiertamente: "Condenamos la simulación io en pequeña propiedad, pero condenamos, por igual, que a se responda con invasión."

contribuyó a avivat los hi¡)ersensibles y fariseicos ánimos de los presarios que, a pesar de que ganaron el dinero que quisieron duenio de Echeverria, se tomaron cada vez más agresivos, pues haierto que el presidente hacía mucho ruido, pero a la larga resultaba nte manejable. Ya habían aprovechado las derechas muy bien la uierdísta del presidente para fortalecerse y ampliar sus medios de r ejemplo, en 1973 había sfguido la escalada de rumores y se esea de que la gasolina se acababa . Este rumor tenia sus bases pues años antes nuestro país importaba crudos; además, la gasolina nvirtiendo en un problema internacional que motivó, un año desmoso embargo petrolero que la Organización de Países Exportatróleo (OPEP) hizo al "primer mundo". A raíz del rumor, en las se vieron colas desde la madrugada. El gobierno saltó a explicar uficiente gasolina, pero esto sólo precipitó el pequeño pánico que e se extinguió después de que una vez más se había probado cuán ndía" el pueblo mexicano a los rumores. el rumor en turno fue mucho más elaborado: se decía que el plicaba vacunas esterilizadoras en las escuelas públicas con de que eran contra la tifoidea; las vacunas, se añadía, no sólo n sino que también producían inflamaciones y parálisis pariños, y destrucción de la matriz en las niñas. Esa vez el destinamor no era la clase media sino la popular, en la que prendió

o de plano orquestaron todo tipo de invasiones a través de "lideres" como Humberto Serrano y varios más, que eran todo lo contrario de Jacinto Ló­ pez, quien dirigió las invasiones agrarias a fines de los años cincuentas y que acabó en la cárcel. Los neoinvasores, por su parte, terminaban en la Cámara de Diputados o con premios semejantes. En el estado de Sinaloa, para no ir más lejos, solamente entre 1975 y 1976, cuando el narcotráfico crecía impune y espectacularmente, hubo más de 20 invasiones, además de la célebre expropiación del latifundio Montelargo, de la familia Elías Calles. Esta "politica de las invasiones" sólo sirvió para crear vendettas po­ líticas y para aumentar la confusión, pues muchas veces los mismos lati­ fundistas, a través de guardias blancas, "invadían" terrenos ejidales o de comunidades indígenas. No era fácil, por tanto, deducir cuándo era autén­ tico un movimiento de inconformidad campesino (que lós había, ya que en el campo la pobreza y marginación seguían sin resolverse) y cuándo se trataba de un movimiento preprogramado, como la invasión de Paseos de Taxqueña del periódico Excelsior en 1976. Por eso, a la larga, nadie, ningún campesino mucho menos, recordó a Echeverría como el Lázaro Cárdenas que pretendía ser. Por su parte, Jesús Reyes Heroles ante esto también dijo lo que pensaba abiertamente: "Condenamos la simulación del latifundio en pequeña propiedad, pero condenamos, por igual, que a simulación se responda con invasión."

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dencia él no podría con el Instituto de Protección a la Infanpendejo que insistía en ser padrino de la graduación de sus tan pendejo que creía que la Quinta de Beethoven era la casa un rico aleman; era tan pendejo que estudiaba para un examen tan pendejo que al leer un discurso en las olimpiadas habría ciendo "O, 0, 0, 0, O", hasta que alguien le aclaró: ros olímpicos no se leen"; era tan pendejo que cuando que: abía cerillos en la cajita, se llevaba ésta al oído y agitaba la lado a otro; era tan pendejo que ni siquiera calificaba en los pendejos (o al revés: era tan pendejo que su retrato apareCÍa torios de los funcionarios del gobierno de los pendejos); ya stos metafísicos temas habría que mencionar un chiste de clarcosurrealista: durante el viaje a China, la compañera María que empinarse para leer la placa de un monumento, lo que ao Tse-tung para metérsele entre las piernas; "¡ escolta, escoltonces la compa María Esther; "es colta, pelo gluesa" le res. an Timonel. Los chistes fueron tantos que en 1976 cir;ularon recopilaban, y también se vendía la parodia de un supuesto cheverría en las Naciones Unidas sobre la paciana cuestión a. te, el presidente contribuía a todo esto al continuar con sus jornadas extenuantes, de llamar colaboradores en la alta maecibir simultáneamente a enormes grupos y de hacerse seguir de secretarios de estado, invitados y guaruras. Nada de esto habilitar la ímagen pública que había adquirido en la calle: un pendejo. Ante esta gran ofensiva, en su cuarto informe eció mostrar signos de desesperación cuando se permitió criti~ illos" que compraban dólares esperando una devaluación; eran anos", cuyos hijos se mataban en automóviles de alto precio as carreteras a 140 kilómetros por hora.

974, ante la vecindad del cambio de poderes en Veracruz el obó que el candidato del PRI fuera Manuel Carbonell de la H~z. difundia la noticia cuando Jesús Reyes Heroles, presideclaró: "Yo, como veracruzano, no he votado por éL" Co. erarse, se armó un escándalo en el medio politico, pues era en la historia reciente que alguien se atrevía a parar un de. dente. Reyes Heroles presentó su renuncia, pero Echevertía eptar, y esa vez optó por ceder: retiró a Carbonell de la Hoz l nuevo candidato fuera Rafael Hernández Ochoa, Con esto amainaron, pero el incidente avivó la pugna entre los dos

heverría se tragó el berrinche, pero un afto después decidió su poder contra Manue'l Sánchez Vite, cacique de Hidalgo,

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En abril de 1974, ante la vecindad del cambío de poderes en Veracruz, el presidente aprobó que el candidato del PRI fuera Manuel Carbonell de la Hoz. La prensa ya difundía la noticia cuando Jesús Reyes Heroles, presi­ dente del PRI, declaró: "Yo, como veracruzano, no he votado por él." Co­ mo era de esperarse, se armó un escándalo en el medio político, pues era la primera vez en la historia reciente que alguien se atrevía a parar un de­ dazo del presidente. Reyes Heroles presentó su renuncia, pero Echevertía no la quiso aceptar, y esa vez optó por ceder: retiró a Carbonell de la Hoz y aceptó que el nuevo candidato fuera Rafael Hernández Ochoa. Con esto los problemas amainaron, pero el incidente avivó la pugna entre los dos políticos. En 1974 Echeverría se tragó el berrinche, pero un año después decidió desplegar todo su poder contra Manuel Sánchez Vite, cacique de Hidalgo,

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quien se movió para que Otoniel Miranda obtuviera la candidatura del PRJ al gobierno del estado. El presidente lo permitió, pero Otoniel Miranda pet_ maneció apenas 29 días en el poder, porque Echeverría 10 sacó hu­ millante y estrepitosamente de la gubematura. Esa vez Reyes Heroles no dijo nada y, por su parte, Sánchez Vite fue desapareciendo de la cartografia política. Sin embargo, poco le duró el gusto al presidente. Desde que inició su sexenio habia tratado de mostrarse como el paladín de los jóvenes y, engo­ losinado con el "éxito" de Castro Bustos para debilítar al rector González Casanova, se le metió en la cabeza mostrar su control de la universidad. Por tanto, hizo que el rector de la UNAM Guillermo Soberón y el secreta­ rio de Educación Víctor Bravo Ahuja lo "invitaran" a inagurar los cursos universitarios en marzo de 1975. Mucha gente le advirtió que no fuera a Ciudad Universitaria, pero Echeverría desestimó las advertencias y se pre­ sentó en el Auditorio de Medicina. Allí se encontraban sus "agentes de seguridad" (los cuales, quizá por primera vez en su vida, llevaban li­ bros bajo el brazo), pero también una multitud encolerizada de universita­ rios que había ido para hacer ver que no olvidaba la participación de Echeverría en los sucesos de 1968 o simplemente "a ver qué pasaba". El auditorio se hallaba repleto y afuera muchísima gente más trataba de en­ trar. El ambiente no podía estar más tenso. Los estudiantes impugnaron a gritos al doctor Soberón cuando éste quiso pronunciar su discurso de inauguración. "¡Dígales fascistas!", le susurra­ ba, sudoroso, Echeverría. Pero cuando él trató de hablar los insultos y las burlas arreciaron, así es que sólo él se oyó decir: "¡Así gritaban las multi­ tudes fascistas, así no gritaban los jóvenes de Allende!" Si el presidente sé ' sentía Allende y esperaba veneración por parte de los estudiantes mexi­ canos, éstos, allí mismo, le hicieron ver que nunca se habían tragado su "cardenismotercermundista". De pronto,los vidrios del auditorio estalla­ ron a pedradas y ésa fue la señal del pánico. Todos trataron de salir de allí a como diese lugar. Afuera también había un desorden total. Echeve­ rría avanzaba tan rápido como podía, tratando de no perder la galanura y seguido por sus guardias, cuando una de las incontables piedras que si­ seaban se impactó certeramente en la célebre calvicie del mandatario. La sangre le bañó la cara, el traje, y el presidente, rapidito, se metió en el pri­ mer auto que pudo. Ya en Los Pinos, expertos maquillistas se encargaron de borrar las huellas de la pedrada. Ese día el presidente había invitado a comer, entre otra gente, a Julio Scherer García, director del periódico Excelsior, y éste de plano no acudió a la cita cuando supo lo que había ocurrido en Ciudad Universitaria. Eche­ verría lo mandó llamar y después contó que se había divertido mucho al ver sufrir a Scherer cuando, desde Los Pinos, "tuvo que dar instruccio­ nes telefónicas sobre los titulares de la noticia de la pedrada". El presidente ignoraba que un joven fotógrafo y periodista de rock, Valentín Galas, ha­ bía logrado tomar el momento exacto en que la piedra había golpeado al mandatario. Esa misma tarde Galas llevó la foto a Excelsior y al día si­

quien se movió para que Utoniel Miranda obtuviera la candidatura del I'.RI al gobierno del estado, El presidente lo permitió, pero Otoniel Miranda pet_ maneció apenas 29 dias en el poder, porque Echeverria lo sacó huroillante y estrepitosamente de la gubernatura. Esa vez Reyes Heroles no dijo nada y, por su parte, Sánchez Vite fue desapareciendo de la cartografía política. Sin embargo, poco le duró el gusto al presidente. Desde que inició su sexenio había tratado de mostrarse como el paladín de los jóvenes y, engolosinado con el "éxito" de Castro Bustos para debilitar al rector González Casanova, se le metió en la cabeza mostrar su control de la universidad. Por tanto, hizo que el rector de la UNAM Guillermo Soberón y el secretario de Educación Víctor Bravo Ahuja lo "invitaran" a inagurar los cursos universitarios en marzo de 1975. Mucha gente le advirtió que no fuera a Ciudad Universitaria, pero Echeverría desestimó las advertencias y se presentó en el Auditorio de Medicina, Allí se encontraban sus "agentes de seguridad" (los cuales, quizá por primera vez en su vida, llevaban libros bajo el brazo), pero también una multitud encolerizada de universitarios que había ido para hacér ver que no olvidaba la participación de Echeverria en los sucesos de 1968 o simplemente "a ver qué pasaba". El auditorio se hallaba repleto y afuera muchísima gente más trataba de entrar, El ambiente no podía estar más tenso. Los estudiantes ímpugnaron a gritos al doctor Soberón cuando éste quiso pronunciar su discurso de inauguración. "¡Dígales fascistas!", le susurraba, sudoroso, Echeverría, Pero cuando él trató de hablar los insultos y las burlas arreciaron, así es que sólo él se oyó decir: "¡Así gritaban las multitudes fascistas, así no gritaban los jóvenes de Allende!" Si el presidente sentía Allende y esperaba veneración por parte de los estudiantes mexicanos, éstos, allí mismo, le hicieron ver que nunca se habían tragado su "cardenismotercermundista". De pronto, los vidrios del auditorio estallaron a pedradas y ésa fue la seftal del pánico. Todos trataron de salir de allí a como diese lugar. Afuera también había un desorden total. Echeve· rría avanzaba tan rápido como podia, tratando de no perder la galanura y seguido por sus guardias, cuando una de las incontables piedras que siseaban se impactó certeramente en la célebre calvicie del mandatario. La sangre le bañó la cara, el traje, y el presidente, rapidito, se metió en el primer auto que pudo, Ya en Los Pinos, expertos maquillistas se encargaron de borrar las huellas de la pedrada. Ese día el presidente había invitado a comer, entre otra gente, a Julio Scherer García, director del periódico Excelsior, y éste de plano no acudió a la cita cuando supo lo que había ocurrido en Ciudad Universitaria, Echeverría lo mandó llamar y después contó que se había divertido mucho al ver sufrir a Scherer cuando, desde Los Pinos, "tuvo que dar instrucciones telefónicas sobre los titulares de la noticia de la pedrada", El presidente ignoraba que un joven fotógrafo y periodista de rock, Valentín Galas, había logrado tomar el momento exacto en que la piedra había golpeado al mandatario. Esa misma tarde Galas llevó la foto a Excelsíor y al día si-

para la presidencia él no podría con el Instituto de Protección a la Infan­ cia; era tan pendejo que insistía en ser padrino de la graduación de sus anteojos; era tan pendejo que creía que la Quinta de Beethoven era la casa de campo de un rico alemán; era tan pendejo que estudiaba para un examen de orina; era tan pendejo que al leer un discurso en las olimpiadas habría empezado diciendo "O, 0, 0, 0, O", hasta que alguien le aclaró: "Señor, los aros olímpicos no se leen"; era tan pendejo que cuando que~ ría saber si había cerillos en la cajita, se llevaba ésta al oído y agitaba la cabeza de un lado a otro; era tan pendejo que ni siquiera calificaba en los concursos de pendejos (o al revés: era tan pendejo que su retrato aparecía tras los escritorios de los funcionarios del gobierno de los pendejos); ya entrados en estos metafísicos temas habría que mencionar un chiste de cla­ ra estirpe anarcosurrealista: durante el viaje a China, la compañera María Esther tuvo que empinarse para leer la placa de un monumento, lo que aprovechó Mao Tse-tung para metérsele entre las piernas; "¡escolta, escol­ ta!", gritó entonces la compa María Esther; "es colta, pelo gluesa", le res­ pondió el Gran Timonel. Los chistes fueron tantos que en 1976 circularon casets que los recopilaban, y también se vendía la parodia de un supuesto discurso de Echeverria en las Naciones Unidas sobre la paciana cuestión de la chingada. Por su parte, el presidente contribuía a todo esto al continuar con sus hábitos de las jornadas extenuantes, de llamar colaboradores en la alta ma­ drugada, de recibir simultáneamente a enormes grupos y de hacerse seguir por una corte de secretarios de estado, invitados y guaruras. Nada de esto ayudaba a rehabilitar la imagen pública que habia adquirido en la calle: el Pelón era un pendejo. Ante esta gran ofensiva, en su cuarto informe, Echeverría pareció mostrar signos de desesperación cuando se permitió criti­ car a los "riquillos" que compraban dólares esperando una devaluación; eran "malos mexicanos", cuyos hijos se mataban en automóviles de alto precio corriendo en las carreteras a 140 kilómetros por hora.

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a pelona.

tJTllverS¡tat¡d.llable~ba. pero nadie lo ofa . Despu~do

guiente Scherer la publicó en la parte más prominente de la primera plana. Por su parte, Echeverría dijo a todos aquellos que tenían que escucharlo que todo había sido una acción perfectamente orquestada y prepagada por sus archienemigos, los Emisarios del Pasado, pues nunca le pudo entrar en la cabeza que todo eso hubiese sido un auténtico brote de repudio y resentimiento por parte de los jóvenes universitarios. Echeverría tenía otras cosas en su abollada cabeza. Por ejemplo, lidiar con la ruidosa oposición que la iniciativa privada babía iniciado en contra de la nueva versión del libro de texto gratuito, que también apareció en 1975. Como en épocas de López Mateos, la obra trataba de estar al día y había sido elaborada por un grupo de especialistas en las principales disciplinas del conocimiento. La ofensiva de las derechas se centraba en las fotografías de Lenin, Mao Tse-tung (después Mao Dze-dong), el Che Guevara y Fidel Castro que aparecían en el libro como lo que, para bien o para mal, fueron: decisivos personajes históricos del fin del milenio que de ninguna manera podían hacerse a un lado. Desplegados, artículos editoriales y declaraciones a los medios fueron las bases de una intensa campaña frontal de empresarios y religiosos contra el libro de texto gratuito, que también incluyó secuestros de ejemplares, pintas en las calles, volantes y, por supuesto, rumores: se dijo que el gobierno arrancaría a los hijos de sus familias y que el comunismo se implantaría bien pronto. Ya picadas, las derechas criticaron ferozmente la nueva Ley de Asentamientos Humanos que, según el gobierno, trataba de "regular la brutal especulación en los predios urbanos" y que nunca llegó a nada, quizá porque los rumores en cuestión difundían que la ley no era más que "una socialización de los bienes raíces", y que el gobierno planeaba traer ejércitos de miserables a invadir y ocupar "las casas decentes". Como de costumbre, mientras más se procuró desmentir y negar esas necedades, más fuerte se esparcía el rumor. Para entonces el descrédito del presidente era irreversible. Por si fuera poco, en ese año, el empresariado decidió prepararse mejor para enfrentar a Echeverría y formó una superélite llamada Comité Coordinador del Servicio Privado (ccsP), compuesta por la temible Asociación de Banqueros y las cámaras de industria y comercio. Después de varios reacomodos la agrupación se llamó Consejo Coordinador Empresarial (CCE) con la salida de la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) y el ingreso del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), comandado por Juan Sánchez Navarro. Dada la proximidad de la sucesión presidencial, Echeverria vio al CCE como un grupo de presión y procuró que fuese objeto de ataques desde diversos frentes. Con el tiempo, el Consejo Coordinador Empresarial se convirtió en la máxima representación del sector privado. El fin del sexenio estaba a la vista y con él una avalancha de problemas políticos que convergían en la elecciones presidenciales y el cambio de gobierno. El panorama había cambiado en gran medida, nuevas fuerzas pugnaban por abrirse camino y había intentos serios por crear organizaciones

Ectlevima"e'i'f"Cludad thilVélSltana. Ilablal3a y haQ@ba. perQ..Dadie)o ora. Oespu~o V una piedra le abrió la pelona.

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guiente Scherer la publicó en la parte más prominente de la primera plana. Por su parte, Echeverría dijo a todos aquellos que tenían que escuchar­ lo que todo había sido una acción perfectamente orquestada y prepagada por sus archienemigos, los Emisarios del Pasado, pues nunca le pudo en­ trar en la cabeza que todo eso hubiese sido un auténtico brote de repudio y resentimiento por parte de los jóvenes universitarios. Echeverría tenía otras cosas en su abollada cabeza. Por ejemplo, lidiar con la ruidosa oposición que la iniciativa privada había iniciado en contra de la nueva versión del libro de texto gratuito, que también apareció en 1975 . Como en épocas de López Mateos, la obra trataba de estar al día y había sido elaborada por un grupo de especialistas en las principales dis­ ciplinas del conocimiento. La ofensiva de las derechas se centraba en las fotografías de Lenin, Mao Tse-tung (después Mao Dze-dong), el Che Gue­ vara y Fidel Castro que aparecían en el libro como lo que, para bien o pa­ ra mal, fueron: decisivos personajes históricos del fin del milenio que de ninguna manera podían hacerse a un lado. Desplegados, artÍCulos edito­ riales y declaraciones a los medios fueron las bases de una intensa campa­ ña frontal de empresarios y religiosos contra el libro de texto gratuito, que también incluyó secuestros de ejemplares, pintas en las calles, volantes y, por supuesto, rumores: se dijo que el gobierno arrancaría a los hijos de sus familias y que el comunismo se implantaría bien pronto. Ya picadas, las derechas criticaron ferozmente la nueva Ley de Asentamientos Huma­ nos que, según el gobierno, trataba de "regular la brutal especulación en los predios urbanos" y que nunca llegó a nada, quizá porque los rumores en cuestión difundían que la ley no era más que "una socialización de los bienes raíces", y que el gobierno planeaba traer ejércitos de miserables a invadir y ocupar "las casas decentes". Como de costumbre, mientras más se procuró desmentir y negar esas necedades, más fuerte se esparcía el ru­ mor. Para entonces el descrédito del presidente era irreversible. Por si fuera poco, en ese año, el empresariado decidió prepararse mejor para enfrentar a Echeverría y formó una superélite llamada Comité Coor­ dinador del Servicio Privado (CCSP), compuesta por la temible Asociación de Banqueros y las cámaras de industria y comercio. Después de varios reacomodos la agrupación se llamó Consejo Coordinador Empresarial (CCE) con la salida de la Cámara Nacional de la Industria de la Transfor­ mación (Canacintra) y el ingreso del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (CMHN), comandado por Juan Sánchez Navarro. Dada la pro­ ximidad de la sucesión presidencial, Echeverria vio al CCE como un grupo de presión y procuró que fuese objeto de ataques desde diversos frentes. Con el tiempo, el Consejo Coordinador Empresarial se convirtió en la má­ xima representación del sector privado. El fin del sexenio estaba a la vista y con él una avalancha de problemas políticos que convergían en la elecciones presidenciales y el cambio de go­ bierno. El panorama había cambiado en gran medida, nuevas fuerzas pug­ naban por abrirse camino y había intentos serios por crear organizaciones 105

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. d los Trabajadores !PMT). El dirigente del 68 Heberto Castillo formó el Partido MeXicano e

Por su parte. en 1975 el presidente Echeverría no pudo resistir la tenta­ ción de tratar de reelegirse. Ya que el de sufragio efectivo no serVía para nada, el dogma de la no-reelección parecía inexpugnable, y desde Miguel Alemán ningún presidente se había atrevido a pretender perpetuarse otro periodo. Pero don Luis no se arredraba fácilmente y envió a sus propios emisarios a que "auscultaran", y de esa forma preparasen, la posibilidad de la reelección. Sin embargo, una vez más Jesús Reyes Heroles tuvo los arrestos para detener en seco al presidente. "Aquellos aturdidos que pre­ tenden la reelección", declaró, " lastiman a la revolución, niegan nuestras instituciones y ofenden al revolucionario Luis Echeverría, dando lugar a un mal mayor que el que desean hacer aquellos que siniestramente la pro­ palan." Ante esto, el presidente, cada vez más henchido de rencores hacia su gran ideólogo, no tuvo más remedio que desistir de reelegirse y mejor se concentró en emular al viejo Adolfo Ruiz Cortinez a fin de "tapar al tapa­ do" e innovar de pasada la gran tradición prilsta del dedazo. Todos los observadores consideraban que Mario Moya Palencia, secretario de Go­ bernación, y Hugo Cervantes del Río , secretario de la Presidencia, eran los punteros de la sucesión y quienes contaban con más peso para influir en la decisión del dedo de la balanza. Sin embargo, un buen día el secreta­ rio de Recursos Hidráulicos Leandro Rovirosa Wade (según él "por su cuenta

representaran una verdadera oposición al régimen. Durante cha gente se entusiasmó por la posibilidad de que se unieran onalídades como Heberto Castillo, uno de los líderes más el movimiento estudiantil de 1968, Demetrib Vallejo, que fió de la cárcel, y escritores como Octavio Paz y Carlos Fuenva organización política sin duda habría sido un verdadero erdista-intelectual, pero Fuentes se fue con el canto de las siristas, y Paz prefirió conservarse como concienciacríticain_ así es que Vallejo y Castillo siguieron por su cuenta, con el nos ex participantes del 68 y de ízquierdista~ no marchistas. formaron el Comne NacIOnal de Auscultación y Coordinaque posteriormente se convertiría en el Partido Mexicano de r~s (PMT). Este nuevo partido no parecía tener prisa y antes e a buscar su registro legal trató de consolidarse. El presidente mo era de esperarse, buscó hacerlos bailar al ritmo de la "apertica", esto es: cooptarlos y convertirlos en otro partido pacomo el PARM y el PPs, pero los pemetistas se mantuvieron nto, el presidente recurrió a "sus jóvenes amigos" Rafael Aguies y Graco Ramírez para sacarse de la manga otro partido " , el Socialista de los Trabajadores (PST), cuya denominacida a la del PMT buscaba crear confusión en el pueblo y dencias hacia el sistema.

en 1975 el presidente Echeverría no pudo resistir la tentade reelegirse. Ya que el de sufragio efectivo no serVía para ma de la no-reelección parecía inexpugnable, y desde Miguel ún presidente se había atrevido a pretender perpetuarse otro don Luis no se arredraba fácilmente y envió a sus propios ue" auscultaran", y de esa forma preparasen, la posibilidad ón. Sin embargo, una vez más Jesús Reyes Heroles tuvo los detener en seco al presidente. "Aquellos aturdidos que preección", declaró, " lastiman a la revolución, niegan nuestras y ofenden al revolucionario Luis Echeverría, dando lugar a que el que desean hacer aquellos que siniestramente la pro-

el presidente, cada vez más henchido de rencores hacia su , no tuvo más remedio que desistir de reelegirse y mejor se emular al viejo Adolfo Ruiz Cortinez a fin de "tapar al tapar de pasada la gran tradición priísta del dedazo. Todos los consideraban que Mario Moya Palencia, secretario de GoHugo Cervantes del Río, secretario de la Presidencia, eran de la sucesión y quienes contaban con más peso para influir del dedo de la balanza. Sin embargo, un buen día el secretas Hidráulicos Leandro Rovirosa Wade (según él "por su cuenta

políticas que representaran una ~erdadera oposición al régimen. Durante un tiempo mucha gente se entusiasmó por la posibilidad de que se unieran grandes personalidades como Heberto Castillo, uno de los líderes más importantes del movimiento estudiantil de 1968, Demetrió Vallejo, que fi­ nalmente salió de la cárcel, y escritores como Octavio paz y Carlos Fuen­ tes. Esta nueva organización política sin duda habría sido un verdadero trabuco izquierdista-intelectual, pero Fuentes se fue con el canto de las si­ renas echeverristas, y paz prefirió conservarse como concienciacríticain_ dependiente, así es que Vallejo y Castillo siguieron por su cuenta, con el apoyo de algunos ex participantes del 68 y de izquierdista~ no marchistas. Todos ellos formaron el COffilté NaCIOnal de Auscultación y Coordina­ ción (CNAC), que posteriormente se convertiría en el Partido Mexicano de los Trabajador~s (PMT). Este nuevo partido no parecía tener prisa y antes de precipitarse a buscar su registro legal trató de consolidarse. El presidente Echeverría, como era de esperarse, buscó hacerlos bailar al ritmo de la "aper­ tura democrática", esto es: cooptarlos y convertirlos en otro partido pa­ raestatal más, como el PARM y el PPS, pero los pemetistas se mantuvieron firmes. Por tanto, el presidente recurrió a "sus jóvenes amigos" Rafael Agui­ lar Talamantes y Graco Ramírez para sacarse de la manga otro partido "de izquierda", el Socialista de los Trabajadores (PST), cuya denomina­ ción tan parecida a la del PMT buscaba crear confusión en el pueblo y canalizar disidencias hacia el sistema.

El dirigente del 68 Heberto Castillo formó el Partido Mexicano de los Trabajadores !PMT).

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en realidad obviamente instruido por Echeverría) sorprenando dio una lista de ¡siete! "preca ndidat os" del PRl a la a república. Ellos eran Mario Moya Palencia (Gobernación), s del Río (Presidencia), Augusto Gómez Villanueva (Reforma López Portillo (Hacienda), Carlos Gálvez Betancourt (IMSS), Bracamontes (Comunicaciones) y Porfir io Muñoz Ledo

fue tal que, al dar la noticia, J acobo Zabludovsky se anotó tología cuando dijo: "El presidente Echeverría . . . ¡perd6n! e Recursos Hidráulicos dio una lista de los precan didato s sidencia . .. " Aún no cesaban las carcaj adas cuand o Echeval a su propia lista, y añadió : "Anali cenlos , estúdienlos, a en Méxic o." En el acto, se puso en primer a fila para no n espectáculo y ver cómo los grupos de cada suspirante se , porque los siete seudot apados se la tomaro n en serio y más que pudieron . López Portill o, por su parte, aseguró forma r equipo alguno y que sólo se quedó mirand o con quien fmalmente decidiría todo. r la idea de que "había democracia en Méxic o" se decidió, de Lázaro Cárden as, formu lar un plan básico de gobierno residente tendría que ejecutar. Jesús Reyes Heroles, líder ado de prepar arlo, pensó que la oportu nidad era magnífidedazo presidencial y hacer real la prédica de una verdaa. Tras las debidas consultas, anunció que el plan bá ico n la gran convención del partido oficial y que ésta elegIría, dos, al candid ato. cia política era sumamente intensa para entonces y aunpectativas por la posible "elecc ión democ rática" los polísperab an la designación tradicional y contin uaron la lucha a través de los métodos habituales: grilla, tenebra y patamesa. El sector privado desde un principio se manifestó gusto Gómez Villanueva y Porfir io Muñoz Ledo por "izxcesivamente ligados a Echeverría. Gálvez Betancourt se movía al máximo de sus posibilidades, pero ni él ni Braban grandes entusiasmos, por lo que, como antes, la atenen Cervantes del Río y en Moya Palencia, y este último on el beneplácito de los hombres del dinero. Nadie daba dades a López Portill o, por su inexperiencia evidente. n embar go, buscaba alguien que le merecía su "confi anara las espaldas (pues ya suponí a que al dejar el poder sey que, de ser posible, pudiera manipularse debidamente nuevo maximato. El ideal, desde este punto de vista, paamigo José López Portill o, quien, además, era el más e destapados. Por tanto, lo fue prepar ando: un día, "sin uento" , refiere López Portill o, "me enseñó todos los

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Echeverr fa necesita ba alguien que le cuidara las espaldas y Que pudiera ma~jpularSe para ensayar un nuevo maximat o; el ideal era su amigo de juventud José López PortIllo. el más tapado de los siete tapados.

y riesgo" pero en realidad obviamente instruido por Echeverría) sorpren­ dió a todos cuando dio una lista de ¡siete! "precandidatos" del PRI a la presidencia de la república. Ellos eran Mario Moya Palencia (Gobernación), Hugo Cervantes del Río (presidencia), Augusto Gómez Villanueva (Reforma Agraria), José López Portillo (Hacienda), Carlos Gálvez Betancourt (IMSS), Luis Enrique Bracamontes (Comunicaciones) y Porfirio Muñoz Ledo (Trabajo). La sorpresa fue tal que, al dar la noticia, Jacobo Zabludovsky se anotó un lapsus de antología cuando dijo: "El presidente Echeverría . .. ¡perdón! El secretario de Recursos Hidráulicos dio una lista de los precandidatos del PRI a la presidencia... " Aún no cesaban las carcajadas cuando Eche­ verría dio su aval a su propia lista, y añadió: "Analícenlos, estúdienlos, hay democracia en México." En el acto, se puso en primera fila para no perderse el gran espectáculo y ver cómo los grupos de cada suspirante se hacían pedazos, porque los siete seudotapados se la tomaron en serio y se movieron lo más que pudieron. López Portillo, por su parte, aseguró que él no quiso formar equipo alguno y que sólo se quedó mirando con Digno Rubor a quien finalmente decidiría todo. Para reforzar la idea de que "había democracia en México" se decidió, como en épocas de Lázaro Cárdenas, formular un plan básico de gobierno que el futuro presidente tendría que ejecutar. Jesús Reyes Heroles, líder del PRI, encargado de prepararlo, pensó que la oportunidad era magnífi­ ca para atajar el dedazo presidencial y hacer real la prédica de una verda­ dera democracia. Tras las debidas consultas, anunció que el plan bájiico se presentaría en la gran convención del partido oficial y que ésta elegIría, a la vista de todos, al candidato. La efervescencia política era sumamente intensa para entonces y aun­ que surgieron expectativas por la posible "elección democrática" los polí­ ticos más bien esperaban la designación tradicional y continuaron la lucha por la sucesión a través de los métodos habituales: grilla, tenebra y pata­ das debajo de la mesa. El sector privado desde un principio se manifestó en contra de Augusto Gómez Villanueva y Porfirio Muñoz Ledo por "iz­ quierdistas" y excesivamente ligados a Echeverría. Gálvez Betancourt se sentía fuerte y se movía al máximo de sus posibilidades, pero ni él ni Bra­ camontes generaban grandes entusiasmos, por lo que, como antes, la aten­ ción se centraba en Cervantes del Río y en Moya Palencia, y este último parecía contar con el beneplácito de los hombres del dinero. Nadie daba grandes posibilidades a López Portillo, por su inexperiencia evidente. Echeverría, sin embargo, buscaba alguien que le merecía su "confian­ za", que le cuidara las espaldas (pues ya suponía que al dejar el poder se­ ría criticadísimo) y que, de ser posible, pudiera manipularse debidamente para ensayar un nuevo maximato. El ideal, desde este punto de vista, pa­ recía ser su viejo amigo José López Portillo, quien, además, era el más tapado de los siete destapados. Por tanto, lo fue preparando: un dia, "sin que viniera al cuento", refiere López Portillo, "me enseñó todos los

Echeverrra necesitaba alguien que le cuidara las espaldas y Que pudiera manipularse para en­ sayar un nuevo maximato; el ideal era su amigo de juventud José López Portillo, el más tapado

de los siete tapados.


Gutiérrez ("la furia del costalazo, cuerpo contra cuerpo, y chingue a su madre el que se voltee"). Pero hubo quienes se enteraron de antemano del dedazo. Julio Scherer García contó que a Ricardo Garibay y a él, por separado, Fausto Zapata de plano les dijo que serían "depositarios de un secreto que conoce media docena de personas" y de la "confianza expresa y total del presidente de la república". La comunicación de la noticia no era gratis: a Garibay se le pidió que escribiera un artículo sobre López Portillo para preparar el inminente dedazo; a Scherer, Zapata le sugirió que visitara, "desde aho­ ra", al futuro presidente, que por cierto era primo del director de Excél­ sior. "Le dígo al licenciado López Portillo que sé, naturalmente", dijo Scherer García. "Eso no", respondió Zapata, al instante. "¿Por qué, si sé?" "Usted se presenta en la secretaría de Hacienda con el ánimo de quien hace una visita de cortesía a su titular."" ¿Tiene sentido?" "Así lo quiere el presidente Echeverría" , remató Fausto Zapata, y después "sugirió" que Excelsior publicara una caricatura que "diera a entender" que López Por­ tillo era el bueno. Scherer la encargó al dibujante Marino, quien dibujÓ a dos tapados; el Bueno era fuerte alto y erguido, y de la bolsa de su saco asomaba una de las patas de sus anteojos, lo cual, supuestamente, era "rasgo inconfundible de José López Portillo". La designación de López Portillo sorprendió a los políticos, pero el sec­ tor privado se declaró satisfecho porque "los principales problemas del pais eran económicos"; como se ve, los empresarios preferían ignorar que Ló­ pez Portillo no era economista y que, para esas alturas, según sus propias palabras, apenas "empezaba a aprender el honroso oficio de secretario de Hacienda". En todo caso, Echeverría había desquiciado las reglas no es­ critas del sistema; si bien él mismo no pasó por puestos de elección popu­ lar, sí había transcurrido la vida entera en la política y conocía el laberinto priísta muy bien; López Portillo, en cambio, practicó la abogacía y la do­ cencia hasta los 40 años de edad "cuando se despertó su vocación por el servicio público". A principios del sexenio de Lópei Mateos se inició en los Consejos de Planeación Económica y Social, y, de la mano de Luis Eche­ verría, su ·affi¡go de la infancia, fue ascendiendo vertiginosamente hasta que en escasos 1.5 años llegó a la cumbre. Sin hacer política, de la mano de la suerte y lós amigos, López Portillo fue el primero en llevar a cabo ese tipo de ascensos fulgurantes, lo cual después se volvería monótono en los casos de Miguel de la Madrid y Carlos Salínas de Gortari, la casta tecno­ crática que en los años ochenta desplazó a la política y que llegó al poder a través de las reglas no escritas, las costumbres antidemocráticas de la po­ lítica a la mexicana. De cualquier manera, Echeverría tenia todas las intenciones de hacer sentir su peso y en el acto hizo movimientos que afectaban al candidato: sacó a Reyes Heroles del PRI y lo envió al lMSS; así se quitaba de encima a un elemento con personalidad propia que no le era nada grato, y podía poner a la que creía su gente en las posiciones clave del partido oficial: llevó a

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Gutiérrez ("la furia del costalazo, cuerpo contra cuerpo, Y chingue a su madre el que se voltee "). . Pero hubo quienes se entera ron de antem ano del dedazo. Julio Schere García contó que a Ricardo Garibay y a él, por separado, Fausto Zapa~ar de plano les dijo que serían "depOSitarios de un secreto que cono.ce media docena de person as" y de la "confi anza eXl?r.es a y total del'pre sldent~ de la repúbl ica". La comunicación de la noticia no era .gratls: a Ganba y se le pidió que escribiera un artículo sobre López Portillo para prepar ar el inminente dedazo; a Scherer, Zapata le sugirió que visitar a, "desde ahora", al futuro presidente, que por cierto .era prim~ del director de,!,-"c ~/­ sior. "Le digo al licenciado López Portill o que se, natura lmente ,~IJO Scherer García. "Eso no", respondió Zapata , al instant e. "¿Por que, SI sé?" "Usted se presenta en la secretaría de Hacien da con el ánimo de quien h;ce una visita de cortesía a su titula r."" ¿Tiene sentid o?" "Así lo quiere el presidente Echev erría", remató Fausto Zapata , y despué s "sugir ió" que Excelsior publicara una caricatura que "diera a entend er." que 1:ópez. Po.rtillo era el bueno. Scherer la encargó al dibuja nte Marm o, qwen dibUJÓ a dos tapados; el Bueno era fuerte alto y erguid o, y de la bolsa de su saco asoma ba una de las patas de sus anteoj os, lo cual, supuestamente, era "rasgo inconfundible de José López Po~illo". .' La designación de López Portillo sorprendió a los politlCos, pero el se~­ tor privado se declaró satisfecho porque "los I?rinci pale~ pr<?ble mas del p~s eran econó micos "; como se ve, los empresanos 0prefen an Ignora r que 1: pez Portillo no era economista y que, para esas alturas , según sus propia s palabras, apenas "empe zaba a aprender el honros o oficio de secreta rio de Hacie nda", En todo caso, Echeverría había desquiciado las re~las no escritas del sistema' si bien él mismo no pasó por puesto s de eleCCió n popular sí había trans~urrido la vida entera en la política y conocía el laberin to priísta muy bien; López Portillo, en cambio, practic ó la abogac ~a y la docencia hasta los 40 años de edad "cuan do se despertó su vocaci ón por el servicio públic o", A principios del sexenio de Lópei Mateos se ~ció en los Consejos de Planeación Económica y Social, y, de la mano de LUIS Echeverría su affi¡go de la infancia, fue ascendiendo vertigi nosam ente hasta que e~ escasos 1,5 años llegó a la cumbre. Sin hacer politica, de la mano de la suerte y los amigos, López Portillo fue el primero ~n llevar a cabo ese tipo de ascensos fulgurantes, lo cual despu,és se volvena ~onótono en los casos de Miguel de la Madri d y Carlos Salinas de Gortarl, la casta tecnocrática que en los años ochenta desplazó a la politi~ y que lI,egó al poder a través de las reglas no escritas, las costumbres antldemocrá tlcas de la política a la mexicana. , De cualquier manera, Echeverría tenía todas las intenciones de cer ?a sentlI su peso y en el acto hizo movimientos que afectaban al candid ato: sacó a Reyes Heroles del PRl y lo envió al IMSS; así se quitaba de enci?la a un elemento con personalídad propia que no le era nada gr!lto, y p?dia poner a la que creía su gente en las posiciones clave del partido ofiCial: llevó a

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s Pinos" . También lo llamó para que asistiera a la entrevisn el cha de Irán, y le encomendó que paseara a Carlos Anesidente de Venezuela. El 15 de septiembre las cosas se clarar para López Portillo cuando lo visitó Fausto Zapata el presidente, "para considerar los procesos de comunicació~ ". López Portillo, que se entretenía en hacer declaraciones pública, dice que entendió que su amigo así le indicaba "esno te expon gas". mientras los demás suspirantes y los observadores se ques para saber quién sería el Bueno, Echeverría llamó a a Los Pinos y allí, con toda solemnidad, los dos interpretasainetito: "¿Ace ptaría usted la responsabilidad de todo esEcheverría con un ademán que indicaba el despacho í, señor presidente. Acept o", respondió el secretarío de HaEntonces, prepárese usted" , añadió Echeverría, "ya lo llado el partido concluya la organización y los sectores se licamente, pero no se lo diga usted a nadie, ni a su esposa

Pepe se fue de allí "flota ndo". Por supuesto, no resistió u querido hijo José Ramón , a quien despues desgraciaría orgullo de mi nepoti smo", ni a su querida Rosa Luz Aleue había logrado reactivar la pasión amorosa del quincuarto, la doctor a Alegría, "en sus tiempo s", participó en el udiantil de 1968, pero ya se había curado para entonces. s, por su parte, ya casi tenía su plan básico de gobierno orque el candidato saliera de la convención, tal como se . El lunes 22 de septiembre de 1975 se inició la gran asamma. El líder del PRl la presidía cuand o le pasaro n una que comunicarse en ese mismo momento con el presidens supo al instante que Echeverría acabab a de dar un "mahabía adelantado y ya había candid ato. En esa ocasión a no declaró que, como mexicano, no había votado por sino que demostró que en verdad había aprendido "a laucia" y se disculpó ante la convención a pesar del coraje gún dicen, lo llevó a encerrarse varías horas en su despacho. yes Heroles fue a Los Pinos y encontró allí a los lideres Fidel Velázquez (CTM), Celestino Salcedo (CNC) y Óscar OP). Se dice que Echeverría les comunicó la noticia, y que llegó López Portillo, le indicó: "Seño r licenciado los diectores del partido están en la biblioteca y vienen 'a ofreura." En todo caso, lo cierto es que a partir de ese momento uvo que enfren tar.la feroz embestida de todos los priístas ener un hueso en el siguiente sexenio, ritual conocido colos búfalo s" y que, toda proporción guarda da, equivalía Mong o" que a duras penas sobrevivió Isela Vega en Tuxtla

rincones de Los Pinos". También lo llamó para que asistiera a la entrevis_ ta que tuvo con el cha de Irán, y le encomendó que paseara a Carlos An­ drés Pérez, presidente de Venezuela. El 15 de septiembre las cosas se empezaron a aclarar para López Portillo cuando lo visitó Fausto Zapata, jefe de prensa del presidente, "para considerar los procesos de comunicación de la secretaría". López Portillo, que se entretenía en hacer declaraciones sobre la cuenta pública, dice que entendió que su amigo así le indicaba "es­ tate quieto, ya no te expongas". Por último, mientras los demás suspirantes y los observadores se que­ maban las uñas para saber quién sería el Bueno, Echeverría llamó a López Portillo a Los Pinos y allí, con toda solemnidad, los dos interpreta­ ron el siguiente sainetito: "¿Aceptaría usted la responsabilidad de todo es­ to?, preguntó Echeverría con un ademán que indicaba el despacho presidencial. "Sí, señor presidente. Acepto", respondió el secretario de Ha­ cienda. "Bien. Entonces, prepárese usted", añadió Echeverría, "ya lo lla­ maremos cuando el partido concluya la organización y los sectores se pronuncien públicamente, pero no se lo diga usted a nadie, ni a su esposa ni a sus hijos." El buen don Pepe se fue de allí "flotando". Por supuesto, no resistió comunicarlo a su querido hijo José Ramón, a quien despues desgraciaría llamándole "el orgullo de mi nepotismo", ni a su querida Rosa Luz Ale­ gría, la mujer que había logrado reactivar la pasión amorosa del quincua­ genario. Por cierto, la doctora Alegría, "en sus tiempos", participó en el movimiento estudiantil de 1968, pero ya se había curado para entonces. Reyes Heroles, por su parte, ya casi tenía su plan básico de gobierno y se esforzaba porque el candidato saHera de la convención, tal como se había anunciado. El lunes 22 de septiembre de 1975 se inició la gran asam­ blea esperadísima. El líder del PRl la presidía cuando le pasaron una tarjetita. Tenia que comunicarse en ese mismo momento con el presiden­ te. Reyes Heroles supo al instante que Echeverría acababa de dar un "ma­ druguete"; se le había adelantado y ya había candidato. En esa ocasión Reyes Heroles ya no declaró que, como mexicano, no había votado por López Portillo, sino que demostró que en verdad había aprendido "a la­ varse en agua sucia" y se disculpó ante la convención a pesar del coraje ~ntripado que, según dicen, lo llevó a encerrarse varias horas en su despacho. En efecto, Reyes Heroles fue a Los Pinos y encontró allí a los líderes le los sectores: Fidel Velázquez (CTM), Celestino Salcedo (CNC) y Óscar Flores Tapia (CNOP). Se dice que Echeverría les comunicó la noticia, y que jespués, cuando llegó López Portillo, le indicó: "Señor licenciado, los di­ rectivos de los sectores del partido están en la biblioteca y vienen a ofre­ cerle la candidatura. " En todo caso, lo cierto es que a partir de ese momento López Portillo tuvo que enfrentar.la feroz embestida de todos los prüstas ansiosos por obtener un hueso en el siguiente sexenio, ritual conocido co­ mo "la carga de los búfalos" y que, toda proporción guardada, equivalía a la "invasión de Mongo" que a duras penas sobrevivió Isela Vega en Tuxtla

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Porfirio Muñoz Ledo. "hombre del presidente", ocupó la presidencia del PRI para coordinar la

campaña de López Portillo.

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Muñoz Ledo a presidirlo y puso a Gómez Villanueva en la secretaría gene­ ral con el fin de perfilarlo hacia el liderazgo de la nueva legislatura que ocuparía los escaños en 1976. En ·tanto, López Portillo disfrutaba al máximo la embriaguez de la car­ gada, que le pareció "esa euforia organizada tan sabiamente por el parti­ do". El virtual sucesor de Echeverría era nieto del escritor porfirista, más bien mediocre, del mismo nombre, y tenia sensibilidades artísticas que nunca desarrolló pero que le hacían considerarse pintor y escritor. Sus pinturas y sus libros eran deplorables, pero el futuro presidente de México logró que la cargada en pleno los considerara geniales, y así circularon Don Q y Quetzalcóatl, que por supuesto acabaron en los entrepanos de los fun­ cionarios y arribistas, pues no se puede afirmar que éstos los hayan leído, ya no digamos disfrutado. La vanidad de López Portillo era mayúscula (comparable a la de Eche­ verría, planteaba Scherer García, sólo que uno la ocultaba y el otro la os­ tentaba), y como todos le aplaudían y lo veían como semidiós, él estaba feliz y todo le parecía perfecto; el dedazo, por ejemplo, era i "un sistema sencillo de toma de decisiones"!, un "acuerdo consensual, y ello es demo­ crático, porque opera con eficiencia después suscrita por el voto mayorita­ rio"; el acarreo a su vez le parecía una "línea tradicional del partido", aunque aclaraba: "No son 'acarreados', son 'transportados por los propios hom­ bres y las propias fuerzas del partido' "; también defendió el palomeo: "El PRI", dijo, "es el instrumento básico de un pacto implícito que culmina en un sistema peculiar de toma de decisiones." En su caso, como no había hecho política ni establecido alianzas, dado su ingreso de última hora en la carrera presidencial, propuso sólo unos cuantos candidatos y admitió que "los sectores del partido, dentro de su franja ideológica, manejaran sus expectativas para dar cohesión al sistema mediante el funcionamiento del pacto que lo explica"; como los jefes del PRI eran Porfirio Munoz Ledo y Augusto Gómez VilIanueva, las listas de diputados y senadores fue­ ron elaboradas por ellos y el palomeo una vez más le correspondió a Echeverría con vistas a un control ulterior de esas fuerzas políticas. Tanto Muñoz Ledo como Gómez VilIanueva se encargaron de armar la campaña electoral de López Portillo, e inmediatamente lo enviaron a Na­ yarit para apoyar a Rogelio Flores Curiel, héroe del 10 de junio, quien se veía en dificultades ante la fuerza que por una vez mostraba el PPS. El PRI también se encargó de redactar los discursos del candidato, pero éste se los quitó de encima porque "le fascinaba improvisar". López Portillo se creía inspiradísimo, carismático, y se sobrevaloraba a tal punto que no le importaba tratar las cuestiones más delicadas apoyándose tan sólo en su "formidable seguridad en sí mismo". Por esta razón al. poco tiempo fue criticado y motivó ironías diversas en muchos viajes en los que impro­ visaba indiscriminadamente, sin orden ni concierto. "Cuando llego al mi­ crófono no sé qué voy a decir, y cuando lo dejo no me acuerdo de lo que dije", reconoció, pues en verdad creía que su inspiración provenía del es­ 113

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"No son acarreados, son transportados", precisó José lópez Portillo con la agudeza que lo ca­

racterizaba.

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píritu santo o de alguna supermusa o agencia del alma equivalente. También quería mostrar su propio estilo personal; si Echeverna Impuso la guayabera, él "lanzó" los cuellos de tortuga y las chamarras cazadoras de piel. Por supuesto, no podía competir con las capacidades anfetamíni­ cas, y más bien ridiculas, de trabajo de su viejo amigo, pero sí procuró mostrar que él también tenía superpoderes: además de escritor y pintor, desde un principio hizo ver que a sus 55 años de edad era el amo en equita­ ción, tenis, karate, box, lanzamiento de jabalina y gimnasia. Deporte y cultura eran sus fuertes, y pidió "símbolos quetzaJcóatlicos" como gran aportación a su campaiia y, para competir con el "arriba y adelante" de Echeverría, urdió el lema "la solución somos todos" (que acabó en "la corrupción somos todos" al final de su sexenio). También era pródigo en citas citables de Heráclito, Platón, Aristóteles, Hobbes, Rusell el al. para demostrar cuán culto era. En las elecciones presidenciales de 1976 José López Portillo no tuvo can­ didato opositor. El Partido Acción Nacional (PAN) enfrentaba la peor de sus crisis internas y prefIrió abstenerse de participar en los comicios; el Par­ tido Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM) y el Partido Popular Socialista (pps) se alinearon, como era su naturaleza paraestatal, con el PRl , y sólo el viejo Partido Comunista Mexicano (PCM) presentó como con­ tendiente a Valentin Campa, pero como el PCM no estaba registrado, na­ da de lo que hiciera contaba oficialmente. Por cierto, el Partido Comunista para entonces había sido afectado por las críticas antidogmáticas de José Revueltas (quien, a partir de 1968, creció enormemente en influencia e im­ portancia) y también por la corriente eurocomunista de los partidos co­ munistas de Francia, Italia y España que luchaban por desestalinizarse y democratizarse. Por tanto, sin nadie enfrente, López Portillo pudo dar riendas a la "im­ provisación". Después de que entró a caballo en San Juan del Rió (emu­ lando más al Charro Avitia que a Pancho Villa), empezaron los comentarios irónicos sobre el paquete de extravagancias del candidato, quien, con infi­ nitas dosis de autoindulgencia, se perdonaba sus numeritos pues aducía que trataba de cortejar al pueblo y que entonces se volvía como "un pin­ güino que se hincha, salta, aplaude, se desliza". Sin embargo, toda la atención pública que recibía y que le fascinaba se diluyó ante los numeritos internacionales del presidente Echeverría. En septiembre, desde su lecho de muerte, el anciano dictador espaiiol Fran­ cisco Franco negó el indulto a cinco terroristas vascos que fueron ejecuta­ dos. Echeverría decidió entonces escandalizarse al máximo. Como aún no habia relaciones con España, el presidente mexicano rompió todo contac­ to con la peninsula ibérica: cerró la atareada oficina de negocios, suspendió los vuelos de Iberia y las actividades de la agencia noticiosa EFE; además, pidió a las Naciones Unidas que expulsaran a España y que se suspendiesen las "relaciones económicas y las comunicaciones ferroviarias, marítimas, aéreas, postales, telegráficas, radioeléctricas, como la televisión, además

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administrativa por la estrategia de "freno y arranque". La inflación dis­ minuyó al 15 por ciento, pero seguía muy alta; se redujeron los ingresos de los trabajadores, pero también bajaron las importaciones y el déficit interno. Sin embargo, hubo que hacer fuertes pagos a los intereses de la deuda externa Y para ello, claro, se contrataron nuevos créditos, cada vez más dolosos; la deuda externa creció en un 43 por ciento, y la interna, 36.8 por ciento. El gobierno de Echeverría luchaba por evitar una devaluación del peso, mas esto ya era imposible pues para entonces la especulación contra la moneda era imparable y la fuga de capitales llegó a 460 millones de dó­ lares ese año . El sector privado, por su parte, nuevamente contrajo sus in­ versiones y se dedicó a pegarle al peso como si fuera punching bago En tanto, José López Portillo seguía su campaña y cada vez lograba ad­ mirarse más a sí mismo. Pero también vio la realidad del país, a pesar de los incontables filtros del sistema, y se mostró "muy consternado" al darse cuenta, i hasta entonces!, de la miseria en que vivían los desprotegi­ dos. "Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer", senten­ ció, muy satisfecho, porque una vez más lograba reducir una realidad lacerante a una frase (ya lo había hecho con el movimiento estudiantil de 1968, que terminó en la fórmula "Crisis de la conciencia y conciencia de la crisis") . A lo largo de su costosísima campaña siguió con sus frases­ célebres y empezó a hablar de una "alianza para la producción". Por esas fechas, el país se consternó con la muerte, a los 80 años de edad, de Daniel Casío Villegas, quien fue enterrado con sencillez en el panteón Jardín, "acompañado por gente del Colegio de México y algunos viejos amigos". Echeverría envió como representante a Víctor Bravo Ahuja, cu­ yas palabras "elogiosas, pomposas" representaron "la nota disonante", dice Enrique Krauze. El gobierno quiso enviar los restos a la Rotonda de Hombres Ilustres, pero la viuda se negó "rotundamente". En 1976 también murió José Revueltas. Desde su salida de la cárcel, en 1971, su salud se hallaba muy resentida y ya nunca pudo reestablecer del todo; los jóvenes izquierdistas del país se volcaron a rendirle homena­ jes constantes, que bien le caían después de décadas de obstrucciones y ninguneo. Su peso como figura nacional creció notablemente. Cuando mu­ rió, la izquierda, los militantes del 68 y muchos estudiantes lo fueron a despedir. Sin embargo, por esas fechas murió también Sara Ornelas, lide­ resa de los voceadores y acarreadora número uno del PRL. El candidato López Portillo decidió asistir "en paquete" al velorio de ambos cadáve­ res, que se hallaban en la funeraria Gayosso, a pesar de, o precisamente por, las diferentes connotaciones de las dos figuras. Cuando supieron esto, los dolientes de la muerte de Revueltas prefirieron sacar el cadáver del velatorio y lo llevaron a Ciudad Universitaria, a donde seguramente el candidato no iría. Así ocurrió . Esta falta de sensibilidad de López Por­ tillo era comprensible, pues él se veía como un Intelectual y Escritor muy Superior a Todos los Existentes, por supuesto mil veces mejor y más impor­ tante que Arreola, Rulfo, Fuentes, ya no se diga que Revueltas, y por eso

administrativa por la estrategia de "freno y arranque". La inflación disminuyó al 15 por ciento, pero seguía muy alta; se redujeron los mg~es~s de los trabajadores, pero también bajaron las importacIOnes y el deflctt interno. Sin embargo, hubo que hacer fuertes pagos a los IIltereses de la deuda externa Y para ello, claro, se contrataron nuevos créditos, cada vez más dolosos; la deuda externa creció en un 43 por ciento, y la mterna, 36:8 por ciento. El gobierno de Echeverría luchaba por evttar una dev.aluacIOn del peso, mas esto ya era imposible pues para entonce;; la espec~lacIOn cont~a la moneda era imparable y la fuga de capttales llego a 460 millones de dolares ese año. El sector privado, por su parte, nuevamente contrajo sus mversiones y se dedicó a pegarle al peso como SI fuera punchlng bago En tanto José López Portillo seguía su campaña y cada vez lograba admirarse má~ a sí mismo. Pero también vio la realidad del país, a pesar de los incontables filtros del sistema, y se mostró "muy consternado" ~I darse cuenta, i hasta entonces!, de la miseria en que vivían los d~sprotegl­ dos. "Lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer ,sentenció, muy satisfecho, porque una vez más lograba. redUCir una realidad lacerante a una frase (ya lo había hecho con el movlmlent? estudIantil de 1968, que terminó en la fórmula "Crisis de la ~on~len~la y conciencia de la crisis") . A lo largo de su costosísima campana Slgmo con ~u~, frasescélebres y empezó a hablar de una "alianza para la producclon . Por esas fechas, el país se consternó con la muerte, a los 80 años de eda?, de Daniel Casío Villegas, quien fue enterrado con senCillez en el panteon Jardín, "acompañado por gente del Colegio de M.éxico y algunos vIeJos amigos". Echeverría envió como representante a Vlctor Bravo ~huJa, c~­ yas palabras "elogiosas, pomposas" representaron "la nota disonante , dice Enrique Krauze. El gobierno quiso enviar los restos a la Rotonda de , Hombres llustres, pero la viuda se negó "rotundamente". En 1976 también murió José Revueltas. Desde su salIda de la carcel, en 1971, su salud se hallaba muy resentida y ya nunca pudo reestablecer del todo; los jóvenes izquierdistas del país, se vol~aron a rendirle homenajes constantes, que bien le caían despues de , decadas de obstruccIOnes y ninguneo. Su peso como figura naCIOnal creclo notablemente. Cuando murió la izquierda, los militantes del 68 y muchos estudiantes lo fueron a de;pedir. Sin embargo, por esas fechas murió también Sara Ornelas,hderesa de los voceadores y acarreadora número uno del PRI. El candidato López Portillo decidió asistir "en paquete" al velorio de ambos cada\eres, que se hallaban en la funeraria Gayosso, a pesar de, o preclsan:ente por las diferentes connotaciones de las dos figuras . Cuando suple,ron est; los dolientes de la muerte de Revueltas prefirieron sacar el cada ver del ~elatorio y lo llevaron a Ciudad Universitaria,. a donde seg~ramente el candidato no iría. Así ocurrió. Esta falta de senSibIlIdad de Lo.pez Portillo era comprensible, pues él se veía como un Intelectual y Escr~tor muy Superior a Todos los Existentes, por supuesto mil veces mejor y mas unportante que Arreola, Rulfo, Fuentes, ya no se diga que Revueltas, y por eso

Para entonces se había atenuado la locura del gasto gubernamental, pero también aumentaron los desocupados, y creció el desorden y la corrupción

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e relaciones diplomáticas con España". Echeverría incluso blea general de la ONU, donde dijo que se hallaba allí para talla en favor de los pueblos del tercer mundo". o, una vez que cesó el estupor ante su "inusitado brío antia acción internacional de Echeverría sólo motivó burlas y ónicos tanto dentro como fuera del país. Democratízate deera el lei! motiv de los comentarios. Si el presidente creía a a merecerse la secretaría general de las Naciones Unidas o, después el mundo) que tanto ansiaba, se equivocaba del todo. te, Echeverría instruyó al representante en la ONU para que ran mayoría del tercer mundo y votase a favor de la resolusmo es una forma de discriminación racial", con la cual s Unidos habían recibido una fuerte derrota internacional. everría nunca previó la contundencia de la respuesta de los sentaron una vigorosa protesta y que además eligieron a Méstrar sus capacidades de represalia: en Tel Aviv, Nueva York tuvieron lugar manifestaciones en contra de nuestro país, y n rapidez y eficiencia un boicot turístico para que los judíos do se abstuviesen de viajar a México. Llovieron las cancelaíneas y hoteles. El sector privado se aterró por lo bien que a el boicot y decidió aprovecharlo, cuando menos, para sedo al presidente. Ante la cascada de críticas Echeverría tuvo rael al titular de Relaciones Exteriores Emilio Rabasa con r "malentendidos" . Allá, los israelitas, condescendientes, Rabasa declarara que el sionismo no era racismo, y después alentendido entre ambos países debe olvidarse, perdonarse

o había cesado el alud de críticas por esa "diplomacia erráti, y todo se complicó más cuando se dijo que Rabasa había pedir perdón". El presidente se mostró ultrajado en su honor, a pedir perdón como la máxima ignominia. Por tanto, al sa tuvo que declarar: "México no rectificó su voto al siomente lo explicó. Ni yo pedí perdón ni mucho menos lo hice país." El pobre Rabasa acabó pagando los platos por este dio y a fines de 1975 Echeverría le pidió la renuncia. Rabapocos que había logrado navegar el sexenio en el gabinete, sentar, pero declinó el premio de consolación ofrecido: la Tabasco. Alfonso García Robles, al fin alguien que sabía o reemplazó hasta el fin.del periodo. A fines de diciembre ó el incidente con su célebre apotegma: "El mexicano nunn."

se había atenuado la locura del gasto gubernamental, pero taron los desocupados , y creció el desorden y la corrupción

de la ruptura de relaciones diplomáticas con España". Echeverría incluso viajó a la asamblea general de la ONU, donde dijo que se hallaba allí para "librar una batalla en favor de los pueblos del tercer mundo". Por supuesto, una vez que cesó el estupor ante su inusitado brío anti­ franquista, esta acción internacional de Echeverría sólo motivó burlas y comentarios irónicos tanto dentro como fuera del país. Democratízate de­ mocratizador, era el leit motiv de los comentarios. Si el presidente creía que con eso iba a merecerse la secretaría general de las Naciones Unidas (primero México, después el mundo) que tanto ansiaba, se equivocaba del todo. Por otra parte, Echeverría instruyó al representante en la ONU para que se uniera a la gran mayoría del tercer mundo y votase a favor de la resolu­ ción "el sionismo es una forma de discriminación racial", con la cual Israel y Estados Unidos habían recibido una fuerte derrota internacional. Sin duda, Echeverría nunca previó la contundencia de la respuesta de los judíos, que presentaron una vigorosa protesta y que además eligieron a Mé­ xico para demostrar sus capacidades de represalia: en Tel Aviv, Nueva York y Washington tuvieron lugar manifestaciones en contra de nuestro país, y se organizó con rapidez y eficiencia un boicot turístico para que los judíos de todo el mundo se abstuviesen de viajar a México. Llovieron las cancela­ ciones en aerolíneas y hoteles. El sector privado se aterró por lo bien que se desempeñaba el boicot y decidió aprovecharlo, cuando menos, para se­ guir presionando al presidente. Ante la cascada de críticas Echeverría tuvo que enviar a Israel al titular de Relaciones Exteriores Emilio Rabasa con el fin de disipar "malentendidos". Allá, los israelitas, condescendientes, lograron que Rabasa declarara que el sionismo no era racismo, y después dijeron: "El malentendido entre ambos países debe olvidarse, perdonarse y entenderse." En México no había cesado el alud de críticas por esa "diplomacia erráti­ ca, sin rumbo", y todo se complicó más cuando se dijo que Rabasa había ido a Israel "a pedir perdón". El presidente se mostró ultrajado en su honor, que consideraba pedir perdón como la máxima ignominia. Por tanto, al regresar, Rabasa tuvo que declarar: "México no rectificó su voto al sio­ nismo, simplemente lo explicó. Ni yo pedí perdón ni mucho menos lo hice a nombre del país." El pobre Rabasa acabó pagando los platos por este siniestro episodio y a fines de 1975 Echeverría le pidió la renuncia . Raba­ sa, uno de los pocos que había logrado navegar el sexenio en el gabinete, la tuvo que presentar, pero declinó el premio de consolación ofrecido: la senaduría por Tabasco. Alfonso García Robles, al fin alguien que sabía de esas cosas, lo reemplazó hasta el fin~el periodo . A fines de diciembre Echeverría cerró el incidente con su célebre apotegma: "El mexicano nun­ ca pide perdón."

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. En 197 6 falleció José Revueltas

existencia. Y, por si fuera poco, explotó el caso Excelsior. Echeverría había habla­ do tanto de apertura democrática Y de libertad de expresión que no pudo evitar que los periodistas Yeditorialistas de Excelsior lo criticaran con gran lucidez en muchas ocasiones, por lo que este periódico se convirtió en el más leído e influyente del periodo, además de que se ganó un buen presti­ gio en el extranjero. En 1972 el sector privado le retiró todos los anuncios, pero en ese momento el gobierno apareció como ángel de la guarda y cubrió la publicidad que los empresarios habían retirado. El director Scherer García sorteó ésa, pero ya no pudo cuando la ofensiva vino directamente de Echeverria. Éste, disgustado porque Excelsior no se prestaba al juego de simular una actitud crítica, hizo que Humberto Serrano, uno de sus pila­ res de la "segunda reforma agraría", invadiera el fraccionamiento Paseos de Taxqueña, que pertenecía a la cooperativa del periódico Ydonde se cons­ truían las casas que se sorteaban en las campañas de subscripción. La invasión dio pie a que otro grupO de la cooperativa, encabezado por

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haresó gra n cosa; además, Echeverría la literatura nacional nun ca le inte s y él, siguiendo la ley no escrita del bía cor teja do a artistas e intelectuale emo. péndulo sexenal, se fue al otro extr bab a de crear círculos concéntricos. Pero la muerte de Revueltas no aca canió en el pan teó n par a despedir el Al día siguiente una multitud se reu su ió al secretario Bravo Ah uja en dáver, y el presidente de nuevo env "elo pro nun ciar otro de sus discursos representación. Éste se dispuso a rtín es no se lo permitieron. El poeta Ma giosos, pom pos os" , pero los asistent iernos mexicanos hab ían encarcelado Dozal de pla no le dijo que los gob ase n a entonces era inadmisible que trat y reprimido a Revueltas y que par allí, después le exigió que se fuera de de inc orp ora rlo al san tora l oficial; su coh orte de gua rura s. De esa fory Bravo Ah uja tuvo que hacerlo con un acto político, com o lo fue tod a ltó ma, la muerte de José Revueltas resu sistema. . al su vida, y una form a de resistencia el e el fin del sexenio. En Nayarit Los conflictos arre ciab an dur ant pedid atu ra de Rogelio Flores Curiel gobierno se las veia difíciles, y la can do, ró generar Ale jan dro Gastón Merca ligraba ant e la pop ula rida d que log era cedor en las elecciones. Era la prim candidato del PPS, quien resultó ven y Echeverría, gra n chofer del car ro ra vez que el PRI perdía una gub ern atu PRI , firi o Muftoz Ledo, presidente del completo, no lo iba a permitir. Por plar de grilla mexicana y convenció salió entonces con una ma nio bra ejem cía, par a que ace pta ra una senaGar al líder del PPS , Jor ge Cru ick sha nk de el PPS no imp ugn ara el "tri unf o" duría por Oaxaca a cam bio de que así se convirtió en el prim er sen ado r y Flores Curiel. Cru ick sha nk aceptó haMercado, a quien mucho trab ajo le de oposición del país, per o Gas tón ó ntó en cólera y por supuesto se sali bía costado gan ar las elecciones, mo ítica y después se unió al naciente pol del PPS , form ó su pro pia asociación maxico (PSU M), compuesto en su nave Par tido Socialista Unificado de Mé disolvió después de siete jéc ada s de se yor por el Par tido Com uni sta, que existencia. o Excelsior. Echeverría había hab laY, por si fue ra poco, explotó el cas pud o y de libertad de expresión que no do tan to de ape rtur a dem ocr átic a gran listas de Excelsior lo criticaran con evitar que los periodistas y editoria que este periódico se convirtió en el lo lucidez en muchas ocasiones, por stiademás de que se gan ó un buen pre más leído e influyente del per iod o, os, tor privado le retiró tod os los anunci y gio en el ext ran jero . En 1972 el sec apareció com o ángel de la gua rda pero en ese mo me nto el gob iern o erer rios habían retirado. El director Sch cubrió la publicidad que los empresa ente o cua ndo la ofensiva vino directam García sorteó ésa, per o ya no pud o de que Exce/sior no se prestaba al jueg de Echeverria. Éste, disgustado por Hu mb erto Ser ran o, uno de sus pila simular una acti tud crítica, hizo que eos ", invadiera el fraccionamiento Pas res de la "se gun da refo rma agr aria sperativa del periódico y donde se con de Taxquefta, que pertenecía a la coo en las campaftas de subscripción. truí an las casas que se sor teab an por po de la cooperativa, encabezado La invasión dio pie a que otro gru

la literatura nacional nunca le interesó gran cosa; además, Echeverría ha­ bia cortejado a artistas e intelectuales y él, siguiendo la ley no escrita del péndulo sexenal, se fue al otro extremo. pero la muerte de Revueltas no acababa de crear círculos concéntricos. Al día siguiente una multitud se reunió en el panteón para despedir el ca­ dáver , Y el presidente de nuevo envió al secretario Bravo Ahuja en su representación. Éste se dispuso a pronunciar otro de sus discursos "elo­ giosos, pomposos", pero los asistentes no se lo permitieron. El poeta Martín Dozal de plano le dijo que los gobiernos mexicanos habían encarcelado y reprimido a Revueltas Y que para entonces era inadmisible que tratasen de incorporarlo al santoral oficial; después le exigió que se fuera de allí, y Bravo Ahuja tuvO que hacerlo con su cohorte de guaruras. De esa for­ ma, la muerte de José Revueltas resultó un acto político, como lo fue toda su vida, Y una forma de resistencia al sistema. . Los conflictos arreciaban durante el fin del sexenio. En Nayarit el

gobierno se las veía difíciles, Yla candidatura de Rogelio Flores Curiel pe­

ligraba ante la popularidad que logró generar Alejandro Gastón Mercado,

candidato del PPS, quien resultó vencedor en las elecciones. Era la primera

vez que el PRI perdía una gubernatura YEcheverría, gran chofer del carro

completo, no lo iba a permitir. Porfirio Muñoz Ledo, presidente del PRI,

salió entonces con una maniobra ejemplar de grilla mexicana Yconvenció

al líder del PPS, Jorge Cruickshank García, para que aceptara una sena­ duría por Oaxaca a cambio de que el PPS no impugnara el "triunfo" de Flores Curiel. Cruickshank aceptó y así se convirtió en el primer senador de oposición del país, pero Gastón Mercado, a quien mucho trabajo le ha­ bía costado ganar las elecciones, montó en cólera Y por supuesto se salió del PPS, formó su propia asociación política Y después se unió al naciente Partido Socialista Unificado de México (PSUM), compuesto en su nave ma­ yor por el Partido Comunista, que se disolvió después de siete décadas de

En 1976 falleció José Revueltas.


vo Que dejar la dirección de Excelsioren 1976 pero ese mismo año sacó la

Regino Díaz Redondo, se opusiera a la dirección de Scherer; decían que perderían el fraccionamiento porque no se habían hecho bien las cosas: que ya estaban enemistados con el presidente y con el sector privado, y que los iban a aplastar. Este 'g rupo contaba con el apoyo del gobierno y convocó a una asamblea extraordinaria para derribar a Scherer García y al gerente general Hero Rodríguez Toro. Los colaboradores del periódico a última hora decidieron responder con un manifiesto que se publicaría en la última página de la primera sección, "la más solicitada por los publicistas, donde se anunciaban El Puerto de Liverpool", para apoyar a la dirección y a la gerencia general, y para avisar que los firmantes no colaborarían con una dirección ilegítima. Las firmas era, entre otros, de Heberto Castillo, Gastón García Cantú, Miguel Ángel Granados Chapa, Jorge Ibargüengoitia, Vicente Leñero, Froylán López Narvaéz, Enrique Maza, Luis Medina, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Carlos Pereyra, Abel Quezada y Samuel 1. del Villar. Sin embargo, este manifiesto nunca llegó a publicarse, pues los opositores lo retiraron de las máquinas en la madrugada y el 8 de julio la página en cuestión apareció en blanco. Ese mismo día tuvo lugar la asamblea. El control de la gente de Díaz Redondo era absoluto y los de Scherer mejor se retiraron. Habían perdido Excelsior. No obstante, el grupo de Scherer no se resignó a su derrota. Denunció la maniobra en todos los medios, se hizo oír en el extranjero, y, después, recurrió a la opinión pública para financiarse a través de acciones que pusieron a la venta. La entonces naciente sociedad civil los apoyó sin reservas y muy pronto, a pesar de enormes obstáculos y tras resistir todo tipo de presiones, lograron sacar la revista Proceso, cuyo primer número alcanzó a salir en noviembre de 1976 antes de que concluyera el periodo de Echeverría. El caso Excelsior/ Proceso resultó sumamente importante en la vida del país, pues rompió con la costumbre de que las víctimas de arbitrariedades presidenciales prefirieran resignarse o reintegrarse al sistema; además, permitió que el público tuviera intervención directa en un caso político de esa naturaleza, y fortaleció enormemente la libertad de expresión que, si bien seguía siendo condicionada, a partir de ese momento pudo ser ejercida por todo aquel que tenía la tribuna, la valentía y el sentido de responsabilidad para hacerlo. Por todo esto, el acto autoritario del presidente Echeverría a la larga le resultó una de sus grandes derrotas. Esto se vio casi instantáneamente, pues del Excelsior también salieron otras publicaciones críticas. Manuel Becerra Acosta, otro de los altos directivos del periódico, no quiso integrarse a Proceso y con un grupo de colaboradores preparó el diario Unomásuno, que salió a fines de 1977 y que revolucionó los conceptos del diarismo nacional, así como Proceso también iQnovó en las revistas. Además de estas dos publicaciones, también surgiÓ Vuelta, dirigida por Octavio Paz, quien se solidarizó con Scherer y dejó Plural en manos de la nueva administración de Excelsior. . En julio, en medio del escándalo en Excelsior, tuvieron lugar las elec-

Julio Scherer Garcra tuvo que dejar la dirección de Excelsioren 1976 pero ese mismo año sacó la revista Proceso.

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Regino Díaz Redondo, se opusiera a la dirección de Scherer; decían que perderían el fraccionamiento porque no se habían hecho bien las cosas: que ya estaban enemistados con el presidente y con el sector privado, y que los iban a aplastar. Este grupo contaba con el apoyo del gobierno y convocó a una asamblea extraordinaria para derribar a Scherer García y al gerente general Hero Rodríguez Toro. Los colaboradores del periódico a última hora decidieron responder con un manifiesto que se publicaría en la última página de la primera sección, "la más solicitada por los publi­ cistas, donde se anunciaban El Puerto de Liverpool", para apoyar a la di­ rección y a la gerencia general, y para avisar que los firmantes no colaborarían con una dirección ilegítima. Las firmas era, entre otros, de Heberto Castillo, Gastón García Cantú, Miguel Ángel Granados Chapa, Jorge Ibargüengoitia, Vicente Leñero, Froylán López Narvaéz, Enrique Maza, Luis Medina, Carlos Monsiváis, José Emilio Pacheco, Carlos Pereyra, Abel Quezada y Samuel 1. del Villar. Sin embargo, este manifiesto nunca llegó a publicarse, pues los oposito­ res lo retiraron de las máquinas en la madrugada y el 8 de julio la página en cuestión apareció en blanco. Ese mismo día tuvo lugar la asamblea. El control de la gente de Díaz Redondo era absoluto y los de Scherer mejor se retiraron. Habían perdido Excelsior. No obstante, el grupo de Scherer no se resignó a su derrota. Denunció la maniobra en todos los medios, se hizo oír en el extranjero, y, después, recurrió a la opinión pública para financiarse a través de acciones que pusieron a la venta. La entonces na­ ciente sociedad civil los apoyó sin reservas y muy pronto, a pesar de enor­ mes obstáculos y tras resistir todo tipo de presiones, lograron sacar la revista Proceso, cuyo primer número alcanzó a salir en noviembre de 1976 antes de que concluyera el periodo de Echeverría . El caso ExcelsiorlProceso re­ sultó sumamente importante en la vida del país, pues rompió con la cos­ tumbre de que las víctimas de arbitrariedades presidenciales prefirieran resignarse o reintegrarse al sistema; además, permitió que el público tuvie­ ra intervención directa en un caso político de esa naturaleza, y fortaleció enormemente la libertad de expresión que, si bien seguía siendo condicio­ nada, a partir de ese momento pudo ser ejercida por todo aquel que tenía la tribuna, la valentía y el sentido de responsabilidad para hacerlo. Por todo esto, el acto autoritario del presidente Echeverría a la larga le resultó una de sus grandes derrotas. Esto se vio casi instantáneamente, pues del Excelsior también salieron otras publicaciones críticas. Manuel Becerra Acosta, otro de los altos di­ rectivos del periódico, no quiso integrarse a Proceso y con un grupo de colaboradores preparó el diario Unomásuno, que salió a fines de 1977 y que revolucionó los conceptos del diarismo nacional, así como Proceso tam­ bién Í1;movó en las revistas. Además de estas dos publicaciones, también surgió Vuelta, dirigida por Octavio Paz, quien se solidarizó con Scherer y dejó Plural en manos de la nueva administración de Excelsior. En julio, en medio del escándalo en Excelsior, tuvieron lugar las elec­

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A fines de 1976 fue intensfsimo el rumor de que los militares darlan un golpe de estado.

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ciales, que, naturalmente, resultaron aburridísimas, pues PRI no tuvo oposición oficiaL Estas condiciones extremadas para el partido oficial significaron también una apatía se tradujo como abstención; de 26 millones de ciudadanos on 24 y de éstos 17 votaron por el PRI. Esto es, según las que siempre se maquillaban aunque fuese para no perder

su triunfo en las urnas, José López Portillo se fue de viaje os y demostró que su brújula intuitiva no era tan buena ues conversó con Gerald Ford largo y tendido sobre Cenestiones migratorias y tráfico de drogas. López Portillo do que Ford repetiría como presidente de Estados Unidos, abe, perdió las elecciones ante James Carter. De Washingillo voló a San José y a Caracas "para que se supiera que sta a Latinoamérica". En septiembre fue declarado presidon José, cuyas patillas y cejas hacían recordar al Loco ló en una casa de Coyoacán a esperar los larguísimos tres ban y a planear los incontables planes que después presennmediata, como en tiempos de Avila Camacho, era "restaanza" del sector privado y calmar" las aguas del país. Ya cargaría de revolverlas como se le diera la regalada gana . as elecciones, ya con un virtual presidente que les guiñaba rioso apoyo de Estados Unidos y su oficina de espionaje, el celeró la campaña contra el aún presidente Echeverría pantipatía que le causaba, pero fundamentalmente para mosy presionar y modelar la política del sucesor. La fuga de ompra de dólares prosiguieron con gran vuelo, y con ellas mor de una devaluación del peso. "La política económica rría es incierta y contradictoria", se decía, y también que idente había comprado, a través del millonario mueblero Raña, la cadena periodística García Valseca, dueña de El los Soles del interior. También corría el rumor de que Echeticamente dueño de Cancún" y por supuesto que pretenmaximato por encima de José López Portillo. r más siniestro anunciaba un golpe de estado para el primbre, día del último informe presidenciaL El rumor del golesparció con fuerza inusitada y, lo que era peor, en ningún estionado, sino que todo mundo parecía dar por un hecho e una dictadura militar al estilo cono sur. La idea de un el retiro masivo de dinero, la compra de dólares y la persdevaluación desquició a la clase media, que empezó a senal estilo cacerolista mientras hacía colas larguísimas para s en los bancos. Pronto circuló, junto al del golpe de estaque Echeverría daría "un autogolpe para perpetuarse", o sólo se llevaron sus dólares sino también joyas y otros

ciones presidenciales, que, naturalmente, resultaron aburridísimas, pues el candidato del PRI no tuvo oposición oficial. Estas condiciones extrema­ damente cómodas para el partido oficial significaron también una apatía mayúscula que se tradujo como abstención; de 26 millones de ciudadanos se empadronaron 24 y de éstos 17 votaron por el PRI. Esto es, según las cifras oficiales, que siempre se maquillaban aunque fuese para no perder la práctica. Para festejar su triunfo en las urnas, José López Portillo se fue de viaje a Estados Unidos y demostró que su brújula intuitiva no era tan buena como él creía pues conversó con Gerald Ford largo y tendido sobre Cen­ troamérica, cuestiones migratorias y tráfico de drogas. López Portillo daba por sentado que Ford repetiría como presidente de Estados Unidos, pero, como se sabe, perdió las elecciones ante James CarteL De Washing­ ton, López Portillo voló a San José y a Caracas "para que se supiera que no perdía de vista a Latinoamérica". En septiembre fue declarado presi­ dente electo, y don José, cuyas patillas y cejas hacían recordar al Loco Valdés, se instaló en una casa de Coyoacán a esperar los larguísimos tres meses que faltaban y a planear los incontables planes que después presen­ taría. Su meta inmediata, como en tiempos de Avila Camacho, era "resta­ blecer la confianza" del sector privado y calmar· las aguas del país. Ya después él se encargaría de revolverlas como se le diera la regalada gana. A partir de las elecciones, ya con un virtual presidente que les guiñaba el ojo, más el brioso apoyo de Estados Unidos y su oficina de espionaje, el sector privado aceleró la campaña contra el aún presidente Echeverría pa­ ra satisfacer la antipatía que le causaba, pero fundamentalmente para mos­ trar su fuerza, y presionar y modelar la política del sucesor. La fuga de capitales y la compra de dólares prosiguieron con gran vuelo, y con ellas el reiterado rumor de una devaluación del peso. "La política económica de Luis Echeverría es incierta y contradictoria", se decía, y también que el corrupto presidente había comprado, a través del millonario mueblero Mario Vázquez Raña, la cadena periodística García Valseca, dueña de El Sol de México y los Soles del interior. También corria el rumor de que Eche­ verría era "prácticamente dueño de Cancún" y por supuesto que preten­ día imponer un maximato por encima de José López Portillo. Pero el rumor más siniestro anunciaba un golpe de estado para el pri­ mero de septiembre, día del último informe presidencial. El rumor del gol­ pe de estado se esparció con fuerza inusitada y, lo que era peor, en ningún momento era cuestionado, sino que todo mundo parecía dar por un hecho que se instaurase una dictadura milítar al estilo cono sur. La idea de un golpe de estado, el retiro masivo de dinero, la compra de dólares y la pers­ pectiva de una devaluación desquició a la clase media, que empezó a sen­ tirse politizada al estilo cacerolista mientras hacía colas larguísimas para comprar dólares en los bancos. Pronto circuló, junto al del golpe de esta­ do, el rumor de que Echeverría daría "un autogolpe para perpetuarse", y los ricos ya no sólo se llevaron sus dólares sino también joyas y otros

A fines de 1976 fue intensrsimo el rumor de Que los militares darran un golpe de estado.

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s ya que también se rumoraba que el gobierno los incautaría. h~s la clase media alta del país se desnacionalizaba a pasos ma dInero y lo gastaba alegremente, ya le estaba tomando Inillo y despreciaba, guaj, el pulque, que "era de nacos'" darse sus vueltas por Europa y Estados Unidos cada ve~ sbordaba cines, teatros, clubes nocturnos. Lbs restoranes an de hombres y mujeres elegantes que hablaban de poi"!" e "es~ar ~l tanto", de "saber cosas que no se PUbliC~~;'~ lo mas mlnlmo que eran sometidos a una intensa manipudel gran capital naCIOnal e internacional, que, por supuesto gananCIas extr~ordinarias durante el periodo de Echeverría: l~ cmls economlca había estallado con una virulencia inupublIco se, había contr~ído fuertemente en 1976, más aún el PIB cayo a 1.7, el mas bajo en muchísimo tiempo. Disblen los Ingresos vía impuestos y el déficit fiscal, pero la la Interna crecieron espectacularmente, al igual que los pres productos, La balanza de pagos fue favorable, pues al . bajaron las importaciones y subieron un tanto las exp'orl, pago de intereses aumentó en 41.6 por ciento. La fuga o a 1,884 mIllon'es de dólares y, por supuesto arrasó con erales. , 1976 se autorizaron los depósitos en dólares, 10 que provocó n de pasIvos en moneda nacional a pasivos en dólares, En ente declaró que el peso no se devaluaría, pues "el crédito meza de la moneda son hechos irrefutables", y añadiO: "Los os de la desconfianza y la catástrofe, y sus aliados intern llevar por ,el egoísmo y la duda, han fracasado una vez argo, en ,agosto, en víspera del informe y del supuesto golcheverna tuvo que cambiar la paridad' según él el " esa pa1a bra no ," . . , sino que simplemente " peso InSIStIa), se " puso ta que el mercado determinara el nuevo valor de la mone~ ~~ Hacien~a Mario Ramón Beteta explicó, el 30 de agosto, On se debla a la fuga de capitales, al endeudamiento falta de competividad en costos y precios en los mercados Esfm¡smo día, el presidente ya había olvidado que "mane~, fa<;tor básic~ de confianza" y "pieza vital de la econo: Mexlco contInuará su marcha ascendente por sobre'las tas en el carmno que grupos oligárquicos O extranjerizaner a la marcha popular." septiembre Echeverría pronunció el informe más largo de ís; no llegó a los récords de Fidel Castro, pero sus 5 horas ien ,no fue una !llarca sí fue un buen averaje, como dicen emas, el presidente dejó el clásico auto negro descubierto nar a~ edificio del Congreso, Por supuesto, el tema princiuaclOn, que durante 5 años fue vista como la peor de las

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, como plagas y que para entonces era "una excelente medid a" que serviria priís­ inados discipl Los siempre se dice, "para aumen tar las export acione s". á "Habr ó: advirti erría tas aplaud ieron sin rese~vas, a pesar de que Echev sala­ y precios ajustar a unos mome ntos, unos días de descon cierto, se van ricos rios. Siemp re hay un sector que en esas ocasio nes gana más; los más s obrero los a er proteg ganan más aunqu e tengan demas iado; necesi tamos nte. preside pado y a los jóvene s que estudi an", añadió el preocu A partir del 2 de septiem bre los aumen tos de precio s se genera lizaron la de­ en casi todos los produc tos. Empre sarios y comer ciantes espera ban abu­ de ad infinid Hubo e. valuación con ansia y la aprove charon al instant solicitó acto el en o Trabaj sos, como era de espera rse, y el Congr eso del genera l un aumen to del 60 por ciento a los salario s y amena zó con Un paro 23.5 un en an subier os tnínim s para el día 28. Esto motivó que los salario o gastad muy el rse, espera de era por ciento. Sin embar go, como tambié n un en tó aumen y s precio de a gobier no tambié n se incorp oró a la escalad ó, en­ 10 por ciento sus bienes y servicios. "No subirá la gasoli na", declar r, tembla a on pusier se nos mexica fático, el preside nte, y todos los pobres algo aba anunci no gobier el si que pues para entonc es sabían muy bien bre habia que espera r exacta mente lo contra rio. Y, en efecto, en noviem de a ofensiv nueva· una y iría, no-sub se elevó el precio de la gasolin a-queo. sexeni de fin a herido alzas se dejó sentir en un México s La devalu ación obligó- al nuevo equipo de H,acienda a viajar a Estado (FMI). cional Interna ario Monet Fondo Unidos a acorda r un convenio con el nar una Ya no había dinero y proseg uía la fuga de capital es para presio an hallab se s dólare de es millon mil 3 nueva devalu ación. Para entonc es condi­ las o impus to· supues por FMI ya en los bancos estadu nidens es. El bles ciones leonin as, usurer as, que solia infligir a los pobres países misera gasto" el en lina' 'discip y l salaria ración que caian en sus garras . "Mode entreg a eran los-eufemismos que se usaban para simula r las exig~ncias de . ales paulat ina de los recurso s nacion s En tanto, el peso dejó d~ flotar y la parida d, después de dos década ven­ la "a 19.90 y a" compr la "a 19.70 en de no mover se de 12.50: se fijó había ta", pues, no satisfe chos con las gananc ias que la devalu ación les cen­ 20 ganar de abuso el México en raron genera do, los financ ieros inaugu ación devalu la caso, todo En s. dólare de tavos más con cada transac ción conti­ era del 58 por ciento. Las "presi ones devalu atorias "; no obstan te, o ponerl a obligó que lo 26.50; valer a llegó nuaron , y en octubr e el dólar

pesos. 23 y 22 entre izó estabil se que a flotar nuevam ente hasta nada De cualqu ier maner a, Echeve rria aparen taba no preocu parse por arro despilf el evitar ¡para ncia emerge de de eso. Eso sí, emitió un decreto ­ funcio los de viajes los gió restrin que idad, oficial! Era la Ley de la Auster "La entos. reglam sus en acatas no s quiene narios y que proced ería contra explicó. ley de ningun a maner a es para mania tar al-próx imo gobier no", se en Militar o Colegi nuevo del ciones instala las En septiem bre inaugu ró pinzas con trataba nte preside el alturas esas para la salida a Cuerna vaca, pues

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plagas Y que para entonces era "una excelente medida" que serviría, como siempre se dice, "para aumentar las exportaciones". Los disciplinados priístas aplaudieron sin rese~vas, a pesar de que Echeverría advirtió: "Habrá unoS momentos, unos días de desconcierto, se van a ajustar precios y salarios. Siempre hay un sector que en esas ocasiones gana más; los más ricos ganan más aunque tengan demasiado; necesitamos proteger a los obreros y a los jóvenes que estudian", añadió el preocupado presidente, A partir del 2 de septiembre los aumentos de precios se generalizaron en casi todos los productos. Empresarios Y comerciantes esperaban la devaluación con ansia y la aprovecharon al instante. Hubo infinidad de abusos, como era de esperarse, y el Congreso del Trabajo en el acto solicitó un aumento del 60 por ciento a los salarios y amenazó con un paro general para el día 28. Esto motivó que los salarios mínimos subieran en un 23,5 por ciento, Sin embargo, como también era de esperarse, el muy gastado gobierno también se incorporó a la escalada de precios y aumentó en un 10 por ciento sus bienes y servicios, "No subirá la gasolina", declaró, enfático, el presidente, y todos los pobres mexicanos se pusieron a temblar, pues para entonces sabían muy bien que si el gobierno anunciaba algo habia que esperar exactamente lo contrario, Y, en efecto, en noviembre se elevó el precio de la gasolina-que-no-subiría, y una nueva ofensiva de alzas se dejó sentir en un México herido a fin de sexenio. La devaluación obligó' al nuevo equipo de Hilcienda a viajar a Estados Unidos a acordar un convenio con el Fondo Monetario Internacional (FMI), Ya no había dinero y proseguía la fuga de capitales para presionar una nueva devaluación . Para entonces 3 mil millones de dólares se hallaban ya en los bancos estadunidenses, El FMI por supuesto' impuso las condiciones leoninas, usureras, que solia infligir a los pobres países miserables que caían en sus garras. "Moderación salarial y 'dísciplina' en el gasto" eran los-eufemismos que se usaban para simular las exig~ncias de entrega paulatina de los recursos nacionales, En tanto, el peso dejó d~ flotar y la paridad, después de dos décadas de no moverse de 12.50: se fijó en 19.70 "a la compra" y 19,90 "a la venta", pues, no satisfechos con las ganancias que la devaluación les había generado, los financieros inauguraron en México el abuso de ganar 20 centaVOs más con cada transacción de dólares. En todo caso, la devaluación era del 58 por ciento . Las "presiones devallli1torias"; no obstante, continuaron, y en octubre el dólar llegó a valer 26.50, lo que obligó a ponerlo a flotar nuevamente hasta que se estabilizó entre 22 y 23 pesos, De cualquier manera, Echeverría aparentaba no preocuparse por nada de eso. Eso sí, emitió un decreto de emergencia ¡para evitar el despilfarro oficial! Era la Ley de la Austeridad, que restringió los viajes de los funcionarios y que procedería contra quienes no acatasen sus reglamentos, "La ley de ninguna manera es para maniatar al-próximo gobierno", se explicó . En septiembre inauguró las instalaciones del nuevo Colegio Militar en la salida a Cuernavaca, pues para esas alturas el presidente trataba con pinzas

ría. bienes suntuarios ya que también se rumora ba que el gobierno los incauta pasos a aba ionaliz desnac Para esas f~chas la clase media alta del país se do agigan tados; tenía dinero y lo gastab a alegrem ente, ya le estaba toman ; nacos" de "era que , pulque gusto al buen vinillo y despre ciaba, guaj, el vez cada Unidos s Estado y a ya empez aba a darse sus vueltas por Europ nes que podía y desbor daba cines, teatros , clubes noctur nos. Lbs restora política de an hablab que es de lujo se llenaban de hombres y mujeres elegant an", y se ufanab an de "estar al tanto" , de "saber cosas que no se public u­ manip intensa una a dos someti sin sospec har en lo más mínim o que eran to, supues por que, cional, interna e lación por parte del gran capital nacional rría. había obteni do gananc ias extrao rdinari as durant e el period o de Echeve inu­ cia virulen una con do estalla En todo caso, la crisis económ ica había aún más 1976, en ente fuertem ído contra sitada: el gasto públic o se había Dis­ . tiempo simo muchí en bajo más que en 1975, y el PIB cayó a 1.7, el pero l·a minuy eron tambié n los ingresos vía impues tos y el déficit fiscal, pre­ los que igual al ente, acularm deuda externa y la interna crecieron espect al pues, ble, favora fue pagos de a cios de todos los produc tos . La balanz expor­ las tanto un on subier y s acione no haber dinero . bajaro n las import La fuga tacione s, pero el pago de intereses aumen tó en 41.6 por ciento. con _ arrasó to, supues por y, s dólare de es de capital es llegó a 1,884 millon las reservas federales. ó En marzo de 1976 se autoriz aron los depósitos en dólares, lo que provoc En s. dólare en s pasivo a al nacion a moned una reconv ersión de pasivos en cr.$dito junio, el preside nte declaró que el pe~o no se devalu aría, pues "el : "Los añamo y , ables" irrefut hechos son a del país y la firmeza de la moned inter­ s aliado sus y ofe, catástr la y herald os foráne os de la descon fianza vez una do fracasa han duda, la y o egoísm el nos que se dejan llevar por gol­ to supues del y e inform del víspera en , más ." Sin embar go, en agosto el peso pe de estado , Echev erría tuvo que cambi ar la parida d; según él, "puso se mente simple que sino ), insistía no", no se devalu ó ("esa palabr a mone­ la de valor nuevo el inara determ o en flotación hasta que el mercad agosto, da". El secretario de Hacien da Mario Ramón Beteta explicó, el 30 de to amien endeud al es, capital de fuga la a debía que la "flota ción" se os mercad los en s precio y costos en tividad compe crecien te y a la falta de "man­ inthna cional es. Es¡fmi smo día, el presidente ya había olvida do que econo­ la de vital "pieza y nza" confia de básico tener la parida d es factor las

mía", y declaró : "Méxi co contin uará su march a ascend ente por sobre· jetizan ­ pequeñ as piedrit as en el camin o que grupos oligárq uicos O extran tes quiere n poner a la march a popul ar." de El primer o de septiem bre Echev erría pronun ció el inform e más largo horas 5 la histori a del país; no llegó a los récord s de Fidel Castro , pero sus dicen como e, averaj buen un fue sí marca una fue no 43 minuto s si bien ierto los cubano s; ademá s, el preside nte dejó el clásico auto negro descub princi­ y prefiri ó camin ar al edificio del Congr eso. Por supues to, el tema de las pal fue la devalu ación, que durant e 5 años fue vista como la peor

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rados, así es que hizo sus averiguaciones. Advirtió que los ingenieros de 'Pemex creían que a partir de 1970 el petróleo mexicano sería tan escaso que habría que importarlo, a pesar de que en 1973 habían aflorado los po­ zos de Cactus y Sitio Grande, en Tabasco. En 1976 surgió el pozo Chac y Díaz Serrano se convenció, verdaderamente eufórico, de que había grandes yacimientos en la zona de Tabasco y de que era impostergable perforar en el mar, a pesar de las grandes dificultades técnicas y económicas. Todo esto 10 comunícó a su viejo amigo el presidente electo, quien al instante convocó a los especialistas de Pemex, encabezados por el ingeniero Fran­ cisco 19uanzo, quienes insistieron que las reservas petrolíferas eran 6,300 millones de barriles. Díaz Serrano adujo que esas cifras eran incorrectas, que en realidad se contaba con 11,200 millones de barriles', por 10 que Iguanzo se molestó y dijo que iría a contarle todo al presidente Echeverria. Por cierto hay quie­ nes dicen que los ingenieros de Pemex si sabían que las reservas eran ma­ yores pero que, patrióticamente, se negaron a informarlo a Echeverría para que éste no dispusiese de un arma semejante. El mundo vivía entonces la gran crisis del petróleo y los países que 10 poseían habían entrado en un auge que les hacía ganar dinero en cantidades demenciales. El poder del petróleo era tal que los paises productores, agrupados en la OPEP, habían decretado un exitoso y ruidosísimo embargo petrolero a Estados Unidos y los países ricos. Según Díaz Serrano, más tarde le correspondió acompañar a David lba­ rra, secretario de Programación y Presupuesto en ·el inicio de la gestión lópezportillista, a visitar a la gente del FMI y a los grandes banqueros es­ tadunidenses, quienes los trataban con insoportable arrogancia, pues sa­ bían que México se hallaba en pésimas condiciones económicas; sin embargo, de pronto Díaz Serrano mostraba los planos de la "zona del cre­ tácico Chiapas-Tabasco y las vastas posibilidades de reservas petrolíferas" y con esto al instante cambiaba la actitud de los financieros que "por arte de magia" se volvían buenos y corteses amigos. "Diez meses después", contaba Díaz Serrano, "en otra visita al mismo banco la bandera de Méxi­ co estaba desplegada y en la acera nos esperaba los principales ejecutivos de la institución." Además de poner todas sus esperanzas en el petróleo, el presidente elec­ to consentía sus furores tecnocráticos a través de su "sistema matricial", que, con todo y su horrenda denominación supuestamente era la panacea de la programación. Se trataba de "una proposición metodológica racio­ nal y satisfactoria", Yconsistía en "una matriz de dos entradas para ordenar en el espacio y en el tiempo fines, medios, acciones responsables, contro­ les, cruces coincidentales, .prioridades no como acciones excluyentes sino concurrentes a las que se asocian, subordinadas, las otras definiendo la efi­ cacia, la eficiencia y la congruencia de todo en todo" (¡sic!). Con el auxilio de su hijo José Ramón y de Rosa Luz Alegría, López Portillo elaboró su "hermoso instrumento de planeación", pero, desde un principio, sus co­

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de fados, así es que hizo sus averiguaciones. Advirtió . que los ingenieros , t 'Pemex creían que a partir de 1970 el petróleo meXlca,no sena an escaso abría que importarlo a pesar de que en 1973 hablan aflorado los po., 1 Ch qu e h , ac zos de Cactus y Sitio Grande, en Tabasco. En ,1976 surglO e P?ZO y Díaz Serrano se convenció, verdaderamente eufonco, de que habla grandes acimientos en la zona de Tabasco y de que era impostergable perforar ~n el mar, a pesar de las grandes dificultades técnicas y eco~ómicas. Todo esto lo comunicó a su viejo amigo el preSidente electo, qUien al mstante convocÓ a los especialistas de Pemex, encabezados por e~ mgell1ero Francisco 19uanzo, quienes insistieron que las reservas petrohferas eran 6,300 millones de barriles. . Díaz Serrano adujo que esas cifras eran incorrectas, que en realidad s~ contaba con 11 ,200 millones de barriles', por lo q~e Igua~o se molesto y dijo que iría a contarle todo al presidente Echeverna. Por cierto hay qmes dicen que los ingenieros de Pemex sí sabían que las reservas eran ma~~res pero que, patrióticamente, se negaron a informarlo a ~~heverría para que éste no dispusiese de un ar~a semejante. E~ mund~ vlVla entonces la gran crisis del petróleo y los paises que lo poseIan hab.lan entrado en un auge que les hacía ganar dinero en cantidades demenCiales. El poder ?el petróleo era tal que los países productores, agrupados en la OPEP, ha?lan decretado un exitoso y ruidosísimo embargo petrolero a Estados Ull1dos y los países ricos. . . Según Díaz Serrano, más tarde le correspondió aco~p~ar a DaVid I?~­ rra secretario de Programación y Presupuesto en ·el IruclO de la gestlOn Ióp~zportillista , a visitar a la gente del FMI y a los grandes ba~queros estadunidenses, quienes los trataban con Insoportable arroganc~a, pues s~­ bían que México se hallaba en pésimas condiciones economlcas; Sin embargo, de pronto Díaz Serrano mostraba los planos de la "zona ~el cretácico Chiapas-Tabasco y las vastas posibilidades .de reservas pet~~liferas" y con esto al instante cambiaba la actitud de .Ios fl?~n7Ieros que por ~~~e de magia" se volvían buenos y corteses anugos. Diez meses despue~ .' contaba Díaz Serrano, "en otra visita al mismo banco la bandera?e MeXlco estaba desplegada y en la acera nos esperaba los pnnclpales eJecutivos de la institución." . Además de poner todas sus esperanzas en petról:?,. el presldent.e .e1~~­ to consentía sus furores tecnocráticos a traves de su sistema matnclal , que, con todo y su horrenda denominación supues~amente era 1~ pana~ea de la programación. Se trataba de "una propOSIClOn metodolÓgica racIOnal y satisfactoria", y consistía en "una matrIZ ~e dos entradas para ordenar en el espacio y en el tiempo fines, medIOS, acclOnes,responsables, cont.roles, cruces coincidentales, prioridades no como aCCIOnes ex~l~yentes SinO concurrentes a las que se asocian, subordinadas, las otras defInIendo la e~­ cacia, la eficiencia y la congruencia de todo en todo" (jSIc!),. Con el au.'?l1O de su hijo José Ramón y de Rosa Luz Alegría, López Por~lll? ~laboro su " hermoso instrumento de planeación", pero, desde un pnnclplo, sus co-

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(no !~ fueran a hacer cierto el rumor de golpe de estado que se fijaba en el 20 de noviembre, día de la vieja tevolución no de sus más deplorables dedazos de última hora consistió ón del general Hermenegildo Cuenca Díaz, secretario de la la gubernatura de Baja CaJifornía Norte. El generaJ Cuenc?n las conductas del presidente, se había entercado en tidad, fronteriza, donde hubo una fuertísima oposición. amblen se autorregaló su Centro de Estudios Económicos Tercer Mundo (CEESTM), que se instaló en San Jerónimo edará cerca de casa. Supuestamente, el Centro se consti~e "coordinar las acciones para evitar que los países en ucldos por la enajenación, seleccionen tecnologías e investicaen forma indiscriminada" . Sin embargo, aunque llevó a ctividades meritorias, el CEESTM más bien fue el juguetito o lujo, no faltaba más , con que el inminente ex grillaría; sm tener que esperar a que llegara su López Mateos a darer.

everría no mostraba la más mínima intención de resignarer. En los últimos tres meses de su gestión recorrió el país y en todas partes aclaraba que "no decía adiós sino hasta ' onto Io volverían a ver "con su energía acostumbrada". r~sidente fue a la capital de Nuevo León y allí pronunció Virulento y pírrico "regaño" contra el grupo Monterrey " de los insultos que le habían propinado durante el entieGarza Sada, De Monterrey se fue a Baja California Norte paseó por Jalisco, Coahuila, Nayarit, Hidalgo, Tlaxcala, acruz, Sonora, Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Chiapas, loa,. Tabasco, Quintana Roo y, por si fuera poco, repitió de diez de esos estados. Hablaba sin parar, minimizaba la rumores y la agresividad del sector privado, "Pienso coninfluencia y apoyando con orientaciones al nuevo régiame.n.aza,~a. En noviembre, aclaró lo que esperaba de la straclOn : . U~ gran erhpuje creador, dentro de las mismas y constitucIOnales del actual gobierno." raba al país y seguramente fastidiaba al presidente electo e !",o~t,ezuma, fingía no oír nada, esperaba turno y echagl~aClOh con la carta que escondía bajo la manga y que migo Jorge Díaz Serrano, quien, en 1965, incluso le hacoche y dinero en lo que López Portillo obtenia chamba az Serrano, en los afios setenta, se había enriquecido coPetróleos Mexicanos, tenia una próspera empresa pee mcluso se decía que era socio del político texano, y e de Estados Unidos, George Bush. e enteró de que varios especialistas estadunidenses afiro disponía de inmensos yacimientos petrolíferos inexplo-

a los militares (no le fueran a hacer cierto el rumor de golpe de estado que para entonces se fijaba en el 20 de noviembre, día de la vieja revolución mexicana) y uno de sus más deplorables dedazos de última hora consistió en la imposición del general Hermenegildo Cuenca Díaz, secretario de la Defensa, para la gubernatura de Baja Californía Norte. El general Cuen­ ca, infectado con las conductas del presidente, se había entercado en gobernar la entidad fronteriza, donde hubo una fuertísima oposición. Echeverría también se autorregaló su Centro de Estudios Económicos y Sociales del Tercer Mundo (CEESTM), que se instaló en San Jerónimo para que le quedará cerca de casa. Supuestamente, el Centro se consti­ tuyó con el tín de "coordinar las acciones para evitar que los países en desarrollo, inducidos por la enajenación, seleccionen tecnologías e investi­ gación científica en forma indiscriminada". Sin embargo, aunque llevó a cabo algunas actividades meritorias, el CEESTM más bien fue el juguetito, montado a todo lujo, no faltaba más, con que el inminente ex grillaría y se entretendría, sin tener que esperar a que llegara su López Mateos a dar­ le algo que hacer. Además, Echeverría no mostraba la más mínima intención de resignar­ se a dejar el poder. En los últimos tres meses de su gestión recorrió el país de arriba abajo y en todas partes aclaraba que "no decía adiós, sino hasta luego" y que pronto lo volverían a ver "con su energía acostumbrada". En octubre, el presidente fue a la capital de Nuevo León y allí pronunció un comentado, virulento y pírrico "regaño" contra el grupo Monterrey para "vengarse" de los insultos que le habían propinado durante el entie­ rro de Eugenío Garza Sada. De Monterrey se fue a Baja California Norte y Sur, y de allí se paseó por Jalisco, Coahuila, Nayarit, Hidalgo, Tlaxcala, Tamaulipas, Veracruz, Sonora, Guanajuato, Querétaro, Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Sinaloa, Tabasco, Quintana Roo y, por si fuera poco, repitió las visitas a más de diez de esos estados. Hablaba sin parar, minímizaba la devaluación, los rumores y la agresividad del sector privado. "Pienso con­ tinuar ejerciendo influencia y apoyando con orientaciones al nuevo régi­ men", de plano amenazaba. En noviembre, aclaró lo que esperaba de la próxima adminístración: "Un gran erllpuje creador, dentro de las mismas normas políticas y constitucionales del actual gobierno." Todo esto aterraba al país y seguramente fastidiaba al presidente electo que, en su casa de Moctezuma, fingía no oír nada, esperaba turno y echa­ ba a volar la imaginacióh con la carta que escondía bajo la manga y que debía a su viejo amigo Jorge Díaz Serrano, quien, en 1965, incluso le ha­ bía facilitado un coche y dinero en lo que López Portillo obtenía chamba en el gobierno. Díaz Serrano, en los años setenta, se había enriquecido co­ mo contratista de Petróleos Mexicanos, tenía una próspera empresa pe­ trolera, Pemargo, e incluso se decía que era socio del político texano, y después presidente de Estados Unídos, George Bush. Díaz Serrano se enteró de que varios especialistas estadunídenses afir­ maban que México disponía de inmensos yacimientos petrolíferos inexplo­

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uno de sus peores lastres: el origen de su presidencia, que no provino del 'pueblo, y ni siquiera del partido oficial, sino de uno de los mandatarios más irresponsables de la historia del país. Por otra parte, López Portillo nunca pudo dejar de competir con su antecesor, Y sus excesos en el uso del poder también se volverían emblemáticos de la corrupción y de la de­ cadencia del sistema político mexícano.

no de sus peores lastres: el origen de su presidencia, que no provino del u , ' ' a del partl'do oficial sino de uno de los mandatanos 'pueblo y m slqUler ' "11 ás ir:esponsables de la historia del país , Por otra parte, Lopez Portt o m do de'ar de competir con su antecesor, Y sus excesos en el uso ndulnc~:e~ tamb{én se volverían emblemáticos de la corrupción y de la dee p . ' ' cadencia del sistema pohttco meXIcano,

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s cercanos, de una forma u otra, y con toda la sutileza de n el tal "propósito metodológico" y durante el sexenio los deres de la presidencia no lograron que los tecnócratas aplicto favorito del presidente, Sólo al final, Miguel de la mo que lo tomaba en cuenta para el Plan Global de Desarroduda contribuyó para que el dedo de la balanza se inclinara

ido 20 de noviembre y no hubo ni autogolpe ni golpe de banqueros, de cualquier manera, le pidieron a López Porerno, y no ellos, cerrara los bancos a partir de ese domingo e la toma de posesión; esto sin duda le caería como bomba además de que contribuiría enormemente al pánico y el n de sexenio, Según López Portillo, Mario Ramón Beteta Madrid, secretario y subsecretario de Hacienda, más Ernesurtado, del Banco de México, le plantearon la petición de "¿Se acabó el dinero en bancos, en Tesorería y en Casa ", preguntó el presidente electo, Le respondieron que no; trataba "de un problema de suministro", López Portillo negó a cerrar los bancos y que en realidad ése fue su primer no, ese mismo día Echeverría decretó la afectación de 137,135 ostadero en el Valle del Yaqui, al sur de Sonora, Éste era los pleitos del presidente con los ricos neolatifundistas de braron más fuerza aún con la destitución de Biebrich, y que, Carlos Sparrow Sada, cabeza de la Cámara de Comercio egón y de "línea dura", habían estado llevando a cabo pabloqueando carreteras con sus tractores y vehículos agrícota por las invasiones que habían tenido lugar. "Aténganse ncias", les dijo Echeverría a fines de 1975, Los conflictos largo de 1976 y el presidente esperó el simbólico 20 de noepartir las primeras 100 mil hectáreas entre casi 9 mil sujeagrarios, que, según los agricultores, no eran más que gente a de otras partes, ción del Valle del Yaqui cayó como bomba en el país, y se a dureza a Echeverría porque la hubiese llevado a cabo a s de que concluyera su mandato, Era, se decía, premeditay ventaja, Las cámaras de comercio de 51 ciudades decrede protesta, dirigido por Andrés Marcelo Sada, líder de la o esto hizo que los rumores de golpe de estado se incremensexenio concluyese en medio de una agitación terrible, amenazado, Echeverría goberné. hasta el último minuto, r como el del presidencialismo mexicano le gustó tanto que cción, así es que en los sexenios siguientes no dejó de ser os escándalos, López Portillo lo toreó con grandes dificulcualquier manera, en todo momento tuvo que sobrellevar

laboradores más cercanos, de una forma u otra, y con toda la sutileza de rigor, ignoraron el tal "propósito metodológico" y durante el sexenio los incalculables poderes de la presidencia no lograron que los tecnócratas apli­ caran el proyecto favorito del presidente. Sólo al final, Miguel de la Madrid hizo como que lo tomaba en cuenta para el Plan Global de Desarro­ llo, lo cual sin duda contribuyó para que el dedo de la balanza se inclinara en su favor. Llegó el temido 20 de noviembre y no hubo ni autogolpe ni golpe de estado, pero los banqueros, de cualquier manera, le pidieron a López Por­ tillo que el gobierno, y no ellos, cerrara los bancos a partir de ese domingo hasta después de la toma de posesión; esto sin duda le caería como bomba a Echeverría, además de que contribuiría enormemente al pánico y el desorden del fin de sexenio. Según López Portillo, Mario Ramón Beteta y Miguel de la Madrid, secretario y subsecretario de Hacienda, más Ernes­ to Fernández Hurtado, del Banco de México, le plantearon la petición de los banqueros. "¿Se acabó el dinero en bancos, en Tesorería y en Casa de la Moneda?", preguntó el presidente electo. Le respondieron que no; según ellos, se trataba "de un problema de suministro". López Portillo asegura que se negó a cerrar los bancos y que en realidad ése fue su primer acto de gobierno. Por su parte, ese mismo día Echeverría decretó la afectación de 137,135 hectáreas de agostadero en el Valle del Yaqui, al sur de Sonora. Éste era el corolario de los pleitos del presidente con los ricos neo latifundistas de Sonora, que cobraron más fuerza aún con la destitución de Biebrich, y que, lídereados por Carlos Sparrow Sada, cabeza de la Cámara de Comercio de Ciudad Obregón y de "línea dura " , habían estado llevando a cabo pa­ ros patronales y bloqueando carreteras con sus tractores y vehículos agríco­ las como protesta por las invasiones que habían tenido lugar. "Aténganse a las consecuencias", les dijo Echeverría a fines de 1975. Los conflictos arreciaron a lo largo de 1976 y el presidente esperó el simbólico 20 de no­ viembre para repartir las primeras 100 mil hectáreas entre casi 9 mil suje­ tos de derechos agrarios, que, según los agricultores, no eran más que gente turbia acarreada de otras partes. La expropiación del Valle del Yaqui cayó como bomba en el país, y se criticó con toda dureza a Echeverría porque la hubiese llevado a cabo a escasos diez días de que concluyera su mandato. Era, se decía, premedita­ ción, alevosía y ventaja. Las cámaras de comercio de 51 ciudades decre­ taron un paro de protesta, dirigido por Andrés Marcelo Sada, líder de la Coparmex. Todo esto hizo que los rumores de golpe de estado se incremen­ taran y que el sexenio concluyese en medio de una agitación terrible. Como había amenazado, Echeverría goberné, hasta el último minuto. Ejercer un poder como el del presidencialismo mexícano le gustó tanto que se le volvió adicción, así es que en los sexenios siguientes no dejó de ser motivo de nuevos escándalos. López Portillo lo toreó con grandes dificul­ tades, pero, de cualquier manera, en todo momento tuvo que sobrellevar

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